LLUVIA DE SOL :: La Memoria del Canto

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Escrito por
HANS CRISTIAN LABRA BASSA

Título: Lluvia de Sol, La Memoria del Canto.
Primera edición, 1.000 ejemplares.
Diseño de portada por el autor.
Impreso en Santiago de Chile en los talleres de Gráfica Andes, en junio de 2007.

ISBN:
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 127.412 del 06 de agosto de 2002.
Última revisión y edición de textos por su autor, en junio de 2007.
Contactos y comentarios en: hanslabra@gmail.com
visita: www.antukaimawen.scd.cl

Permitida su reproducción total o parcial (siempre que la reproducción sea sin fines de lucro), su difusión por cualquier medio impreso, digital o multimedial, respetando la fidelidad del contenido y citando la fuente.

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AGRADECIMIENTOS

Agradezco profunda y humildemente a nuestra Madre y nuestro Padre por darnos espíritu y mundo. A Maribel y Charles por darme vida, por permitirme ser su hijo y entregarme sus años. A Astrid y Karyn, mis hermanas, les agradezco enseñarme a conocerlas y aceptarme como igual entre ellas. A mis sobrinos Mitzio, Isaías, Mai y Antu, y a mis sobrinas Sayén y Kyara, la alegría hermosa de saber que la infancia es así de frágil y poderosa. A mis primas Katy, Dana, Silvana, María José, Jenny, Paloma, Andrea y Camila, por darme esperanza en la familia. A mis primos Pancho, Harley, Cristóbal y Jonatan, por enseñarme lo difícil de comprender este mundo.

Agradezco, finalmente, a todos y todas a quienes aún sin nombrar sé que me acompañan, les agradezco el darme sus miradas siempre fraternas, sus sonrisas siempre contagiosas. Te agradezco a ti lector o lectora por dedicar a estas páginas tu atención, por poner sobre estas letras que me brotan tus profundos ojos, son ellos el único propósito de mi trabajo.


...busco en el horizonte grisáceo de esta ciudad
un atisbo de tus colores
esa hebra mágica de luz que se entabla
entre nuestras miradas...

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INTRODUCCIÓN


Debo aclarar, primero que todo, que nunca antes escribí un libro ni busqué instrucción para hacerlo, por lo tanto, carezco de las nociones establecidas que rigen el mundo literario. Sólo pretendo expresar con este trabajo lo que siento, lo que he visto y lo que he aprendido junto a Charles Labra, mi padre, al acompañarlo por años en sus vivencias como fundador y percusionista de Sol y Lluvia, hoy Antu kai Mawen. También como su hermano en el mundo del espíritu.
Este libro, entonces, es un relato que narra, por una parte, la historia del grupo de música popular Sol y Lluvia: habla de su formación, su desarrollo y su crecimiento social y humano; y por otra, es un relato mágico que intenta esclarecer no sólo el vínculo que tenemos con el espíritu, sino cuál sería realmente nuestra posición en la rueda de la vida. En esta segunda parte intento plantear respuestas y nuevas claves que nos ayuden a recuperar nuestro vínculo con el espíritu. Para tal propósito escudriño desde mi propio espíritu algunas ciencias y las reinvento, observándolas alejado de los dogmas científicos que finalmente nublan la vista.

Comenzar a hablar de lo que realmente fue Sol y Lluvia no es fácil, por eso, para llegar a una explicación razonable, tuve que recorrer muchísimos años, tanto de la historia familiar como de la historia nacional y mundial, pues hablar de Sol y Lluvia sin mencionar su contexto humano, social e histórico, es imposible. Con todo, quiero establecer la atmósfera y el ambiente en que Sol y Lluvia irrumpe, y sin hacer una biografía del grupo ni cronológica ni investigativamente, profundizo en las vivencias y experiencias que -según mi particular visión- llevaron a los hermanos Labra a ser quienes fueron. Justamente en el actuar de cada uno de ellos está la clave para entender lo que fue y llegó a ser Sol y Lluvia.
Charles habla aquí intentando explicar lo que siente, y complementa mi relato. Junto a él surge mucho de lo que aquí entrego, de nuestro dialogar y nuestro compartir. Su espíritu cristalino reconoce una Dualidad superior que infunde energía y vida a cada célula, a cada partícula microcósmica del Universo. Sol y Lluvia surge de Charles y su hermano Amaro justamente a través de ese sentimiento, como una fuerza misteriosa y constante que se difunde entre la gente. Y el ver en Charles esa llama aún encendida me empuja a escribir y explicar los motivos que a la larga lo llevaron a separarse de sus hermanos, motivos fundamentales al momento de querer comprender su consecuencia y su trabajo. Cuento únicamente con su consentimiento, ya que la visión de Amaro y del resto de nuestra familia es muy distinta. Ellos podrán contar su propia historia, este libro es una invitación a que lo hagan.
Cuando Charles aún estaba junto a ellos, me acerqué a Amaro y le comenté que estaba escribiendo un libro que contaba, en parte, la historia de Sol y Lluvia. Al parecer no me tomó en cuenta ni prestó atención a lo que le decía, pero insistí y le pregunté si acaso había algún problema en que usara el nombre del grupo, a lo que respondió “no... ningún problema, si es parte de tu vida”; le pregunté entonces si había algún problema en incluir las letras de algunas canciones, y me dijo “ah... eso es otra cosa, tienes que poner los textos de las canciones entre comillas, y al final, entre paréntesis, debe decir ‘Autor: Amaro Labra’, si haces eso no hay problema”. Y eso hice.
Soy selectivo, eso sí -y eso me lo deben agradecer-, ya que no es mi intención contar todo lo que se vivió dentro y fuera de Sol y Lluvia, ni dejar en evidencia el comportamiento total de los hermanos Labra, o del resto de la familia, sólo hablo aquí de lo que considero fundamental para comprender el camino que siguieron y que, en definitiva, los separó.
La urgencia por escribir nace en mí un día de 1998, terminando de escribir en junio del 2002, a dos años de que Charles se separara de sus hermanos, justo el día en que se celebraba el año nuevo indígena, día de solsticio de invierno y de comienzo de un nuevo ciclo de la naturaleza, el mismo día en que Charles traía a casa el primer disco de Antu kai Mawen grabado en estudio. Después de meses de trabajo, Charles había logrado terminar la masterización de las canciones y el disco “Se alza la Tierra” estaba listo. Al atardecer de ese día, ambos emocionados, intercambiamos las noticias de ver nuestros trabajos por fin terminados, nos abrazamos felices. Iniciábamos, junto a la naturaleza, un nuevo ciclo.
No se dieron en ese momento las condiciones para publicar el libro, y debió permanecer guardado como semilla esperando el momento de eclosionar. Tiempo después lo publiqué en Internet, para que fuera de acceso liberado y gratuito a quien quisiera leerlo.
Durante estos años con Charles hemos seguido conversando y reflexionando, descubriendo nuevas posibilidades y estableciendo con mayor claridad lo que puede llegar a ser considerado un “nuevo paradigma” para la humanidad. Este libro, por lo tanto, contiene el saber de dos generaciones, un padre y un hijo que conversan y buscan respuestas a aquellas preguntas que el hombre y la mujer desde siempre se han formulado.
Ahora, a siete años de separarse Charles de sus hermanos, a 30 de iniciarse en Sol y Lluvia, a 30 de nacer yo a esta vida, la semilla está lista y germina con el tibio Sol de la mañana. Comienza un nuevo ciclo.

Hans Labra, junio 2007

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PRIMERA PARTE


El espíritu indómito de un Pueblo

Charles siempre me ha comentado lo importante de reconocer, para la formación y comprensión existencial de las nuevas generaciones de chilenas y chilenos, que las respuestas que se dan acá en lo que hoy llamamos Chile, a los conflictos sociales, políticos y culturales, son dignas de atención y observación mundial.
Un claro ejemplo de esto lo tenemos al mirar al Pueblo Mapuche. Durante más de mil años su energía y voluntad siguen siendo ejemplo del más decidido espíritu de vida, de determinación y de fuerza. Fueron muro infranqueable frente a los sedientos y dorados sueños del conquistador español, y antes ya lo habían sido con firmeza al avance del imperio incaico. En todo el mundo se ha comentado el poder y la fortaleza de esta gente de baja estatura, de piel morena, robustos de cuerpo y de espíritu, gente humilde y contenta de su tierra, que frente a una amenaza invoca al temblor y al trueno, estremeciendo el Azul del Cielo. Un pueblo que sin ser pueblo de guerreros mostró siempre su capacidad de defenderse, para retornar luego a sus verdaderas labores: la tierra y sus familias.
Leftraru (Lautaro) fue gran estratega y guerrero, pero ¿qué lo motivaba, qué lo impulsaba desde su interior a hacer lo que hacía? ¿no estará ahí realmente su inteligencia? El sentimiento interno de cada uno de los mapuche que recupera la libertad en los valles, defendiendo su vida y la vida de la tierra, su espíritu y el espíritu de la tierra, debe ser el sentimiento más puro que un hombre y una mujer pueden llegar a sentir. Los mapuche saben en su interior lo importante de mantener puros los valles y limpios los ríos, lo importante de agradecer al Padre Sol y a la Madre Tierra, saben con certeza propia lo importante de preservar la vida no por hermosa o bella, lucrativa o exótica, sino por ser parte de un todo vivo, inmensurablemente vivo.
Respondieron con ímpetu furioso ante la violencia, tiernos en su interior nunca perdieron la simpleza de sus miradas ni el temple de sus espíritus. Por eso me atrevería a asegurar que el Pueblo Mapuche es mucho más sabio de lo que muchos se han imaginado. Si no llegó a ser una civilización-estado con todo lo que ello implica, fue porque nunca perdieron su orientación espiritual, ni su relación directa con la Madre Tierra, nunca necesitaron agentes externos para organizar sus vidas, porque siempre estuvieron consagrados a sus familias. “Pertenecemos a una Nación que no ha construido Estado todavía, por eso tal vez no logramos desentrañar del todo el enigma del ser humano atrapado en la trama turbia del Poder”, dicen antiguas voces Mapuche, nos cuenta Elicura Chihuailaf (poeta mapuche en su libro “Recado confidencial a los chilenos”).
Cada uno y una de los verdaderos mapuche sabe apreciar la naturaleza por lo que es, no necesitan iglesias ni gobiernos, pues sus vidas aunque parezcan simples, están colmadas de vivencias verdaderas, de encuentros sinceros con la naturaleza. Por eso nunca han necesitado que alguien les diga cómo hacer sus cosas, porque su espíritu habla a través de su corazón y ellos escuchan. Su espíritu es sustancial, gracias a que saben de dónde viene la energía que les da vida, y por mucho que se intente dominarlos y apartarlos, ellos saldrán delante y harán que la tierra tiemble y el cielo truene cada vez que así lo sientan. Por eso fueron el único pueblo de las Américas capaz de frenar la conquista española, todos los otros pueblos -incluso los más preparados en las artes de la guerra- sucumbieron tarde o temprano ante el avance español.
Hace algunos años, las obras de construcción de la central hidroeléctrica Pangue, en el Alto Bío-Bío, fueron arrasadas por una crecida inesperada e implacable del río, que se llevó casi todo lo que pilló a su paso y detuvo los trabajos en la represa por un buen tiempo. Los medios de comunicación dieron bastante cobertura a las pérdidas materiales de las empresas afectadas, pero nunca mencionaron que esa sorpresiva tormenta de truenos y relámpagos, que con la fuerza de la lluvia barrió a los invasores, se desató la misma noche en que falleció una de las mujeres mapuche que defendía sus tierras. En la zona que sería inundada por la dañina represa existía un cementerio mapuche de miles de años, territorio sagrado que intentaba defender esa robusta mujer.
El río Mapocho, por ejemplo, en un comienzo -a principios de la fundación de la ciudad de Santiago- se llamaba río Mapuche, y como cada invierno crecía incontrolablemente destruyendo la ciudad, los españoles prefirieron cambiarle el nombre, designándole un vocablo que en definitiva no significa nada, pero que al menos suena parecido. ¿No sería hermoso que los proyectos del “Bicentenario” que tanto enarbola el Gobierno le devolvieran su verdadero nombre?
Los mapuche viven en armonía con su entorno y no tienen ni usan más de lo que necesitan. Para cualquiera que nació y creció en ciudad o pueblo pudiera parecer de extrema pobreza la manera en que viven: sin televisor, ni refrigerador, ni gas, ni espejo, con suelos de barro y caminos sin pavimentar. Viven de lo que les da cariñosamente la tierra, sin maltratarla, por eso tienen su fuerza. Sus tesoros están en el azul del cielo o esparcidos en la tierra, como legumbres o rebaños, no en bancos ni en propiedades ni empresas.
De todo el mundo los mapuche son uno de los pocos pueblos que se mantuvieron siempre consistentes en su sustancia y su hálito de vida. Ellos supieron reconocer la amenaza real que significó el invasor español -hoy occidental-, y replegaron sus fuerzas, emprendiendo una retirada que los refuerza y que pronto los levantará nuevamente. (Bueno... ojalá así sea, de verdad que se necesita. Da pena ver a muchos y muchas mapuche actuando de un modo muy ajeno a su cosmología inicial, pasando a llevar los principales ejes de su cultura. Asusta ver algunos mapuche atrapados por los vicios de Occidente, vendiendo y prostituyendo su tierra, pero, así mismo, alegra ver a muchos y muchas mapuche que siguen luchando, que siguen percibiendo y vibrando en su espíritu original).

Miles de años antes de la Independencia de Chile y hasta casi un siglo después, el Pueblo Mapuche fue siempre respetado. El territorio chileno iba del desierto por el norte hasta cerca del río Maule, donde comenzaba el Sur Mapuche. Salvo algunos puertos que eran mantenidos desde el mar, las selvas y los bosques sureños permanecían impenetrables, los ríos y las magníficas lagunas existían en plena libertad. Hasta que a finales del siglo XIX (mil ocho ochentitanto), algunos gobernantes, civiles y políticos chilenos empezaron a lucubrar con los recursos de la zona y sus fértiles tierras, y dispusieron que el triunfante Ejercito de Chile, que ya había logrado derrotar a españoles, peruanos y bolivianos, marchara ahora hacia el sur, donde se le unirían algunos civiles y colonos para dar inicio a lo que sería conocido como la “Pacificación de la Araucanía”. Poco a poco, y ya sin parar desde las primeras décadas del siglo XX, con la caída del salitre, fueron arrasando miles de hectáreas de árboles nativos, irreemplazables, como cual infección que carcome la piel, masacrando a hombres y jóvenes mapuche y violando a las mujeres y jovencitas mapuche que encontraban. A los animales los capturaban como trofeos, a los mapuche los expulsaban a otras tierras y, si negaban marcharse, que era lo que ocurría y lo que sigue ocurriendo, los masacraban. Las tierras más fértiles y abundantes de vegetación y agua fueron repartidas entre familias influyentes, entre hombres del gobierno y militares, hasta la misma Iglesia logró quedarse con unos cuantos “pedacitos” de tierra.
Los chilenos se impusieron, las sangres se mezclaron y el mestizo creció, con eso el chileno y la chilena recibieron siempre la chispa de un espíritu poderoso, contenida en un cascarón duro y casi impenetrable de tradiciones y gestualidades muy ajenas a su verdadera geografía y pertenencia.  La herencia grecolatina y la cultura occidental que se impusieron y siguen imponiendo a través absurdas tradiciones, colegios y universidades, fue desgastando poco a poco la memoria de un legado cultural que de olvidado fue muriendo. Sin embargo, sé que la semilla que alimenta el corazón mapuche está sembrada en quien ame y honre la tierra, sé que duerme en la sangre chilena desde antes de Chile, y que despierta como explosión de cordillera cuando el espíritu está cristalino y lleno de energía. Por lo mismo, se puede apreciar cómo de alguna manera -ya como impulso, ya como fuerza-, el chileno y la chilena siempre han tenido coraje y valor de buscar su libertad y su autodeterminación.
Así, por ejemplo, Chile fue uno de los primeros pueblos en lograr zafarse de la corona española, y su ejemplo impulsó a muchos otros pueblos americanos que tenían las mismas ilusiones de libertad e independencia. Las soluciones que se dieron en Chile a la educación y a las garantías sociales en ese entonces también fueron innovadoras; tanto, que fueron observadas y aplicadas en varios países vecinos. Sin embargo, la historia, por mucho que la hagan los pueblos, la escriben los hombres, y así, lamentablemente para nosotros, la Independencia de Chile dejó de ser vista por los chilenos como el resultado de un “proceso social”, y empezó a ser vista como un “logro militar”. Se recuerda cada año a O’Higgins en el abrazo de Maipú, pero se olvidó el trabajo de Manuel de Salas por la educación y la cultura, así se olvidó también la capacidad de la población de entrever posibilidades que parecieran imposibles, desarrollarlas, fortalecerlas. Todo el impulso social que motivo la independencia y otros procesos de nuestra historia, fue olvidado intencionalmente por los historiadores de elite; ellos sólo recordaron a los que cumplen órdenes y que no sienten, los militares, porque no les conviene recordarnos que como pueblo somos fuertes y sabios.
Chile vuelve a hacer noticia en el mundo entero cuando la derecha política pierde el gobierno, por primera vez desde aquellos años de Independencia en que se hicieron del poder. A finales de la década del ‘60, en pleno siglo XX, el desarrollo cultural alcanzado por la población chilena, por los ciudadanos y las ciudadanas, los obreros y las obreras, los campesinos y las campesinas, los estudiantes y las estudiantas, era -como me hiciera notar Charles- extraordinario y digno de observación mundial.
Los terribles años de dictaduras y los mandatos de gobiernos sangrientos (como recalcan Violeta Parra y Víctor Jara en sus canciones) habían causado estragos en la familia chilena, produciendo una reacción social que quitaría el poder a las oligarquías desquiciadas y codiciosas que siempre nos buscan dominar. A mediados de la década del ’60, después de oscuros episodios de matanzas e ilegalidades políticas, la población elegía en plebiscito popular y por casi un 80% de los votos a Eduardo Frei Montalva como nuevo Presidente de Chile. Desde el norte y el sur, llegaron a Santiago millones de personas caminando, compartiendo en la más gigantesca movilización civil que en Chile se recuerde.
Cuando Charles me habla de esos años, una emoción muy grande se dibuja en su rostro. Si estamos sentados se para y se mueve de un lado a otro haciendo gestos en el aire con sus manos, como tratando de palpar sus recuerdos, como tratando de empaparme de su sentir, para que en carne propia vibre con su misma emoción. A pesar de que él era un niño en ese entonces, recuerda muy bien que sus hermanos mayores, Harley y Amaro, fueron a esa marcha. Era la “Marcha de la Patria Joven”.
-Buen proceso el de esos años -dice Charles, feliz al recordar.
En aquella década surgirían grandes agrupaciones musicales, destacados actores, pintores, pensadores y poetas chilenos recorrerían el mundo mostrando su arte. Se veían malabaristas y mimos en las esquinas, la gente salía a las calles y a las plazas y parques y compartía. Los pelos largos se saludaban en las calles cuando se encontraban, el amor era libre y no se temía al SIDA. Se conversaba y se intercambiaban opiniones y puntos de vista, se relacionaban y crecían juntos en un proceso y una red social que Chile pocas veces ha visto, y que pocas veces recuerda.
En palabras de Paulo Freire, educador revolucionario de los oprimidos y de la misma esperanza, brasileño que por esos años se hallaba exiliado acá en Chile, “Santiago se había transformado en un espacio o en un gran contexto teórico-práctico donde los que llegaban de otros rincones de América Latina discutían con los nacionales y con lo extranjeros que allí vivían lo que ocurría en Chile y también lo que ocurría en sus países. (...) Santiago se convirtió casi en una especie de ‘ciudad-dormitorio’ para intelectuales y políticos de las opciones más variadas. En ese sentido es posible que Santiago en sí mismo haya sido en aquella época quizás el mejor centro de ‘enseñanza’ y de conocimiento de América Latina”. (Paulo Freire, en “Pedagogía de la Esperanza: un reencuentro con la pedagogía del oprimido”, 1992).
Mientras en el resto de países de Latinoamérica se instalaban gobiernos militares y dictaduras, acá en Chile se vivía una efervescencia cultural que atraía a artistas, educadores, intelectuales y políticos de todo el mundo. Los procesos de educación político-popular impulsados por la izquierda cristiana, lejos de sectarizarlos, ampliaban los horizontes de la gente común, de los obreros y obreras, campesinos y campesinas, les daba la oportunidad única de mirarse y desde ese mirarse construir el mundo que querían. Tal despertar intelectual, cultural y democrático de las bases populares era especial, en el sentido que se daba desde su propio vivir, desde su quehacer diario, como una floración espontánea, gracias a la educación y alfabetización que comenzaban a recibir, ya que fundía en sí misma la teoría y la práctica. 

Charles me contó que fue Raúl Silva Henríquez quien, al donar algunos terrenos de la Iglesia a los campesinos y campesinas para que los cultivasen, a finales de los ‘60, motivó a Frei M. a desarrollar la Reforma Agraria. Dicha reforma constituye un paso fundamental hacia la humanización de los recursos, y, como tal, resulta revolucionaria en Latinoamérica y en el mundo entero, porque pone fin a los latifundios y a los monopolios de tierras, y permite a campesinos y campesinas llegar a ser dueños de las tierras que por generaciones a un patrón le han trabajado. No faltó, eso sí, quien se aprovechara de dicho proceso de reforma e impunemente le quitó terrenos a los mapuche.
El Cardenal del Pueblo, como le decían con cariño a Raúl Silva Henríquez, era la flor más bella en el oscurecido jardín de la Iglesia, manso frente al viento que lo mecía y astuto frente a tanta economía. Silva Henríquez era amigo de Sol y Lluvia, sabía de su constante trabajo musical en los invisibles escenarios suburbanos, y otorgaba a ellos su consejo siempre lleno de sapiencia profunda cuando más lo necesitaron. Charles recuerda con cariño las ocasiones en que acudió a él para recibir consejo y bendición, y lamenta que no se difundan los contenidos reales de su obra, así como lamenta que salga en una moneda el rostro del cardenal, dejando clara la ignorancia del gobierno.
-Al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios -dice Charles, con seriedad.
Frei M. también introdujo al Estado chileno en las actividades del cobre, lo que permitió que el próximo gobierno, el del doctor Allende, se lo expropiara a los capitales foráneos, principalmente norteamericanos, y que lo estatizara para bien de todo el pueblo chileno. El cobre era extraído sólo por empresas extranjeras, y Frei M. introduce al Estado como una más de esas empresas, logrando adquirir experiencia y permitiendo que la empresa estatal del cobre se hiciera cargo del total de la industria en el próximo gobierno.
-El gobierno de Frei M. destacó por conseguir avances en casi todos los planos sociales y políticos -me dice Charles-, y por abrir los ojos de la juventud a su capacidad de trabajar y crear en un ambiente fraterno, solidario y pacífico, donde las armas no son necesarias para generar cambios sustanciales a la vida de un país.
Sin embargo, la figura emblemática de Frei M. proporcionada y patrocinada por EE.UU. desde antes de ser electo, escondía intereses que sin duda vendrían a perjudicar finalmente a la población y a las personas humildes y ajenas al mundo de la política y las grandes empresas. Mientras los chilenos parecían gozar de una fuerte “autodeterminación pacífica”, en el resto de los países latinoamericanos se estaba dando en esos años una lucha impresionante de los pueblos por determinar sus propios destinos, y la respuesta que recibían de los grandes monopolios económicos y políticos era violenta e inhumana. EE.UU. metió la mano en cada país de Latinoamérica, estrujando las sociedades para manipular los recursos y los ideales.

Las guerras mundiales de la primera mitad de siglo XX habían dejado al mundo paralizado entre el horror y el espanto, la vida de los países que se vieron involucrados en ellas cambió radicalmente y para siempre. Los países derrotados debieron pasar años llorando a sus víctimas, mientras iban reconstruyendo sus ciudades y pagando millonarias indemnizaciones por daño a las naciones que los vencieron. Los que ganaron se hicieron superpotencias dueñas del control mundial. Pero hubo dos potencias que se robustecieron más que cualquier otra con aquellas guerras, Estados Unidos y la Unión Soviética. Y como en determinado momento ambos mostraban igual poder de destrucción, no sacaban nada con bombardearse mutuamente, porque eso produciría una hecatombe de orden global; el poder de las bombas nucleares y de destrucción masiva que habían desarrollado era absurdo, seguir vendiendo y construyendo armas para combatir así sería un suicidio.
Eso llevó a que el enfrentamiento pasara de los cuarteles militares a las oficinas gubernamentales, y la guerra comenzó a ser manejada y ejecutada por la política y el mercado. Comenzaba la “Guerra Fría”. Las armas fueron reemplazadas por los medios de comunicación. El cine y el espionaje fueron como la nueva bomba atómica en lo efectivo, la CIA, la KGB, las agencias secretas y todo el esfuerzo militar de inteligencia por infiltrar los gobiernos latinoamericanos, asiáticos y africanos, generó un fuerte incremento en el gasto económico de las superpotencias, que debieron inventar nuevas técnicas para derivar, en sus presupuestos, miles de millones de dólares a tales fines. Era ahí donde la carrera espacial parecía consumir sus mayores esfuerzos: ella era un recurso estético que conseguía el financiamiento para sus planes militares de dominación silenciosa. Mientras tanto, organizaban grandes y lujosas fiestas en sus ciudades, para celebrar el explosivo crecimiento de sus industrias y sus agencias, y se volvían glamorosos y conspiraban.
Las nuevas políticas de guerra y las estrategias que comenzaron a ser utilizadas invadieron ferozmente a las naciones pequeñas de todo el orbe. EE.UU. presentó desde el Pentágono sus nuevas políticas de estado para los países sudamericanos; dichas políticas debían ser adoptadas por todos los países sin excepción, para evitar que “los males del comunismo” los consumieran. Para tal efecto, la CIA colocó y compró agentes especiales en cada país, encargados de conseguir apoyo e información. Su intención final era la de ser ellos los que controlaran la totalidad de América y otros países, porque sabían que para ganar la Guerra Fría tenían que mantenerse en pie por muchos años, junto con ello tenían que ir creciendo cada vez más como súper potencia, y América, África o Medio Oriente, eran el paraíso perfecto del que podrían extraer la materia prima de sus pretensiones. A modo de imperio, comenzaron a expandirse por el mundo metiendo mano en todo país débil y pequeño que no podía autodefinirse, y generando reacciones violentas dentro de los países más fuertes. Infiltraron gradualmente agentes secretos en esos países para que ganaran adeptos a sus políticas, y con publicidad y golpes de estado -financiados por ellos mismos- impusieron gobiernos “aliados”.
Mucha gente fue asesinada por culpa de las mezquinas y brutales intenciones del idealismo capitalista y comunista de ser superpotencias. Cómo olvidar los atentados estadounidenses a uno de sus propios Presidentes y sus hermanos, o las matanzas de afro americanos en sus ciudades; cómo olvidar la masacre de Tlatelolco, en México, o las invasiones a Vietnam, El Congo, El Salvador, Nicaragua, Argentina y Chile, entre muchos otros; cómo olvidar a los Presidentes y ciudadanos que murieron asesinados en golpes de estado, jóvenes que salieron a las calles a gritar su sentimiento, sacerdotes que defendieron la vida de personas sencillas, miles de inocentes. Cómo olvidar, por otro lado, el caso de la masacre comunista en la plaza de Pekín; o el mismo Muro de Berlín, que intentó evitar que la población de Alemania Oriental huyera del régimen comunista.
De toda la destrucción de esos años, incluyendo Hiroshima y Nagasaki, y recordando las miles de naciones indígenas que exterminaron los Estados Unidos por la propia independencia de su territorio, concluyo que son ellos los principales responsables en todo el mundo sobre la muerte de cientos de miles de personas y ecosistemas. Su nación impulsó la carrera armamentista que nos tiene al borde de la hecatombe mundial, también es responsable en la destrucción de miles de ecosistemas y en la contaminación del medio ambiente con sus pruebas nucleares, incluida la destrucción de la capa de ozono; el único pretexto, lograr su crecimiento y su poderío, porque con eso, dicen, ayudan a todo el mundo. ¡Ya no más, basta, que no nos sigan ayudando!
Ya mucho creyeron que nos ayudaban los imperios de siglos anteriores, y quizá más destrucción y miseria causaron los españoles, los ingleses, los franceses, holandeses y todos los que en algún momento pensaron que el mundo era para dividírselo y beneficiarse. Pensaron que exportando su civilización de pacotilla podrían ayudar a los “salvajes” de otras regiones y, sin remordimiento alguno, robaron por décadas las riquezas que hoy lucen sus palacios y sus coronas ¿No será hora de que devuelvan lo que han robado? Imagina por un momento que los antiguos imperios devolviesen los recursos que robaron por el mundo ¿no se acabaría la pobreza en los países “sub-desarrollados”?, o si el imperio norteamericano se derrumbara ¿no volvería a surgir el trabajo comunitario y el compartir en familia dentro de las poblaciones y en las ciudades?
El florecimiento de las más sabias, poderosas y variadas culturas precolombinas en América es paralelo a la época más oscura de Occidente y a la crisis cultural más fuerte que ha vivido Europa. Así, como plaga que avanza entre los sanos, la civilización occidental cubre a los cinco continentes con su manto de horror y muerte.
Hoy en día el bastión más tóxico y podrido culturalmente y que busca seguir dominando y absorbiendo es EE.UU.. Por eso a veces creo que mucha gente en el mundo entero reflexionó seriamente cuando se derrumbaron las torres gemelas en Nueva York, porque, dentro de nosotros, el inconsciente colectivo señala claramente y definitivo el origen de la maldad. Muchos en su interior pensaron que sí, los yanquis se lo merecían, aun cuando públicamente en sus declaraciones dijeron que condenaban la barbarie de tamaño acto terrorista. Yo también condeno al terrorismo, no creo en la violencia en ninguna de sus formas ni como medio de generar cambios o respuestas, o de expresar las opiniones, pero no soy ciego a la maldad estadounidense y tampoco la oculto... así que, de una u otra manera, siento que recibieron una cucharada de su propia y maloliente medicina. Y no sólo ellos, todo el imperio occidental.
Porque ellos afectaron directamente al mundo entero. Nos jodieron para siempre y será muy difícil dejar todo como estaba. El mundo que conocemos ya nunca será el mismo, pero se puede evitar más destrucción, se puede “cortar el ducto de alimentación del nuevo emperador”. Lo primero, reconocer cuál es ese nuevo emperador, cuáles sus objetivos, cuáles los medios que utiliza para lograrlos.
Chile estaba viviendo en los ‘60 un despertar cultural impresionante. Las dictaduras sangrientas de Ibáñez del Campo y Alessandri habían causado suficientes estragos en la población durante años anteriores, matando prostitutas y homosexuales y arrojándolos al mar, hasta que el gobierno finalmente pasó a manos adecuadas. Eduardo Frei M., a pesar de contar con fuertes vínculos hacia las políticas estadounidenses, comenzó un proceso que devolvería a la población la fe en la libertad y en la justicia social.
En Estados Unidos el secretario de Estado en ese tiempo, el sanguinario, insensible y purulento Henry Kissinger, emitió un informe en esos años en que “advertía” a la Casa Blanca sobre el riesgo de que, en Chile, el proceso social que se vivía con Frei M. consolidara y fortaleciera al pueblo. El gobierno no tomó importancia a dicho informe, pues sabía que Frei M. era su partidario y, según parece, no hizo nada. Sin embargo, años más tarde, sobrepasado y sorprendido por la reacción popular, Nixón recalcaría la necesidad de “estrujar y retorcer a la sociedad y a la economía chilena hasta que el pueblo les pidiera que ya no más”. Sólo habían intervenido en los medios de comunicación con el consentimiento de los grupos económicos chilenos, con la “campaña del terror” como se le conoció, difamando al comunismo y mostrándose ellos como los salvadores de la humanidad en sus películas y sus revistas, también habían repartido millones de dólares entre la derecha y la DC, intentando generar disidentes y opositores a la candidatura de Allende. Mientras en los otros países latinoamericanos ya habían ejecutado golpes de estado e implantado Presidentes de mentira, al parecer, no habían tomado medidas drásticas sobre la posibilidad de que el proceso que se vivía en Chile en esos años desembocara en que Allende fuera electo popularmente en las elecciones del ‘70. El proceso chileno “les había ganado el quién vive”.
Ellos estaban dedicados con dureza a invadir Vietnam, Laos y Camboya, convenciendo a gran parte de sus propios ciudadanos de que tenían que salvar al mundo del comunismo, ampliando por ende su propio imperio capitalista. Hablaban del terror comunista, mientras alababan al dios dinero. Creían tener dominado el Cono Sur, y Chile se transformaba en “una piedra en el zapato”. Sin perder tiempo, hicieron lo que creyeron necesario para que el gobierno de Allende pareciera fracasar, y lo lograron, su gobierno fue frenado y destruido. Muchos chilenos de la más alta alcurnia se unieron, los Claro y los Edwards, entre otros, a los estadounidenses y prestaron servicios al invasor, como siglos antes lo hicieran los yanaconas, esos indios traidores que ayudaron a los españoles para tratar de derrotar al pueblo mapuche.
Los medios de comunicación chilenos, manejados por los mismos intereses que el proceso social ponía en riesgo, se encargaron de crear un ambiente hostil que haría sentir a quienes mucho creen en lo que la televisión y la prensa dicen (la creciente clase media) que el país atravesaba una de sus peores épocas. Con el fin de evitar que el pueblo siguiera fortaleciéndose en su proceso social, la prensa logró promover y justificar la intervención militar que devolvería el control del gobierno a la derecha política, “los únicos capaces de mantener la paz social y el crecimiento económico, y mantener alejada la terrible e invisible amenaza marxista”, decían.
Con millones de dólares los estadounidenses lograron hacer sentir a gran parte de la población que el gobierno fracasaba, que no lograba mantener el orden, que con sus políticas causaba escasez y basándose en difamaciones, mentiras y engaños, hicieron sentir que el gobierno del doctor Allende estaba dañando la convivencia pacífica, que él mismo era sinónimo de marxismo, de expropiación y miseria. Los comerciantes y empresarios conspiraron y cerraron sus negocios y empezaron a decir que no tenían nada, que estaba todo convertido en un caos y que no había abastecimiento. La gente más alejada del vivir social comenzó a creer que realmente con Allende todos morirían de hambre. Los medios de comunicación hicieron un trabajo meticuloso y sistemático para crear una imagen, y con ella justificaron la utilización de la fuerza y la violencia para frenar lo que, decían, llevaba a Chile a su perdición y su colapso.
Pero el propósito final ya había sido estudiado y establecido desde Estados Unidos: dominar la región, e introducir el sistema de libre mercado en toda Sudamérica y en varias regiones del mundo, imponerse ellos como modelo a seguir, dominar ellos los mercados y las políticas internacionales.
Chile vivía en ese entonces un despertar cultural que para el mundo era insólito, y sin más muchos de los caudillos de esa “revolución cultural” fueron amedrentados, silenciados, maltratados, torturados, vejados o desaparecidos... asesinados. Infame y brutalmente sacados de sus vidas, de sus familias. Y justamente -mejor dicho, injustamente- lo que buscaba el interés estadounidense era detener aquel despertar cultural, aquel proceso social revolucionario, que volvía a poner a Chile en boca del mundo.
El régimen de Pinochet aniquiló sistemáticamente todo brote de cultura popular espontáneo, y por muchos años todo surgir inédito fue imparcialmente observado, estudiado, y nuevamente silenciado si ponía en riesgo la solidez de tan macabro régimen. Del que Estados Unidos es, insisto, el principal responsable.

Existe una historia que es común a todos y todas, existe un inconsciente que es colectivo y vital para nuestra existencia, que nos dice que las cosas no son como las cuenta la tele o como lo cuentan los libros de historia que el mismo régimen financió. Yo he vivido como propio el dolor humano de amigos que perdieron familiares, de personas que me han acercado su sufrimiento y su agonía. Por años el miedo me invadió cada vez que mi papá salía con su bombo a tratar de hacer algo para que Chile volviera a ser libre y hermano, y por su trabajo finalmente supe qué significaba lo que Pinochet había hecho. También, puedo atestiguar que no es mucho más que el deseo de consumir productos y las ganas de seguir teniendo cosas materiales, el argumento final de quienes justifican y agradecen a Pinochet, que consienten todo lo que él tuvo que hacer para que Chile no cayera en las manos del marxismo y el comunismo, como aseguran. Pero cuando converso con alguna de esas personas que admiran a Pinochet, descubro que no hay ningún argumento profundo y verdadero que los apoye, que no tienen para discutir más de lo que la prensa dijo en ese entonces, y que ignoran, desconocen tristemente lo que significó realmente la intromisión estadounidense en el Chile de esos años. El mayor argumento es que Allende estaba expropiando y robando, que era un borracho, que era la cabeza de una invasión comunista. Pero cuál es la verdad finalmente. ¿Quién es el ladrón, el que quita para devolverlo al pueblo o el que roba para su provecho? No digo que Allende robara o no robara, digo que basta de infamia: ¡ladrón es aquel que tiene más de lo que necesita, pues por su culpa hay a quien le falta! Eso es así, transparente como el agua.
Chile fue aplastado por culpa de los traidores de siempre, y todo aquel que fue engañado y convencido por la prensa de aquel entonces no es responsable ni cómplice, sólo es víctima de su propia ignorancia y su falta de sensibilidad humana. No se trata de política o partidismo, se trata de respetar la vida y reconocer dónde florece, dónde da frutos... dónde espinas.

La segunda mitad del siglo XX se caracterizó justamente por la gran oleada de dictaduras que llegaron al poder en más de la mitad de las veinte naciones que conforman América Latina. Ello producto de la intromisión directa o indirecta de las manos estadounidenses que buscaban, como cual imperio que invade, consolidar su economía y seguridad para dominar el bloque occidental.
Al comenzar los ‘60 muchas de esas dictaduras tuvieron salidas democráticas, y sólo la de Paraguay se mantenía en el poder. Pero nunca se supo de aquellos hombres y mujeres de la América Indígena que impulsaron los procesos sociales que derrocaron a las dictaduras, lamentablemente quienes manejan y difunden la información entre los pueblos son justamente los que imponen las dictaduras y las defienden. Sólo un grupo de esos anónimos revolucionarios logró pasar a la historia y consolidar el proceso que los impulsaba. Y si supimos de ellos y de lo que hicieron, fue porque triunfaron en su objetivo y evitaron que su país cayera en las garras estadounidenses. La revolución cubana, patrocinada en un comienzo por EE.UU., conmocionó a todo el continente y por todos lados comenzaron a prenderse los ánimos de revolución, y el levantamiento fue grande en Latinoamérica. Luego la Unión Soviética apadrinó el régimen de Castro y eso dio más impulso al odio y a la ira estadounidenses. Esos años, fines de los ‘50 y principios de los ‘60, fueron los mudos testigos que vieron al pueblo sudamericano despertar y levantarse, para ir a ahogarse en las garras del monstruo estadounidense.
Durante ese período se remecía el continente entero como un enorme terremoto humano en lo político, social, económico y cultural. Todos creyeron que siguiendo el ejemplo de los cubanos lograrían consolidar sus naciones, pero poco tiempo tardaron los militares sediciosos y los grandes círculos de adinerados en imponer nuevas dictaduras patrocinadas por Estados Unidos, con el pretexto de frenar el marxismo armado. Las nuevas dictaduras sellaron por años cualquier acercamiento de los países a la independencia latinoamericana, y la macabra “asesoría” del gobierno estadounidense quedó perpetuada en la interminable lista de masacres, de torturas, de atropellos a los Derechos Humanos, historia que hoy no saben cómo borrar de la memoria mundial que ya los condena.
Los grandes avances sociales y culturales al entrar a los ‘60 demostraban que Sudamérica estaba preparada para salir de su supuesta “dependencia del mundo desarrollado”, pero un par de años después había nuevas dictaduras en Argentina, Perú, Guatemala, Ecuador, República Dominicana, Honduras y Brasil. Estados Unidos estaba decidido a dominar la región.
La revolución armada con que los cubanos recuperaron su isla había sido exitosa, y su solvencia en el tiempo dejaba claro al mundo entero que con las armas se podía hacer revolución. Mientras Castro y el Che eran mitificados por su idealismo, el proceso chileno mostraba también una alternativa viable de hacer revolución, ausenta de violencia. Así, en pleno período de dictaduras en la mayoría de los países vecinos, en Chile se propone la “Revolución en Libertad”, que acerca a la gente grandes logros sociales, que según los más fervientes adeptos al Che, sólo eran obtenibles a través de una revolución armada. En Chile se propone una alternativa pacífica de hacer revolución, y nuevamente se avanza gracias a los chilenos en los procesos sociales a escala mundial. Más aún, como cosa insólita en el mundo entero hasta ese momento, y gracias al proceso social y popular que se vivió en los ‘60, los chilenos en 1970 eligen por mayoría democrática a un Presidente socialista. Nunca en la historia de la política mundial se había dado un gobierno socialista por propia elección social. Y en Chile nuevamente se hacía historia.

La Guerra Fría fue como un estúpido juego de golpes y patadas entre dos grandes pailones, que no sabían dónde estaban parados, y que al pelear aplastaban las flores que crecían al sol. Chile tuvo la mala suerte de estar en medio de ese juego justo cuando se producía el florecimiento de su pueblo, justo cuando se llegaba a comprender la importancia de emancipar la cultura y la educación, en un ambiente fraterno y saludable.
Para Estados Unidos dicho proceso social y cultural se transformó en un fuerte dolor de cabeza, sobre todo cuando desemboca en socialismo. Chile empieza a ser ejemplo para los otros países de Latinoamérica, que podrían seguir sus pasos y llegar a través de similares procesos sociales, a poner en peligro la estabilidad del “plan económico y político” que tenían preparado para todo el cono sur. Ya bastaba con tener frente a ellos a Castro y su revolución. No podían permitir ahora que en el sur del mundo, un delgado país arruinara sus sueños de poderío y grandeza.
Me parece prudente, entonces, pensar que si bien “la razón” nos a permitido conocer y utilizar la tecnología y las ciencias, también nos ha llevado a estar al borde de la extinción total. En los últimos dos siglos la cantidad de destrucción y contaminación que ha provocado el ser humano es irreparable. Esa manoseada cualidad humana: la razón, ha contribuido a dejar al ser más solo y confundido cada vez. Ya no se trata de individuos pues todos estamos absolutamente divididos en cientos de países, credos, idiomas, monedas, política, clubes deportivos, etc... y la lista es larga.
Los in-dividuos -como enseña Jiddu Krishnamurti-, las personas no divididas, ya no existen, pues la estructura social y hasta mental de las personas está completamente dividida, y sus familias están disgregadas y descariñadas. Mientras demos todo el crédito de nuestra conciencia a la razón, seguiremos hundiendo al mundo entero en la contaminación y la maldad.

Por eso, los intereses estadounidenses “debían” evitar a toda costa que la masa inculta accediera a los conocimientos que impulsaran su libertad. Siempre supieron que si el pueblo, la gente humilde, los niños y las niñas, accedían a la educación -uno de los principales propósitos del gobierno de Allende-, a la comprensión de sí y su entorno, a valorar la existencia por lo que es y no por lo que aparenta ser, a ser sanos con corazones sanos, perderían la ocasión de dominar sus vidas y sus bolsillos. Sabían muy bien, perderían ellos más que nadie. Pensaron que tenían que evitarlo y su “razón” los convenció de hacerlo.
No contaban, eso sí, con que el espíritu indómito de este pueblo volvería a levantarse buscando la libertad de las personas, no imaginaban que sería capaz de abrirse nuevos espacios, como el agua, que se abre camino a través de cualquier obstáculo y avanza y cumple su propósito de llegar al mar. Tan ensimismados estaban en su “razón” que no imaginaron ni pudieron comprender que el espíritu pudiera levantar a la gente. No contaban con que la Memoria del Canto recordara en esta angosta geografía su verdadero origen y le rindiera solemne homenaje.


La Cultura como fundamento de la Conciencia de Ser

Como ya dije, Charles me ha enseñado a reconocer que históricamente los procesos sociales chilenos han sido foco de atención mundial, aunque acá mismo en Chile eso no se comente ni se reconozca a viva voz. El mundo siempre se ha fijado en las represiones que hemos sufrido, por lo brutales, lo sangrientas, mas también por la forma en que las enfrentamos, se da atención a nuestras respuestas a los problemas, cómo asumimos las dificultades y cómo salimos adelante como nación.
Pero los medios de comunicación nacionales no rescatan eso, nunca hablan del logro humano de dichos procesos sociales: el espíritu que mueve la capacidad humana de la propia gente de unirse y trabajar todos juntos, a pesar de una geografía accidentada y estrecha. Los medios de comunicación son manejados por oscuros intereses, y difícilmente rescatan y difunden, quizás tampoco entienden el motivo real de una movilización popular. Lo suyo es netamente hacer dinero, y con tal propósito hacen lo que sea. Y si se presta atención en el exterior a los procesos sociales chilenos, es porque se sabe que en Chile aún palpita la sangre mapuche, nuestro espíritu aún es consistente y luminoso, por mucho que lo bombardeen con hallowen o viejos pascueros, con pornografía o consumismo extremo. Chile no se rinde, porque ¡el pueblo unido jamás será vencido! Pero ¿cómo se une el pueblo, si su atención y su energía individual están tan desgastadas?
-Ya parece que el antiguo grito popular “EL PUEBLO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO” sólo fuera un grito, una utopía, hoy se trata de dividirnos en partidos políticos, clases sociales y tanta otra cosa que la juventud, sí... la juventud, no sabe lo que es realmente el pueblo unido –dice Charles, con profundo dolor.
Tras los hitos importantes de la historia, los medios de comunicación y las políticas de gobierno resaltan más el logro militar, la estrategia, la valentía armada; se olvidan del compromiso espiritual, del amor y la conciencia humana. Esos principios a ellos los perjudican, saben que si las personas desarrollan y elevan su espíritu, su amor y su conciencia humana, el negocio que los sustenta se derrumba junto con sus posiciones y sus riquezas. Lo mismo que le pasaría al Vaticano si se reconociera el real significado del Evangelio de Cristo: como institución se disolvería, pues no tiene sentido su existencia. Siempre van a evitar a toda costa que las personas se desarrollen y crezcan en su humanidad, así no se les escapan de las manos.
 La información ha sido manipulada desde hace mucho tiempo, quizá desde principios de la Historia y en la misma Biblia, para generar las respuestas que ciertos grupos han querido imponer sobre las sociedades. Se dice, por ejemplo -sin que los medios lo reconozcan públicamente-, que apareció hace algunos años un antiguo libro del Evangelio, el evangelio de San Tomás, escrito en idioma arameo, que es la voz original que hablaban Jesús y sus discípulos. La Iglesia Católica niega reconocerlo porque pondría en peligro su institución y su dominio sobre la religiosidad de las personas. Dicho libro contendría la conversación que sostuvo Jesús con sus discípulos en la Última Cena, donde, entre otras cosas, ellos le preguntaron “Señor, ¿cuándo nos llegará el Reino?”. Él contestó, “No se trata de que llegue en un momento, de encontrarlo mirando aquí o allá, él más bien está despierto en la tierra, sólo que los hombres no lo ven”.
Cómo dejar de mencionar las indagaciones de un psiquiatra quien buscando información sobre lo que atestiguaba una paciente hipnotizada ante sus traumas psíquicos, descubre la eliminación de las referencias acerca de la reencarnación que se hacían en el Antiguo y Nuevo Testamento. Cuenta que “en el año 325 d. de C., el emperador romano Constantino el Grande, junto con Helena, su madre, había eliminado las referencias a la reencarnación contenidas en el Nuevo Testamento. El segundo Concilio de Constantinopla, reunido en el 553, confirmó ese acto y declaró herética la idea de la reencarnación. Al parecer, consideraban que esta idea debilitaría el creciente poder de la Iglesia, al conceder a los seres humanos demasiado tiempo para buscar la salvación. Sin embargo, las referencias originarias habían existido; los primeros padres de la Iglesia aceptaban el concepto de la reencarnación. Los primeros gnósticos –Clemente de Alejandría, Orígenes, san Jerónimo y muchos otros- estaban convencidos de haber vivido anteriormente y de que volverían a hacerlo”. (Brian Weiss).
Por otra parte, vemos cómo la oscura Edad Media, de reinos y esclavitud, durante la que se compraban indultos para salvación y se castigaba con inquisiciones a los pecadores, finaliza con la impresión y popularización de miles de libros que masifican el conocimiento sobre la sociedad y la naturaleza, y que dan a la gente común las herramientas para comenzar a entender que todos somos personas iguales en humanidad y posibilidades. Hasta ese entonces, sólo algunos grupos lograban mantener el control y el poder sobre las sociedades, porque ocultaban y escondían el conocimiento y la información.
Hoy los medios de comunicación saben que para confundir al pueblo y ocultarle el motivo real de un conflicto de cualquier índole, tienen que trabajar y editar la información, manipularla y maquillarla de manera tal que las personas se identifiquen con lo que ellos dictan. Incluso, llegan a inventar informaciones y noticias para ocultar verdades; así logran que las personas establezcan, en algún grado, un lazo emocional con la víctima que ellos presentan, para poder, primero, concentrar la atención de la gente y, segundo, controlar las respuestas. Al manejar la información de esa manera logran hacer sentir que uno mismo se puede ver afectado, entonces, el temor dirige a las personas y ellos dirigen el temor. Esa formula de dominio psicológico se conoce como “terrorismo”.
El manejo de la información es efectivo porque las personas somos muy permeables al dolor y el sufrimiento, al temor y el miedo. Es fácil convencernos cuando se habla en nombre de algo que nos es común y que nos puede afectar. Lo malo es que se utiliza y se manosea el sentimiento del pueblo. Los medios aprovechan dicho sentimiento y lo prostituyen y lo interpretan a su manera para ejercer cierto dominio sobre la masa. Tal vez de ahí viene el termino “masa”, porque en el fondo nos transformamos en una masa moldeable y sometida que asume y obedece, algo que se hace definitivo si dejamos de ser críticos y si dejamos de ver más allá de lo que nos dicen, como sentencia Bertold Brecht al hablar del analfabeto político:
“El peor analfabeto es el analfabeto político. Él no escucha, no habla, ni participa de los acontecimientos políticos. Él no sabe que el costo de la vida, el precio de los porotos, del pescado, de la harina, del arriendo, del zapato y del remedio, dependen de las decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece e infla el pecho diciendo que odia la política. No sabe el muy imbécil que de su ignorancia política nacen la prostituta, el menor abandonado, el asaltante y el peor de todos los bandidos que son el político sinvergüenza, deshonesto, corrupto y lacayo de las grandes empresas nacionales y multinacionales”.
Doblar la mano a la información manejada que entregan los medios de comunicación no es imposible, y se puede lograr, simplemente, dejando de creer en ella y comenzando a cuestionar las razones que proponen al porqué de los conflictos, tanto nacionales como internacionales. Si en los bloques informativos dan demasiada cobertura a una noticia de poca trascendencia, fíjate en las que apenas mencionan, quizá en ellas se oculta lo que realmente ocurre. Ese es el momento en que hay que estar atento, cuando aparece un “distractor”, una noticia que desvía la atención hacia otro foco. Pero si uno está atento su atención no se desvía, y sigue alerta.
Como esa vez que una chilena era elegida Miss Universo justo cuando en Chile se tenía que elegir si se seguía en dictadura o no; o la famosa casa de vidrio donde una mujer se desnudaba a diario, que aparece justo cuando hay que atrapar a un desquiciado alemán que colonizó el sur, y que entrenó en sus campamentos a los uniformados y a la derecha chilena para que torturaran y asesinaran.
También hay que mirar con atención la persecución encarnizada que realiza EE.UU. contra un afgano que los culpa de asesinos, que en el fondo es una clara estrategia estadounidense para dominar una parte del mundo que se les ha hecho imposible dominar, invasión que ocultan tras el velo de hacer justicia por sus destrozados emblemas: un atentado que ocurrió justo el día en que, misteriosamente, la mayoría de los estadounidenses empleados en los edificios no llegó a su trabajo, y donde si llegaron los empleados latinos y los extranjeros. Nunca se supo realmente quién cometió el atentado, lo mismo que en los atentados contra sus propios Presidentes. Se dijo que en lo de las torres había pruebas de que era un afgano, pero lo único que parecía importar finalmente era la invasión y la destrucción en venganza. Y todo es un juego de información. De hecho, si miramos con atención, el atentado ocurrió justo cuando a nivel mundial los países comenzaban a cansarse de los abusos estadounidenses y se empezaba a llevar a juicios políticos a oscuros personajes como Kissinger o Nixon ¿Autoatentado? Por supuesto!!

Los medios saben que la presencia o tan sólo la imagen de alguien respetado y querido por la gente, en cualquier propaganda, genera credibilidad y aceptación, por eso son capaces de utilizar a las personas sin que les importe el daño que puedan causar, lamentablemente muchos personajes se prestan para tales juegos, ya que las divisas económicas a cambio son tentadoras. Los medios de comunicación -sobre todo la TV por lo masificada que está hoy en día, pues son pocos los hogares donde no hay por lo menos una TV-, tienen un nivel de impacto sobre las decisiones y actitudes de las personas que sobrepasa cualquier estadística, y el condicionamiento que generan es también alarmante.
Es fácil ver cómo las niñas andan por ahí moviéndose y bailando como si ya fueran grandes, realizando coreografías eróticas y sensuales sin saber si quiera a qué se exponen. En su inocencia copian los bailes que realizan las mujeres que aparecen en la televisión, quienes, con sus bailes eróticos y su escasez de ropa, buscan atrapar la atención de las personas que se ven atraídas por aquellas programaciones. Como muchos voyeristas no reconocidos que disfrutan de los voluptuosos cuerpos que aparecen en la TV,  muchas veces en horarios en que sus hijas e hijos también miran la pantalla, con eso se hace inevitable que las nuevas generaciones adquieran esas costumbres decadentes y poco crecedoras de sus mayores, que a la larga sólo impulsan el consumo de pornografía y la sexualidad inconsciente y precoz, aumentando como inevitable consecuencia la “inconsistencia existencial” y la explosión demográfica no deseada, con ella la escasez de alimento y la violencia.
En el caso específico de los niños varones, se ve cómo las animaciones japonesas y los monitos de lucha y violencia generan en ellos ciertos estados de hipertensión, de explosividad descontrolada ante penas que en otras situaciones serían pasajeras (intolerancia a la frustración), o, en el peor de los casos, se ve cómo terminan transformando todos sus juegos de niñez en una constante lucha de combos, patadas y muertes, donde ellos asumen y hasta parecen disfrutar cuando asesinan a su enemigo. (En lo particular, considero que todas esas animaciones japonesas son, de una u otra forma, una verdadera “venganza disfrazada” contra Occidente, pues la forma japonesa de vengar a Hiroshima y Nagasaki es -creo yo- perturbando la conciencia de las nuevas generaciones de occidentales).
Retomando el ejemplo que nos da el brasileño Paulo Freire, en su trabajo con campesinas y campesinos chilenos, durante su exilio, que permitió en él el florecimiento de su pedagogía de libertad y esperanza, sorprendido al ver el efecto revelador que tenía en las clases populares el recibir una alfabetización y una educación político-democrática, señala que “era como si de repente, rompiendo la ‘cultura del silencio’, descubrieran que no sólo podían hablar, sino también que su discurso crítico sobre el mundo, su mundo, era una forma de rehacerlo. Era como si empezaran a percibir que el desarrollo de su lenguaje, dándose en torno al análisis de su realidad, terminaba por mostrarles que el mundo más bonito al que aspiraban estaba siendo anunciado, en cierto modo anticipado, en su imaginación. Y en esto no hay ningún idealismo”.
Lo importante es que padres y madres asuman que está en sus manos la humanidad del mañana, que depende de la cultura que entregan a sus hijos e hijas la posibilidad de crear un mundo mejor, una humanidad responsable que no destruya el planeta y no se destruya a sí misma. Amar a una hija o un hijo no es sólo traerlos al mundo y mantenerlos abrigados y alimentados, ni mandarlos al colegio todos los días, ni aunque sea el mejor colegio, eso es muy simple y basta tener dinero para hacerlo; amarlos es darles verdadero amor y cariño, hablarles con verdad, darles con nuestro actuar un ejemplo consistente y consecuente, es darles herramientas sólidas para que sean personas íntegras en lo espiritual y lo terreno.  Justamente esas herramientas les permitirán imaginar el mundo que desean construir, y esa visualización, esa proyección mental, les permitirá afinar y modelar mejor lo que vayan construyendo afuera. Ese es el verdadero eje de la liberación de los pueblos: la educación de las nuevas generaciones.

Antiguas culturas señalan que si la hija o el hijo usufructúa, para propio beneficio, de los bienes materiales o las riquezas que su madre o su padre obtuvieron por medio de apropiaciones ilícitas o tratos injustos, o por medio de robos o por el aprovechamiento de terceros, no sólo hereda la riqueza y sus lujos, así mismo el hijo o la hija heredan la responsabilidad histórica, humana y espiritual de tales crímenes, el “karma” de su padre o su madre. El Popol Vuh, por su parte, señala que así como es el padre así “también es la naturaleza de los hijos, (...) ya sean hijos de un Señor, de un hombre sabio o de un orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del Señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran”. (Popol Vuh, parte II, capítulo 3).
Por el contrario, siento que en esencia una hija o un hijo no son culpables de nada de lo que el padre o la madre hayan hecho. Sólo con el consentimiento voluntario del hijo o la hija, el padre o la madre les traspasan sus responsabilidades y culpas, sus “karmas”, si se prefiere. La única forma en que hijo o hija no hereden la responsabilidad de su madre o padre, es que comprendan plenamente qué ocurrió y rechacen la herencia material o cultural, aun cuando eso les signifique vivir en la pobreza o cambiar totalmente sus hábitos y tradiciones. Por eso Cristo habló de que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al Reino de los Cielos, porque la riqueza generalmente se asocia a malos tratos, usurpaciones o ambición, a la vez que disipa nuestra energía y nos quita alcance y poder espiritual. No mancharse las manos es mucho más profundo y concreto que sólo pedir perdón.
Muchas personas, por ignorar simplemente o producto de desconocer respuestas que canalicen su energía hacia su propio crecimiento, se ven envueltas en grandes discusiones y peleas que podrían evitarse. Así se comprueba que alguien que durante toda su vida vio peleas y guerras por la televisión, y que en sí mismo recibió desde su infancia el mismo mal trato por parte de sus padres, a la hora de enfrentar cualquier situación responderá como sólo sabe hacer, con golpes y agresividad. Porque afecta mucho a una persona lo que sabe y cuánto sabe en las decisiones que toma.
Basta mirar cómo los carabineros o los militares maltratan a la gente, o cómo un padre o una madre maltratan a sus hijos e hijas, para saber cómo fueron sus infancias y cómo sus dolores. Porque alguien que golpea para enseñar deja claro que así mismo fue instruido, y eso es signo de gran dolor y abandono, de impotencia, de ignorancia heredada. En cambio, aquellas y aquellos que de tanto sufrir golpes y abandonos vieron lo que era la maldad y la ignorancia, y los estragos que causan, y aprendieron y crecieron, y educaron a sus hijas e hijos entregándoles verdadera cultura y herramientas para su desarrollo y su vida, sin golpes, con amor y cariño, esos realmente supieron amar. Esos realmente viven en el Reino Humano, el resto aún vive en el Reino Animal.
La violencia no es natural ni definitiva, y la venganza o querer cobrar revancha por una ofensa no es lo justo ni lo más humano, pero parece que la mayoría desconoce otras respuestas. Muchas personas en esta sociedad se dicen inteligentes porque logran grandes recursos o logran triunfar en su ambiente, teniendo éxito o fama, pero de verdad aquellas personas que golpean a sus hijas e hijos o a sus mujeres, son los menos inteligentes, aun siendo poseedores de riquezas y haberes. Los que crían, enseñan o responden con golpes, son los más animales de la cadena evolutiva humana, y perdonen que lo diga con estas rudas palabras. Lo que sí me parece inteligente es no despilfarrar nuestra energía vital, ser impecable en el uso de ésta, y no permitir que se nos vaya entre los dedos como si fuese arena.
Lo inteligente y más humano es saber encontrar soluciones que no devengan en destrucción, porque la inteligencia humana, si bien a veces es despertada por el miedo, tiene la capacidad de -bien usada y con buenas metas- lograr transformar el entorno directo en favor de la vida y la convivencia pacífica y tranquila, donde la valentía pasa a ser la capacidad de persistir impecable a pesar de las dificultades y los temores, confiando plenamente en los mensajes del corazón, y no la capacidad de defender, destruir e imponerse sin importar la propia muerte. Alguien valiente no es el que se lanza a matar al enemigo sin que le importe que lo maten, es aquel que a pesar de sus propios temores y limitaciones, logra preservar y multiplicar su propia existencia. El valiente es aquel que siendo criado a golpes, enseña con amor y respeto. Es ahí cuando la inteligencia en pro de la paz se nutre de nuestra alma y surge una energía interna que no resiste fronteras ni cadenas.
Porque el miedo, que libera en los seres vivos la energía necesaria para que preserven la vida y actúen de acuerdo a las necesidades individuales y colectivas, urgentes en ese momento, puede ser fatal si dicha energía no es bien utilizada. Charles me explica que el miedo puede producir dos cosas en una persona. La primera es que lo paralice a uno en su sitio y destruya sus defensas y sus respuestas, llevándolo a un estado de pánico y terror que finalmente, o lo hace arrancar o lo mata de un ataque de nervios, o de angustia al transar sus principios. Y la segunda alternativa, la más sensata, que la persona comprenda lo que significa la cercanía de su muerte y aproveche la energía que tal comprensión genera en el ser humano, canalizando esa energía hacia una respuesta que le salve la vida y lo multiplique.
Cada vez que en la Biblia se relata una epifanía o se le aparece un ángel a alguna persona (cuenta Alejandro Jodorowski, en sus “Evangelios para sanar”), las primeras palabras que dice el ser divino ante el asombro humano de ver tan luminosa aparición son “NO TENGAS MIEDO”. Porque justamente si uno se descontrola ante la visión de la esencia lumínica, la apertura de sus sentidos o ante la cercanía de su muerte, el miedo se apodera de uno y lo destroza y lo empequeñece. El miedo es el único que puede aniquilar al espíritu.
Muchas veces hemos visto a personas que se juegan la vida por sus ideales, o hemos oído que el idealismo es una fuente permanente de valor y coraje, y que muchos de los que han muerto defendiendo sus ideales son mitificados y considerados héroes por el resto de las personas. Hay que tener en cuenta que el idealismo nace de una idea o noción que concebimos como real desde nuestro conocimiento del mundo, como un filtro interno que logra consenso social y proyección, donde agregamos un matiz imaginado a las cosas. Personal o adquirida, esa nueva noción que nos ayuda a interpretar la realidad toma peso de destino cuando sumamos a ella la fuerza de nuestro temperamento, puesto que cada uno imprime en aquella fuerza su propia agudeza interior; en ese punto podemos vencer fácilmente el miedo. Sin embargo, el ideal deviene en arma de doble filo cuando descubrimos que era sólo una interpretación más de la realidad, y que tras caminar trecho incierto aún no habremos encontrado el refugio que nuestra alma busca.
Con eso quiero decir que el idealismo, aun cuando ayuda a direccionar la energía que sobreviene con el miedo, nace de lo que conocemos y lo que proyectamos, no de lo que vivimos directamente. Porque por causa de nuestro miedo a la muerte estamos viviendo como si nunca fuésemos a morir, ilusionados sobremanera en lo que haremos el próximo año, estudiando con sistemas que nos preparan para que en veinte años más, seamos grandes profesionales. Pero que hoy, en este presente misterioso y vital, somos niños y niñas que nos asustamos frente a un perro, una araña o una polilla. El ideal, por lo tanto, nos separa de la realidad.
Estando en tierra mapuche con una antigua pareja durante un verano que viajamos al sur, quedamos sorprendidos y alegres al ver cómo un niño mapuche de sólo seis años era capaz de arrear y enyuntar a una pareja de bueyes, cada uno por lo menos veinte veces más grandes que él; ni siquiera yo, tres veces más grandes que aquel niño, me atrevía a acercarme a los animales, y él los ataba y los miraba con la humildad y la confianza de quien domina lo que hace. Cómo es de importante lo que ese niño había aprendido durante su corta vida, ya pudiendo vérselas desde tan pequeño con situaciones y conflictos de su entorno, de su forma de vivir, y haciéndolo bien, muy bien. Mientras que un niño de ciudad a los seis años, a lo sumo, ha aprendido a maniobrar muy bien un joystik o un juego de computador, pero que frente a situaciones reales se muere de susto; por ejemplo, al enfrentar a un perro de cualquier tamaño o la oscuridad de un cuarto.
Pensar que nosotros en las ciudades nos preparamos para actuar en el futuro, y estos niños así todos llenos de polvo y tierra ya saben hacer lo que ocupa a su gente, qué impresionante cómo una persona puede dedicarse tan de lleno a su vida. Una entrega total por lo que uno siente como necesario y vital no es el sentimiento de uno, sino de un pueblo. Jugarse el todo por el todo... amando, no es idealismo, es existencia. El idealismo te separa de la realidad, el existir plenamente te acerca a ella.
Y ese es el real significado de la cultura, que a través de los conocimientos y vivencias que una madre y un padre transmiten a sus hijas e hijos, les dan las herramientas emocionales y existenciales necesarias para que crezcan y desarrollen su propia humanidad. Cuando en la crianza de una nueva generación falta uno o los dos progenitores, es la cultura colectiva, de toda la comunidad, la que alimenta y debe alimentar la conciencia de esa nueva generación.
Cada generación crecerá de acuerdo a lo que reciba y aprenda de la generación anterior. Pero si por alguna razón, los contenidos que transmite una generación a otra son insuficientes, la nueva generación buscará fuera del núcleo familiar, incluso fuera de su comunidad, ideales y valores que lo identifiquen y expliquen su existir. Así tomará como modelos de vida a los personajes que la comunidad o el medio le muestren, por eso es fundamental, por ejemplo (entre muchos otros ejemplos, pero quizá el más importante) la diferencia entre Cristo y el viejo pascuero. Cristo enseña conocimientos fundamentales sobre la existencia y armonía tanto de cuerpo como de espíritu. El segundo personaje, satán claus, enseña a consumir compulsivamente los productos del mercado, para demostrarle a los seres queridos cuánto se los quiere de acuerdo a cuánto costó el regalo. Peor aún, esos padres y madres que le enseñan “sata claus” a sus hijos e hijas como “hermosa ilusión infantil”parece que no saben lo que hacen, pues legitiman así una mentira –seamos honestos- en la edad más temprana de la infancia, en que se construye y se fija la estructura de nuestro carácter. Ilusión que condiciona a asumir la mentira como posible y válida frente a nuestros hijos e hijas, de ese momento en adelante y para siempre, la mentira instaurada en medio de la familia en el momento más importante de su espiritualidad.
¡Pero cómo vas a dejar a los niños sin la alegría del viejo pascuero! muchos me alegarán, y dirán después: “Fui muy feliz cuando niño con la ilusión de su existencia”, intentando hacerme reflexionar. Mas te pregunto ¿te dio lo mismo cuando supiste que no era realidad? ¿te dio lo mismo saber que tu padre y tu madre te mentían?
Charles plantea directamente que el viejo pascuero es “la venganza de los mercaderes del templo”, pues Cristo expulsó a los mercaderes del Templo de su Padre, dejándoles a ellos una herida que por siglos intentaron vengar, ilusión navideña que busca, sobre todas las cosas, alejar a las niñas y niños del lado de Cristo.  “Dejen que las niñas y los niños vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”, clamó Él.
La cultura de una madre y de un padre, la cultura de un pueblo, son fundamentales en la formación y profundización de la conciencia de ser de una persona. Se requiere construir la casa sobre cimientos de roca para que la casa perdure y no se derrumbe ante las inclemencias de los tiempos.


Nuestra historia reciente

Ya nos acercamos al momento en que irrumpe Sol y Lluvia con su canto de libertad y amor, siendo aún muy importante mencionar algunos temas trascendentales que definen tanto el contexto en que surgen, como la importancia real de su canto.
Paradójicamente, sin saberlo, al ganar la elección presidencial, Salvador Allende firmaba la sentencia de su país. La pluma que usaba para firmar el acta en el Congreso antiguo contenía el anhelo de sus compatriotas, que veían en él una posibilidad real y consecuente de lograr sus más relegados sueños. La tinta de esa histórica pluma era la sangre del pueblo, del pueblo soñador, del pueblo labrado. La dictadura militar de Pinochet aniquiló esos sueños y todo el que incitara un levantamiento de la población, por pequeño que fuera su agitar de brazos, sería silenciado. Así lo comprueba la muerte de Víctor Jara, de Orlando Letelier, del general Schneider o del general Prats. Así lo comprueba la interminable lista de desaparecidos, de torturados y de exiliados. Así lo comprueban las mujeres violadas y destrozadas por milicos y civiles enfermos. Así lo comprueba el gran número de familias que fueron destruidas, donde nunca más hubo padre, o hijos o hermanos. Así lo comprueba la estructura familiar chilena y latinoamericana que fue desintegrada y sembrada con la desesperanza, el dolor y la ausencia.
Ya a finales de la década de los ‘70 la dictadura de Pinochet había quebrado en miles de pedazos a la sociedad chilena, asesinando a muchísima gente que de una u otra manera había participado de aquel proceso social; también había tratado de exterminar nuevamente a los pueblos originarios para asegurar el dominio de las tierras a particulares, había cortado de raíz cualquier intento de hacer sindicato o de que las personas se unieran, destrozando completamente la unidad nacional que es base y fundamento de la existencia del Estado chileno. La vida en las ciudades se había vuelto caótica. Los toques de queda y los avances militares esparcían el terror en las poblaciones, en las provincias y en pequeños poblados. Todas las noches salían helicópteros y patrullas militares que recorrían las calles disparando y haciendo sentir que había enfrentamientos, haciendo sentir los “zarpazos del puma”. Con eso justificaban las matanzas, presionaban a los soldados disidentes y retenían al pueblo.
Muchos militares y civiles de derecha viajaron especialmente a EE.UU. a recibir instrucción sobre política y torturas, para “cumplir con el patriótico objetivo” de evitar que Chile cayera en manos del comunismo. Otros tantos recibieron la misma instrucción de los alemanes en el sur de Chile, en Colonia Dignidad. Porque sabían los estadounidenses y los alemanes que era mucha la represión que había que aplicar para frenar o dominar a un pueblo descendiente de raza indomable.
Sin embargo, no quiero que por tratar de entrever cómo los militares chilenos llegaron a abusar del poder, o cómo todo lo que ocurrió fue culpa de EE.UU., pienses que estoy santificando al gobierno de Allende. Pues sé que como gobierno tuvieron sus errores, y algunos de los que estaban a cargo abusaron de sus atribuciones sin importarles la buena voluntad del pueblo. Tampoco quisiera que el vicio oportunista de muchos fuera olvidado y enterrado junto al dolor de los acallados, y que sus culpas fueran traspasadas a un solo hombre. Porque si fue culpable de algo Allende, fue de la noble intención de dar a la población lo que merecía, y de confiar ciegamente en el disfraz de oveja de muchos lobos que alzaban banderas al cielo junto a él, esperando el día en que fueran ellos los que dominaran las vidas y los destinos de los chilenos. Muchos infiltrados hubieron en ese gobierno, por lo que es imposible considerar que haya sido un buen gobierno. Esos muchos otros enfilaron junto a Allende hacia objetivos comunes, políticamente comunes, y atrincherados tras su disfraz de oveja, abusaron de la confianza que el pueblo en ellos depositaba y, solventando sus bienes, aseguraron los futuros de sus familias y de sus sueños, aún a costa de poner en peligro el proceso social que los llevó a soñar. Ellos lo abandonaron en los momentos más críticos de su presidencia, cuando él les dejó en claro que no dejaría que los pobladores fueran manipulados por las banderas ni por intereses particulares, ni por quienes tuvieran por horizonte al gobierno antes que al Pueblo. Tarde se dio cuenta Allende, tarde porque ya su oportunidad había sido truncada:
“...Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡No voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser cegada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallar, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi Patria, tengo que agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la Ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo y el imperialismo unido a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando, con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y privilegios. Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que quiso trabajar más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios clasistas que defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos; porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente: en los atentados terroristas, volando puentes, cortando las líneas férreas, destruyendo los oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará. Seguramente Radio Magallanes también será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. Lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos quedará mi recuerdo: el de un hombre digno, que fue leal a la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi Patria: tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano; tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará a la felonía, la cobardía y la traición”.
Desde La Moneda bombardeada, parapetado bajo un escritorio y con el teléfono en la mano, hablando al aparato como si éste lo conectase directamente con el corazón y la mente del Pueblo, Salvador Allende hablaba como nunca antes lo hiciera Presidente o poeta alguno en un discurso. Pero sus palabras no eran discurso, eran esa energía viva que en la cercanía de nuestra muerte enciende lo que somos.
Mientras tanto, una flota de marines estadounidenses aguardaba la orden para ingresar y tomarse el poder en caso de que el golpe militar chileno fallara. Allende sabía a lo que se enfrentaba, pero erró al decir que “no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza”, porque del Chile de antes del golpe militar ya nada quedó. Su hermoso proceso social-cultural fue aniquilado ahí mismo donde nacía: en la familia chilena, en el Pueblo, en sus esperanzas.
Sé que en todo momento se vive un proceso social en el transcurso de lo que va sucediendo a una nación, que el hecho de que dos, cuatro, cien, mil o más personas vivan situaciones dentro de una sociedad conlleva un proceso social de todos y de cada uno. Más sé, también, que se da que en cada instante ese proceso se vive en forma distinta a la anterior, como un océano donde ninguna ola es igual a la siguiente, pero donde todas juntas son una marea. Por eso me atrevo a decir que el proceso social chileno fue aniquilado, porque el que se comenzó a vivir ya era otro a cada instante, la marea que era el despertar del pueblo fue frenada por un rompe olas “made in usa”, puesto ahí únicamente para frenar ese mar de gente.
Lo que no se puede frenar es el espíritu que da impulso interno a cada uno y cada una de esas personas, que por más que se lo intente detener desemboca persistentemente en proceso social, como gota que al unirse a muchas conforma un caudal, fuerza de agua que en su búsqueda de océano traspasa cualquier obstáculo y cualquier barrera. Aun habiéndose frenado la marea con el rompeolas, no pudo frenarse definitivamente al espíritu de las personas. El hombre puede construir una represa para desviar o aprovechar el poder de un río, pero sólo podrá inundar una basta zona de sus bordes al detener por un tiempo su curso. Si no libera el agua finalmente y permite que siga en su búsqueda del mar, tarde o temprano el río por sí solo buscará su cauce.
El espíritu no fue aniquilado, el proceso social sí. Por eso cuando las alamedas vuelven a abrirse en los ‘90, ya el trabajo constante y meticuloso de quienes manejan la información había borrado todo recuerdo de aquel proceso y de sus días, y había tratado de corromper nuestra apreciación de ese hombre digno al transformar la fuerza de su recuerdo, buscando quitarle realismo y peso a la verdad en sus últimas palabras. Porque ahí, en el escalofrío que producen al leer las palabras que el doctor Allende dirigió a sus compatriotas momentos antes de morir, condensado está el sentimiento de nuestro pueblo, el dolor de ver a tantos que han querido llevarse y apropiarse de las riquezas de estas tierras, estos bosques, estos lagos y estos mares. La tierra que nos vio y que nos permitió nacer no es para que la vendamos, o para que la arrasemos con maquinarias, o para que llenemos de salmoneras los lagos y los mares, nuestra tierra es sagrada y debemos saber respetarla, honrarla y defenderla, si es preciso. Y eso sí que lo saben los mapuche.
Y qué mejor manera de hacerlo que rescatando nuestros suelos de las garras de los invasores, de los que dañan la naturaleza y de los que dividen al pueblo ¿cómo? muy simple, dejando de comprar sus productos-basura que carcomen los huesos y corrompen el alma, no creyendo ciegamente en sus noticias y dedicándonos a conocer nuestras posibilidades reales como seres luminosos que somos, como seres espirituales que somos. Difundir los conocimientos que vamos adquiriendo, aumentar la cultura del pueblo, cultura que es fundamento de la conciencia de ser. La posibilidad de lograrlo está latente, y no creo que haya que unirse tras una bandera política o un color determinado, eso sería un error fatal; tampoco tras un ideal o una conspiración revolucionaria.
Tiene que ser un momento en que, primero, nos volvamos hacia nosotros y nos miremos, y segundo, salgamos a las calles y nos encontremos madres, padres, hijas e hijos, vecinas y vecinos, amigas y amigos, enemigas y enemigos. En que todas y todos salgamos a las calles y bailemos tomados de las manos, reconciliados en lo profundo de lo humano.
Allende tuvo a su muerte frente a su corazón y no fue miedo su reacción, lo que dijo en esos minutos revela una energía superior y una lucidez absoluta. Así como el mensaje que nos transmiten los Mapuche, que saben en su corazón cómo son las cosas.
Y si ellos, el Pueblo Mapuche, se han visto en la necesidad de utilizar las armas para defenderse, no ha sido porque sean violentos, terroristas, testarudos o brutos, menos por ignorancia o por egoísmo, es porque nosotros los chilenos hemos permitido por muchos años que la legalidad abuse de ellos, porque no hemos sabido reconocer nuestro propio lugar en la defensa de esta tierra. Como ancestros que son nos están enseñando una lección que no podemos dejar pasar, hay que actuar con sensibilidad, con inteligencia, con energía... con pazciencia. Eso es la libertad, eso la existencia, y eso... insisto, no es idealismo.

Allende era un verdadero hombre de buena fe, no aquel hombre siniestro y malvado que se nos ha querido enseñar en los libros de historia que el régimen militar editó. En todo el mundo se lo reconoce como gran hombre, acá ni se habla de él, salvo la gran cantidad de reportajes que se transmitió a 30 años del golpe.
Charles recuerda que una vez, cuando era niño, uno de sus hermanos estaba enfermo y su padre, que tenía buenos contactos, llevó al doctor Allende a la casa. No recuerdo bien, pues me lo contó hace ya varios años, al parecer era Jonny el que estaba enfermo, bastante grave, y ante la desesperación de su mamá, que con sus propios remedios no pudo hacer nada, se llamó al doctor. Cuando llegó y antes de ver al enfermo, se topó por casualidad con Amaro en el pasillo y lo detuvo y lo miró “...sí –dijo-, está bastante mal, tiene que tomar estos remedios y guardar cama estos días”, ¡no doctor, él no es el enfermo!, lo corrigieron, el enfermo está arriba. Subió a ver a Jonny y dijo que lo suyo era un simple resfriado que pronto pasaría, pero que lo de Amaro era grave y había que verlo.
Charles dice que realmente Amaro estaba enfermo, que recién estaba incubando la enfermedad y que si no es porque el doctor dijo que se le prestara atención, tal vez habría muerto. Jonny mejoró al otro día. Desde entonces mamá Julia, que siendo mapuche no creía mucho en la medicina occidental, respetó mucho al doctor Allende. En Charles también quedó un buen recuerdo de él.

Con la Unidad Popular el proceso social y el despertar cultural que se vivía en esos años se politizó aun más, y los partidos políticos tiraron sus banderas como redes para pescar jóvenes, así ocurrió que muchos quisieron apoderarse de lo que, aseguraban, era de todos, mientras otros sólo se aprovechaban de que el pueblo estaba en la calle moviéndose y despertando, y trataban de sacar partido de eso.
Constitucionalmente, es decir, en orden y respeto, se habría logrado más de lo que muchos soñaron posible, mucho más de lo que los libros y las escuelas de política en todo el mundo enseñan. El socialismo era una utopía, un paraíso de la política donde se gobierna en conciencia y valoración de necesidades individuales, un sueño irrealizable al que supuestamente se llega sólo a través de la dictadura del comunismo, pero en Chile se demostraba que los procesos sociales que se viven en nuestra geografía son espontáneos y poderosos.
Lo malo es que nunca faltan los que son mala leche y que tratan de sacar partido de todas las cosas, sobre todo los medios de comunicación que se prestan al juego de la política partidista, a hacerle carrera a alguien porque tiene buena pinta o sonrisa contagiosa, porque es hijo de tal o cual, mas no ayudan verdaderamente al proceso social. Menos durante el gobierno de Allende, que hicieron lo que estuvo a su alcance por aparentar y generar disgusto social.
El resultado fue que cuando Allende intentaba lograr grandes avances constitucionales y leyes importantes, en el congreso la derecha cerraba todo diálogo y negaba toda ayuda. En las noticias inventaban grandes paralizaciones del cobre y otras industrias, y todos los días se hablaba de atentados terroristas a empresas y de saqueos violentos; pero eran los movimientos de ultraderecha que detonaban bombas y destruían torres y oleoductos para echarle la culpa a la izquierda, con eso urgían a las fuerzas armadas a actuar. No hay que olvidar tampoco a ciertos empresarios y políticos chilenos, que pedían casi a gritos alguna intervención o acción por parte de EE.UU.. En salones con sillones de cuero y ventanales, entre tasitas de café y cigarros, se reunían los directores de las más grandes empresas nacionales y trasnacionales, y de agencias estadounidenses. Conspiraban para derrocar al gobierno, pensaban en un golpe de Estado que acabara con el alzamiento popular que los amenazaba. La excusa: que había armas entre la población, que el gobierno estaba armando al pueblo para quitarle a la clase alta sus posesiones. Pero todo ya estaba planeado y aprobado por la garra estadounidense que iba a quebrar al gobierno de Allende a toda costa, sólo que no querían mancharse las manos directamente, e hicieron aparecer todo como un problema interno.
-No estés tan seguro de eso –intervino Charles-, porque si el golpe de Pinochet no hubiera resultado, te aseguro que los yanquis se habrían metido igual no más, recuerda que tenían frente a Valparaíso a una de sus flotas más importantes.
-Si, es cierto -le contesto-. Pero todo el trabajo que se habían dado en producir calladamente los otros golpes de Sudamérica habría sido nada si, por impacientes, metían directamente las manos acá, por eso creo que habrían seguido trabajando para producir otro golpe, aunque en eso tardaran más tiempo.
-No, Hans, piensa en Irak, en Afganistán, en Vietnam... nada les importa lo que las demás naciones piensen, sólo trazan un objetivo y lo persiguen hasta alcanzarlo. Sobre todo en ese momento, que no tenían mucho tiempo.
-...Mmmmmmmm... -guardo silencio.

Quizás fue demasiado brutal la manera en que Estados Unidos y la Colonia Dignidad instruyeron a los encargados de las torturas y las desapariciones, porque los militares y las policías chilenas, junto a civiles desquiciados de derecha, definitivamente se fueron al chancho.  Sacados de sus salas de clases, de sus casas, de sus vidas, a muchos no se los volvió a ver nunca más y de otros nunca más se supo, muchos fueron asesinados y muchos huyeron.
No sé cómo una persona en un prejuicio puede decir, vagamente, que nosotros los jóvenes no tenemos nada que hablar de la dictadura y esas cosas. ¡Por favor, nacimos y crecimos en esas cosas! Sabemos lo que vivimos y sabemos que no sólo se trata de la o las dictaduras. Los jóvenes chilenos y latinoamericanos, los jóvenes africanos, asiáticos y todos los del mundo que hayamos presenciado y sobrevivido, o heredado el recuerdo de la masacre de nuestro pueblo y nuestra tierra natal, tenemos el derecho vital de hablar de esas cosas. No se trata de Occidente contra el comunismo, o de una guerra santa ni nada de eso, se trata de respeto por la vida. Todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión y nuestro sentimiento.
A finales de los ’60 y gracias a la “Revolución en Libertad” impulsada por Frei M., más del 80% de la juventud participaba en actividades sociales y políticas. Hoy, gracias al régimen de Pinochet no más del 5% lo hace. No está de más decir, por cierto, que de ese 80% quizás sólo el 50% participaba de corazón en el proceso social, y que el otro 30% lo hacía sólo por diversión, por moda, o por acompañar a sus amigos, pues para muchos era sólo una aventura juvenil en las poblaciones, en el barro. No todos tenían la empatía y el amor necesarios para entregarse al prójimo. Muchos eran jóvenes universitarios de las clases media y alta, que llegaban a las poblaciones con sus trajes de revolucionarios a hacer su propia revolución. En aquellos años, cuenta Charles, el mismo Amaro asumía firmemente la imagen del Che Guevara -como muchos hasta el día de hoy lo siguen haciendo-, incluso vestía chaqueta, bototos y boina negra; desplegaba toda su imaginería para significar frente al pueblo. Charles, por su parte, tenía físico musculoso por sus prácticas de gimnasia olímpica y casi siempre andaba a torso descubierto, su cuerpo era su propio traje, su objetivo las mujeres.
-Éramos jóvenes, y teníamos buena pinta -comenta Charles-, las lolas de las poblaciones quedaban locas con nosotros, y algunos sacábamos partido de eso. Al final algunos ni trabajaban, pasaban pinchando y vacilando. Yo vacilé y todo... pero también trabajé.
“En la universidad nos organizábamos y salíamos a las poblaciones a ayudar a la gente... en lo que necesitaran. Recuerdo los problemas que tuvimos porque alguno de los pobladores no aceptaba la ayuda, porque decían que éramos chiquillos con plata que andábamos puro jugando, puro hueviando y faltándoles el respeto. Más de una pelea hubo. También porque decían que íbamos a puro quitarles las mujeres. Recuerdo que había mucho resentimiento”.

El fuerte remezón que vivía Latinoamérica con las revoluciones había traído a Chile la idea de los ejércitos populares, y en las universidades los jóvenes creían rápidamente en el poder de las armas y en la necesidad de usarlas para “bien de todos”. Así fue que Amaro y Charles participaron de dicho movimiento.
-Pero no eran tantos, éramos los más osados, la mayoría ni se metía en eso, nunca como para justificar un levantamiento militar –comenta Charles, justo cuando iba a preguntarle si acaso no fueron ellos mismos los que dieron luz verde al golpe militar.
Así como había algunos que enganchaban con las ideas de izquierda, había otros que enganchaban con la idea de que toda la revuelta social era signo de una invasión comunista, y usaban las armas para frenar a cualquiera que pusiera en riesgo sus pertenencias. Harley, el hermano mayor de Charles, era uno de ellos.
No dejan de sorprenderme las historias que Charles me cuenta de aquellos años en que su lucha era armada y su grito, grito de guerra. No dejo de asombrarme ante sus relatos porque me cuesta imaginarlo con ira en sus ojos o con un arma en sus manos. Sobre todo porque participaba de esa lucha violenta que él mismo llamaría mas tarde a desenmascarar. Renunció a tiempo a ese mundo de destrucción y odio para encontrar, en su propia fuerza, una herramienta poderosa y humana para lograr sus objetivos. La música. Y estoy seguro, con certeza lo digo, que de no haber descubierto Charles una alternativa pacífica a la expresión de sus emociones, de no ser así de porfiado como es cuando se trata de lo que siente, otro gallo cantaría. No sólo para mí y para él, sino para toda la gran familia que se nutrió de Sol y Lluvia. Sé que todo habría sido muy distinto, quizás radicalmente distinto.
Sólo dos años participó Charles de la vía violenta, y se lo agradezco. Incluso él no apoyaba la violencia, sólo la utilizaba para enseñar a los pobladores a defenderse, asegura, porque esa época estuvo cargada de creadores y de constructores, pero también de la necesidad de ir defendiendo los avances contra los que se oponían a que el pueblo fuera creciendo y fortaleciéndose en su conciencia.
Junto a otros cinco estudiantes formó el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) a principios de los ‘70, pero luego de una asamblea general en que criticó los procedimientos que sus compañeros aplicaban para conseguir ciertos objetivos, acusando la exagerada violencia con que se actuaba y la actitud déspota de la “violencia sólo por violencia”, según dijo, decidió alejarse del movimiento.
-Ya había entonces algunos que querían el poder. Algunos de los que estaban en esa asamblea hicieron lo posible por conseguirlo y dañaron el proceso. Yo me alejé, no me metí en nada más esos años, ni política ni acciones sociales, ni nada... me dediqué a ser jipi, a disfrutar de la vida y de las condiciones que daba el proceso social.
Luego de un silencio, una pausa en su hablar, como si lamentara algo, inundado por una pena inmensa, Charles agrega:
-Creo que me salí justo a tiempo. Del grupo con que armamos el FER, tres fueron desaparecidos durante el primer mes del golpe militar, los otros dos se entregaron voluntariamente ante las muchas presiones y aparecieron más tarde en videos, llamando a sus compañeros a deponer las armas... después fueron torturados y fusilados.
Estaba atardeciendo, nuestro conversar siempre nos ha hecho olvidar las horas, estábamos en el patio de la casa y las copas de los árboles se recortaban como siluetas en el horizonte, las golondrinas inundaban con sus vuelos el crepúsculo del cielo.
-De ese grupo sólo tú quedaste, ¿crees que tienes suerte por eso? -le pregunté con voz temblorosa, conmocionado ante la idea de que pudo ser asesinado, de que incluso yo mismo no hubiera nacido.
-No, no fue suerte –contestó en tono serio, con la seguridad de quien ha sobrevivido mil batallas, mirándome a los ojos mientras el atardecer inundaba mi columna-. Creo que opté bien y en el momento oportuno, y eso no es suerte.
Callamos. La noche se venía encima, entramos a la casa.
Me contó que por esos años también participó en la toma de los terrenos que hoy conocemos como la población “La Bandera”, en el 25 de Santa Rosa, y ayudó a sus pobladores a defenderse cuando los intentaban expulsar por la fuerza. Recuerda ocasiones en que tuvo que arrancar por los techos endebles de las mediaguas recién paradas, para librarse de una redada de los pacos, esos uniformes perseguidores que no transan cuando los intereses de los privados están en juego.
Los años de dictaduras en Sudamérica coinciden con los años de mayor conciencia social, y si bien el trabajo silencioso y casi invisible que realizó Estados Unidos para dominar la región logró mantenerlos casi al margen de responsabilidades, ya es hora de comenzar a dirigir hacia ellos las miradas. Kissinger, Nixon, Bush, entre otros tantos, son nombres que por años lograron actuar en impunidad y libertad, y si no comenzamos hoy a responsabilizarlos por los crímenes que han cometido se perpetuarán como grandes personajes de la historia, recordemos que incluso Kissinger recibió un Premio Nóbel de la Paz.


Las raíces de Sol y Lluvia

Cuando le pregunté a Charles acerca de mi abuelo, alzó la mirada hacia la cordillera y se acarició la barba por unos instantes, como recordando, como eligiendo las palabras que mejor expresaran su sentir.
-Me quedaba hasta bien tarde despierto –suspiró, incorporándose-. Me hacía el dormido hasta que oía el motor del último bus que en esos años pasaba por la esquina de la cuadra, y me asomaba por la ventana, veía a mi papá con su abrigo y su maletín caminando por la calle. Sólo lo veía, después me acostaba y me quedaba dormido.
Luego de un silencio, con genuina impotencia y con un brillo quizá mágico en sus ojos, Charles bromea.
-Mi papá llegaba bien de madrugada y se levantaba cuando aún era de noche.
“Muy poco lo veía en realidad, por eso me quedaba hasta tarde despierto esperando que llegara. Algunas veces venía borracho, por una cañita de vino que había tomado de más, y se quedaba en la esquina donde se bajaba. Como yo estaba mirando, notaba que se iba el bus y él quedaba ahí; despertaba a mis hermanos y partíamos a buscarlo”.
Supe que Renato, mi abuelo, fue un hombre muy justo, emprendedor, dedicado de corazón a su trabajo social. Era periodista y aficionado a la grafología. Poca era su presencia en la casa, porque llegaba bien entrada la noche y se levantaba antes de amanecer, como bromea Charles. Pero cuando estaba solucionaba cualquier problema con sabias palabras y su actitud era respetable, logrando quizá equilibrar la ausencia en el hogar con una presencia escasa pero noble.
Renato venía de una familia acomodada del sur y parecía tener un futuro similar hasta que se enamoró de Julia, una empleada de la casa. El padre de Renato era arquitecto de reconocido prestigio en Talca, pues trabajó en la reconstrucción de la ciudad luego del fuerte terremoto; señor de grandes recursos, con sirvientes, tierras y animales. El que Renato se hubiera enamorado de la empleada y que además la hubiera dejado encinta, constituía un claro problema en la atmósfera del hogar. Para su padre fue un golpe tremendo, ajeno a sus expectativas y a lo que esperaba para su hijo; mucho mayor golpe en lo referente al “qué dirán”, a que sus amigos supieran. A él le importaba sobremanera la apariencia.
Julia era nacida del sur, de Constitución. Mapuche de sangre y cultura, morena de cara y baja de estatura. Trabajaba en la casa de Renato desde hacía mucho tiempo, al igual que sus hermanas y primas trabajan para familias ricas en otras partes. De eso Charles sabe muy poco, y siempre llamó su atención la diferencia de apellidos entre su mamá y sus tías.
-Cuando llegó a trabajar a la familia Labra Jofré era muy joven, venía recomendada de otra casa donde había trabajado. Debe haber recibido el apellido de sus antiguos patrones; de otro modo no me explico por qué, si ella es Sepúlveda, sus hermanas llevan apellido Encina. Deben haber llegado a trabajar a casas distintas, pero de todos modos cada una perdió el nombre mapuche y sus apellidos originales.
“Era común que las grandes familias ‘adoptaran’, muchas veces a la fuerza, a los hijos de sus empleadas –insiste Charles-, así se aseguraba tener herederos, y, cómo no, se aparentaba al tener una familia numerosa, pues grandes familias eran símbolo de grandes recursos”.
El padre de Renato pertenecía al Partido Nacional Socialista, que podríamos considerar como de fascismo criollo, presente aún hoy en las altas esferas de “lo social”. Era duro, durísimo de carácter, admirador acérrimo de Hitler, amador seguro del dinero, buscador incansable de sacar partido, intransigente con los problemas de su servidumbre, explotador de los recursos humanos.
Julio Harley Labra Sepúlveda fue el nombre que recibió el hijo de Renato y Julia. El padre de Renato se disgustó muchísimo, pero asumió que dando el apellido al niño más ganaba que lo que perdía. Y si bien era común que los hijos de los señores se metieran con las empleadas, no era común que de ellas se enamoraran ni menos que se quisieran casar con ellas. Renato siempre fue un romántico.
El padre de Renato trataba de transmitirle a su nieto los valores más rígidos de su civilidad. Lo hacía pararse firme sobre una silla, mano y brazo derecho extendido con cuarenta y cinco grados de inclinación al frente... posición firme y gritar ¡Alessandri... Cruz-Coke... hi Hitler!
El niño era pequeño y en su inocencia era manipulado por su abuelo, durante sus primeros años debió soportar sus manías y su fascismo exacerbado; con él el abuelo buscaba satisfacer sus oscuros deseos de dominación y obediencia.
Renato vio a Harley parado sobre la silla gritando esas estupideces, y se indignó. Discutieron con su padre y exigió poder criar a su hijo con sus propios principios y creencias, pero era el dueño de casa quien finalmente imponía palabra y ley. Aún otros años tuvieron que aguantar viviendo bajo su techo, aguantando que dañara a Julia y su hijo, pero sólo aguantaban mientras Renato terminaba los estudios de periodismo. Como era su padre el que pagaba, sólo al terminar su carrera y recibir su título se rebelaría.
Su padre amenazó con desheredarlo si insistía en querer a esa mujer, con eso perdería toda posibilidad de disfrutar de las riquezas materiales y económicas, y de los privilegios que significaba su posición social. Renato sabía que con Julia tendrían que esforzarse mucho para comenzar y surgir desde cero, y aprovechó sus años en la universidad y estudió lo más que pudo. Recibió algunos galardones en su graduación y fue distinguido con los más altos honores, sobre todo por ser una persona humilde y mostrar un excelente rendimiento académico. Harley pasó casi toda su infancia siendo hijo único. Cada vez que podía o que quedaba libre de trabajo, la joven mamá Julia iba donde estuviera y lo veía y lo cuidaba. Cada oportunidad que tenía mamá Julia para verlo, la aprovechaba y lo amaba.
Por esos años -y aún hoy- el crecimiento de la población rural obligaba a muchas parejas, a familias y personas solas a venirse a la ciudad, donde las oportunidades laborales eran mucho mayores. Llegaban en trenes, en carretas o en cualquier medio que los transportara, vendían sus cosas y se venían a la capital. Así de un día a otro se venían. Llegaban como pudieran, de muchas partes del Chile campesino. Vivían de allegados en la casa de algún conocido que se había venido antes que ellos, mientras conseguían trabajo y juntaban para algo propio, o arrendaban una pieza en poblaciones; si no les alcanzaba para eso o preferían ahorrarlo, formaban campamentos callampa en las afueras de la ciudad.
Lo de “campamento callampa” vendrá tal vez por esa facilidad de brotar como de la tierra, a muchos por día, o será como referencia a las capacidades que tienen las callampas vistas en su calidad de hongos, de esporas, de fertilizar y reciclar suelos. Porque está comprobado que un terreno muere si no se producen hongos en su superficie y su subsuelo, y que un terreno es fértil si tiene capacidad de descomponerse y de generar hongos para que, con sus esporas, inicien la cadena que da vida a la vida.
Se me ocurre, entonces, que el nombre de callampa que reciben las poblaciones marginales hace referencia a su capacidad de consumir las sobras y producir grandes beneficios. El calificativo otorgado a esos brotes de gentes con sus mediaguas, en lugar de ser negativo por la ofensa en el tono de voz con que se dice, resulta un medio de reconocer tácitamente, sarcasmo tal vez, el valor real que le aporta la mano de obra barata, la sirvienta y el obrero al dueño del capital, que se beneficia de la pobreza y con ella crece, paralelo a ella... ¿quién sabe? Sería honesto que al menos una vez, tan sólo una vez, los que abusan del pueblo para hacerse de dinero reconocieran, sin pelos en la lengua, que gracias al pueblo ellos han crecido, que gracias a las pulentas callampas que nutren y reciclan los linderos de las ciudades han logrado hacer sus grandes mansiones y fortunas familiares. ¡Pero nunca lo reconocerán! viven consumiendo la sangre y el sudor de la población, como seres horrendos en cuerpo litght, “sepulcros blanqueados” como sentenció Cristo, hace muchísimos años.
Renato y Julia llegaron a Santiago a vivir con su hijo a un campamento callampa, donde ella tuvo que enseñarles a ser pobres, a no tener objetos de que aferrarse ni enorgullecerse: venían de casa lujosa, acomodada, pero ahora, como supone la vida en un campamento, estaban viviendo en la más cruda pobreza, de la que ella ya tenía experiencia.
El matrimonio destacaba bastante entre los pobladores del campamento: él era hombre con estudios, con dominio de palabra y buen hablar, siempre se podía contar con él; ella era mujer pulcra, de notable limpieza y buenos modales, llena de una esperanza en la vida que contagiaba a los vecinos. De todos los niños y niñas del campamento, Harley siempre destacaba por andar limpiecito y ordenado... “nunca un moco en la cara o un botón desabrochado”, comenta Charles sonriente.
Imagino a Harley corriendo y jugando entre sus amigos y amigas en el barro del campamento, entre las tablas y los cartones metido, con su ropa limpiecita y su pelo bien peinado, tanteando, evitando caerse para que no lo abracen las manchas ni la tierra lo toque, cuidando la ropa como su mayor tesoro, único gasto posible por esos tiempos, lo imagino reluciente entre niños embarrados. La energía y las ganas de salir adelante de este matrimonio ayudaron a varias familias a tomar fuerzas para impulsar sus propios sueños, muchos en el campamento se dieron esperanza y valor con la actitud optimista de esta joven familia venida del sur.
Renato pronto consiguió trabajo y también una casa. Se movía bien, era inteligente y elocuente. Mientras Harley iba al colegio, Julia trabajaba de empleada en casas ricas del barrio alto, le pagaban bien porque era muy hacendosa. La casa que consiguió Renato se ubicaba en la población Vicente Navarrete, específicamente en Carmen 2556, era bastante grande para ellos tres, y la familia que vivía en la casa de al lado era un poco más numerosa y su casa era un poco más chica. La situación del matrimonio Labra era buena, tanto que ofrecieron a sus vecinos cambiar las casas, para que sus vecinos tuvieran más espacio y los niños estuvieran mejor. Ese altruismo era común en Renato y Julia, de hecho recibían de allegados a parientes de Julia, amigos y hasta personas que conocían por casualidad; los alojaban mientras los llegados lograran encontrar casa propia. Renato ayudaba a erradicar los campamentos callampa y a ubicar con casa a sus pobladores, para hacerlo aprovechaba todos los recursos que estaban a su disposición.
Fue entonces cuando planearon tener a su segundo hijo, esta vez, una niñita. Julia encintó rápidamente y su alegría con ella, fueron nueve meses de gran emoción y preparativos. Renato cumplía sus jornadas con entusiasmo para volver pronto a casa. Soñaban tener una parejita como muchos padres y muchas madres, mas la niña falleció al nacer y eso los sumió en honda tristeza.
Poco después sobrevino una crisis económica que sacudió a Renato y a Julia, que por ese entonces ya estaba embarazada nuevamente. Aunque mamá Julia esperaba con su corazón una niñita, la llegada de Amaro Jamil Jesús, como lo nombraron, contentó su espíritu y alegró su rostro.
Algunos años mas tarde la situación económica mejoró y se vieron en condiciones de volver a concebir. Y si bien mamá Julia deseaba tener una niñita desde lo hondo de su corazón, sabía bien que fuera hombre o mujer el próximo fruto de su vientre, ella lo amaría como si la diferencia de género no importara. Fue ahí que nació Charles, y con él mi esperanza. Charles Amado lo llamó.
La probabilidad de que el próximo embarazo diera a luz una niñita ya era grande, la esperanzada mamá Julia quería intentarlo nuevamente y Renato, complaciente, aceptó. Mamá Julia encintó y preparó sus brazos para su posible próxima hija, pues calculó que con tres hombres la próxima podía ser niñita, y en el parto dio a luz a un niñito. Trajeron al mundo a Jonny Renato, ese fue su nombre, y lo amaron con todo el amor que sus corazones eran capaces de dar, pero la ilusión de tener una hija debía postergarse nuevamente.
Mamá Julia era fuerte, daba a luz en la misma casa y sin anestesia. La atendían la tía Peta (nombre que deriva de Petronila), y la tía Dina (de Digna), hasta donde sé, sus hermanas. Mamá Julia era fuerte, mapuche con sangre de araucaria. La familia sufrió un nuevo vuelco económico. Jonny era un bebé y los otros hijos estaban creciendo y entrando en los años más fascinantes de la infancia, esos que requieren mayor atención y cuidado, justamente esos años en que nuestras capacidades son determinadas por la ternura, el calor y las enseñanzas que observamos, en fin... la cultura que recibimos.
Los años de juventud de mamá Julia habían pasado y se acercaba a su menopausia, pero esta vez su convicción de dar a luz a una niñita no nacía sólo de su corazón, sino de todo su cuerpo. Los médicos le advirtieron que era muy peligroso, que ya su útero no se hallaba en condiciones de fecundar un bebé, pero ella esperanzada corrió el riesgo, Renato no estaba muy de acuerdo, mas calló su discrepancia.
Mamá Julia sabía que en su interior crecería una niñita, y no le importaba lo que dijeran. A la hora del parto tuvo que aceptar ir a un hospital porque su cuerpo maduro de mujer trabajadora estaba cansado, la poca elongación de sus caderas impedía la salida de la bebé y los médicos se vieron obligados a usar fórceps (pinzas) para extraerla, la cesárea aun no era cosa común. Ingrid de las Mercedes, como le llamó mamá Julia, creció con ciertos problemas en su salud física y mental, producto de la madura condición del útero al fecundarla y de los apretones que los fórceps dieron a su pequeñita cabeza. Mamá Julia la abrazó fuerte y la amó con todo su corazón como si nada de eso importara, cumplía el sueño de toda su vida y veía y sentía a su hija por fin entre sus brazos. Dio todo lo que estaba a su alcance por cuidarla y enseñarle cuanto pudiera aprender. Ingrid podía ser considerada una mujer muy justa, ya que desde su niñez era capaz de oír su corazón y actuar sin desconocerlo, ingenua y emotiva, respondía sincera y apasionadamente a cualquier sentimiento que alguien le causara o que le naciera... así era de enamorada.
Cada uno de los hermanos Labra es fruto de los sentimientos de Renato y Julia. Porque nos afecta profundamente la realidad en que somos concebidos, así como basta plantar una semilla en medio de un lugar tenso, oscuro y asfixiante, o en un lugar agradable, tierno, afectuoso, para que la semilla absorba las vibras y energías del lugar, brotando marchita y sin fuerza o hermosa y saludable.
Renato y Julia habían dado a esos cuatro niños y una niña todo lo que creyeron necesario y prudente en su crianza, y con sus propios métodos y formas de expresar lo que sentían, les dieron las herramientas para que en sí fueran descubriendo el mundo cada uno a su manera, con temores y alegrías individuales. A su vez, Julia y Renato habían recibido parte de esa información de sus propios progenitores, y ahora la transmitían mejorada a sus descendientes. La misma cadena cultural que perpetúa la humanidad, la única capaz de liberarnos.
Julia era más dura de carácter de lo que parecía. Había salido de su casa junto a sus hermanas cuando aún eran niñas, y cada una por su lado recibió propia “instrucción” de sus patrones. Su disciplina era impecable, ella era la que ponía el orden en la casa, golpeadora, pero transigente. Falleció poco después de que yo nací, no llegué a conocerla. Charles, al hablar de ella, entre otras cosas recuerda con dolor sus explosiones de rabia: los fuertes golpes que le daba en todo el cuerpo con el cordón de la plancha, esos cordones duros, de plancha antigua -que más de uno entre nosotros debe también recordar- que dejan una roncha larga, dolorosa, hinchada. Para Charles esos recuerdos resultan verdaderamente dolorosos. El tono de su voz se quiebra cuando, mirando al cielo, reconoce en su corazón a la madre arrepentida, y sus ojos se estremecen con el recuerdo de sus errados métodos. La reconoce programada desde su niñez trabajadora, a enseñar a golpe y enojo que la vida es dura y no es juego. A pesar de aquellas explosiones y maltratos, Julia era transigente, y si sus hijos le explicaban bien lo sucedido ella comprendía y cambiaba su opinión, pues era cariñosa cuando debía serlo, a diferencia de quienes asumen una postura y no la cambian ni aunque se les muestre ante sus ojos la verdad. Julia era dedicada a sus hijos e hija, por ellos daba todo lo que era, y a cada persona la atendía y la trataba con cariño. Cuando la familia y sus invitados se sentaban a la mesa ella no se sentaba hasta que el último estuviera bien atendido, sólo entonces ella se sentaba y comía.
Renato era más calmado, nunca le pegó a sus hijos ni a su mujer. Sólo era bastante despistado a pesar de su inteligencia y voluntad. A veces mamá Julia tenía que mandar a alguno de sus hijos con él para que lo acompañaran a comprar, porque se le olvidaba a lo que iba o compraba otra cosa, y al llegar a la casa se daba cuenta. Con mucha frecuencia también se le olvidaban los cumpleaños y otras fechas importantes, lo que dañaba a sus hijos tanto como si los golpeara.
-Cuando andábamos por la calle yo iba tomado de su brazo, se suponía que para cuidarlo –cuenta Charles-, pero bastaba que yo mirara para otro lado y nos veía envueltos en tremendo lío.
”Pasaba caminando por encima de los diarios del caballero que vendía en la calle, cuando me daba cuenta ya le estaba alegando, y mi papá estaba tratando de calmarlo dándole disculpas”.
Así como era despistado en la vida, Renato era despistado también con sus hijos. Su paternidad casi fue asumida por mamá Julia, pero Harley demostró que, siendo aún niño, era muy capaz de ser él el papá de la casa.
Como grafólogo aficionado, Renato dedicó parte de su tiempo libre a examinar y a estudiar la firma de destacados personajes de la historia mundial. Observaba con detención cada trazo, cada línea que componía el signo, cada pequeño detalle lo observaba. Logró desentrañar rasgos desconocidos de la personalidad de hombres como O’Higgins, Bonaparte y Hitler, entre otros. Con sólo observar sus firmas en documentos históricos lograba definir rasgos de sus personalidades, rasgos ignorados o desconocidos pero latentes en cada uno de los documentos. Escribía crónicas de la vida. Trabajó en el Palacio de la Moneda como Jefe de Informaciones de la Presidencia, durante el gobierno de Eduardo Frei M. Hoy se le recuerda con una calle que lleva su nombre en la comuna de Maipú: Renato Labra Jofré.
Al venirse a la ciudad junto a Julia y su hijo, perdió todo contacto con la familia de su padre, y se dedicó a crecer junto a su mujer y sus hijos. Un día Renato salió a hacer un reportaje a la Fiesta de la Primavera, que por esos años se tomaba el centro de Santiago con desfiles de carros alegóricos, gentes vestidas con trajes típicos y miles de banderas multicolores. Estaba en eso cuando pasa perpendicular por medio de la fiesta un cortejo fúnebre, y quizás pensó: con su negro luto de tristeza contrasta la alegría de la primavera, y con su sequito de dolor cubre de llanto las banderas.
Le pareció impresionante el encuentro casual de tales emociones, y se acercó al cortejo a consultar a las personas sobre qué sentían al atravesar aquella multitudinaria fiesta. Descubrió que había muchos parientes suyos, y a cada paso que dio aproximándose a la carroza que llevaba el féretro sentía que el pecho se le apretaba, hasta que vio a un hermano suyo y supo lo que estaba pasando... había muerto su padre. Y por cosa del destino, él se reencontraba con su familia en medio de colores de alegría y tristeza.
Harley dedicaba su tiempo libre a hacer inventos siempre ingeniosos y juegos para entretener a sus hermanos y a los más chicos de la cuadra. Hacía gimnasia olímpica, era fornido y corpulento. Sus amigos del barrio también practicaban gimnasia y gustaban competir afuera de la casa. Ponían sillas y cada uno hacía su mejor rutina de destrezas y saltos, todos los demás, chicos y grandes, vecinos y amigos, miraban asombrados y los aplausos elegían al mejor.
Miro a Charles -que generalmente me acompaña mientras escribo- y lo veo reírse, sé que algo ha recordado y le pregunto... “es que me acordaba de lo pinturita que era yo”, me dice; mientras sonríe y se acomoda el pelo hacia atrás con ambas manos.
-También hacía gimnasia olímpica, pero la diferencia con Harley y sus amigos estaba en que yo era mucho más joven, era ágil y liviano. Salía cada uno adelante y mostraba su rutina, lo que mejor sabía hacer, uno un salto simple y otro un salto mortal, y cada uno recibía aplauso por su esfuerzo. Al final salía yo y hacía los saltos que todos habían hecho y otros más, y recibía triple aplauso.
Eran años en que no existía la televisión, la radio estaba naciendo, y para entretenerse naturalmente se utilizaba la creatividad mucho más que hoy en día.  Sin duda alguna los lugares más apartados de la tecnología siguen preservando los juegos tradicionales o el uso de la creatividad espontánea. Bien por ellos.
Como era Harley en definitiva el que hacía las veces de papá, el resultado de esa colaboración por parte del hijo con su madre hacía que él fuera el más querido, a quien mayor atención prestaba y en quien más confiaba. Un hecho que, a pesar de haberse dado por sí solo, era algo que quizá los hermanos anhelaban en su pecho, también necesitaban sentir aquel cariño y confianza de su madre.
Charles recuerda que cuando niño trabajó junto a sus hermanos y amigos en la creación de una plaza, justo en un terreno eriazo y pedregoso que había frente a la casa. Entre todos limpiaron y prepararon la tierra, y dispusieron jardineras y sitios donde plantar árboles, se preocuparon de regar y hacer caminos. Tenían algo así como “un grupo que trabajaba y hacía cosas”, según dice Charles, mamá Julia era la principal colaboradora, incluso ella les había dado ánimo para que lo formaran.  Les confeccionó gorros y camisetas, y les ayudó a plantar más de un árbol.
Charles recuerda que su mamá “era buena onda, sólo que cuando se enojaba parecía transformarse y se ponía mala onda”. Lo bueno, dice, era que por lo menos entendía si se le conversaban las cosas y los problemas, en algunos momentos era terca y dura de carácter, mas siempre era transigente.
Una vez dio permiso a él y a Jonny, para que salieran a mochilear juntos por el sur. Tenían como dieciséis y catorce años, respectivamente. Los dos llevaban el pelo largo, suelto sobre los hombros, y sus ropas eran humildes. Charles recuerda una vez en que la cara de Jonny se transformó de tal manera por el susto, que tuvo que agarrar el rifle a postones que llevaban y enfrentar a unos camioneros. Estaban en un restorán a la orilla de la carretera, Charles esperaba a Jonny que había ido al baño mientras él limpiaba el rifle. Al volver del baño Jonny venía pálido. Su expresión reflejaba que de verdad estaba conmocionado.
-¿¡Qué te pasó!? -le preguntó Charles en un suspiro.
-...e... esos tipos de allá me... me... –intentó decir Jonny, entre espasmos.
Charles recordó que momentos antes había oído a los tipos, al parecer camioneros, hablar acerca de una lolita que andaba por ahí. Con el pelo largo y suelto y su cara finita, Jonny parecía de verdad una lolita. Le dijo que cuando iba pasando le dieron un agarraron, con lo que Charles tomó el rifle y partió a la mesa donde estaban los tipos y los enfrentó. Apuntó con el arma cargada y les gritó que no se metieran con su hermano. Jonny estaba detrás de él y miraba, después de eso se marcharon triunfantes.
Una noche, mientras mantenían encendida una fogata a orillas del camino, un hombre se les acercó y les habló.
-Buenas noches, jóvenes, no tengan miedo... mi patrón me mandó a buscarlos –dijo, aproximándose a la fogata que apenas lo alumbraba-, perdonen si los asusté... ¿Son ustedes hermanos? si es así... mi patrón los estaba esperando -agregó el hombre en tono amable, era un hombre del campo, un peón, a juzgar por su voz, comentó finalmente Charles.
Él y Jonny se abrazaron temerosos porque suponían que nadie sabía que estaban allí, no conocían a nadie en esa región y nadie los conocía a ellos, no podían explicarse cómo era posible que les estuvieran esperando y menos que supieran que eran hermanos.
Como si hubiera sabido lo que pensaban, el hombre agregó:
-Mi patrón supo que venían y quiere que se alojen en el establo, estarán protegidos del frío y del viento, quiere que descansen. Mañana él hablará con ustedes.
Ya por la mañana los jóvenes invitados pasaron a una sala como un living y les dijeron que esperaran, miraron la sala, donde había una mesa de centro muy bonita, con vidrio y madera. La casa era antigua, como patronal. Se notaba que era gente de plata, porque la decoración se veía lujosa. Se sentaron junto a la mesa de centro y, como si siempre hubiera estado ahí, tras una puerta, acechando, entró un caballero ya de edad que los saludó y se sentó frente a ellos. Les dijo que él sabía que ellos eran de Santiago, y que su madre era de Constitución; sabía también que tenían más hermanos y una hermana, que eran hijos de un periodista de apellido Labra, y que pensaban ir a cierto lugar como siguiente parada en su mochileo, donde se encontrarían con un pariente en el camino que les diría algo muy importante, algo que deberían recordar siempre.
Charles y Jonny lo miraron absortos. Era imposible que él supiera todo eso siendo un desconocido, y más imposible aún que predijera lo que les iba a pasar en su viaje. El caballero les dijo que era un rosacruz, un miembro de una fraternidad hermética dedicada al desarrollo de las capacidades de nuestra existencia.
-Miren acá.
Sacó de su bolsillo una moneda, un escudo, y la puso sobre la uña del dedo gordo de su mano derecha, que sujetado por el dedo índice, hacía de palanca, como preparándose a lanzar la moneda al aire. Levantó su mirada buscando los ojos de los dos adolescentes.
-¡No la pierdan de vista! –dijo en tono amable.
Bajó su mirada hasta dejarla reposar sobre la moneda. De pronto su dedo gordo resbaló del índice y el rápido movimiento produjo un sonido seco, casi imperceptible. La moneda voló por el aire dando incontables vueltas y fue a caer sobre la mesa de vidrio, rebotó algunas veces sobre su superficie produciendo un sonido agudo, cristalino, y sin mediar acción alguna por parte del caballero, aparte del esfuerzo físico que pueda implicar el lanzamiento, la moneda traspasó el vidrio y cayó al suelo ¡Había atravesado el vidrio!
Charles y Jonny quedaron perplejos. No había forma posible de que en sus mentes explicaran lo que ocurrió con la moneda, no era posible que atravesara el vidrio sin quebrarlo, pero eso fue lo que sus ojos vieron. No dijeron nada y se marcharon en silencio. Charles no recuerda que después comentaran lo que vivieron. Una noche, y habiendo continuado con su mochileo, los dos hermanos comprobaron lo que poco antes les fuera vaticinado por el caballero rosacruz.
Estaban en el lugar que les había dicho que visitarían, pero no había nadie y estaban solos, pronto oscurecería y tenían hambre, tampoco tenían dónde pasar la noche. Noche sin Luna. Caminaron por una calle desierta en medio del campo, la oscuridad se hizo tan profunda que no lograban distinguir nada, ni aún su propia mano frente a sus ojos. A lo lejos comenzó a oírse un sonido leve, como si el viento sonara en las copas de los árboles. El sonido se acercaba cada vez más, hasta que una suave melodía se dejó escuchar, era la melodía de un silbido, una melodía agradable, rítmica, folclórica tal vez. Un caminante se aproximaba hacia ellos, se quedaron en su sitio y esperaron.
El silbido estaba cada vez más cerca, hasta que hubo llegado a pocos metros, tal vez dos, y se detuvo. La oscuridad les impedía ver, sólo sentían la presencia del desconocido y percibían su silueta. Intercambiaron algunas palabras y resultó ser un primo lejano, pariente de ellos por parte de su madre, como anticipara el caballero rosacruz. Apareció en un momento en que el abandono era extremo, una noche cruda y fría, una de las más duras que tuvieron que soportar en esa aventura. Conversaron algunas cosas y él les dio algo de comer, indicándoles dónde podían acampar, fue un breve intercambió de palabras porque él iba apurado y no los podía llevar. Antes de partir, y como les aseguro el caballero rosacruz, les dijo:
-Cada vez que sientan miedo y vayan por un camino oscuro, un camino desconocido que les cause temor, vayan silbando. La música de su silbido espantará a los malos espíritus y los guiará a ustedes a través de la oscuridad.
Dicho eso se alejó caminando con dirección contraria a la de los dos muchachos, disminuyendo levemente el sonido de su silbido a medida que se alejaba, hasta que ya no se escuchó más.

Cuando falleció Renato, a principios de los ’70, toda la responsabilidad de la familia recayó en Harley, quien se dedicó por entero a trabajar hasta que el cansancio no le daba tregua, manteniéndose firme como bastión inagotable de fortaleza humana. Si bien había sido como el papá de la casa, ahora ya lo era definitivamente. Sacrificó, por sus hermanos, su hermana y su madre, los años de su más tierna juventud, y con una fuerza de la que solo él era capaz, triunfó. Era maestro de su arte, genio... como pocos. Sus ojos brillaban con marcada intensidad cada vez que intuía una posibilidad. Sus hermanos estaban estudiando y llegaban casi a comer y dormir. Él era el motor del hogar.
Buscando trabajo llegó hasta el Servicio Agrícola, se había ofrecido como dibujante, algo que hacía con reconocida destreza. Ahí conoció a un viejito que trabajaba en el lugar, que imprimía cartones con un sistema de impresión artesanal, muy arcaico, en que usaba unos marcos de madera y unos tamices de tela muy fina. El viejito pasaba por encima de la tela una paleta que esparcía la pintura sobre el tamiz, y dejaba una impresión sobre el cartón. Harley quedó maravillado. Rápidamente aprendió cómo se imprimía y empezó a enseñarlo en unos cursos de capacitación a los campesinos. Vio aquí, en este novedoso sistema, una poderosa herramienta que abriría una puerta para la creación y la integración de sus hermanos al trabajo y, sin saber, descubría algo que hasta donde yo sé, por ese entonces era popularmente desconocido en Chile: la serigrafía. Que no sólo ayudará a sus hermanos, sino a mucha gente.
Un día fue a una conocida tienda que se especializaba en vender artículos de impresión y pidió al vendedor una malla, pinturas y emulsiones que sirvieran para su propósito. El vendedor explicó que no tenían pero que podía pedir a Brasil, a sus proveedores directos, que volviera después. Con el tiempo la tienda importó en mayores cantidades pues la demanda, impulsada por Harley entre sus conocidos y amigos, aumentó. Algunos se instalaron con importadoras y otros hicieron aparecer los primeros talleres artesanales de impresión. Sin saberlo, Harley le abrió el camino en nuestro país a la serigrafía en los ‘70.
Al principio, en el futuro taller de los hermanos Labra, se usaba como un método bastante simple, para imprimir algunas superficies, y a Harley se le ocurrió aplicar las impresiones en autoadhesivos, llaveros y todo tipo de espacio gráfico. Instaló un pequeño taller en la casa para trabajar junto a sus hermanos, con una mesa de luz artesanal y un pequeño cuarto de revelado. Imprimían sobre la mesa del comedor, y Harley en poco tiempo ya había fabricado sistemas para lo que fuese necesario, era ingenioso y solucionaba hasta el más mínimo detalle con sus manos, con ellas graficaba con croquis o dibujos cualquier idea que se le ocurriera, cualquier trabajo que proyectara, o toda explicación que fuese necesaria le hacía un dibujo. Era muy bueno, buenísimo en el dibujo a mano alzada.
Recuerdo con agrado cada vez que íbamos a visitarlo a él y su familia a su casa, a mediados de los ‘80, cuando ya tenía su propio taller y su vida se había separado de la de sus hermanos.
Me gustaba meterme a su taller y jugar con los sistemas que llenaban las paredes y los muebles. Harley tenía sistemas para prender la radio desde su mesa de dibujo: con unas rueditas que estaban frente a él movía unos hilos que hacían girar las perillas de la radio; el aparato de radio estaba como a metro y medio de distancia, sobre un mueble. Para revisar los detalles de los impresos tenía un sistema con un palo y unos elásticos, que hacía aparecer una lupa justo frente a sus ojos. Otro sistema para medir el tiempo que tenía que tener copiando los bastidores, otro para secar después de lavarlos, otro para encontrar sus herramientas cuando necesitaba estar a oscuras al revelar los positivos.
Este último sistema era el que más me gustaba, porque al entrar en el taller oscuro me encontraba de pronto rodeado de pequeñas lucecitas, muchas estrellas que me abrazaban. Me quedaba mirando por largo rato, extasiado por mi encuentro con las estrellas, hasta que se preocupaban por mí y me empezaban a buscar. No tardaban en encontrarme, siempre estaba ahí, observando en la oscuridad. Era como estar despierto en un sueño. Las pequeñas luces que tanto me gustaban eran trozos fluorescentes de un adhesivo especial que sólo él tenía y que pegaba a sus lápices, reglas, goma, cuchilla, interruptores, secadores, corchetera, lupa, temperas, pinceles y a todo lo que necesitaba al trabajar. El cuadro completo era una oscuridad enorme graciosamente interrumpida por pequeños seres de luz, que me envolvían y me atrapaban.
Sólo he vuelto a sentir algo parecido al caminar por tierras mapuche, durante esa misma ocasión en que junto a una antigua pareja vimos a un niño mapuche enyugar un par de bueyes. Junto a ella viví algo que creía sólo posible en sueños o en la imaginación infantil. Conversábamos al caminar por un sendero casi invisible que bordea el río Didaico, cerca de Traiguén. Salimos al atardecer y la oscuridad nos había sorprendido, de pronto apareció una pequeña luz zigzagueante a una distancia que no pudimos calcular, una linterna de luz azulina que poco a poco parecía ser más el ojo de algún extraño desconocido que una luz artificial. Nos abrazamos fuerte, la oscuridad era enorme y el misterio grande, vimos aparecer otra luz muy cerca de la primera, y una tercera casi a la altura del suelo y se movían hacia nosotros. Al avanzar por el invisible sendero aparecían más y más luces. El miedo pareció envolvernos por algunos segundos, pero dio paso al asombro y a la alegría. De pronto, como una niña y un niño que ensueñan juntos, nos vimos rodeados por miles y miles de estrellas que flotaban en torno nuestro. De no ser por la certeza de tener los pies bien puestos en la Tierra, las miles de luciérnagas, ese enjambre de “candelillas” como les llaman los mapuche, nos habrían hecho sentir que verdaderamente estábamos entre las estrellas. Nos abrazamos más fuerte aún y sin cerrar los ojos... flotamos. Sólo en mi niñez había sentido algo así. De verdad, en mi recuerdo el tío Harley parecía hacer magia.
A pesar de su agradable y apacible personalidad, de su tierno aspecto de gnomo inmenso y risueño, y del característico olor a pinturas serigráficas que lo impregnaba, testigo silencioso de sus interminables jornadas, Harley tenía una marcada distancia política de sus hermanos; llevada al extremo durante su juventud como simpatizante de Patria y Libertad. Esa era una agrupación de contra derecha terrorista de finales de los ’60, que hasta el día de hoy intentan hacer funcionar, encargada de crear un aparente disgusto social que hábilmente maquillado por la hoy centenaria prensa, intimida a la gente, al pueblo, remeciendo el clima político con sus mismas payasadas de siempre. Harley puede haber sido influido por su infancia en la casa del abuelo fascista, o al sufrir la ausencia de Renato que andaba metido con la gente pobre, dejando sola a su mamá; como puede que no, que la idea de vincularse a la derecha le hubiera nacido espontánea. Pero la diferencia política con sus hermanos estaba, y él luchaba por defender su derecho a la propiedad individual por sobre los derechos populares.
Charles recuerda momentos bastante tensos en su casa producto de que su hermano se había metido a ese grupo derechista. Mientras Harley participaba en los movimientos de ultraderecha, él y Amaro hacían lo propio en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR. El momento más tenso fue cuando Charles y Harley discutieron en la mesa mientras cenaban. Mamá Julia intervino justo cuando se gritaban y se apuntaban entre ellos por encima de la mesa, cada uno empuñando un arma de fuego, fue sólo su llanto lo que los hizo mirarse y arrepentirse.
-Con Amaro, los dos éramos dirigentes estudiantiles, cada uno en su universidad –comentó Charles-, yo tenía a mi cargo a centenares de estudiantes, y Amaro a más de mil. En ese tiempo uno se paraba en el patio o en los corredores de la universidad y hablaba, y los jóvenes te rodeaban y te escuchaban con atención, había mucho interés de participar en actividades de todo tipo, principalmente las que iban en ayuda de los más pobres.
-¿Cómo estabas a cargo, qué hacías? –pregunté desconcertado ante la idea de ver a Charles como dirigente “revolucionario”.
-...era algo así como el preparador físico, les enseñaba defensa personal, karate, los entrenaba en resistencia física.
-¿Y Amaro?
-Era más radical, seguidor del Che, con eso te digo todo.
Guardó silencio, mientras se acordaba de su hermano y las cosas que vivieron los primeros años cuando ambos eran Sol y Lluvia; tras una pausa, me comentó cómo habían enfrentado a la muerte y todo, para llegar a estar hoy como están, así distantes. Por momentos me pareciera ver a Charles agotado, nostálgico, pero basta solamente que lo mire profundamente a los ojos para notar que está más despierto que siempre, más atento que en toda su vida. Seguimos conversando.
Charles asegura que en esos años había tanta participación juvenil que casi todo era posible, los jóvenes habían despertado a sus capacidades reales de intervenir en la vida de las sociedades y lo hacían sin dudarlo. Era una época de florecimiento cultural y social, y en toda Latinoamérica las calles se llenaban de personas, miles de soñadores saliendo a las calles a despertar. Lamentablemente, la guerra fría estaba en su apogeo.
Charles sabía que una vez ocurrido el golpe, era cosa de tiempo hasta que los aparatos represores del nuevo régimen militar averiguaran, por torturas u otros medios, que él había participado en la instrucción del MIR y en la formación del FER. Temió por su vida, por su integridad y la de su familia, porque sabía que si llegaban a buscarlo a la casa, no sólo él sería detenido, también podían agarrar a Amaro, que ya era padre de su primer hijo, Harley Amaro (a quien llamaré Harlito, para no confundirlo con el tío Harley).
Cuando Charles le comentó a Maribel -que en ese tiempo era su polola- que tenía que irse de la casa porque sentía que quedarse era peligroso para su familia, y que había decidido salir del país, hacia Argentina, la respuesta que recibió de ella lo sorprendió: ella le dijo que lo seguiría donde fuera necesario y que se iría con él. El problema era que este jipi fornido y pelucón iba contra todas las ilusiones que la mamá de Maribel tenía puestas en ella, lo que complicaba enormemente la posibilidad de que lo siguiera a su partida. Su mamá prefería que ella se casara con un hombre con plata, con trabajo de oficina y esas cosas. Pero Maribel no estaba dispuesta a perder a este hombre que acostumbraba ser dueño de cuanto le tocaba vivir, y que había introducido en su vida la libertad de ser y de sentir, que su familia y madre burguesa habían truncado desde su niñez. Junto a él era libre, y de él recibía todo el amor y ternura que siempre le faltó.
Fue así como un día de noviembre del ‘73, apagados ya los fuegos de La Moneda bombardeada, se casaron mi papá y mi mamá. Será cosa del destino o de que tenía que ser así, pero cuando llegaron a la frontera con Argentina para salir de Chile, los militares en vez de revisar los antecedentes de este recién formado matrimonio, los molestaron y los agarraron pal leseo, porque, según bromearon, se iban a pasarlo bien y a gozar de la “luna de miel” fuera de Chile, insinuando con sus risas el horror que se encerraba entre el mar y la cordillera. Así, amparados por la risa burlesca de los que pudieron ser sus verdugos, se alejaban de Chile, Maribel sonriente, Charles triste. Estando en Argentina, Charles tuvo el tiempo suficiente para reflexionar sobre su juventud, y sobre cómo se fueron estructurando los acontecimientos que generaron la reacción armada de los uniformados. En más de un momento agradeció haberse salido de la vía violenta justo a tiempo.
Una vez conversamos sobre su permanencia junto a Maribel en Argentina, y de cómo habían logrado sobrevivir siendo que no conocían a nadie.
-Como llegamos en verano me puse a cantar y tocar guitarra en las calles de Buenos Aires, pero no teníamos dónde dormir y quedamos tirados la primera noche. Era una noche helada y había neblina, estábamos abrazados bajo la cortina de un local después de pedir ayuda en muchos lugares, y nadie nos recibió. Las calles estaban vacías y nosotros no teníamos con qué abrigarnos, sólo se oía un silbido que parecía venir de la neblina. Era un caballero humilde de esos que barren las calles, que andan con su basurero y su escobillón para todos lados, él nos vio y se acercó. Le contamos lo que pasaba y dijo que nos llevaría donde un caballero español refugiado que recibía gente chilena.
“Nos dejó en la esquina y nos indicó cuál era la casa del viejito. Golpeamos la puerta y alguien nos preguntó desde el interior quiénes éramos, le dijimos que un matrimonio chileno que buscaba refugio por esa noche. Abrió la puerta y nos hizo pasar, estuvimos con él unas semanas.
“Pero la persona que más nos ayudó –continuó Charles-, fue un caballero al que un día le pedí pega. Cuando entré a su oficina me recibió con una gran sonrisa, me hizo tomar asiento y conversamos algunas cosas. Cuando le pedí su ayuda no me contestó, sacó de un cajón un puñado de bolsitas de terciopelo y las puso sobre el escritorio. Las abrió una a una y me mostró lo que contenían: quedé deslumbrado. Miles de piedras preciosas de muchos colores, todas chiquititas, como lentejas de miles de pesos, millones y millones en joyas, rubíes, zafiros, esmeraldas y diamantes. Eran siete bolsitas y estaban ahí, frente a mis ojos. Me dijo que las tomara, que las sintiera, que comprobara el poder que cada una de esas piedrecillas tenía.
“Hizo un gesto como si se hubiera acordado de algo y salió de la habitación. Dijo que volvía enseguida, que esperara y que luego veríamos si me podía ayudar. Salió y cerró la puerta, y me dejó ahí con las piedras preciosas. Estaba nervioso, primero por estar jugándome una de las pocas posibilidades de conseguir pega (Maribel también andaba buscando trabajo); y segundo por tener frente a mí una posibilidad inmediata de tener plata. Una sola de esas pequeñeces nos ayudaría a estar bien por lo menos un mes, y más tranquilos movernos para encontrar trabajo.
“Acerqué mi mano y jugué con las piedras, las toqué y las miré bien, pero no saqué ninguna. Me eché para atrás en la silla y me apoyé en el respaldo, crucé mis manos cerca de mi estomago y esperé. El hombre tardó un rato y volvió. Entró y lo primero que hizo fue mirarme, cerró la puerta y me dijo con tono sarcástico... ‘¡ahora sí, chilenito, vamos a ver si te ayudamos o no!’.  Se sentó y saco una pesita de un cajón. Era una pesa de joyería, bien exacta. Tomó cada una de las bolsitas cuidadosamente y las pesó en silencio. Al terminar se puso de pie y se me acercó diciendo ‘¡cuenta conmigo, chilenito, voy a ayudarte en lo que pueda! Aquí han venido muchos a pedir ayuda, todos hombres serios, sólo tú no sacaste ni una piedra y eso lo valoro mucho, sobre todo que hoy en día cuesta encontrar hombres de confianza’. Esas fueron sus palabras. Me abrazó, y en menos de una semana ya tenía pega: me puso a cargo de sus talleres”.
Charles y Maribel estuvieron casi dos años en Argentina, dándose la gran vida como recuerda ella con nostalgia. Pero Charles no estaba sereno, al otro lado de la cordillera su familia seguía viviendo una pesadilla que cada día se ponía más negra. Estaba intranquilo, dormía poco, daba vueltas y vueltas caminando, pensando. Conversó con Maribel la posibilidad de volver a Chile... ¡Imposible! ella se negaba rotundamente a regresar, estaba encinta, y no pretendía perder la estabilidad que lograron en Argentina para volver a la pobreza y la violencia que se vivía en Chile. Además, tenían una oferta de irse a Europa a trabajar, el caballero le había propuesto a Charles que se hiciera cargo de los talleres que tenía en España.
Charles en ese entonces recibió una carta de Jonny desde Chile, en que le contaba la cruda realidad que se vivía en la casa, hablaba de Harley, que desesperado por la tensa situación económica y social se había tratado de suicidar varias veces; que ninguna de las cartas que mandaba Charles desde Argentina tenía el dinero que decían llevar (y cómo no, si los milicos chilenos abrían la correspondencia y robaban lo que querían).
El ánimo familiar estaba deprimido, consternado. Sobre Harley recaía el peso de toda la familia, y la silenciosa presión que esa tamaña responsabilidad había ejercido en su vida lo cansaba, lo vencía. Aún hoy permanecen en la familia grandes velos sobre lo que ocurrió en esos años, hubo algunos comentarios sobre algo de lo que se enteró Harley y que le causó mucha angustia, pero a la larga se prefirió olvidar o esconder la verdad.
La urgencia de Charles por volver a su tierra era irreversible. Nacía de lo más profundo de su corazón, de su mismo espíritu. Estaba tenso, sabía que nunca podría vivir tranquilo así, mientras su familia estuviera sufriendo. Hasta que un día del año ’75 se decidió, sabía que la determinación que había tomado cambiaría el curso de sus vidas y la de su familia. Le tomó mucho rato decidirse hablarle a Maribel, pues sabía e intuía cuál sería su respuesta. Ella se enfureció porque no quería volver, menos en ese momento en que estaba a punto de dar a luz, mas le había prometido seguirlo donde fuera, y así lo hizo. Un fuerte argumento de Charles, en todo caso, era que no quería que su hija naciera en suelo extranjero, tenía que nacer en Chile. Regresaron.
Fue entonces cuando el taller de serigrafía de la casa comenzó a prender, a activarse. En un principio trabajaba Harley solo, pero Charles le había pedido a Jonny en una de sus cartas que le ayudara junto a un amigo. El primer par de años después del golpe militar fue muy crudo, y el trabajo no era mucho pues la situación social completa estaba resentida. Usaban los sistemas que Harley había fabricado, y trabajaban ahí mismo, en la casa. Amaro se unió más tarde, incluso después de que llegara Charles, hasta entonces trabajaba como empleado de una línea aérea.
Como primicia fundamental se asumió el carácter especial de la paz y el abrazo fraterno de sabios personajes de todo el mundo, Cristo sobre todos, para desarrollarlos como fuente de ingresos y de, en la medida que les fuera posible, ayudar a la gente a no perder la fe y el corazón. Nace entonces “Artesanía Gráfica” como propuesta laboral, real y concreta. Se integraron al trabajo algunos amigos cercanos a la familia y se comenzó a difundir la palabra sabia de Cristo, de Gandhi, de Martin Luther King y de otros que habían alzado sus voces para defender la vida y el amor. La gente estaba ansiosa de recibir buenas nuevas, y el mensaje de las tarjetas, tablillas y autoadhesivos que imprimía Artesanía Gráfica, vendidas a precios justos o entregados por aporte voluntario, daba para vivir a los hermanos y alimentaba el espíritu del pueblo.
El trabajo que se desarrolló tenía un carácter único, pues acercaba a la gente al mensaje de esperanza que sus corazones ansiaban oír, y devolvía a la familia Labra la solidez perdida y la unidad necesaria para seguir trabajando. Era el rito fraterno de los hermanos.
Para vender la serigrafía, Charles y Amaro salían a recorrer casa por casa los barrios, ofreciendo en cada puerta el mensaje y las buenas nuevas a cambio de un aporte voluntario. Algunos aportaban más de lo que costaba imprimir el mensaje y eso verdaderamente los ayudaba. Recorrían kilómetros caminando y conversando, hablando de lo que sentían y de lo que estaba ocurriendo en Chile, buscaban soluciones y se alegraban de los mensajes que entregaban en la serigrafía. Una pequeña flor, esperanza de vida, comenzaba a crecer en el corazón del Pueblo, en su mente, en su futuro.
Saber que esa flor crecía alegraba a los hermanos y a los amigos que participaban del taller, los llenaba de un sentimiento de estar haciendo bien las cosas, y les recordaba la necesidad de seguir así. Trabajaban contentos en cada jornada, compartían entre ellos y eso los unía, los mantenía firmes. Años más tarde, Amaro escribiría para la edición de una revista cancionero (“El Cancionero” E.C.) a mediados de los ochenta:

“Al atardecer de un día de agosto de 1975,
cinco hombres alrededor de una mesa familiar
compartiendo el pan y el vino,
comprometían su energía y esperanza
en crear una pequeña comunidad de vida.
Un taller de diseño y serigrafía
serían la expresión laboral
y la fuente de recursos para la sobrevivencia.
Así entre cuatro consanguíneos
y un hermano de sentimiento y camino,
allá en la calle Carmen,
cerca del Zanjón de la Aguada
al sur santiaguino,
nace el espacio amable y libre
donde germinará la semilla
del Sol y la Lluvia”

Fue en los descansos que se daban durante el trabajo de impresión que surgió la música como expresión del mismo sentir. La misma energía que motivó la adopción del amor como herramienta gráfica, ahora los impulsaba a hacer canto y música. Amaro desde chico cantó con su guitarra, y en las pausas del trabajo tocaba y todos cantaban y seguían los ritmos con las palmas. Charles compró un bombo “legüero”, y comenzó a acompañar a Amaro cuando tocaban al parar de imprimir. Dicho bombo se llama así porque su sonido de bom-bo se escucha a una legua de distancia. Con el mismo bombo comenzó a salir a la calle a protestar contra la dictadura e invitaba a protestar contra el régimen de Pinochet, recorría las calles golpeándolo a toda fuerza y las personas salían poco a poco de sus casas y lo seguían hasta las esquinas donde armaban barricadas y protestas, donde se escuchaba el sonido incesante del bombo. El mismo bombo con que tocó después en Sol y Lluvia y que actualmente toco yo, junto a él, en Antu kai Mawen; bombo que me acompaña aquí mismo mientras escribo, crujiendo sus maderos de vez en cuando mientras voy hilando la historia y las ideas, crujiendo para mostrarme que está de acuerdo conmigo en lo que escribo.

Es curioso, el bombo cruje cuando dudo si escribir o no sobre algo que siento fundamental contar, él se encarga de disipar mi duda... ¿tendrá conciencia este bombo, será capaz -realmente- de leer mis pensamientos? ¿será que el espíritu se vale de lo material para transmitirnos sus mensajes, para confirmarnos su presencia cuando nos surge la duda?
Poco a poco, Charles se entusiasmó con la música que hacían con su hermano y compró el ultramakahue. Lo encontró por casualidad en una tienda de música, apoyado contra una pared, usado como ornamento. Lo vio al pasar por afuera de la tienda, en un rincón, rodeado por todo tipo de cosas, sin el valor o el lugar que realmente tenía. Preguntó cuánto costaba pero le dijeron que no estaba en venta, pues ni siquiera lo habían considerado como instrumento. No se les habría ocurrido que podía ser tocado, menos llegar a hacer música con él. Luego de insistir largo rato y volver durante días logró comprarlo. Desde entonces, Charles siempre estuvo acompañado en Sol y Lluvia por el bombo y el ultramakahue, a diferencia de las decenas de guitarras que ha tenido Amaro, y de los tambores africanos que tiene ahora Harlito para reemplazar la percusión de Charles. Y si hago tal comparación no es por interés vengativo o revanchista en contra de Amaro, es por honrar el logro de esos dos instrumentos de madera y cuero de permanecer vivos, presencia significativa y trascendental en la ofrenda total que fue y sigue siendo Sol y Lluvia.
En los descansos que se daban en el taller cuando imprimían, Amaro tomaba su guitarra y Charles su bombo, y expresaban lo que sentían. Sólo cantaban y tocaban. Todos los seguían con las palmas, con la incondicional cercanía que da la amistad y el compartir anhelos y esperanzas. Tocaban para ellos, para sí mismos, para el grupo humano que trabajaba en el taller, sin sospechar siquiera el gran potencial que se escondía en cada nota, en cada golpe, en cada melodía. La música brotó espontánea. Canto cantito canto el cantor, con la guitarrita y con el bombo. Brotó como parte del ritmo del propio corazón de los hermanos, mientras trabajaban, mientras descansaban, mientras soñaban. Nacía para ser música no como música, sino canto como abrazo, canto como esperanza, canto como sentimiento. Despertaban, sin saberlo, la Memoria del Canto.
“Sólo sintiendo lo imposible, lo posible podremos alcanzar”, dice una enseñanza de J. Krishnamurti; Amaro la introdujo en el tema “Desde la prisión”, pues lo imposible tiene la capacidad de infundir en uno una fuerza tremenda para afectar lo posible, como querer libertad y esperanza en plena dictadura.
Amaro había escrito ya algunas letras para melodías que nacieron de ese descanso musical durante las pausas del trabajo, un descanso que buscaba recargar el espíritu de los que trabajaban en el taller de serigrafía, letras que expresaban fielmente el sentir que los empapaba. Presentó melodías nuevas con hermosas letras, poesías brotadas de su sentir profundo, mensajes llenos de un Cristo cercano, tangible, verdadero. Un Cristo al que Amaro era capaz de abrazar y ofrendar, pues años antes había estado en un seminario, ya que su intención inicial había sido hacerse sacerdote.

“Siento a mi Maestro a la mesa
acomodo Su cruz en un rincón
le regalo mi jardín
con todos mis pequeños
hermanos vegetales
y sus microcósmicos paisajes

Renunciaré a la riqueza
y mil veces la aguja pasaré
No mataré ni por la vida
ni por la muerte, ni por la patria
no, no mataré

Que importa si pierdo mañana
si gano libertad para mis hijos
mañana es el tiempo pasado
querida compañera
cuando muere la luz
y el relámpago es vida

Necesito aferrarme a la cola del viento
para poder volar
necesito saber si una corte celeste
me juzgará
porque la vida se me va
y del pasado no voy a vivir
y con mi tiempo quiero sentir”
(Invocación, Autor: Amaro Labra)

Amaro expresaba el más profundo sentir que en ese momento lo inundaba, sentir fortalecido en las horas de conversar con Charles recorriendo calles, mientras vendían la serigrafía, un sentimiento agolpado en sus venas, en sus pensamientos, en su vida. Un sentir que los preparaba para la lucha que se venía, una lucha que los alejaría del taller y los sacaría a las calles, ya no a vender, ahora a cantar. Amaro sentía muy profundamente a Cristo, incluso era capaz de hablarle directamente, casi mirándolo a los ojos, y contarle lo que hacía con su trabajo, a Él encomendaba sus composiciones y agradecía su propia claridad, que le permitía ver luz donde otros sólo verían sombras.

“Desde la oscura tiniebla de la inconsciencia
me levanto con Su amor en viva fuerza
y hundiendo en mi pecho una canción
me libero con Jesús el Labrador

Embriagado en la esencia de Tu existencia
fabricando con mis manos la esperanza
voy sintiendo en cada hombre Tu presencia
liberando el sufrimiento con Tu amor

Y mi Arauco que un día Te hizo suyo
va tallando Tu cruz en sus maderas
desgarrado el Huelén en sus laderas
hoy levanta Tu símbolo de Paz

Mis acacios floridos se me muestran
mis gorriones cantan trinos de primavera
y la sangre derramada en el valle
en flor renacerá y gritará libertad

La libertad de la vida, la libertad del amor
la libertad que sembrará la tierra con Su luz

Desde la oscura tiniebla de la inconsciencia
me levanto con Su amor en viva fuerza
y hundiendo en mi pecho una canción
me libero con Jesús el Labrador”
(El Labrador, Autor: Amaro Labra)

Era una lucha que comenzaba en el taller y no tenía fin, que los llevaba a enfrentar temores gigantescos, donde eran los únicos aliados del Cielo y la Tierra, del Sol y la Lluvia para dar libertad a sus hijos. Un sentir que les mostraba la verdad de lo que se necesitaba, de lo que era realmente importante, de la urgencia de cantar hoy, ahora y siempre. Un sentir que se expresaría en cada uno de los temas de la primera etapa del dúo, dándole un carácter único a su música, abriendo puertas que hasta entonces estuvieron cerradas y que, ahora, gracias al ritmo nuevo, desconocido, original e inédito, lograba salir a las calles, a transmitir su fuerza y su valor. Sol y Lluvia surgió a través de ellos como espíritu ancestral, como fuerza que por siglos va defendiendo a la conciencia popular.
Así fue que comenzó a juntarse gente afuera del taller, ubicado en Sierra Bella 2673, por ese entonces parte de la comuna de San Miguel. Cuando los dos hermanos tocaban, la gente llegaba tratando de mirar por las ventanas, de entrar y ver a los que tan acaloradamente gritaban ¡LIBERTAD! en plena dictadura. Poco a poco su canto se fue transmitiendo entre los oídos de un grupo reducido de gentes, vecinos, amigos, emancipando sus buenas nuevas, distribuyendo energía entre los corazones. Poco a poco su grito de libertad se hizo luz en la oscuridad de aquellos años. “Antu Auka” fue el primer nombre que puso Charles al dúo con su hermano, nombre que en lengua mapuche significa Sol Rebelde.
-Como cristianos sabemos que las cosas que se construyen lentamente, sobre roca, no se desmoronan –comentó Charles, en una entrevista hace muchos años-, debemos madurar, ser más sólidos; no tentarnos con la idea de ser ídolos de masas.
Charles recuerda con notable emoción esos primeros años de compromiso, cuando todo parecía ir en contra, cuando lo único cierto era la palabra de Cristo, y su mensaje la única esperanza. Pero más lo emociona aún confirmar la verdad, la cristalina verdad de que aquel que cree en Él vivirá. También lo emocionaba mucho ver cómo los mapuche que vivían en los alrededores del taller llegaban a escucharlos.
-De los que se juntaban afuera, siempre me llamó más la atención un grupo de mapuche que parecía esconderse tras los árboles. Venían de poblaciones cercanas, y se ponían afuera a escucharnos. Tocábamos instrumentos que los representaban –dice Charles-, como la trutruca y el ultramakahue. Los acercaban los mismos ritmos de nuestra música. Se apoyaban en los árboles, casi como escondidos y escuchaban.
Al respecto, y en esa misma publicación musical de los años ochenta que mencioné antes, Amaro escribe:

“En largas jornadas de trabajo y vida
el tiempo avanza
el crecimiento nos expulsa
hacia nuevas direcciones
de nombres evocadores y hermosos.
La calle Curiñanca, Andes y Sierra Bella
ven entre incrédulos y asombrados
el paso de estos hermanos constructores.
Son años de duro silencio ciudadano
y mientras la ciudad calla
el fraterno hogar
tiende su boca hacia la calle.
A la guitarra y el bombo
se unen la trutruca y el charango
y las treguas del trabajo
revientan en poesía y canto.
Desde los ventanales
los ojos descubren a los gorriones,
a los acacios, a los mapuche
habitantes cercanos y humildes
que lentamente se han ido allegando
a las afueras y escuchan.
Miradas criollas e indígenas
que al son del kultrún recuerdan su amado Sur”

Amaro tenía razón en lo que decía. No era sólo que ellos usaran instrumentos de cuero y tocaran ritmos que los mapuche reconocían como propios, era que en su sangre los hermanos Labra llevaban sangre mapuche, herencia materna, cultural y concreta.
Bastó que un universitario que los oyó en el taller invitara al dúo a participar de un encuentro musical en su casa de estudio, para que se consolidara en ellos el canto como medio de difusión de los mismos valores que, desde hace no más de un año, o dos, el taller asumiera y desarrollara a través de la gráfica. Hasta entonces no habían logrado apreciar el real impacto que su canto tenía sobre las vidas de la gente, porque casi todos los que los escuchaban eran conocidos, vecinos o amigos; pero ahora, habiendo tocado para gentes desconocidas, descubrían el valor trascendental de su propuesta humana, imparable y necesaria. Crece en ellos el sentir espiritual y junto a aquel sentimiento, la posibilidad real de transmitir y difundir un mensaje consistente y poderoso.
Comenzaron a dedicar más tiempo a la composición musical y crearon nuevas canciones con nuevos mensajes, que abordaron otros temas de vital interés, de vital relevancia, manteniendo siempre vigente el sentir cristiano como fuente inagotable de fuerza, para ellos y el resto del Pueblo. Eso los ayudó a comprender el real significado de cada vida, de cada persona, de cada existencia, que por ajena que fuera para ellos, representaba inmanente al Cristo que transmitían.

Un día de año ‘78, parados en la escalera de un modesto escenario universitario, en los años de la dictadura inhumana, a punto de subir a cantar, estaban los dos hermanos Labra con sus instrumentos. Faltaba quizá sólo un minuto para que subieran a entregar sus canciones, era el momento fecundo antes de subir al escenario en que se siente la intensa excitación de los sentidos, ansiosos y dispuestos perceptores de realidad. El animador se acerca y se hace amigo, y les pregunta cómo tenía que presentarlos.
-Antüauca -responde Charles, que estaba más cerca.
-¿...Antucuauca!? –repite confundido el animador-. ¿Cómo dijiste, Antu... qué? –insiste.
Algo ocurre entonces, Charles en forma espontánea y sin premeditación, como regalo de una divinidad cercana y comprometida, responde.
-Antu... emh... Sol y Lluvia. ¡Preséntanos como Sol y Lluvia! -le dice, mirándolo fijamente a los ojos.
-¿Seguro? –pregunta el animador confundido-, ¿los presento así no más, como Sol y Lluvia?
El tiempo se detuvo. Charles aún no asimilaba el nombre que acababa de pronunciar, no terminaba de comprenderlo: su metáfora sagrada, su valor humano escondido, su verdad olvidada. Acababa de brotar de sus labios y no sabía cómo, no sabía ni imaginaba en ese entonces la energía que los nutría, sólo sabía que aquel nombre tenía un no sé qué agradable, algo que lo hacía cercano y casi milenario. Amaro se sorprendió, no habían acordado con Charles cambiar el nombre al dúo. Con una mirada sonriente, Amaro aprobó el nuevo nombre. Charles volvió a mirar al animador del encuentro y le confirmó con una sonrisa ancha.
-Sí, preséntanos como “Sol y Lluvia” -le dijo con voz segura y alegre.
Nacía la leyenda, el sentir se consolidaba, se engrandecía, se expandía. Inundaba cada centímetro cúbico del cuerpo de Amaro, como años antes –y aún hoy- lo hiciera en Charles. Por algún tiempo ese sentir se apoderaría de Amaro, de su razón, de su mente y de su ser, y lo convertiría en instrumento de su luz; dándole el coraje necesario para enfrentar a la muerte, para vencerla, para buscarla. Y Charles se alegraba de que ambos estuvieran juntos en ello.
Aquí me detengo y hago un alcance que considero necesario, posible, inesperado. El mismo año en que surge la fuerza definitiva de la dualidad como propulsora del canto de los hermanos Labra, el Sol y la Lluvia como conceptos, como fuerzas, como espíritus presentes, es el mismo año en que es silenciado el mayor y más iluminado espíritu que ha tenido y dirigido la Iglesia Católica. Hablo de Juan Pablo I, quien en sus cortos 33 días de pontificado, además de comenzar a vender las joyas papales y repartir las riquezas de la iglesia entre los más necesitados, alcanzó a señalar la presencia real de Padre y Madre, de Dios y Diosa, poniendo en jaque la estructura total de la iglesia. No tardó en ser asesinado, pero de algún modo, quizá como coincidencia, quizá como reencarnación, su mensaje se cuela en el pecho de estos dos hermanos y sale a la luz a miles de kilómetros de distancia. Por eso, insisto, Sol y Lluvia logra, de algún modo, despertar la Memoria del Canto.

Fue por esos años que nací yo, en plena dictadura y rodeado de música. Desde que llegué al mundo mi relación con Charles fue bien estrecha. De mis primeros recuerdos, los más parcelados que tengo, los más escondidos en las profundidades de mi memoria, están los que acuden a transmutar mis aflicciones más dolorosas. Recuerdos que ni siquiera son recuerdos con imágenes visibles, que son recuerdos de pura percepción y emociones, sensaciones del cuerpo que pleno recuerda y mantiene, que cuando estoy triste acuden como recordatorio de que existe un mundo de percepciones que hemos dejado de captar.
Recuerdo el vientre de mi mamá y sé que muchos dirán que eso es imposible, pero en mí existe la vaga y recurrente sensación, la exquisita sensación de su corazón galopándome, latiendo sobre mí mientras yo floto y me estremezco en suave calor cercano. Tan cercano como sólo volví a sentir al poco tiempo de haber nacido: acurrucado en su pecho desnudo amamantándome, o sobre el pecho de Charles que también me acurrucaba por las noches para dormir. Sólo recuerdo aquellas dos instancias en que volví a sentir ese pulso de corazón que calma y regocija.
A mí, y al igual que en su momento a mis hermanas, Charles nos recostaba en su pecho siendo guaguas cuando llegaba la noche. Nuestro cuerpo desnudo, minúsculo, ávido de contacto, reposando plácido sobre su torso también desnudo, poderoso, gigante. Crecí y fui sintiendo su pulso, su respirar constante. Intentaba seguirlo con mi propio respirar cuando él dormía, pero su calma era inigualable.
Nos cantaba a mí y mis hermanas suaves melodías con letras divertidas, espontáneas, nacidas de su alma infantil e ingenua. Nos contaba cuentos para dormirnos con alegres personajes. Cuando llegaba por las noches se acercaba a nuestras camas y nos hablaba. Dormidos, nos contaba lo que había vivido. Nos hacía cariño en la cabeza, y hablaba, susurraba. Podía sentir sus manos partidas, cansadas por las largas noches de la dictadura; noches aprovechadas al máximo, oscuras en su cómplice bondad, iluminadas por su trabajo y humanidad. Sentía cómo cada astilla en la piel gastada de su mano enredaba mis cabellos, sentía el cansancio de sus hombros, de sus brazos y sus piernas. Y siempre sus manos fuertes, capaces de partir un árbol de un solo golpe, acariciaron mis noches tiernamente.
Siempre lo vi reír y jugar conmigo y mis hermanas como un niños más. Se revolcaba con nosotros en cada lugar, en las plazas, en los parques. Si estábamos con mis amigos nos mecía por el aire, nos llevaba sobre sus hombros o en sus brazos, paseábamos y recorríamos donde el viento nos llevara.
Durante mi infancia, Charles siempre me había hablado del amor, de la verdad, de lo que significa ser hermanos y hermanas, pero mi visión del mundo aún era tenue e inmadura. No lograba sentirme comprometido o ser parte de lo que Charles hacía con su trabajo, porque no sentía en carne propia su pasión, para mí todo aquello era ajeno y me mantenía al margen sin saber bien de qué se trataba en realidad. Para mí no era fácil asumir el mensaje que transmitía Sol y Lluvia, donde la paz y el amor, la verdad y la esperanza eran posibles, sobre todo al estar viviendo en medio de un mundo que cada día se mostraba más violento, más agresivo y mentiroso.
A pesar de que era mucho el público que llegaba a los recitales, no todos realmente asumían y comprendían el mensaje que los hermanos Labra, entregaban en sus canciones y en su música. La mayoría de los que yo veía en las tocatas se la pasaba saltando y gritando, en una catarsis colectiva que nunca más he visto en ningún otro recital de ningún otro grupo. Incluso yo mismo fui a muchos recitales de Sol y Lluvia por el simple hecho de que me resultaba bastante entretenido ir. Vi cómo la gente, eufórica, expresaba a través de la música de Sol y Lluvia su profunda alegría, cantando y bailando tomados de las manos, haciendo rondas en el público. Los vi llegar a todos por separado a ocupar un espacio en las galerías, en las canchas, alrededor del escenario; llenar lentamente cada lugar, conversando en pequeños grupos, en parejas o solos, y salir todos juntos como hermanas y hermanos. Los vi acercarse a mi padre y a mis tíos a rendirles su respeto y admiración, su cariño y aprobación. Crecí y me mezclé con ellos, y al hacerlo fui uno más. Canté y bailé entre el público, entre los anónimos seres que nutren el canto fraterno, y entre ellos descubrí el real valor de lo que mi padre hacía.
La admiración que siento por Charles nació en mí junto a lo que podría considerar como mi “despertar intelectual”. Antes me daba miedo lo que él hacía, vergüenza incluso me llegó a causar. Sobre todo cuando en el grupo de los pequeños amigos o compañeros de escuela, comentaban lo que hacían los padres, en lo que trabajaban. Vergüenza me daba que frente a la “normalidad” de los papás de mis compañeros el mío fuera jipi y pelucón.
Muchas veces con mi familia hemos debido pasar hambre, pues su canto no es para venderse. Mi vergüenza, al igual que mi inmadurez, fue sanada por el tiempo. Sol y Lluvia era algo que yo no entendía ni intentaba entender. Cada vez que iba a una tocata, para mí era una aventura del porte de mi mundo, llena de suspensos y misterios, euforias y anhelos. Los acompañaba en lo que podía y siempre trataba de ir, llegando a verme, entre otras circunstancias, en la necesidad de ser espía de mi mamá, cuando sabía que de otra manera no me llevarían a una tocata.
Así pude ir, por ejemplo, a una semana entera en que se presentaban de noche en el Café del Cerro (una de las pocas peñas que durante la dictadura se atrevían a tener una programación opuesta al régimen), estando en pleno período de clases y cursando cuarto básico, andaba yo metido en medio de un ambiente de grandes, cerquita de lo que se creaba en esos años. Maribel, mi mamá, me mandaba junto a Charles para que lo espiara, porque a muchas mujeres les gustaba su marido y trataban de llegar a él y lo seducían, cosa que él aprovechaba y disfrutaba. Yo iba con la misión de estar cerca de él todo el tiempo, tenía que evitar a toda costa que se quedara a solas con alguna mujer, y si ocurría, debía contárselo a mi mamá. Era el único de mi curso y, tal vez, el único del colegio y de mi generación que andaba metido en suburbios culturales y en misiones de espionaje, el único que trasnochaba rodeado de esa energía y el único que vivía esas cosas. Para qué hablar del cumplimiento de mi misión, Charles se las ingeniaba igual para despistarme, me dejaba sentado en una mesa con tremendo jugo de frutas naturales frente a mi sedienta y glotona boca, y ahí me quedaba yo, media hora disfrutando. Además era casi imposible que no me quedara dormido en algún momento, momento que sin demora aprovechaban las “mosquitas muertas” para acercarse, como les dice Maribel a esas mujeres. A pesar de mis esfuerzos por mantenerme despierto el cansancio era mayor.
Me cansaba el trámite de las tocatas: el llegar al lugar y comprobar que funcionen y suenen bien los equipos e instrumentos, esperar la hora de subir al escenario, las largas conversaciones que se entablan en el camarín, el denso humo de los rutinarios fumadores... todo eso me cansaba, me dejaba exhausto. Además, habría que sumar mi imparable curiosidad por conocer todos los rincones de los teatros o gimnasios donde tocaban. Siempre trataba de descubrir los rincones más apartados, llegar a las escaleras más misteriosas que podrían conducirme a entretechos en penumbra, o abrir las puertas que parecieran esconder una catacumba o un valle perdido en las entrañas de la tierra. Como niño, mi imaginación –quién sabe, mi lucidez- me permitía vivir cada día, cada situación, con su afán propio, entregándome por entero a lo que sentía y comprendía. Tarde o temprano me quedaba dormido, y eso a Charles lo favorecía o lo complicaba. Además de tener que cargar los instrumentos y las artesanías después de una jornada que ya lo había agotado, debía cargarme hasta llegar a mi cama.
-...Pucha Hansito, lo siento –dijo Charles en una ocasión, mientras acariciaba mi cabeza-, esta vez no puedes ir, es una tocata muy peligrosa y no quiero arriesgarte.
Se arrodilló junto a mí y me acercó a su pecho. Mi llanto desconsolado le dolía a él más que a mí, y cada vez que debía partir la pena de dejarnos y la euforia de lo que iban a hacer se juntaban en su pecho, el ciclo de la alegría y el sufrimiento lo llenaba y le brotaba hasta por los poros. Y no era que pasara de la alegría al sufrimiento en algún instante, era que llevaba a ambos dentro de sí en equilibrio constante. El Sol y la Lluvia en su propio pecho.
-Te amo -me dijo con rostro partido, mientras me abrazaba fuertemente.
Dio un beso en mi frente y se marchó, afuera lo esperaban Amaro y unos amigos. Se dirigían a un encuentro sindical en algún lugar del Santiago dormido. Eran los comienzos de la década del ochenta.
Cuando Charles sabía que la tocata sería peligrosa, prefería no llevarme. Mi sensación inicial era desoladora. Sentía que no me llevaba porque le incomodaba mi presencia, y una pena enorme apretaba mi garganta hasta hacerme llorar. Como en otras ocasiones debía quedarme en casa junto a Maribel y mi hermana, Astrid; años después se nos uniría Karyn, mi hermana menor.
La mayor parte del tiempo Charles estaba en el taller de serigrafía con sus hermanos y algunos amigos, imprimiendo lo que más tarde venderían casa por casa, en ferias artesanales o por las noches, en las tocatas. Ordenaban las cosas en una caja larga de cholguán, a modo de maleta, enorme junto a mí, que al abrirla en el suelo o sobre una mesa mostraba al instante su contenido. La misma caja lucía mucho del trabajo aquel que tanto añoro, una fiesta de colores y luz que desde siempre removía mis cimientos, que hace ya mucho me mostraba realidades.
Recuerdo ocasiones en que teníamos que movernos en micro. A mí me pasaba el makahue y no lo soltaba más; era un cuenco de madera labrado a mano, como un anillo de palo para el dedo de un gigante, con membranas de cuero por ambos lados. Su sonido me era estremecedor y, quizá por mi estatura, su peso constituía mi mayor esfuerzo. Era mágico, a mi edad, andar entre hombres macizos, fuertes, de pelo largo y firme voluntad.
La gente recibía muy bien al grupo. Donde íbamos había siempre una puerta abierta para recibirnos y una sonrisa para acompañarnos. A pesar del dolor constante del pueblo, la acogida que daban a Sol y Lluvia siempre era buena -por lo menos así pude ver cuando yo iba, que eran las veces en que Charles sabía que todo sería tranquilo. Las otras veces, las que él presentía peligrosas, esperábamos que volviera, y al llegar nos sentábamos junto a él con Astrid y Karyn, y nos contaba las aventuras que había vivido. Eran historias que, lejos de ser ficción, sacudían todo lo que yo creía ser hasta ese entonces.
Los primeros años de la década del ochenta son los más crudos que recuerdo. Disparos, tanquetas, milicos corriendo y lacrimógenas, barricadas y el pueblo resistiendo; para colmo de mis males, vivíamos cerca de un cuartel de la CNI, a pocas cuadras de la población La Legua.
La Legua es una población conocida por su capacidad de expresar lo que siente, en ella siempre hay personas que se alzan contra la represión de toda índole, igual que en muchas otras poblaciones en que se dan movimientos populares en defensa de sus Derechos Humanos. Su gente da la vida por defender su dignidad y recuperar su libertad cuando se la tratan de usurpar ya sea políticos, militares o drogadictos.
-¡Métanse debajo de la cama! -gritaba Maribel, cada vez que empezaban los tiroteos.
El cuartel de la CNI, que estaba como a dos cuadras de mi casa, pasaba siendo emboscado y las balas volaban y sonaban cortando el viento y traspasando las hojas de los árboles. No me gustaba cuando se sabía que por la tarde habría protesta, porque Charles, en vez de quedarse con nosotros en la casa, escondido debajo de la cama, agarraba el bombo legüero y salía a la calle. Se oía el sonido telúrico de su bombo mientras se alejaba, como si su tronar fuera el sonido del corazón desgarrado de la tierra.

En las fechas conmemorativas de mayor trascendencia, esas que eran paro nacional y en que por lo general las protestas duraban toda la noche, incluso algunos días, Charles se iba y no volvía hasta bien tarde. Mucho tiempo me costó entender cómo era posible que en momentos tan tensos, donde sólo se oían balas y sirenas en la calle, donde sólo el temor se paseaba en sombras por las poblaciones, fueran capaces de salir y arriesgar sus vidas. Más me costó aún entender, cuando me enteré que en realidad era Charles el que más se arriesgaba y el que más salía.
Difícil era entender por qué mientras los padres de mis amigos se quedaban en casa junto a sus esposas e hijos, cuidándolos, protegiéndolos, el mío tenía que salir a la calle quedando nosotros asustados por su ausencia. Afuera de verdad era peligroso; los uniformes habían olvidado a sus hermanos, a sus hermanos de sangre, ya no los reconocían. La violencia de esos años fue despiadada y mercenaria, y no respetó vidas ni libertades.
Recuerdo a Maribel discutiendo la estupidez de Charles al arriesgarse tanto por nada, puesto que a veces con Sol y Lluvia ni siquiera conseguía plata para la comida. Ella apoyaba más el trabajo de los hermanos en el taller de serigrafía que tenían en la casa, prefería que trabajara en eso a que anduvieran haciendo música y cantando, “hueviando y arriesgándose por nada”, decía ella. Para peor, Maribel apoya al régimen y defiende al general, lo alaba como libertador de Chile, lo que -entenderás- ponía a Charles en la hermosa condición de “amar a su enemiga”.
Cuando a Charles le iba mal –porque a veces, a demás de no conseguir plata, la tocata terminaba con allanamiento de los pacos, por los toques de queda y esas cosas- ella lo hueviaba al llegar a casa. Para ella lo importante siempre fue nuestra alimentación y nuestra salud, por eso le importaba mucho que Charles llegara siempre con dinero. Para ella lo ideal hubiera sido que él fuera un hombre normal y hubiera tenido un trabajado estable, con horario fijo y sueldo mensual, algo seguro; “no andar por ahí perdiendo el tiempo con su hermano buscando que los mataran”, decía.
Maribel velaba por nuestra integridad, nos protegía y sabía que cantando no nos podrían dar las comodidades que ella esperaba para nosotros, se preocupaba de que tuviéramos siempre algo para comer y también de nuestras ropas. Ella exigía respuesta a las necesidades inmediatas de la vida diaria, él respondía a nuestras necesidades de herencia cultural y humana. Cada uno con su propia manera de expresar las necesidades. Cada uno complemento esencial en nuestro desarrollo.
Para Charles esta postura de su esposa significó gran pesar, ya haberse venido de Argentina los había distanciado. Para Maribel, muchas cosas que hacía su esposo le dolían, sin embargo había logrado aceptarlo a pesar de las grandes diferencias que los separaban. Para nosotros, hijas e hijo, aquella abismal diferencia fue perturbadora, ya grandes vinimos a entenderlos y aceptarlos, incluso agradecerles que nos mostraran ambas caras de la moneda.
Recuerdo una vez que en la radio dieron la noticia de que el Pedagógico se hallaba tomado por los alumnos, y que había fuertes enfrentamientos en el sector de las avenidas Macul y Grecia. Al oír la noticia Charles agarra su bombo y Amaro su guitarra, y parten para allá. Nos contó que al llegar estaba todo cercado. Se veían los encapuchados enfrentándose a los pacos, había barricadas y un fuerte olor a lacrimógenas. Rodearon la universidad buscando cómo entrar, y decidieron meterse saltando el muro por una calle chica que daba con la parte de atrás del Peda. Ya dentro y con la fuerza de su canto, ayudaron a los estudiantes a no perder la esperanza. Cuando llegaron, todos los estudiantes estaban entristecidos porque la toma estaba por fracasar, y muchos estaban decidiendo deponerla; pero los vieron aparecer por el muro y todos se alegraron.
Al parecer, los pacos desde fuera escucharon los cantos y los gritos del interior, porque –como era de esperarse- se metieron a la fuerza y quedó la escoba. Sol y Lluvia estaba tocando cuando se vieron aparecer los pacos por todos lados, dando palos y patadas. Por suerte lograron arrancar en el momento justo y salir saltando el muro por donde habían entrado.
Charles dice que de verdad con su hermano se jugaron la vida por algo que a simple vista parecía una locura, pero sabían que no lo era. Algo los impulsaba, los tiraba desde sus finas hebras vitales a seguir cantando. Llegaban a un lugar y la gente se paseaba nerviosa, escudriñando por las ventanas, todos en silencio hasta que irrumpían las canciones y ya nada detenía a los hermanos. Por eso la presión del régimen fue grande para tratar de callarlos.
-Una vez estábamos tocando en un centro comunitario, era uno de esos típicos salones con techo de dos aguas que tienen ventanas largas por los costados. Era una población... en El Cortijo, parece, si mal no recuerdo –dice Charles, mientras cierra los ojos y asiente con la cabeza-. De pronto se escuchan dos golpes fuertes, como en el techo, como piedrazos grandes, y se ve caer una lluvia de fuego por las ventanas.
Charles saca un cigarro y lo prende, desde que se separó de sus hermanos ha estado más ansioso. Sabe que recordar esos años lo transporta a sus emociones, y es cauteloso.
“Amaro había llevado a Harlito -su hijo-, aun cuando le dije que esa tocata era muy peligrosa. La gente comenzó a correr para todos lados cuando vio caer el fuego, todos imaginamos un gran incendio. Amaro también había perdido el control y lo sujete fuerte... ¡Quedémonos aquí en el escenario, nosotros somos del escenario y aquí estamos protegidos! pero él estaba asustado por Harlito que había desaparecido entre la gente, aun así yo le insistía en que estuviera tranquilo, que el niño estaba bien”.
Charles cuenta que el lugar quedó desierto en pocos segundos, toda la gente corrió y afuera estaban esperando muchos uniformados y civiles para agarrar a los que salieran. Tenían todas las licencias para hacerlo, controlaban todo, y lo que pasara nunca se sabría.
-La mayoría de los que estaban ese día terminaron relegados en lugares inhóspitos o desaparecidos -comenta Charles, con pesar.
“Deben haber imaginado que no quedó nadie adentro porque no entraron a revisar, quedamos los dos abrazados sobre el escenario. Cuando reaccionamos y buscamos a Harlito, lo encontramos en la cocina, una señora grande y gorda que tampoco había corrido lo había metido bajo sus faldas y había aguardado. Harlito estaba bien.”
Era difícil aceptar que salieran de la casa cuando se suponía que debían esconderse. Que se jugaran la vida aún cuando todos les decían que era una locura. Como el mismo Jonny, hermano menor de Amaro y Charles, que por su propio temor les escondía los instrumentos o los retrasaba para que no salieran. A mí me costo muchos años y muchos miedos entender por qué salían, y observando he enfrentado verdades que no han dejado de sorprenderme, alegrarme, transportarme o remecerme.
Charles arriesgaba su vida por darnos vida, su integridad por nuestra propia integridad, porque llegáramos a crecer libres, como fértil simiente de sus esperanzas, en un país libre sin torturas ni masacres, una tierra verde y noble donde la humanidad florezca naturalmente. Ese es su anhelo, ese su intento. Y sé que aunque sobre su corazón pesen los temores de generaciones, su pecho seguirá siendo como el de un ciprés que se enfrenta a la escarpada pendiente en su búsqueda del cielo.
El Sol y Lluvia de esos años representa para mí una fuente inagotable de sabios consejos, el rito ancestral que convoca al espíritu indómito de mi gran familia. Esa gran familia que el terror estaba dispersando, y a la que pretendían transformar a fuerza de imagen en una copia feliz de EE.UU. (el edén, creen algunos). Esos locos hermanos proponían una alternativa humana, sensata, cuando la mano más dura se dejaba caer sobre las espaldas del Pueblo indefenso. Su palabra y sentimiento fueron para mí, como para muchos otros -esa gran familia-, la luz que brilló en las oscuras noches de la dictadura.

El público que asistió a los recitales de Sol y Lluvia entre 1978 y el 2000, lograba una catarsis colectiva que se desataba al momento en que los hermanos subían al escenario y comenzaban a tocar, algo que nunca más he presenciado en ningún otro recital de ningún otro grupo, nacional o extranjero. Nunca más he vuelto a sentir la euforia y la energía de recitales de Sol y Lluvia, en que estaban Amaro y Charles sobre el escenario. Y creo que en eso, muchos deben coincidir conmigo.
Durante mi infancia y principios de mi adolescencia, cada vez que alguien me hablaba eufórico de lo que mi papá hacía yo sonreía con gesto de aprobación y alegría, mucho era el fervor de quienes reconocían y agradecían su trabajo; esa sonrisa que daba en respuesta a esas personas era, más bien, como una máscara, que me permitía ocultar mi ignorancia y mi incredulidad. Yo disfrutaba de los viajes, de las cosas nuevas y hasta fabulosas que vivía junto a ellos, sin saber ni sospechar en qué andaba metido. Hasta ese entonces, yo estaba metido en medio del mundo, viviendo inconsciente mis horas e ignorando absolutamente todo lo relacionado con el espíritu.
Si bien Charles me hablaba de su sentimiento de reconocer además de una divinidad masculina, a una femenina, mi postura era siempre la misma, me negaba a creer en todas esas historias acerca del espíritu. Sabía que la única manera en que podría haber creído era si las hubiera visto y comprobado con mis propios ojos. De alguna manera, y por debajo de mi conciencia cotidiana, todo lo que Charles me habló desde que se acercaba al vientre de Maribel, hasta lo que conversábamos ya grande, permanecía gravitando en mi mente como si fuera parte de un sueño posible y verdadero. No creía en nada, pero manejaba cierta información sobre una espiritualidad que aun ni me proponía indagar.

Al entrar en la adolescencia comencé a notar, en gran parte gracias a nuestras conversaciones con Charles, que el modo de vida o el sistema vivencial que me había propuesto la sociedad a través de su estructura era hueco, sin contenido ni corazón. La televisión y sus modas, uno de sus mayores pilares de captación de conciencias, presentes en casi todos los círculos en que me movía, desde el colegio hasta los amigos de mi barrio, sólo traían competitividad y lejanía. Entre mis amigos todos se esforzaban por tener aunque fuera tan sólo un objeto, juguete o artefacto único y casi imposible de conseguir; como si la exclusividad de poseer algo “fuera de lo común” le transfiriera a uno cualidades especiales. Yo -por mi parte- era hijo de un Sol y Lluvia, y eso de algún modo me hacía “especial”. Bastaba que fuéramos a algún lugar con mis amigos donde había gente nueva y ellos me tiraban al choque y orgullosos decían: “él es hijo de un Sol y Lluvia”, y me abrazaban y hacían notar que ellos eran mis amigos, y ahí quedaba yo, como centro de la atención y rodeado de gente que me miraba con asombro e incredulidad, ya que siempre me preguntaban si era cierto, si acaso les podía regalar entradas y me hablaban miles de cosas. Muchas veces reté a mis amigos y les pedí que no lo hicieran, que me dieran a mí la oportunidad de ser “yo mismo ante la gente”, antes de que me pusieran la “chapa” de hijo de...
Para mí era común que donde estuviera en algún momento se hablara de Sol y Lluvia. Una vez, por ejemplo, anécdota algo extraña, estaba yo con un amigo y dos amigas de noche en el puente sobre el río Claro que surte las Siete Tazas, a la altura de Parque Inglés, y se nos acercan tres muchachos de nuestra edad y entablamos diálogo. Conversando salió a tema Sol y Lluvia, y uno de ellos nos preguntó si conocíamos al baterista –percusionista, pensé yo-, al Charles, y casi al unísono nosotros le dijimos que sí, mirándonos con risa cómplice. ¡Es mi papá!, dijo él todo orgulloso, y sus amigos entre risas dijeron que sí, que él era “hijo de uno de los locos de Sol y Lluvia”; con mi amigo y mis amigas cruzamos las miradas y sonreímos en silencio, sorprendidos ante la inesperada “salida”. Ya algo nervioso le pregunté si vivía con él, como para confirmar lo que decía, porque a esa altura me había asustado con la idea de tener un hermano desconocido, y él aseguró que sí y que iba a todos los recitales. ¡Que buena, hermano! le dije en tono irónico al descubrir su patraña y lo abracé jugando, mi amigo y mis amigas también nos abrazaron y los amigos de él, todos juntos saltamos sobre el puente en un abrazo encolerizado gritando ¡Sol... y... Lluvia... Sol... y... Lluvia...! después nos despedimos y ellos se fueron convencidos de que les habíamos creído que era verdad lo que decían, y más aún, se deben haber ido orgullosos porque con aquella patraña lograron tomarse casi todo el vino que traía mi amigo.

Poco a poco, al ir creciendo, fui mezclándome más entre la gente y conocí nuevos aspectos de mi libertad. Sin querer, o sin oír, me acoplé a sus vicios. Tuvieron que ocurrir muchas cosas para que yo pudiera comprender que no sólo las drogas eran vicios fatales: el desenfreno sexual, la pornografía, la mentira, los ideales, la religión institucionalizada, etc.. Muchos carretes necesité vivir para entender que mi cuerpo se estaba desgastando. Muchas personas tuve que conocer para entender que las conciencias se estaban desgastando. El consumo desmedido de alcohol y marihuana, sumado a otras cuantas tonteras que tercié por ahí, como pastillas o cápsulas, habían causado estragos en mi organismo, mi vida se iba ante mis ojos en un carrusel de sucesos que muchas veces sobrepasaron mi propio entendimiento y aprobación.
De un momento a otro, mi vida se había tornado oscura y distinta a como había sido cuando niño, ahora hacía cosas que atentaban contra mi propia salud e integridad. Si bien tenía muchos amigos y amigas, estaba involucrado con grupos de personas de las que sabía muy poco y me asusté. Sin saber en lo que me metía me dedicaba a ir de fiesta en fiesta, haciendo lo que veía, tomando lo que se tomaba, fumando lo que se fumaba. “Atinaba” con cualquier muchacha que se interesara en mí, cuatro en la misma fiesta, hasta cinco. Carreteando me amanecía y no me importaba el cansancio, o que el sueño me llegara, me tomaba una o dos de esas pastillas o cápsulas que se consiguen con alguien que tenga “movidas” en laboratorios, o con amigos dedicados a carretear; esos químicos (destronados por la cocaína, que es más fácil de conseguir) concebidos para causar estragos en la percepción y aumentar la resistencia al cansancio y la fatiga, ayudaban a que no me fuera a descansar cuando mi cuerpo me lo pedía.
La vida pasaba frente a mis manos y yo ni siquiera estaba lúcido para aferrarme a ella. No faltó mucho para que me diera cuenta de que ese ritmo me estaba destrozando. No tenía más de diecisiete años y el desgaste de mi cuerpo me asustaba. Noté que mis relaciones más cercanas también se estaban cansando y desgastando. Fue entonces cuando mágicamente relacioné el trabajo de Charles con la vida y el mensaje de otro hombre, y pude, al fin, encontrar concordancia en lo que él anhelaba, en qué lo motivaba a crear.
Ya un hombre, antes que Charles y que muchos otros, había entregado un mensaje que daba luz en la oscuridad, y para muchos también había sido casi imposible comprenderlo. Cuando conocí a Cristo descubrí que su existencia estaba rodeada de mucho más que simple mitología. Fue junto a Él que la vida cobró significado para mí, y poco a poco me acerqué al mensaje que entregó. Observé su manera de conducirse mientras vivió en nuestro mundo y, con preciso interés, enfoqué mi atención en sus palabras y sus hechos. Comprendí que todo lo que Charles me había hablado era posible, que era aún más posible de lo que creía. Se me hacía sumamente difícil aún vivenciar en mí mismo su sentir, pero ya tenía una dirección clara a seguir y un mensaje que escuchar.
Sabía que en el fondo de mi ser siempre había querido que lo que Charles me transmitía fuese cierto, siempre queriendo que ese mundo de amor y paz fuese posible, alcanzable. No tardé mucho en descubrir que mi vital deseo de ver lo positivo materializado ya era una realidad hace bastante tiempo, con Cristo. Mi necesidad interior se había sumado a la necesidad interior de cada persona que, desde el comienzo de los tiempos, soñó con el momento en que todo lo bueno y verdadero se hiciera presente para mostrarnos el camino a la realidad. Ese es el anhelo de toda la humanidad, me dije, por eso Cristo es el Hijo del Hombre y la Mujer.
Al sentir eso dejé de ver a Charles como ajeno a mí, pude acercarme por primera vez a sus temores, a sus amores y sus pesares. Comenzamos a compartirnos como amigos en eternas horas de palabras sabias e irreemplazables, y mi vida cambió abruptamente con nuestra conversación. Al descubrir a Sol y Lluvia como el portavoz real del Cristo olvidado por la Iglesia, entendí que su trabajo era sublime y muy necesario, mucho más de lo que bastante gente llegó a soñar.

Antes de comprender su verdadera sustancia y su capacidad comunicacional, Sol y Lluvia había sido para mí el grupo en el que tocaba mi papá, esa era su pega si me preguntaba algún amigo. Muchas veces –y cada vez que Amaro lo llevaba- me dedicaba a jugar con mi primo, Cristóbal, donde pudiéramos inventábamos una cancha y jugábamos a chutear cualquier cosa que hiciera de pelota: una lata, una cajita, un envase, lo que fuera. Yo soy un poco más grande de edad y porte, y él me seguía; y más de una vez me llevé un gran reto por meternos en problemas. Recuerdos muy lindos tengo corriendo juntos entre los asientos de un teatro, pasando escondidos bajo los tablones del escenario, compartiendo como hermanos. Nos divertíamos diciendo que de los dos, su papá era el sol y mi papá era la lluvia, pero fuera de eso no entendíamos mucho lo que verdaderamente hacían.  Sin embargo, al ver la relación entre Cristo y Sol y Lluvia, todo en mí cambió. La música ya no era para mí sólo música, cobraba vida. Por primera vez asumía o conocía, descubría a Sol y Lluvia.
Yo mismo iba creciendo, y mi absoluta ignorancia disminuía a medida que abría mis ojos a posibilidades, hasta entonces, desconocidas. Llegó un punto en que asumí que sólo dependía de mí mismo si lograba resolver bien mis problemas, y comencé a verme a los ojos más claramente. Lo complicado era que a medida que despertaba a saberme vivo, despertaba también a saber que todos estaban vivos, que todos queríamos y soñábamos, cada cual con su propio soñar, cada uno imaginando su propio mundo, su propio e idealizado mundo. Todos tratando de decir lo que teníamos dentro, todos tratando de contar a alguien sus sentimientos. Pero pocos se interesaban en lo de uno. Pocos se detenían y te prestaban un momento de su atención: eran justamente las amigas y los amigos con los únicos que contabas. El resto de la gente, preocupada de sí misma y de su mundo, ni te miraba. Los amigos y las amigas estaban ahí cerca y contabas con ellos. Me dediqué a buscarles en todas partes, a conocerles en las esquinas, en calles, en recitales. ¡Los únicos que saben para qué es la vida, son los que buscan y tienen amigos! -pensé.
Compartiendo con la gente y conversando aparecían propuestas, anécdotas, aventuras de unos y otros parecidas entre sí, que se descubrían, que me demostraban que sentíamos casi todos lo mismo y, aunque no estaba tan sólo con mis sentimientos, en el fondo estaba solo. Charles me enseñó que como persona que soy, nacido de la unión de dos energías, masculino y femenina, y al tener mi propia visión del mundo y mis propias relaciones, al ser un individuo en el ambiente, mi ser siempre iba a estar solo. Pero que no me asustara, que ese estar solo no era negativo.
-Por eso es importante que te conozcas, que sepas cuáles son tus verdaderas posibilidades, para que seas tu mejor amigo. Si logras relacionarte bien contigo, si entiendes que hay muchas cosas que has vivido y que estás viviendo, que han hecho que seas como eres, estarás tranquilo y diluyéndolas en tu comprensión, no te incomodará estar solo porque sabrás dónde realmente estás.
“No te aburrirás más. Porque si te aburres al estar solo –dijo Charles, en tono serio-, es porque no has llegado a ser tu propio amigo. Cuando uno quiere a un amigo por su calidad humana, no se aburre al estar con él. Pueden estar meses, años juntos, en una isla desierta y no dejan de conversar, de reír. Pero si no tienen buena relación se disgustarán pronto.”
Me explicó que por mucho que lo tuviera a él, o a mi familia y amigos, en mi interior siempre estaría solo, porque así funciona la espiral de la vida. Eso es lo que define al ser, lo que le da su carácter de individuo; y como ese ser está inmerso en su contexto, no está solo. Esa es la paradoja, resolverla es la libertad.
Por eso es un “estar solo” aparente, me explicó Charles, porque al mirar con detención en el desierto de mi corazón -insistió-, aún si estuviera en el crepúsculo de mi vida, vería la luz sublime de la creación alumbrando sobre mí.
“El amor de Padre y Madre está en nosotros siempre, cristalino, inamovible, presente, aún en el momento en que más solos estemos”, aseguró.
Me dijo que dependía de mí si estaba solo o en soledad, y este punto lo recalcó bastante: estar solo era asumir la naturaleza lumínica del ser y actuar con conciencia, y la soledad era estar solo en el corazón. En el primer caso no necesitas llenar con nada el vacío, porque sabes que tal vacío no está vacío; en el segundo caso, es probable que hagas hasta lo imposible por llenar el supuesto vacío, que derrames tu vida en eso... y nunca podrás, porque no existe tal vacío.

Charles siempre supo lo que yo hacía y en lo que me metía cuando carreteaba, como si él mismo lo hubiera vivido junto a mí, y prefería mil veces que yo anduviera con él a que anduviera por ahí, en la calle, exponiéndome a caer preso o en grupos de gente que no sabrían explicarme lo que vivía. En ese sentido, Charles me orientaba acerca de las “tonteras” o drogas que uno podía terciar en la calle o con los amigos, y me instaba a cuestionar lo que iba viviendo, a que yo mismo construyera mi futuro. Por eso considero que un elemento externo a nosotros que nos ayudó sutilmente en nuestra relación, apurando nuestro mutuo entendimiento, fue el haber fumado marihuana juntos. El fumar es la ofrenda en ese ritual constante de nuestra conversación, la ofrenda de fuego que lleva en el humo nuestras palabras. ¿Has fumado marihuana con tu hijo o tu hija, o con tu papá o tu mamá, así como has compartido una copa de vino en la mesa?
Entonces, se me hizo muy importante comprender el sentido del mensaje de Cristo, cuando dice con relación a las cosas que uno puede consumir que “no es lo que entra lo que contamina”.
-Harley decía, pero no sé si por modestia de no reconocer que a él se le había ocurrido –comenta Charles en tono serio, recordando a su hermano mayor-, que una vez había oído a un viejito comentar que la diferencia entre un tonto que toma vino y un sabio que toma vino, es que el tonto es un tonto curado, y el sabio es un sabio curado. Uno ante todo siempre va a ser lo que dicta su naturaleza, eso no se puede cambiar tomando vino, fumando un pito ni lo que sea.
No es lo que entra lo que contamina, porque lo que entra no puede dañar lo que somos si no es por nuestro propio consentimiento; es lo que sale lo que contamina, pues sale de nuestro corazón y nuestras intenciones, verdaderos ejes de lo que somos. Por eso hay que poner atención en qué fallamos, en qué de lo que somos y lo que hacemos perjudica o perjudicará, de alguna manera, a nuestro futuro y nuestra descendencia. Lo que hace más daño a la convivencia es que uno contamine con lo que sale de sí, con sus actitudes y sus dichos, y no es necesario ser drogadicto o alcohólico para cometer esos errores y esos excesos.
Pero tampoco se trata de que al decir que no depende de qué se consume sino de quién lo consume, quiera yo hacer una apología de la marihuana, ni de otras plantas o drogas que alteran o acentúan en menor o mayor medida la percepción y la conciencia. No desconozcamos los problemas que causan a la salud de las personas y su entorno aquellas drogas si lo que producen, en el fondo, son muchos tontos volados y puro vicio; pero tampoco hay que desconocer que muchas son catalizadoras de la percepción, y que en eso pueden ayudar a algunos a encontrar respuestas a sus inquietudes más elementales, que en su lucidez no vislumbran ni vislumbrarán. Tampoco hay que desconocer que muchas son solución médica hace siglos, y fueron aplicadas y usadas por grandes sabios, magos y chamanes desde los albores de la humanidad.
Lo importante es ver qué obras salen de las personas y basándose en ello actuar o interpretar su aproximación al mundo de las drogas; y no hablo de reprimir, alabar, reinsertar o suprimir, hablo de amar, de entregar compañía y presencia verdadera. Porque si en un principio como educadores no supimos entregar las herramientas culturales y emocionales más necesarias para que las nuevas generaciones se autoconocieran y se autocomprendieran, tenemos la responsabilidad de darles la oportunidad de que ellos mismos busquen las respuestas a sus más vitales inquietudes, sus más elementales y necesarias preguntas. Y en eso, quiéranlo o no los más conservadores y moralistas, las plantas psicotrópicas abren puertas en la mente que permiten acercarse al misterio que es uno mismo.
En ese sentido Charles nunca me prohibió ningún tipo de sustancia que llegara a mis manos, por el contrario, siempre trató de orientarme con respecto a ellas y a sus efectos inmediatos y secundarios. Maribel en cambio, me hubiera castigado severamente si se hubiese enterado de mi proximidad a aquellas sustancias.

Fue por esos años que comencé a prestar atención a lo que cantaba Sol y Lluvia; debo haber tenido dieciséis o diecisiete años. Cuando iba a un recital me ponía en cualquier lugar entre el público y escuchaba. Prestaba atención a cada estrofa, a cada frase del canto, a cada palabra, a cada acento en la música que resaltaba una idea, a cada cambio en el ritmo que proponía conciencia. Escuchaba atento y cuando podía le preguntaba a Charles el porqué de las letras, el porqué de su canto. Sus mensajes no son como otros que “pegan” por unos días en la radio, y luego de cantarlos hasta en el baño se olvidan para siempre. Sol y Lluvia con Amaro y Charles vibrando juntos son una voz poderosa, los suyos son mensajes dirigidos al alma. En una de sus nuevas canciones, Charles parece completar dicha idea:

“Si fueron sinceras tus palabras no se olvidan
porque quedarán prendidas en el alma misma
por siempre... por siempre”
(Cómo se nos va la noche)

Comprendí que la labor de Sol y Lluvia era más sublime de lo que habría imaginado. No era sólo un grupo musical como cualquier otro que se sube a un escenario; ellos decían cosas consistentes, reales, duraderas, que ayudan a crecer. Me di cuenta que no sólo hacían música con contenido, eran uno de los pocos –sino los únicos- que lo hacían. Reparé en que era afortunado por la oportunidad que tenía de aprender directamente de él; y al poco tiempo comprendí que no era sólo una gran oportunidad sino, además, una gran responsabilidad. Dejé de tomar copete y de carretear tanto, y me dediqué a estudiar, pues descubrí que ir al colegio no tenía por qué verlo como una obligación, podía asumirlo como una oportunidad de conocer y relacionarme con gente, de aprender de la matemática, de la historia, de la biología, ya que -de todos modos- varios años estaría atrapado en eso. Gustoso me levantaba cada día para encontrarme con mis compañeros y mis compañeras de colegio, me hice amigo de los profesores y compartí nuevas experiencias, incluso -aunque no lo creas- subí mis notas considerablemente hasta los niveles más altos, premiaron mi esfuerzo en el colegio y en mi casa.
El no carretear y por consiguiente, el no consumir alcohol ni otras tonteras, trajo consigo un despertar de mis sentidos: a las pocas semanas de no beber ni una sola gota de alcohol, ni de cerveza, captaba mejor y más nítidos los colores del mundo, sus ruiditos, sus olores y sabores. Brotó en mí una alegría enorme de estar vivo y comencé a trabajar por los que me rodeaban, en mi barrio y en mi colegio, organizaba actividades y crecía. Comencé a aprovechar cada instante para observar la vida: cada brote de naturaleza, cada pájaro en el cielo, cada niña y niño jugando en las plazas, cada señora pidiendo en las escaleras del metro.
Sólo la marihuana siguió junto a mí, y reconozco que por momentos hubiera preferido evitarla, dejar de fumar, pero también reconozco que me ha permitido no impacientarme ni estresarme, sobre todo, reconozco que no es una droga dura que arrebate mi conciencia de mis manos, o que me imposibilite hacer o cumplir mis responsabilidades. De hecho, si dejé de tomar copete en los términos en que lo hacía, fue porque cada vez que me emborrachaba quedaba demasiado expuesto a cualquier tipo de daño físico o accidentes. Cosa que nunca me ha ocurrido con la marihuana. Cuando tomaba copete sólo tenía unas horas para sentirme bien, que eran las horas que contaban desde que se me pasaba la caña del día anterior hasta que salía y me encontraba con alguien y comprábamos una chela o algo más fuerte.
Al dedicarme a organizar a la gente para que brotasen las oportunidades descubrí que faltaban los que quisieran –al menos, desinteresadamente- dar su tiempo y esfuerzo en favor de los demás. Casi todos llegaban al punto en que si la actividad no los favorecía directamente, preferían retirarse: algunos eran silenciosos y moderados, abandonaban sin que se fuera notando, cansándose poco a poco, dejando de aparecer pero pareciendo. No faltaba el que se iba con las cosas, que desaparecía con algo bajo el brazo, rescatando lo que sentía haberse ganado –creo yo- por el esfuerzo invertido. Otros que al irse se iban en mala, que se iban pelando, que no aguantaban que no quisieras transar tus principios cuando frente a ti estaba una oportunidad grande de sacar partido; que no entendían para qué tantos principios y moral si lo que se podría ganar era tres veces más deseable, me decían que no fuera tonto, que la vida era una y había que aprovecharla. Que la vida era una y había que aprovecharla ¡Que había que aprovecharla! ¡Aprovechar la vida, ¿yo?!
¿Pero cómo podría aprovecharme de la vida si ni siquiera sabía qué era la vida? Recién creía entender por qué no estaba solo en este mundo, que había nacido de mi mamá y mi papá, de la unión de sus semillas; que crecí en su seno y construí mi mundo en su trato, en su forma de quererme; que el resto de la gente, de los hombres y mujeres, de los niños y niñas, de los ancianos y ancianas, compartían conmigo y con todos agonías parecidas, alegrías semejantes, todos nacidos de un padre y una madre; que lo que hasta entonces había aprendido y comprendido podía enseñarlo, de diversas formas, pero enseñarlo; que se podía construir el mundo con nuestras manos y mi papá y mi mamá me lo demostraban a diario. La vida era –y aún es- desconocida y misteriosa, mágica y hermosa, ¿cómo podría, entonces, sacar partido de ella? ¿cómo aprovecharme de la vida?
¡Trabajar por los que tratan de aprovecharla, es agotador!, si no me crees, pregúntale a Charles, tal vez te cuente por qué se llevó a Sol y Lluvia de las oficinas de sus hermanos.

Charles me demostró que sí se pueden ensanchar las fronteras del espíritu cuando es este mismo el que a uno lo guía, discrepando –con todo respeto- de lo que decía Gabriela Mistral: “Ni el escritor ni el artista ni el sabio ni el estudiante, puede cumplir su misión en ensanchar la frontera del espíritu, si sobre ellos pesa la amenaza de las fuerzas armadas, del Estado gendarme que pretende dirigirlos”.
Charles me ha demostrado que la fe puede mucho más que las armas, que los ideales, que las desesperanzas y que los temores. Y aquí llegamos al tema central de este libro: La fe en la capacidad de entregar luz y libertad a pesar de la dictadura y su maquinaria de destrucción, es lo que propulsó y protegió el camino de Sol y Lluvia.
“Sólo sintiendo lo imposible, lo posible podremos alcanzar”, dice una enseñanza de J. Krishnamurti; Amaro la introdujo en el tema “Desde la prisión”, pues lo imposible tiene la capacidad de infundir en uno una fuerza tremenda para afectar lo posible, como querer libertad y esperanza en plena dictadura.

Sé bien que cuando se menciona a Cristo uno tiende a retroceder, a alejarse o cambiar de canal, es una reacción de autoprotección, un reflejo que tiene la exclusiva urgencia de salvarnos la vida. Y cómo no, si durante siglos se menciona y utiliza su nombre para asesinar, invadir y destruir. Sé bien que la Iglesia Católica y la cultura judeocristiana nos transmitieron desde hace siglos una apreciación equívoca sobre la Palabra de Cristo, que en su nombre se cometieron los más horrendos crímenes de la historia, y que finalmente el Nuevo Testamento que aparece en la actual Biblia ha sido manoseado y tergiversado. Sin embargo, he encontrado ese mensaje milenario y muy presente en la palabra de muchos hombres y mujeres, ya que Cristo no es un ser mitológico que va y viene a través de la historia, es un estado de la conciencia, de su capacidad de percibir el mundo y el cosmos a la vez. Cristo se le llama a la capacidad y la posibilidad que tenemos todos los hombres y mujeres de alcanzar plena conciencia de qué somos, de dónde venimos y a dónde vamos.
Cualquiera que se formula o logra responder esas preguntas elementales, es cristiano, cristalino. Olviden la concepción que pretende imponer eternamente la Iglesia Católica de un Cristo clavado en la cruz, al que se puede acceder sólo a través del papa o de terceros, los santos. Es cierto que igual existe oficialmente un Cristo histórico, que nació en Belén y se llamó Jesús, que entregó grandes conocimientos sobre el cómo y el porqué de los acontecimientos de la naturaleza. Sin embargo, cualquiera de nosotros puede acceder a aquellos conocimientos si canaliza bien su energía y si su espíritu y su conciencia logran equilibrio en su pecho y su mirada. Cristo –insisto- es conciencia en acción.

Sol y Lluvia es, desde mi punto de vista, la manera en que el Padre y el Espíritu Santo (la Madre), nos concedieron su Mensaje, permitiendo que este se perpetúe en la memoria colectiva de nuestro Pueblo. Eso le dio fuerza al sublime significado en la metáfora de su nombre “SOL Y LLUVIA”, que fue la invocación solemne y necesaria que sellaba el nexo entre lo humano y lo divino, además de esconder, por algún tiempo, la verdadera génesis y trascendencia de su energía.
El corazón de todas y todos los que escucharon y abrazaron la fuerza de Sol y Lluvia fue puesto en sus manos, y ellos, en un rito fraterno frente al pueblo, ofrecían el suyo propio a su Padre y a su Madre (Dios y Espíritu Santo; Ranguiñwenu Chau “Padre Celestial” y Ranguiñwenu Ñuke “Madre Celestial”, en voz mapuche), para caminar junto a Cristo durante la dictadura de Pinochet, intentando enmendar todo el dolor que el régimen militar causó.


La música como herramienta

Amaro destacaba desde chico por su manejo del lenguaje, y eso ayudó mucho a que el sentir de Sol y Lluvia fuera expresado en su más sublime esencia, con una calidad poética única, digna de un chileno-mapuche que intenta expresarse, que busca sacar fuera lo que tiene dentro, sacarlo para todos y todas, para que todos se nutran de la calidad de ese sentir. Charles reconoció siempre esa capacidad de Amaro de expresar fielmente lo que él también sentía.
-En los primeros años de Sol y Lluvia, por ejemplo, yo no necesitaba decir nada, Amaro expresaba todo súper bien, salvo quizá ocasiones especiales, en que hablaba al público en forma genérica. Porque él no había logrado asumir el sentir a hombre y mujer con diferencias fundamentales, divinas, respetables. Generalizaba... hablaba sólo de los hombres y yo defendía la presencia de las mujeres, y trataba de reconciliar a los géneros en cada oportunidad.
-¿Por eso siempre que él decía “los hermanos”, tú decías: ...y las hermanas; o cuando nombraba a “los trabajadores” tú nombrabas a las trabajadoras? -le pregunté a Charles, al recordar esas ocasiones.
-Sí, porque buscaba reconciliar a los géneros, que hombre y mujer dejaran de sentirse iguales, con una igualdad que los generaliza, que los complica -explicó-. Por que no son iguales: el hombre fue hecho imagen y semejanza del Padre, y la mujer imagen y semejanza de la Madre, esa dualidad está presente en todo orden de cosas.
“Y esa convicción, esa fuerza con que siento a Padre y Madre, me lleva a decir que no somos iguales, y que es el tratar de ser iguales lo que tiene al mundo como está. Pero sabía que no era momento de expresar ese sentir, mucho más profundo, que proponía una nueva revolución, una reconciliación de los géneros. Por eso trataba de reivindicar a la mujer en su singularidad cada vez que podía, cada vez que Amaro la dejaba fuera.
 “Lo que siempre hice -concluyó Charles- fue detener al pueblo cuando se ponían a cantar a ver, a ver, quién lleva la batuta, el pueblo armado, o el hijo de puta!!. Los paraba en seco; por los micrófonos les decía que no quería ver a mi pueblo armado, pero sí amando, que lo que proponíamos era hacer una revolución pacífica y no armada. O si se ponían a pelear, lo mismo, detenía la tocata y los llamaba a la paz y el amor. Siempre tuve ese diálogo con la gente”.

En el comienzo la participación de Jonny en esa invocación musical fue casi nula, incluso podría decirse que boicoteaba a los hermanos para cesar su canto. Además, su postura existencial, su sino mismo difería abiertamente con la de sus hermanos en varios aspectos. Y cuando Amaro y Charles llevaban al extremo su sentir profundo, Jonny se mantenía al margen, se escondía. Se oponía desde el principio a lo que estaban haciendo. Cuando tocaban en el taller en plena dictadura les pedía que dejaran de hacerlo, que podían llegar a allanar en cualquier momento, que no se arriesgaran, que lo que hacían ya era suficiente, refiriéndose al trabajo serigráfico. Algunos amigos se sumaban al dúo, pero Jonny se mantenía al margen, incluso un poco más allá. No se arriesgaba, según él... no estaba loco, comenta Charles.
Y era cierto. Los otros dos hermanos Labra de verdad estaban locos. Pero era una locura sana, sólo negativa ante los ojos de la familia y algunas personas, que creían que alzar la voz en esos tiempos era lo más insensato que se podía hacer. Era casi como cantar sobre sus propias tumbas. Les pedían que cantaran otras cosas, más livianas, menos duras. El dúo se negaba y en respuesta otra canción.

“Claro que yo puedo inventar
una canción que diga na
si dice na qué hay que sentir
si dice na qué hay que vivir

si quiere paz no hay que mentir
si quiere paz a construir

Seguro que en mi población
alguien tendrá muy mal humor
pensando que nuestra intención
es politizar esta canción“
(Que diga na, Autor: Amaro Labra)

Una locura cantar contra el régimen de Pinochet, sobre todo cantarle “Adiós General” cuando se suponía que ni siquiera se le había ocurrido soltar el poder. Obviamente era una locura, pero una locura que abrió espacios para que la gente comenzara a unirse como Pueblo, para que cantaran todos como hermanos y hermanas, juntos en una sola y gran voz popular. Sol y Lluvia es la semilla que esparció fuerza y fe entre la población, para que años más tarde, concertados en un arcoiris de banderas (sol+lluvia=arcoiris), exigieran a Pinochet entregar el gobierno.

Cómo olvidar a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), que desde el mismo mes del golpe militar comenzó a golpear puertas buscando información y ayuda para encontrar a los suyos; cómo olvidar a la Vicaría de la Solidaridad, que en manos del cardenal del pueblo fue siempre pecho abierto; cómo olvidar la resistencia que dieron las poblaciones como La Victoria, La Legua, La Bandera o la Yungay. Cuántas personas que trabajaron por devolver la libertad y la tranquilidad a los chilenos en esos años, cuántos que descubrieron que había fuerza y fe en la capacidad de organizarse y trabajar entre la gente.
Sol y Lluvia es parte vital de ese proceso, es la cima de una montaña enorme que surge del corazón de los valles, impulsado por la sangre de la tierra. Eso es Sol y Lluvia, así nació. Sin sueños materiales, ni queriendo conquistar mercados. Un dúo de hermanos: hermanos en Cristo, decían ellos mismos. Que asumen como elementos fundamentales de su mensaje y de su canto la energía del SOL, creadora, paternal, cósmica, capaz de hacer renacer las esperanzas, generar calor en los corazones y amor en las razones; junto a la capacidad purificadora de la LLUVIA, maternal, receptiva, terrena, profunda, que con su sabiduría es capaz de fecundar lo infértil, y de dar luz en la oscuridad.
Su música llevaba a todo aquel que los escuchara la posibilidad real, que Cristo ofrecía explicito en su canto, de escapar de los temores, de trascender los miedos, de abrir los brazos a la esperanza, de abrir por fin de par en par las ventanas de las casas y ver salir el Sol, mientras cae la Lluvia. Hacer eso en pleno régimen militar fue una locura, no cabe duda. Sobre todo que Sol y Lluvia trabajó siempre desde el interior mismo de Chile, donde las papas quemaban, no en exilio o en el extranjero.
Algunas veces los aparatos de represión del régimen se metieron al taller a sacar los instrumentos, dejando al grupo sin nada con que tocar y a todos asustados. Se debía comenzar de cero, comprando nuevamente o consiguiendo. Por suerte o por destino nunca tocaban los instrumentos de cuero, la percusión no significó nada en sus sucias mentes, y la dejaban ahí como si no la hubiesen visto.
En una ocasión, en los días previos a un gran recital de Sol y Lluvia, desconocidos tiraron una bomba incendiaria, una molotov, en la puerta del taller y sólo gracias a la oportuna intervención de un vecino se logró detener el avance implacable del fuego abrasador. Otras veces aparecían durante días enteros y sus noches, autos con los vidrios polarizados afuera del taller, observando, sapeando. Atemorizando.
Una vez, recuerda Charles, iba por la calle al llegar a la casa y se topó de frentón con un sujeto algo extraño, un personaje del barrio, al que poco conocía, pero que sabía perteneciente a Patria y Libertad. No había sido casualidad que se chocaran en la calle, porque el sujeto con expresa ira en su mirada sacó un revólver y apuntó a la cabeza de Charles, quien, sorprendido por la rápida maniobra, permaneció en silencio e inmóvil.
-¡Vo’, hueón desgraciao! -le gritó, amenazando a Charles.
Por la acción decidida del sujeto se entendía que era conocedor del trabajo de Charles, quizás como miembro del terrorismo de derecha debe haber sabido lo que realmente significaba su canto para el pueblo. Sostenía con mano temblorosa el revolver y moviendo levemente el brazo a un costado, separando el cañón a un lado de la cabeza de Charles, disparó. El sonido estruendoso del disparo a pocos centímetros de su oído, conmocionó su tímpano hasta casi reventarlo. Cubrió rápidamente con una mano su oreja, mientras el estruendoso sonido retumbaba aún en su interior.
Agarró la mano del sujeto con la que sostenía el arma, y con fuerza la colocó frente a su pecho.
-¡Dispara ahora poh, maricón! –gritó Charles, mientras su mirada penetrante paralizaba al sujeto, quien después de titubear un instante salió corriendo.
A mi modo de ver, no es cosa de suerte o de casualidad el que Charles y Amaro hayan sobrevivido a la dictadura y a todo lo que significa la represión de esos años, tampoco se debe a que su canto no llegara a oídos del régimen militar. Se debe más bien -siento yo- a que no cantaban cualquier cosa, lo que hacían no era canto por divertirse, era canto por hacer música en su más profundo significado. Como dijera Víctor Jara canto “porque la guitarra tiene sentido y razón”. Era verdadera Música Popular, lo que Charles llama Música Tierra. Como dijera Violeta Parra, canto a lo divino. Una búsqueda constante de verdad, de hermandad, de crecer juntos. Invocaban al Espíritu Santo, poderosa energía que materna los acompañaba, los protegía. Bienaventurados en su búsqueda de justicia, hijos de Dios en sus pacíficas labores. 
Entonces, algo inexplicable debía ocurrir en el estómago o en el pecho de los militares al enfrentar el tema “Sol y Lluvia”. Algo invisible intercedía por el par de hermanos y, a la hora de enfrentarlos, los aparatos represores no sabían cómo actuar. Charles recuerda con genuino pesar que en 1978 fueron secuestrados junto a Amaro por los agentes de la DINA.
-Estábamos pegando en las calles, en las paredes y en los postes de la luz un poema muy hermoso que había escrito Amaro, el poema no lo recuerdo... fue hace muchos años, decía algo así como... Chile triste nada debe festejar... parece que usaron una estrofa hace poco en un afiche.
“Nos subimos a una micro para alejarnos de donde ya habíamos pegado, tratando de no ser descubiertos porque estábamos en pleno estado de sitio. De pronto se suben a la micro unos pacos y nos agarran y nos bajan, quizá alertados por algún agente escondido en la micro y que nos seguía. Nos subieron a una camioneta sin ventanas que estaba estacionada al lado de la micro y nos llevaron a algún lugar. Dimos varias vueltas y pasamos por calles de tierra, porque el vehículo saltaba bastante.
“Nos pusieron unas capuchas y nos bajaron, nos llevaron por unos pasillos largos hasta una sala que no era muy grande, creo. Nos desnudaron sin quitarnos las capuchas y nos hicieron estar de rodillas, las manos atadas tras la espalda. Llegaban más personas y nos rodeaban, hombres y mujeres. Nos hacían preguntas, querían saber si pertenecíamos a algún movimiento político, si teníamos armas. Decían que habláramos, que sabían todo acerca de nosotros.
“Pusieron una grabación con llanto de niños y niñas, y nos gritaban que esos eran nuestros hijos, y que también los iban a agarrar. Nos torturaban haciéndonos creer que los dañarían a ustedes –me dice mirándome a los ojos-, y aún en las condiciones que nos tenían les exigimos que los dejaran tranquilos.
“Éramos cristianos y ese era nuestro único y gran motor. De pronto uno dijo: ...estos cristianos culiaos no dejan nunca de hueviar, mejor fusilarlos... ¡preparen las armas! gritó, y se oyó el ruido desesperante de los fusiles cuando los cargan... pero no dispararon, lo hacían para torturarnos. Cuando leyeron en voz alta el poema que andábamos pegando en las calles, se dieron cuenta que lo nuestro no era una lucha violenta ni armada, al contrario. Después nos soltaron en un sitio eriazo cerca de la casa, diciendo que si seguíamos cantando nos harían desaparecer”.
Charles guardó silencio unos segundos, mientras se acariciaba los párpados con la mano izquierda.
-Tuve unas pelotitas de nervios en los párpados durante algún tiempo, como “recuerdo” de todo el terror que vivimos –comentó tras una breve pausa-, necesité estar a oscuras en la casa algunos días para que esas pelotitas desaparecieran de mis ojos. Por un tiempo estuvimos escondidos, había vigilancia fuera de la casa y en el taller, pero lo que sentíamos no daba para estar callados, con Amaro compusimos más canciones y cantábamos en más lugares. Después de aquel secuestro cantábamos con más fuerza.
Nació en ese momento una de las canciones más profundas y con más poder y energía de todo el repertorio de Sol y Lluvia. El Espíritu Santo.

“Tengo un diablo en mi corazón
que me quiere hacer callar
es el temor, es el temor
pero mi pueblo me grita en silencio
que no deje de cantar”

(Espíritu Santo, Autor: Amaro Labra)

El temor había cundido entre la familia y los vecinos, que veían con preocupación el momento en que los milicos llegaran a allanar y a detener a los que estaban causando alboroto. Una tarde, como acostumbraban, Charles y Amaro salieron a caminar por el barrio reflexionando acerca de lo que podían hacer, de lo que podían lograr. Caminaban junto a la línea del tren que pasa por el barrio Franklin a la altura de Carmen, barrio natal. Muchas veces caminaron juntos reflexionando y conversando, encontrando soluciones. En esta ocasión, existían grandes temores.
-Amaro tenía mucho miedo -dice Charles-, más que en otras ocasiones y estaba a punto de dejarse vencer.
Charles propuso que lo que tenían que hacer era recolectar piedrecitas blancas, en lo posible planas, he imprimirles o pintarles “Pazciencia” y dibujarles un pececito. Consideraba que ese sólo concepto era capaz de devolver a la gente la esperanza que a diario se perdía. Sabía de dónde sacar las piedras, las imprimirían en serigrafía y las distribuirían entre la gente, gratis o por aporte voluntario. Amaro, por su parte, pensaba que no era una buena idea.
Vieron la casa de un amigo iluminada por una tenue luz, y recordaron que la madre de ese amigo tenía gran sabiduría, que ella podría aconsejarlos. Golpearon la puerta. Pidieron hablar con la señora, ella los recibió. Le contaron lo que sentían, la impotencia enorme de sentirse capaces pero ausentes de recursos, le hablaron de la angustia humana de saber que la gente sufría, también del temor aplastante de la muerte y la dictadura.
-Saben, muchachos -les dijo ella-, lo que deben hacer ustedes es “pedir palabra”.
Pedir palabra es un recurso antiguo, tanto como la Biblia misma, que aconseja al alma confundida. Los creyentes recurren a este medio para encontrar consuelo y apoyo cada vez que lo sienten necesario. Consiste en abrir la Biblia en cualquier página, al azar, y leer donde caiga la vista. Amaro y Charles aceptaron; ella les facilitó la Biblia. Textualmente no recuerdo las palabras de Charles al contarme, pero sí recuerdo la emoción de su voz y la sublime nostalgia de su mirada. Lo recuerdo tranquilo cuando me contó lo que la Biblia les dijo aquella tarde, cuando pidieron palabra:
“Llegado el momento, será repartida entre las gentes una piedrecilla blanca, que contendrá la verdad del nuevo tiempo”.
Quedé pasmado. ¡Era lo que iban conversando cuando decidieron pasar donde la señora!
-¡¿Pero Charles, por qué no lo hicieron?!– le pregunté cuando me contó hace ya varios años. Me urgía saber por qué no habían desarrollado la idea de las piedras, si la misma Biblia se los había confirmado.
-Porque no era el momento- contestó Charles, y guardó silencio.
-¿Cómo, por qué no era el momento?
-Porque no sentimos que lo fuera. La idea era buena, pero no era el momento de desarrollarla.
-¿Cuál es el momento, entonces?- insistí.
- ...cuando llegue lo sabremos- dijo, y volvió a guardar silencio.

Pocos meses después de aquel incidente del secuestro, los hermanos Labra, junto a otros amigos, realizaron en la parroquia Cristo Rey un Encuentro por los Derechos Humanos, que finalizaba con presentación de Sol y Lluvia. Ese día Charles estaba por salir de la casa para ir a la capilla y miró por la ventana, afuera había estacionada una patrulla policial, aguardó un rato, y al ver que la patrulla no se retiraba, salió.
-Todo el trayecto de la casa a la parroquia lo hice con la patrulla al lado mío. No me dejaron solo ni un momento, todo el tiempo me miraban y aunque no decían nada, podía leer el odio en sus miradas.
Al llegar a la parroquia Charles vio que afuera había estacionados más vehículos policiales. Cuando iba entrando salió a recibirlo Amaro, que mostraba claros signos de temor y aseguraba que debían suspender el encuentro. Uno de los argumentos era que nadie se atrevería a llegar con la represión estacionada afuera. A la entrada de la parroquia habían puesto una imagen de una gran cabeza de caballo con unos textos que decían “¿Derechos Humanos en Chile?”. El galpón de la parroquia se veía hermoso, engalanado con diferentes stands que explicaban claramente cada uno de los Derechos Humanos, ellos mismos lo habían preparado todo y habían hecho la gráfica de los stands.
Charles insistió en que debían seguir adelante, y al acercarse la hora poco a poco comenzó a llegar gente. Tímidamente las personas iban apareciendo, desde todos lados llegó gente, y el Encuentro por los Derechos Humanos pudo realizarse sin mayores problemas. Sol y Lluvia tocó a pesar de las amenazas de ser desaparecidos, y cuando la gente salió de la parroquia ya las fuerzas represoras se habían retirado.

 En un principio, según cuenta el propio Charles, y luego del secuestro de la DINA en mayor proporción, a Amaro en ocasiones el miedo le ganaba. Compuso por entonces una canción que sólo le cantaba a Charles, y que ahora último apareció incluida en “La vida siempre”, disco que sacó el sol y lluvia sin Charles.
Esa canción, a pesar de ser una de las primeras que compuso Amaro, nunca la incluyó entre los temas que se tocaban en recitales o en las selecciones de temas que se hacían para grabar los casetes. Y esto llama mi atención, pues debe ser importante la razón que lo hace incluirla ahora en su nueva producción, sobre todo teniendo en cuanta los arreglos y las frases nuevas que presenta, que no formaban parte del tema inicial.
En esa canción, Amaro le pedía a Charles que le afirmara el esqueleto porque se le estaba curvando con el peso de la pena, le decía que las flores le estaban huyendo y el cemento le resbalaba en su cara, le pedía que guiara su cabeza hacia el cielo y le mostrara la esperanza, que hiciera cantar para él las aves y lo uniera a su alegría. Con eso le pedía a su hermano, a través de una canción, que le diera fuerza para seguir cantando (Cantaron los pájaros, Autor: Amaro Labra).
-Yo tenía más ñeque, me había venido de Argentina y estaba dispuesto a seguir cantando a pesar de las amenazas de la dictadura -recuerda Charles-. Cuando Amaro me cantaba esa canción, yo le respondía con otra canción. Charles asegura que era una conversación a dos guitarras, entre dos espíritus.
En su respuesta, le decía que aun cuando no creyera mucho en su Madre y en su Padre, tenía que aceptar que la vida es así, que se lo habían dicho con sólo sonreír y con sólo mirar, y que si comprendía eso, toda la vida sería sólo claridad y luz, y las tinieblas se harían claridad... (A nuestro Padre y a nuestra Madre).
La versión actual que canta Amaro de aquella conversación, si bien intenta rescatar inconscientemente aquel vínculo con su hermano, tiene una doble lectura, pues está inscrito dentro de un disco que define una nueva postura en su camino, donde se asume y explota la posibilidad de hacer y ser empresa.
Charles insinúa que hay mucho trasfondo en esas nuevas canciones de Amaro, dice que se puede ver fácilmente que perdió toda vinculación o lucidez espiritual, que el amor y sabiduría que profesó con Sol y Lluvia ahora se transformó en rabia contenida y rencor; asegura que Amaro olvidó que una vez dijo que “no eran sus camaradas ni sus compañeros lo que ahí estaban, que eran sus hermanos, y ahora, más aún, busca juicio y castigo para los que él cree culpables”. Ahora ya no le canta a su madre y su padre, según él, ya se liberó de ser prisionero de verdades a medias, ahora le canta al pájaro del pecho rojo, al sueño americano que se voló hacia la homosexualidad orgullosa de los muchos que hay pa´ enterrar “el gran cañón”.
-Por eso digo que Amaro logra expresar en canto lo que le va sucediendo y va vivenciando, aún sin comprenderlo profundamente –enfatiza Charles-, así, por ejemplo, él mismo habló de que en medio del concierto comienza a aparecer la contradicción, la mano abierta para acariciar y el puño cerrado del dolor. Y yo sigo siendo la mano abierta.
Así mismo, asegura que en su nuevo disco Amaro acertó en decir que él (Charles) está “más allá de donde lo puede alcanzar su corazón”, porque Amaro ahora gravita en torno a lo material, a lo político, lo mundano, mientras él sigue en torno a principios superiores, como son su Madre y su Padre; Amaro también acertó en decir que Charles está “atrapado en su propia luz”... un animal de luz acorralado, como el mismo Charles se autodefine; pero, sobre todo, asegura que Amaro acertó al decir que ahí comenzaba la historia de su “verdadera libertad”, porque la creación de esas canciones por parte de Amaro en el momento en que Charles se aleja de ellos, coincide dramáticamente con un proceso que Charles ha estado viviendo en su interior desde la partida de su hermano Harley.
 Esa nueva etapa, por otro lado, trae a Amaro de la mano de un sol y lluvia que busca establecerse en un espacio físico donde pueda congregar a su público (Planeta Quirquincho), presentándose como una gran empresa que necesita, usa y produce recursos, y que plantea una conspiración política de la esperanza en pro de la comunión verdadera (¿?).
Como todo aquello es incompatible a la energía inicial con que Amaro le cantaba esa canción a Charles para pedirle fuerza, la única posibilidad de que esa canción hubiera sido incluida en la nueva producción, en la nueva etapa, es que Amaro sólo la utilizara porque era desconocida para la gente, llena del Sol y Lluvia de antes; tal vez por eso se atreve a rescatarla y a incluirla, pero no por cantársela a Charles, sino por tratar de que la nueva producción tenga algo de Sol y Lluvia con fuerza, que guste y venda.
La ausencia de esa fuerza y esa identidad cultural y existencial, característica de cuando Charles y Amaro eran dúo, queda expresamente clara en el resto del disco “La vida siempre”. Aquella nueva producción intenta asirse de ritmos extranjeros y de muy diferentes temáticas, incluso claramente abanderadas, pero ya nunca poseyó el tamaño y el poder que alguna vez tuvo el canto de Amaro. En ese disco también se incluye un antiguo tema de Sol y Lluvia que no aparece en ninguna otra producción, “A recuperar el valle”. Dicha canción sólo aparecía en una producción independiente del Canelo de Nos, “CantaNos” se llamaba, de mediados de los ochenta que recopilaba canciones inéditas de distintos artistas.
Lo cierto, según el propio Charles, es que durante la dictadura, cuando Amaro tenía miedo, se refugiaba en él. Ya Charles había vencido su propio temor al decidir regresar de Argentina, ahora ayudaba a su hermano a vencer el temor, y juntos, ayudarían a todo el país a vencer el temor. La música y sus instrumentos serían sus herramientas. Y cómo no iba a ser locura que, habiendo sobrevivido a la muerte en persona durante aquel encuentro con la DINA, volvieran los dos porfiados hermanos a salir y a seguir cantando. Todo lo que desde ese momento en adelante hicieran sería valentía, pura y real valentía. No en vano mi padre ha sido para mí gran hombre, a la altura de Lautaro o Caupolicán, según lo veo.
Aún después de la integración de Jonny en el bajo eléctrico, habían momentos de gran tensión popular de los que Sol y Lluvia se hacía partícipe, momentos que ciertamente eran peligrosos y en extremo arriesgados. En esas ocasiones, y al igual que en otro momento le pasó a Amaro, Jonny solía enfermarse del estomago o se sentía mal, excusándose de no poder ir, como reacción psicosomática tal vez frente a un peligro inminente, pero efectivo sistema al permitirle ausentarse por razones personales. Menciono la palabra “sistema” –seriamente-, por el sentido sistemático, continuo, elaborado de dichas razones, según me cuenta Charles.
El mensaje que transmitían con los años fue haciéndose más social y más ecuménico, perdiendo el matiz espiritual y comenzando a abarcar temas que incluían las relaciones mismas de la gente, de las expectativas que como pueblo se podían tener. Para entonces la música ya era parte de sus vidas. A pesar de no contar con estudios de ningún tipo en composición musical, en ritmos, en nada de lo que comúnmente destaca a un músico cuando se dice que es bueno, los hermanos Labra habían llegado a ser, por tesón propio, uno de los grupos musicales más importantes de la música chilena de todos los tiempos, a pesar de que los medios de comunicación los mantuvieran fuera de las pantallas y las portadas. Muchas veces fueron galardonados por grandes instituciones chilenas del trabajo social, así como también por instituciones latinoamericanas y europeas. Y si bien hoy en día se dan las condiciones para que sean reconocidos por su labor durante la dictadura, el trabajo actual de Amaro, su inconsistencia, y el curso que hizo tomar a sol y lluvia, hacen que la gente prefiera reconocerlos en silencio.
Muchas cosas de las que pasaron con Sol y Lluvia y junto a ellos, fueron visibles sólo para unos pocos, sólo para los que estuvieron ahí cuando ocurrieron, otras que se dicen por ahí son fantasía popular, otras invento político para beneficio partidista. Justamente este libro intenta, entre otras cosas, establecer una “verdad oficial” al respecto.
Sé que te sorprenderías si te contara todas las veces que en la casa comprábamos el diario, para ver los comentarios a grandes recitales que Sol y Lluvia había dado, recitales tres veces más grandes de los que dan y darán muchos de los grupos que hoy llenan las páginas de cultura y espectáculos, pero los diarios no decían nada. Comprábamos dos, tres, cuatro diarios distintos, y nada. Tampoco los nombraban cuando participaban en actos públicos junto a otros grupos, y si el acto era televisado, suspendían la transmisión cuando Sol y Lluvia subía al escenario. Hablaban de los otros grupos y de cómo había disfrutado la gente ¡pero nada de Sol y Lluvia!
Era sorprendente la facilidad con que la prensa ignoraba su presencia, cómo pasaba a llevar a las miles de personas que habían estado ahí, saltando y cantando, aclamando a Sol y Lluvia mucho más alto que a cualquier otro grupo. Pero, aún así, no los nombraban. Y me parecía muy extraño que sí nombraran a otros grupos musicales de marcadas tendencias políticas. Cuando algo de Sol y Lluvia llegaba a aparecer, difícilmente expresaba la realidad de lo que había ocurrido; siempre les bajaban el perfil, decían que habían tocado y listo nada más, siendo que de todo el acto la única vez que la gente realmente bailó y compartió fue con ellos, pero ponían las imágenes de ese momento en que se veía a la gente saltando y mostraban a otro grupo que había tocado esa noche.
Al régimen de Pinochet, Sol y Lluvia le brotó como de la tierra, como población callampa en medio del paraíso comercial. El canto de Sol y Lluvia no sólo agitaba y hacía bailar a las personas, les educaba el alma. En la lectura consciente de las canciones se descubre al verdadero Sol y Lluvia, su intención final: despertar a las personas, devolverles la fe en la vida, en que se puede seguir construyendo y creando paz.

“A esta hora justamente a esta hora
en que tu cerebro empieza a cabecear
con la última telenovela
quisiera sacarte a caminar
en un largo tour

A esta hora justamente a esta hora
en que necesitas despertar
alejando de tu vida la mentira
quisiera sacarte a caminar
en un largo tour
por Pudahuel y La Bandera
por Pudahuel y por La Legua

Y verías la vida tal como es
y verías la vida tal como es...

A esta hora justamente a esta hora
en que comienzas a sentir
que nada pasa y todo pasa
quisiera sacarte a caminar
en un largo tour

A esta hora justamente a esta hora
en que empiezas a mirar
60 mentiras por minuto
quisiera sacarte a caminar
y verías la vida tal como es...”
(El largo tour, Autor: Amaro Labra)

En Chile a comienzos de los ´80, la derecha sociopolítica y la dictadura implementaron un noticiero que se llamaba “60 minutos”, como un modo de manejar aún más la opinión pública y el ánimo social. Por eso Sol y Lluvia canta “60 mentiras por minuto”. El mensaje de Sol y Lluvia rápidamente comenzó a correr de boca en boca. Por esos años aún no comenzaban las grandes protestas ni las expresiones populares que más tarde llevarían a Pinochet a entregar el gobierno. Sólo los familiares de los detenidos desparecidos salían a las calles con sus pancartas y su fuerza, el resto de la población, es decir, los que no sufrieron la pérdida directa de familiares, se mantenían en sus casas, cerradas sus ventanas.
-En esos momentos –comenta Jonny en una antigua entrevista de finales de los ‘80, respecto a El Largo Tour- había una gran presión de los medios de comunicación para hacer aparecer al país como un país ideal, sin problemas, todos bien, en un boom económico. Había gente que se estaba tragando todo eso, la televisión trataba de poner una cortina de humo a la realidad que estábamos viviendo. Esta canción, más bien fue dirigida a la mujer pobladora, que se instalaba frente a la TV y se tragaba las teleseries y se olvidaba de la realidad que la rodeaba... y también al cabro que decía que aquí no había nada que hacer y que no había cómo hacerlo; la realidad, como lo dice la canción, estaba todo pasando y todo había que hacerlo. Un poco la canción nace para eso, para decirle a toda esa gente que la realidad estaba cerquita, cosa de tomar la micro y recorrer Santiago, ir a Pudahuel o a La Granja y mirar cómo vive la gente para darse cuenta que lo que decía la televisión no era real y todo ese boom no era realidad.
“Somos un pueblo que ha aprendido a ser solidario, yo creo que seremos capaces de construir nuestro pueblo, crecer en organización. El pueblo ha logrado sobrevivir gracias a sus organizaciones, como: las ollas comunes, comedores populares, Comprando Juntos, Jóvenes por la Democracia, en fin, miles de organizaciones que han ido naciendo y han sido la mejor alternativa... es organización social y cultural lo que nosotros necesitamos”. 
Jonny estaba en lo cierto. Como detalle sólo visto por ellos, poco tiempo después de creado y ante la creciente popularidad de dicha canción, fue cambiado el nombre del noticiario “60 Minutos” por el de “TV Noticias”, lo que hizo que Amaro sustituyera la frase “60 mentiras por minuto”, a “TV mentiras por minuto”. Hoy en día Charles canta “Mega mentiras por minuto”. 
La lucha de Sol y Lluvia no fue sólo contra los horrores de la dictadura, también fue contra el modelo económico que se imponía junto a ella. Al parecer, entonces, Charles habría sobrevivido a ambos enemigos, a diferencia de Amaro, que aceptó finalmente el modelo económico y trata de disfrutarlo. Con decir que antes Amaro no aceptaba tomar bebidas cola porque era anti-ético, decía, pero ahora sí, porque es “diet”.  Charles le canta:

“Todo lo que decías ayer
ahora resulta que es al revés
nada te resulta demasiado
si te lo dan bocado a bocado
nada te resulta suficiente
si no le has hincado aún el diente
nada te resulta ahora ético
porque te lo dan todo en dietético
lo que decías ayer
ahora resulta que es al revés”

Aquella bebida de fantasía le dio vida al viejo pascuero, ella y el modelo que representan son el fantástico sabor del emperador, y en su momento Amaro llamaba a estar atento a cómo ese modelo podía turbar la mente de la gente, llamaba a no dejarse tentar por el materialismo y la vacuidad del corazón y el espíritu. Pero la voracidad aplastante del nuevo emperador vence incluso a los que parecen más fuertes.

“Hay que olvidar el fantástico sabor del emperador
hay que cortar el ducto de alimentación del nuevo dictador
hay que olvidar tanto japonés reloj
y hay que inaugurar el tiempo del amor

Chile no se rinde, caramba
Chile no se rinde
porque el pueblo unido jamás será vencido”

(El Emperador, Autor: Amaro Labra)

Ese era el llamado que hacía Sol y Lluvia, ese era su canto. Llamaban a despertar de la inconsciencia y a liberarse con Jesús el Labrador. Hablaban de Luz, Claridad, Amor, Verdad, Esperanza, Libertad, conceptos que en esos años no se escuchaban. Enseñaban a no temerle al temor, a que no te venza el dolor. Enormemente reconocidos por su pueblo, tristemente ignorados por la fatua prensa.
Porque si de algo estoy seguro, es de saber que por mucho que los periodistas tengan vocación de informar la verdad, tarde o temprano sucumben y terminan aceptando los manejos informativos a costa de conservar sus empleos o sus recomendaciones, en un medio altamente institucionalizado y competitivo. Así también ocurre con la mayoría de las mujeres y hombres de cualquier profesión, que por no perder beneficios y garantías sucumben en sus adolescentes principios de autodeterminación e independencia. Jugársela por la verdad hasta el final es una obra humana de proporciones sobrehumanas.

Por eso, si es importante para nosotros, debemos estar atentos cuando la mentira ronda lo que somos, por su capacidad de manipularnos y esclavizarnos, para que con verdades fundemos nuestros hogares sobre cimientos sólidos y no sobre irrealidades, relaciones verdaderas y no teleseries existenciales. Cristo en Navidad y no viejos pascueros.
Todos estamos expuestos a tentaciones de todo tipo y forma, y el libre albedrío garantiza la elección individual y personal, con lo que muchas veces la gente se deja tentar porque cree que no hay manera de evitarlo, o porque derechamente quieren gozar y no les importa nada más, total esta vida es una y hay que aprovecharla, aseguran muchos; otros se dejan tentar por que saben que al hacerlo conseguirán ganancias que darán seguridad económica y social a sus futuros.
Sol y Lluvia también estuvo expuesto a esas tentaciones, y así mismo fue el libre albedrío el que definió los caminos de los hermanos.


La batalla del poder

El taller de serigrafía de los hermanos Labra funcionó, durante los primeros años, paralelo a Sol y Lluvia. En dicho taller se trabajaba bajo el concepto de autogestión, que proponía un trabajo comunitario con remuneraciones proporcionales para todos, donde cada uno era importante por igual y se dedicaba a lo que mejor sabía hacer. El dinero que ingresaba se reunía en un fondo común y era repartido en partes iguales a cada uno de los miembros del taller, de acuerdo a sus necesidades particulares. A cada uno se le daba una cierta cantidad, de acuerdo a las “cargas familiares” que tuviera. Con el resto del dinero, el que no era repartido, se pagaban los gastos comunes, los de primera necesidad de cada uno o sus familias, y se compraban materiales y pinturas. Se trabajaba sin presiones y de buen corazón.
Muchas veces se llegó a soñar con comprar un terreno y formar una comunidad donde todos compartieran, donde los hijos y las hijas pudieran crecer libres de toda maldad, donde las mujeres forjaran juntas a la familia común. Todo parecía funcionar viento en popa, y lo habría seguido estando, de no ser por el interés personal de algunos de los que participaban de este sueño en comunidad.
Por lo menos ese fue uno de los argumentos que se dio cuando se exilió a tío Harley del taller. Exilio, por que fue alejado de sus orígenes, por no considerarse su consanguínea presencia, por primar rencores nacidos quizás de dónde. Exilio disfrazado de justicia, justicia aplicada por injustos.
Harley había acogido en casa de mamá Julia, algunos años antes, a una madre soltera con sus dos hijos. Los había recibido a pesar de la precaria condición económica, pues su alma protectora y paternal le impedía no hacerlo, asumiendo como propios al hijo y a la hija de su nueva compañera, y dando a luz junto a ella a su primera hija. Pero en el taller, Amaro y Jonny no reconocían a los hijos de ella como hijos de Harley, por lo que le repartían sólo lo que les correspondía a ellos como pareja y a su hija legítima. La necesidad era evidente. Con tres pequeñas bocas que alimentar y plata sólo para una, Harley debió romper la regla de trabajo comunitario y comenzar a realizar trabajos particulares en las horas en que se suponía debía descansar. Ocupaba los materiales del taller durante las noches y luego los reponía. Así lo hizo por varios meses sin que nadie se enterara, hasta que la hija consentida de mamá Julia, Ingrid, lo descubrió.
Ella les contó a sus hermanos lo que Harley hacía por las noches en el taller, y eso les pareció un abuso a la confianza y una ofensa contra el espíritu de trabajo comunitario. Decidieron que lo mejor era expulsarlo y, sin más, lo expulsaron. Harley recordaba con dolor aquellos años, lamentando especialmente la intransigencia de Amaro y Jonny.
Al preguntarle, Charles me dijo que todas las cargas de Harley eran reconocidas, pero que aún así no le alcanzaba. Que se puso a trabajar solo, más que nada, por considerar injusta la repartición equitativa de los ingresos, pues él era quien más trabajaba, quien les enseñó y quien fabricó todos los sistemas; que no reconocieran eso y que no fuera remunerado de acuerdo a su labor, era lo que le molestaba a Harley. Le molestaba estar en las mismas condiciones de amigos que no hacían casi nada, y recibir lo mismo que ellos. Harley decía y proponía que los hermanos debían ser los patrones, que eran ellos los que “paraban” y mantenían el taller, y que si lo asumían como dueños, tirarían mucho más rápido y mejor para arriba.
Conversando con él pocos meses antes de su fallecimiento, tío Harley me explicó que su mayor dolor no había sido que lo echaran del taller, porque él sabía que eso ocurriría si lo pillaban trabajando por las noches: lo que le dolía era la incomprensión de sus hermanos ante su necesidad. Muchas veces él les pidió que los hijos de su compañera fueran aceptados como cargas suyas, pero no lo hicieron, algo de lo que al parecer Charles nunca se enteró. Charles dice que sí, que se le daba la plata por los hijos de su compañera, pero cuando le digo y le aseguro que su hermano Harley recordaba lo contrario, mueve la cabeza en gesto de no saber realmente qué ocurrió.
Harley aseguraba que lo habían obligado a llegar a lo que llegó, y que tampoco entendieron cuando les explicó que su trabajo nocturno no buscaba hacerlo rico, sólo satisfacer sus necesidades reales y concretas. Por otro lado, Charles había apoyado una sanción contra su hermano cuando fue descubierto, pero se oponía a su expulsión definitiva del taller; eran Amaro, y en especial Jonny, los que más defendían la expulsión. Harley se fue sin mucho discutir, pues sabía que su capacidad de trabajo no dependía de sus hermanos, no le costaría mucho volver a empezar y se fue así, sin nada, ellos se quedaron con todo, con las herramientas y el taller. Había hecho todo por cuidarlos y criarlos, había dado su vida misma, pero sus hermanos creyeron poder prescindir de él, y lo hicieron.
Otro punto de vista de por qué se fue Harley, me lo da Maribel, mi mamá. Conversando con ella y sacando cuentas de años y de cosas que ocurrieron, Maribel logró armar una cierta cronología de acontecimientos. Así, por ejemplo, ella cree que Harley se va porque sus hermanos se dedican a la música y dejan de lado totalmente el taller. La música no era lo de Harley, lo suyo era la serigrafía.
Maribel asegura que la elección de “irse” hacia la música fue la mayor tontera que pudieron hacer, porque el taller estaba creciendo como nunca pensaron, las marcas a las que les estaban trabajando cada vez mandaban más pegas. Trabajaban todos juntos, hombres y mujeres, se madrugaban y se querían. Maribel sonríe con nostalgia, y sus ojos se empapan de la pena en su corazón por el recuerdo de aquella época.
En un momento, el taller era sólo serigrafía y compartir de familia, risas y algo de temor ante la mano brutal de la dictadura que todo el tiempo amenazaba con dejarse caer. Luego, Amaro y Charles se pusieron a tocar y compartían junto a la familia con trabajo y música, hasta que los empezaron a invitar a las peñas y a las universidades; ahí la cosa cambió. Ellos dos empezaron a ausentarse cada vez más del taller y a dedicarle a la música sus fines de semana, a veces toda la semana.
-La primera vez que tocaron fuera del taller –comenta Maribel, recordando el brusco cambio que significó pasar de serigrafía a música-, fue en “El Mundo”, que quedaba... mmmmmm... por ahí... en San Diego con Matta, ¡era un sucucho de mala muerte! De ahí en adelante no pararon, cada vez más gente los iba a ver y los seguía donde fueran.
Esos años Maribel los recuerda con júbilo y auténtica emoción, yo apenas tengo difusas imágenes de la Casona de San Isidro, en la Alameda cerca de Plaza Italia, y del Café del Cerro (hoy tristemente transformado en no sé qué cosa) en el Barrio Bellavista. Recuerdo cómo las peñas cada vez se llenaban más y se hacían chicas de tanta gente que llegaba a ver a estos dos locos hermanos, mucha gente quedaba afuera, y en el interior la euforia y la alegría reinaban la noche. Maribel acompañaba a Charles a todas las peñas y nos llevaba a Astrid y a mí. En aquella época Karyn aún no nacía.

Amaro y Charles descubrían el impacto de su canto y su música sobre las personas. Sus corazones se templaban al tiempo que sus manos florecían y las miradas se volvían hacia ellos. Se les ocurrió, entonces, hacer las peñas en el taller. ¡La locura que se armó! Maribel recuerda cómo corrían junto a mis tías para que todo saliera bien, atendiendo mesas, preparando vino navegado y sopaipillas. Llegaba tanta gente que mucha quedaba afuera noche tras noche, el taller les había quedado chico en menos tiempo del que pudieran haberse imaginado. Por eso empezaron a tocar en teatros, en sindicatos, en iglesias, en galpones, en gimnasios y más tarde estadios. Cada vez llegaba más gente, cada vez necesitaban ir consiguiendo lugares más grandes para albergar al público que crecía.
El costo de dedicarse a la música fue perder el taller de serigrafía, que es embargado por un banco que había prestado dineros para adquirir maquinarias y un local. La decisión definitiva de dedicarse a la música la tomaron el ‘83, cuando arrendaron una nueva casa cerca de la anterior, en Sierra Bella 2657, casi al llegar a Santa Corina, casa que con los años comprarían y llamarían “La Casa del Sol”, para dedicarla por entero a Sol y Lluvia, seguirían con la serigrafía por otros años más, pero casi exclusivamente para generar los afiches y la publicidad de recitales. Ese mismo año Amaro compró el bajo eléctrico y el equipo para Jonny, y le enseñó a tocar. Fue en ese instante que, según Maribel, Harley prefirió irse a trabajar a su casa y armar su propio taller, antes que permanecer junto a sus hermanos que ahora se dedicarían, como él mismo decía, “a puro meter bulla”. Harley se llevó consigo algunos clientes y continuó en su casa con el trabajo serigráfico, motor de su vida.
Charles por su parte, asegura que Harley fue expulsado del taller por Amaro y en especial por Jonny, que hizo todo lo posible porque se fuera y lo consiguió. No sé qué dirán ellos de lo que realmente ocurrió, cómo lo recuerdan o cómo lo asumen; tal vez nunca lo sepa, al menos no está en mi intención preguntárselos y no sé si es un tema que se atrevan a conversar. Ese era el mayor dolor de Harley, saber que Amaro y Jonny le habían dado la espalda.
Por otro lado, el que los hermanos decidieran dedicarse a Sol y Lluvia trajo consigo muchos más problemas de los que hubieran esperado. Eran jóvenes con clara determinación y atractivos físicamente, lo que desató en las mujeres que los seguían una suerte de deseo de poseerlos sexualmente, a lo que ellos casi nunca se resistieron.
Desde niño, yo y mis hermanas tuvimos que acostumbrarnos a que Charles tuviera amantes, más de una, algo que causó muchos problemas en su relación con Maribel, y que nos enfrentó a nosotros a algo que no tenía paralelos en ninguna otra familia que conociéramos. No teníamos ningún punto social de referencia respecto a cómo debíamos enfrentar tal situación, y creo que cada uno de nosotros lo vivió a su manera.
Cuando el papá de una familia se mete con otra mujer u otras mujeres, o la mamá con otro hombre u otros hombres, tiene que hacerlo escondido y en el más absoluto silencio, pues saben que cometen adulterio y que su actitud de infidelidad puede desencadenar una ruptura de su núcleo familiar. Si bien el adulterio esta penado por las normas morales, más aún lo está por la propia ética matrimonial, donde generalmente el infractor es castigado con el abandono, el odio y el rencor, cuando no por la violencia y la deslealtad.
Maribel recuerda cómo llovían las mujeres que deseaban a su esposo en el momento en que Sol y Lluvia comienza a ser conocido, y si bien los tres hermanos -Charles, Amaro y Jonny- se metían con otras “locas”, por lo menos los otros dos se escondían y no lo hacían en las mismas tocatas cuando ellas, sus esposas, iban a verlos. En ese sentido, Amaro y Jonny parecían ser más cuidadosos. Maribel dejó de acompañar a Charles a las presentaciones de Sol y Lluvia, cuando la cantidad y el descaro de las mujeres que lo acosaban era demasiado. Charles prefería que Maribel supiera todo lo que él hacía y así no tenía que esconderle nada, trataba de no mentirle ni, al menos en ese sentido, “engañarla”. Maribel lo echó de la casa más de una vez, y eso de verdad me dolía en extremo, porque teníamos que verlo a escondidas o en momentos en que mi mamá no estuviera. Ella lo quería y siempre le permitía volver, quizás por nosotros, pero por su parte asegura que por tonto él la perdió, pues ya nunca más le dio “la pasá”. Y si bien hasta el día de hoy seguimos viviendo todos juntos, ya no desea a un hombre “tan usado”, señala.
Para nosotros no era secreto el que Charles se metía con otras mujeres, y estoy seguro que mil veces hubiésemos preferido que no lo hiciera. Sabe Dios que lo hubiésemos preferido. Mis misiones de niño para espiarlo eran justamente porque Maribel sabía que él era “lanzado”, y me mandaba para vigilarlo por que ella no quería ir más a las tocatas. Con el tiempo todos nos acostumbramos. En sus propias palabras, Charles fue un “depredador sexual”, aunque ya no lo es, asegura.
-Sólo se trata de furtivos encuentros entre dos almas que en un instante se topan y se miran, se reconocen y se gustan -dice Charles, en tono romántico-. La unión de dos energías que al encontrarse, no pueden más que unirse y separarse.
Para mí resultaba frustrante tener que compartir a mi papá con otras mujeres aparte de mi mamá y mis hermanas, porque cuando por fin salíamos los dos juntos, a caminar por el barrio o al ir a las canchas a jugar con sus amigos a la pelota, o cuando me llevaba a las tocatas, o cuando por fin lográbamos hacer cosas que yo sentía que eran sólo de hombres, aparecía una u otra mujer que se metía entre medio o que trataba de ganarme, de hacerse mi amiga, y yo lo único que quería era estar con él a solas.
Como dije, el desenfreno o el tema sexual trajeron sus complicaciones en Sol y Lluvia, pero respecto a mis tíos y sus propias experiencias en este ámbito no me referiré, quizá ellos mismos algún día cuenten sus vivencias.

Otro de los grandes problemas que trajo la fama creciente de Sol y Lluvia fue la administración de los recursos que producían. Desde que tengo uso de razón anduve con Sol y Lluvia ayudando a cargar y a cuidar los instrumentos, a llevarlos de un lugar a otro y ver que no se dañaran. Siempre ayudé porque me sentía parte del grupo humano, porque asumía como míos los instrumentos y me preocupaban. Sólo ayudaba en lo que podía: me ocupaba en cuidar las cosas en el camarín, en llevarles un vaso de agua o bebida al escenario cuando sentía que sus gargantas lo necesitaban, y muchas otras pequeñas cosas hacía, insignificantes a veces, que las hacía por sentir que debían ser hechas. Además, había momentos en que si yo no atinaba en esas cosas nadie atinaba. Yo feliz hacía todo, aunque sé que en ocasiones generaba más problemas de los que ayudaba a solucionar. Era chico, inquieto, inmaduro, honesto siempre pero torpe por mi limitada atención, y no me costaba mucho cometer algún error o causar algún destrozo, remediables todos por suerte, no sé si mía o de los demás, pero suerte al fin y al cabo.
Muchos años estuve haciendo todo eso gratis, sin siquiera pensar que era una labor remunerada. Hasta que en un momento me ofrecieron ganar algo de plata por mi ayuda, para contar plenamente conmigo, creo yo. Al principio lo que hacía lo hacía por gusto, porque debía ser hecho y a mí me gustaba hacerlo, ayudaba sin pedir nada a cambio o casi nada, quizá si algo para comer o tomar, pero mis necesidades eran mínimas, y si quería algo se lo pedía a mi papá, en eso no había problema. Pero como no me sentía obligado a estar en ese “puesto” no costaba mucho que me distrajera o que me fuera a dar una vuelta por ahí, a meterme a bailar entre el público mientras ellos tocaban. Tampoco me veía obligado a hacer cosas que me pedían mis tíos cuando sentía que la manera en que lo hacían no era la apropiada. Siempre fui terco en eso, cuando me sentía pasado a llevar reaccionaba, no los pescaba. Eso les parecía una tremenda insolencia de mi parte, y creo que nunca se dieron cuenta de la sutileza de sus actos, ni comprendieron mi reacción como una manera de expresar mi frustración. Porque, claro, si de buena forma se me pedían las cosas hasta gusto me daba ayudar en lo que pudiera, pero no aceptaba que se me exigiera hacer cosas que no tenía obligación alguna de hacer, o que otras que sí podía hacer me las pidieran de mala forma. Por eso no las hacía y no los pescaba; lógico, ellos me agarraban bronca.
Cuando me ofrecieron plata por mi trabajo se buscaba contar conmigo en todo, que no desapareciera de repente ni que me negara a ciertas cosas; yo acepté. Por otro lado mi labor me significaba gran esfuerzo y atención, cosa que merecía, según dijeron, remuneración.
Pero sin sospecharlo ni quererlo, eso me enfrentó a una realidad que hasta entonces sólo Charles me había descrito, y que yo me negaba aceptar o comprender. Comenzar a ganar plata como “asistente” de Sol y Lluvia me hizo tratar directamente con Jonny todo lo relativo a mis pagas y a cuánto sería lo que recibiría. Jonny se encargaba de las cuentas, de llevar los registros de los ingresos y egresos del grupo, de contratar los escenarios, luces, sonido y todo cuanto se necesitase en una producción, él era el que fijaba los precios a pagar y anunciaba lo que quedaba de ganancia.
El proceso no era simple y Jonny era especialista en hacerlo difícil, por eso su trabajo era supervisado por Amaro, y sólo en determinados momentos también por Charles. Amaro, como el mismo sentenciara en una ocasión, administraba.
Después de desmontar del escenario y guardar en la camioneta los equipos, fijarme que estuvieran bien amarrados y revisar todo, que no faltara nada, me iba al camarín. Ahí estaban generalmente Charles y el resto de los músicos. Era común que Jonny no estuviera, pues al bajar del escenario partía a las cajas a contabilizar las entradas y la plata recaudada. Recibía la plata de todo el grupo y la guardaba, más tarde disponía los pagos.
Aunque cueste aceptarlo -y de verdad que me costó, y este es uno de los temas más delicados de mi relato- Jonny manipulaba los resultados de las cuentas y los gastos. Aumentando un poco aquí y otro poco allá, sacando de aquí y recortando de acá, lograba aumentar su ingreso personal y sus gastos materiales, aun a costa del bolsillo de sus hermanos de sangre. Por eso yo mismo en un momento decidí que ya no trabajaría más como asistente, que prefería seguir como antes de que me pagaran, y si de repente se necesitaba una manito, la daba. Pero ya no quería más problemas de plata con Jonny. Me daba dos mil pesos, pero en la lista de los pagos yo aparecía ganando cinco. Me daba cinco, y en la lista aparecía ganado diez.
Yo no desconfiaba de él ni había notado nada, hasta que un día Charles se me acercó con la cara gacha y el ceño fruncido, con la apariencia de estar resolviendo problemas en su cabeza. Me dijo que Jonny había dado la cuenta de una tocata pero que las cantidades no le cuadraban, sacó del bolsillo de su pantalón un papel doblado y arrugado que contenía sumas y cantidades. Yo busqué una calculadora e insistí en que tal vez estaba todo mal sumado y que ahora cuadraría. Me mostró e intentamos calcular. Casi me caigo de espaldas cuando descubrí que decía “Hans $15.000” ¡sólo me había pasado cinco lucas y nada más!
-¿Estás seguro?-, preguntó Charles, con un tono de voz que parecía rogarme que estuviera equivocado, pero era inevitable, había sorprendido a Jonny nuevamente en algo turbio.
Cuando Charles le preguntó más tarde a Jonny sobre esa cuenta, su respuesta fue que había olvidado hablarme, que un poco más de plata me correspondía y que de todas maneras me pensaba pasar la plata después. Pero no era cierto, Jonny bien lo sabía. Cuando era sorprendido decía no haberse dado cuenta, pero ya era tarde: las platas estaban repartidas entre la gente y nadie gustaba hacerse mala sangre, menos con él.
A veces, después de una tocata fuera de Santiago, le pedía que me pagara porque había visto algo por ahí que me había gustado, o porque quería comer algo o porque sólo necesitaba que me pagara, y él me decía “en la casa te pago, porque no tengo plata ahora”, y al llegar a la casa de su bolsillo sacaba un turro de billetes que estuvieron siempre ahí, y me pagaba; otras veces me decía que no podía darme plata todavía y que tenía que pagarme la próxima semana, yo esperaba paciente. Cuando llegaba el día indicado, iba a la casa y él me decía que volviera ma´rato, que todavía no me podía pagar; me daba una vueltas por el barrio, visitaba a algunos de mis amigos y volvía, y si él estaba tomando once, me decía que después de once, y después yo volvía y me decía que como hubo problemas me había tenido que descontar dos mil pesos, porque le habían cobrado más caras las luces, y que además había tenido que gastar en comprar cuerdas, y que en la camioneta había comprado unas bebidas y que al final, por eso, a mí me “tenía que descontar dos lucas”.
-Conmigo hacía lo mismo –dijo Charles de pronto, a mi lado mientras voy escribiendo-, me decía que al otro día nos iba a pagar y me tenía que ir para la casa con los bolsillos vacíos. Imagínate, en plena dictadura y sin plata, tenía que salir a conseguirme para no tener problemas con Maribel. Después me enteraba que siempre tuvo la plata.
“He llegado a creer que Jonny lo hacía con la intención de parecer dominante ante su familia, ante su esposa. Así parecía como importante, y que tuvieran que llegar todos a su casa a ver las cuentas, y esperar que decidiera el momento de verlas, era para él muy significativo y a lo mejor, no sé, gratificante. A lo mejor trataba de ganar algo de tiempo para poder jugar con los números, para conseguir algún recorte” –sentencia Charles.
En el último período, a finales de la década de los ’90, antes de que Charles decidiera seguir sin Amaro y Jonny, yo me había alejado bastante de ellos, ya ni siquiera cargaba equipos ni ayudaba como antes. A veces lo seguía haciendo cuando el asistente más lo necesitaba, porque a la larga tuvieron que pagarle a otra persona para que hiciera esas cosas que hacía yo; un “roudy” como le llaman en el medio artístico.
Jonny siempre se mantuvo, y hasta sin darse cuenta, sacando partido de sus hermanos. De hecho fue él quien se quedó con la casa de la familia.  Después del golpe militar todos los hermanos Labra vivían con sus parejas y sus hijos en la casa de mamá Julia, y a medida que más hijos e hijas fuimos naciendo, necesitaron más espacio. Todos tenían mismo derecho a ocupar la casa que era de todos, por eso en un momento acordaron que se turnarían para que uno de los hermanos la usara mientras los otros arrendaban otras casas, así a cada uno le tocaría unos años de arriendo y otros de casa gratis en que podría juntar su plata.
Muchas veces se conversó entre Harley, Amaro y Charles, la posibilidad de venderla y repartir por igual las cantidades entre todos, ya que Jonny no pensaba ni quería dejar que otro la ocupara, y estaba más que entendido que todos necesitaban los recursos. Hubieron momentos de mucha necesidad en que vender la casa era la única solución posible, pero él hacía lo que estaba a su alcance por atrasar los trámites o desviar la atención.
A la larga el más perjudicado era siempre Harley, que no recibía plata por Sol y Lluvia, y sólo dependía de su trabajo en serigrafía. Jonny nunca se preocupó de eso, y Harley debió sufrir el abuso de la confianza de su hermano, pasó casi todo el resto de su vida junto a su familia pululando por poblaciones, arrendando con lo poco que ganaba después de ser exiliado del taller que él mismo había fundado.
Mientras sus hermanos salían a cantar, Jonny se quedaba administrando el taller, las pegas, todo. Ellos salían confiados en que cuando volvieran todo seguiría igual. Pero Jonny transformó el sueño de los hermanos, el rito fraterno de los hermanos en capital privado.
- ...eso es en realidad, es lo que mejor lo define: un capitalista –asegura Charles.
Jonny transformó el taller de autogestión donde todos trabajaban para todos, en “talleres federados” según los llamó, donde cada área se separaba y trabajaba aislada.
-Contestaba el teléfono -asegura Charles-, y las pegas que recibía las asumía como personales, como suyas porque nosotros andábamos por ahí, puro tonteando, y era él quien tenía que hacer todo.
En su comienzo Sol y Lluvia no producía plata, pero su canto era necesario, para todos y todas, para el corazón dolido del pueblo torturado, y muchas veces iban a tocar a lugares sabiendo que incluso tendrían que gastar plata, pero iban confiados de que en el taller se estaban produciendo los recursos necesarios. Pero la realidad era otra.
Una vez se acordó comprar una alfombra para el taller, para la oficina del taller, Jonny la eligió. Era bonita y grande, se usó por un tiempo y luego desapareció sin que nadie supiera dónde estaba, se había perdido según se dijo.
-Por obra de magia apareció en el comedor de Jonny meses después –asegura Charles, con tono irónico.
O como los galvanos y regalos que la gente siempre le dio a Sol y Lluvia, que mágica o abiertamente también aparecían en su casa (que era la casa de todos). Pero nadie lo cuestionaba, nadie decía nada. Yo tampoco, hasta ahora.
En una ocasión, un amigo ayudó a imprimir unas poleras en el taller, al terminar se acerca a Charles y le dice si puede quedarse con una que se manchó, Charles asiente y de inmediato el amigo se pone la polera. Poco después se encuentra con Jonny, quien lo obliga a sacarse la polera acusándolo de ladrón, él le dice que Charles le permitió quedársela porque estaba manchada, que él lo autorizó y por eso se la había quedado, pero nada de eso importó a Jonny que lo urgió a devolverla. Bajó su mirada porque sabía que no conseguiría nada discutiendo con Jonny, se sacó la polera en silencio y se la entregó, y ahí, frente a sus ojos, Jonny la desgarró y la usó como trapero.
He descubierto que mucha gente, muchas personas que conocieron a Sol y Lluvia a través de Jonny, no quedaron muy felices con lo que encontraron. No lograron acercarse a conocer siquiera inconscientemente el mensaje de fondo de la música y las letras, porque a causa de la forma de ser y hacer de Jonny, prefirieron alejarse. Muchos quedaron disgustados y otros tristes, por pensar que Sol y Lluvia era sólo otro cuento. Otros quedaron absolutamente satisfechos, llenos de ganancias cuando su relación fue sólo comercial.
Muchos, la gran mayoría, conocieron a Sol y Lluvia a través de Amaro o Charles, de ellos recibieron directamente el mensaje y la energía. Pero también se fueron desilusionando cuando parecía que ellos eran sólo otro grupo más del montón, otro grupo más de los que comercializan lo que son con tal de ganar plata y fama. Y aquí aparezco yo entonces, tratando de mostrarles a esas personas que sí se puede confiar en el Sol y Lluvia original, el Sol y Lluvia de los primeros años.
Como Harley ya es adolescente al momento de nacer Jonny, que es el menor de todos, la dinámica que se da entre los hermanos Amaro, Charles y Jonny, es la misma que se da en el caso de tres hermanos que se crían y crecen juntos. El primero de ellos crece descubriendo nuevos espacios, enfrentándose a la vida por primera vez, encontrando puertas cerradas y abriéndolas temeroso. Apenas se asoma dentro del nuevo espacio, y si bien su actitud es de avanzada, en el sentido de que es él quien abre la puerta, es el segundo hermano quien ingresa a ese nuevo espacio. Este, al ver a su hermano parado en el umbral de la puerta que acaba de abrir, pasa corriendo junto a él, no mide quizá el riesgo que le significa el pasar corriendo hacia un lugar que en esencia no conoce, pero de sólo ver a su hermano ahí parado se abalanza y cruza el umbral. Su actitud es temeraria, porque es quien conquista finalmente el nuevo espacio, mientras su hermano lo ve desde el umbral de la puerta que acaba de abrir. El tercero de los hermanos, al llegar más tarde a cada lugar, debe aprender a negociar con ellos para conseguir parte de las ganancias que todo nuevo descubrimiento pueda significarles, así muchas veces deberá ponerse a llorar para que acuda la madre y obligue a sus hermanos a compartirle parte del botín, transformándose el llanto en una moneda de cambio, una forma de negociar certera y eficaz que siempre le significará retribuciones. En pocas palabras, el disfruta de lo que sus hermanos logran descubrir.
Amaro es el primer hermano, él descubre y se acerca al canto y la música como herramientas.  Charles, como segundo hermano, y habiendo vencido el temor al venirse desde Argentina, la toma y le agrega la profundidad del sentimiento y la fuerza necesaria. Jonny, el tercer hermano, disfruta y saca provecho de todo eso.
-Cierto... -dice Charles, mientras acaricia su barba y mueve la cabeza en gesto de aprobación.

Otro problema de la creciente fama del grupo fue que política y comercialmente se los trató de manipular. Pero Charles sostiene que es fácil saber dónde realmente ha estado presente Sol y Lluvia en sentimiento y palabra. Asegura que el carácter singular de Sol y Lluvia radica en su capacidad de comprender la relación entre los mundos interno y externo del ser, en asumirlos y proponer las reflexiones suficientes que ayuden a la gente, al pueblo, a quienes escuchen y comprendan sus mensajes más comprometidos, a entender sus propias verdades, inherentes a cada persona.
-El carácter de Sol y Lluvia -explica-, radica en proponer con su música y su canto alternativas sensatas y humanas para crear un mundo en armonía, con trabajo, con esfuerzo, con pazciencia. Si tal mensaje no está presente en las temáticas de Sol y Lluvia, no es Sol y Lluvia –sentencia Charles, con tono seguro. Como lo que ocurre hoy en día con Amaro, que canta pidiendo juicio y castigo, y hablando de juntar rabia y conspiración, algo que nunca haría el verdadero Sol y Lluvia: que propone que si me perdonas tú y te perdono yo el mundo crece en el amor. Amaro sólo tiene inscrito el nombre y está lucrando con él -remata con tono seco.
En su voz no percibo rencor ni ánimo de venganza, más bien frustración, dolor, nostalgia. Sé que ama a sus hermanos, que quisiera recuperarlos, pero también sé que las diferencias que lo hicieron dejarlos aún palpitan en su pecho.
Se da una suerte de doble estándar, de doble personalidad en Sol y Lluvia, característica de los chilenos según nos ven otros pueblos latinoamericanos, que hace sentir que a quien uno cree conocer no lo conoce en realidad. Muchas personas desconocen realmente la identidad de Sol y Lluvia, y si me he propuesto escribir todo lo que viví y sentí junto a ellos es por justa intención de esclarecer un poco las cosas.

En la década de los ’80, por ejemplo, se dijo que Sol y Lluvia era amarillo, que era de la DC (Democracia Cristiana). Charles siempre decía que en realidad eran “Cristianos Demócratas” más que lo otro, pero de todas maneras desmentía cualquier vinculación política. Se decía que pertenecían a ese partido y que por eso se los apartaba de ciertos escenarios.
Muchas veces me tocó defender la distancia política del canto de mi padre, resaltar su valor humano más que cualquier otro rasgo, como canto de propuesta y no de protesta. Mi lugar en el escenario me había permitido observar que no era algo político partidista, había política, pero no de un partido determinado, había política porque muchas de sus temáticas eran de interés popular, de contingencia real y efectiva. Además, siempre supe que cuando hubo partidos políticos involucrados, era por una jugada individual de Amaro y, por ende, no era algo que involucrara todo lo que era la sustancia de Sol y Lluvia.
En realidad, haber sido calificados de amarillos fue un problema de faldas, porque Amaro conoció hace muchos años a una mujer y se “enamoró” de ella. Semental también como Charles, pero distinto en un rasgo particular. La personalidad de Charles es fuerte y consistente, sólida y su singularidad no cambia esté con quien esté. Su carácter, su relación interna con el mundo externo no varía, no importa con quién se junte, converse, conviva, sueñe, su personalidad no cambia. Puede que quienes estén con él se le terminen pareciendo un poco, que asuman algunas de sus actitudes o de sus palabras, hasta sus creencias, pero él no cambia. Es un roble bien constituido.
Amaro, por su parte, es como un “camaleón” –y con profunda reflexión utilizo esta palabra-, porque su personalidad cambia de acuerdo con quien esté, con quien conviva o con quien se junte; ese es un rasgo que se da bastante en la sociedad. Su carácter es más débil, pues su relación interna con lo externo no es clara. Es capaz de asumir los valores y pensamientos -no sé si sentimientos- de la otra persona como propios, con una facilidad sorprendente, que me desilusiona. Todo ello, quizás, producto directo de no haber equilibrado las emanaciones internas de sus géneros, de no haber reconciliado a su madre y su padre en su sentir.
-Y como no son ellos, padre y madre, su firme alter ego, su modelo a seguir durante el transcurso de su vida -comenta Charles-, se debe aferrar a modelos externos de apariencia sólida, que ajenos a su consistencia genética, sacuden sus actitudes y sus dichos.
Algo que -insisto con cariño-, se repite y se repite en la sociedad.
-En determinado momento –agrega Charles-, Amaro conoció a una dirigenta democratacristiana, donde, tal vez, se “enamoró” de la mujer, pero lo cierto es que comenzó a pensar DC, a sentir DC, y a participar de sus campañas, de sus actividades. Su ser total se conmueve con la persona que lo enamora, se entrega a ella por entero, con cuerpo y alma, ¡y cómo no iba a decirse entonces que Sol y Lluvia era DC!.
-Amaro, que siempre se autonombró como líder del grupo ...de grupo... –dice Charles con tono irónico-, de la noche a la mañana parecía DC, pensaba DC, sentía DC y soñaba DC. Y al hacerlo arrastraba con él a Sol y Lluvia.
Más temprano que tarde, Amaro comprendió su error y escribió una canción que hacía objetivo su sentimiento de desolación, canción que lleva por título “La amiga de ayer”.
Poco tiempo duró Amaro como democratacristiano, y no pasó mucho tiempo para que estuviera con otra mujer y se produjera una nueva simbiosis entre ambos. Pero así como a Sol y Lluvia le costó mucho sacarse la camiseta de amarillos, como le llaman a los que se relacionan con la DC, ahora le costará también sacarse la de rojos, porque pronto Amaro se relacionó con una mujer comunista. De hecho, Charles asegura que su hermano se a parecido a cada pareja con la que ha estado durante su vida, y que incluso se llegó a parecer a él cuando estaban juntos durante el régimen militar, por eso lo de “camaleón”. Según veo, esa sería una clave importante para comprender la formación y fuerza de Sol y Lluvia. La unión entre ambos permitió que el sentimiento, surgido a través de Charles, se hiciera palabra a través de Amaro.
La batalla por el poder, que tienta a todo artista aclamado por el pueblo, así como a toda persona que ostenta ascendencia en la gente, venció finalmente a Amaro. Charles sigue su curso de sangre y esperanza, caminando consecuente sin sentir distancia entre la tierra y el cielo. Sabe que las tentaciones vienen de más allá que de nuestra propia razón, que se trata de poderes superiores o inferiores que se enfrentan a cada instante, pero reconoce que el terreno de la batalla es nuestra propia mente.
Es cierto, hubo una época en que Charles y Amaro eran inseparables, en que compartían sus vidas más allá de las limitaciones de sus cuerpos. No eran sólo hermanos de sangre, sino de espíritu, como si sus almas se fusionaran por la cercanía genética de sus cuerpos, una misma alma para dos corazones pero con una potencia cuatro veces mayor. Y este no es un dato menor, ya que en todas las culturas ancestrales siempre existen leyendas que hablan de un par de hermanos, un par gemelos que lograban grandes hazañas espirituales y que cambiaban el curso de la historia de sus pueblos.
Para Charles, la etapa en que es concebido y recibido Sol y Lluvia por él y Amaro, es una de las etapas más significativas y crecedoras de su existencia, un verdadero momento de luz y fuerza, de claridad, cristalina capacidad de desatar corazones y sembrar esperanza con sus propias manos, y con la mayor de sus alegrías volvería a vivirla, pero es consciente que para eso sería necesario que Amaro volviera a acercarse a él.
Charles recuerda esos años y su mirada se hace más brillante, como si lograra volver a irradiar aquella fuerza que emanaba de su pecho, como si su rostro de un momento a otro se iluminara y volviera a ser joven, rejuveneciendo no sólo su recuerdo, sino su propio cuerpo, como si cada célula de su cuerpo efervesciera por un momento, por el breve lapso que dura su recuerdo. Tal es la intensidad de lo que vivió aquellos años, tal es la magnitud de su recuerdo, de la energía contenida tras sus ojos. Lo miro y me dan ganas de entrar en su mente, de ver sus recuerdos, sentir sus emociones de aquellos años y vivenciar su experiencia, pero es imposible, lo sé. Me conformo con mis propias vivencias junto a él, con mis años de acompañarlo y de crecer con sus enseñanzas.
La oportunidad que se dio para que junto a su hermano desarrollaran su sentir fue verdaderamente mágica. Si sólo hubiera sido político, si su canto sólo hubiera sido humano, estoy seguro que la dictadura militar no habría tardado en eliminarlos. Lo suyo, como dijera Violeta, era un canto a lo divino.
Junto a Amaro, salían a recorrer las calles vendiendo los impresos casa por casa, juntos, compartiendo y conversando, así se hicieron más hermanos, hermanos en Cristo. Amaro se empapó del espíritu irradiante de Charles, lo objetivó y lo hizo canto.
Nacía Sol y Lluvia.

En cierta medida, este libro es un homenaje a mi padre que en su humildad contribuyó desinteresada y enormemente a liberar los corazones atrapados por el dolor y el llanto en nuestra gran familia, y sin querer ser gran hombre atravesó las barreras del temor impulsando a su hermano a seguirlo. Impulsando a todo el Pueblo a seguirlos. Su espíritu me ha dado fuerza desde mi nacimiento hasta ahora, enalteciendo mi cariño por su fecundo ser.
-Había ocasiones que eran de verdad peligrosas, a las que ni yo mismo iba. Todas eran peligrosas, porque el régimen prohibía los actos y las reuniones, pero algunas ocasiones yo sabía que eran “fatales” -recuerda Charles.
“Si sentía la muerte muy cerca me alejaba. En eso es bueno el miedo... te hace estar más atento. En otras, prácticamente tenía que arrastrar a Amaro para que me acompañara, porque a veces se enfermaba del temor, con escalofríos, fiebre y vómitos, y no estaba en condiciones de acompañarme. Tenía que partir yo solo.
“Cuando existe un peligro que pueda costarnos la vida –agrega Charles, con tono seguro-, nuestro cuerpo reacciona químicamente y nos prepara para actuar, en ese momento nuestra naturaleza se hace cargo de las percepciones y sus interpretaciones. Ese es el punto en que puede dominarnos el miedo, o que podemos aplastar al temor. Si vencemos al temor, uno puede actuar sin miedo y en máxima alerta, con fe, entonces, y sólo entonces, nuestra eternidad se nos hace presente y se incrementa nuestro poder y nuestra fuerza. La Pazciencia permite hacer consciente esa energía, mientras se observa lo que ocurre y se determina el mejor momento para actuar. Es fácil y común que en ese momento la reacción sea de un miedo desmedido y que las personas tomen decisiones apresuradas, sin consistencia ni conciencia. La Pazciencia permite ser continente de gran energía y aun así permanecer sereno y humilde. Observando.
“La adrenalina –continúa Charles- es una droga propia del cuerpo que brota como reacción ante un desafío, pero que en su ausencia se la busca reemplazar con otras drogas. Si acostumbras vivir con ella y de pronto te falta, la realidad se te aplana, se achata, y no logras enfrentar los desafíos con las capacidades que llegaste a desarrollar gracias a ella. Fue como lo que nos ocurrió con Sol y Lluvia, porque cuando ya la adrenalina de los oscuros años de la dictadura no estuvo con nosotros, cuando cantar lo que cantábamos ya no representaba peligro para nosotros ni para ustedes (refiriéndose a mi familia), la relación dentro del grupo se acható, se hizo más monótona. Ya no era un desafío hacer lo que hacíamos, por eso cada uno terminó haciendo lo suyo”.
Charles tiene razón, la adrenalina puede ser nuestra mejor herramienta, o nuestra peor enemiga. Recuerda los duros años en que comenzó realmente a utilizar sus instrumentos musicales y su voz como herramientas de paz, en que tenía que salir a enfrentar a la muerte cara a cara, él solo a veces, con su hermano en otras. Agrega que Amaro fue a casi un noventa por ciento de las ocasiones en que sentían que era urgente presentarse.
-El temor surgía en Amaro de su corazón, haciéndolo callar, pero el pueblo le gritaba en silencio a través de mí que no dejara de cantar. El temor era enorme, la presión era enorme, pero la labor también era enorme –dice Charles, mientras sus ojos brillan inusitadamente.
“Cuando la adrenalina inunda a una persona y no sabe encauzarla en algo productivo, lo enferma y lo deja paralizado, en pánico, el cuerpo se desequilibra, se enferma. Pero, sin embargo, si la usa para reforzar su capacidad creativa... una maravilla –comenta Charles-. Es en los momentos de mayor peligro y exigencia donde realmente se muestra el carácter de una persona, cuando debe enfrentar situaciones que se le vienen encima y tomar decisiones que afectan para siempre el curso de su vida”.
Charles estira su espalda y al hacerlo mira las nubes, el atardecer lucía sus mejores colores. Andábamos caminando cerca de nuestra casa, por un antiguo y desaparecido bosque de nogales en las faldas de la precordillera, y conversábamos. Siempre salíamos a caminar y conversar.
-En eso la Pazciencia me ha ayudado bastante –continúa, mientras iniciamos el camino de regreso a nuestra casa-, porque me ha permitido ir observando y viviendo con calma las aparentes verdades de esta sociedad, completamente despierto en mí mismo y totalmente empapado de mi Padre y mi Madre, sabiendo con certeza que cuanto hago es su voluntad junto a la mía, y sintiéndolos aquí –toca su pecho con ambas manos, y luego muestra alrededor- presentes en mí y viviendo a través mío”.
Charles percibe un mundo que es desconocido aún para muchos de nosotros, en su interior están reconciliados lo masculino y femenina de sí, de sus ancestros y de su descendencia, y lo ha demostrado abiertamente a los hombres y a las mujeres con todo lo que ha hecho.
Amaro dio vida a una frase que estremeció el corazón de Charles luego de haber sido secuestrados por la DINA, que dio mayor poder a su propia voluntad, impulsando su canto para seguir espantando al demonio de los corazones del pueblo. En esa sola frase, Amaro expresaba todo el sentimiento de Charles, que los envolvía y que maternalmente los protegía, “en nosotros siempre, cristalino, inamovible, presente”.
Entonces, se hace evidente que el sentimiento que Amaro expresaba era el de Charles, que de alguna manera se iba transformando en las palabras de Amaro en poesía y música, lo que iba viendo y oyendo junto a su hermano haciéndose canciones. Charles se sentía plenamente identificado con la letra de las canciones que proponía Amaro en la primera etapa de Sol y Lluvia, cuando eran dúo. Cómo no estarlo si pasaban gran parte de sus días juntos, conversando sobre sus inquietudes, sus anhelos, sus esperanzas. Compartían con euforia sus sueños de paz, y con vehemencia trabajan por hacerlos realidad. Cualquier cosa que el canto de Amaro dijera en ese contexto representaba ampliamente el sentir de Charles.

Hubo un momento en que la relación del dúo se distanció bastante, ya no eran dos hermanos de sangre compartiendo el alma y vibrando en el Espíritu. Al alejarse de Charles, Amaro pierde su euforia espiritual y varían, por ende, sus horizontes. Siguen juntos por algunos años más, pero sus almas ya no laten a dos corazones, y los temas de sus canciones comienzan a perder el horizonte espiritual.


La distancia entre los hermanos

Para el año ’83, Amaro sentía que lo que habían hecho junto a su hermano podía ser trabajado para producir recursos, para “tirar económicamente a todos para arriba”. Eso permitía integrar a Jonny y formar definitivamente un grupo musical. Charles se negaba a que lo que hacían comenzara a ser comercial y un producto que vender, apoyaba más la idea de seguir con los ritos que ofrecían a Padre y Madre junto al pueblo, en cada ocasión que hacían música, además, no quería dejar de lado la serigrafía. El costo mayor de irse hacia la música fue separarse de Harley, que prefirió seguir con la serigrafía. Amaro sabía, desde muy niño, que contra la voluntad de Charles el único capaz de ayudarlo era Jonny. Charles asegura que la entrada de Jonny a Sol y Lluvia fue una maniobra de Amaro. Talvez inconsciente, espontánea, ni siquiera premeditada.
-Fue Amaro quien prácticamente compró el bajo y se lo puso en las manos a Jonny, y le dijo: ¡Toca! Hasta entonces Jonny se mantenía al margen, nunca había participado en nada fuera del taller. Por él que paráramos el carro y nos quedáramos piola -afirma Charles.
Jonny aseguraba que Amaro y Charles tenían asustada a toda la familia, a sus esposas y, cómo no, a sus hijos e hijas; también a algunos vecinos y vecinas, amigos y amigas que temían que llegaran en cualquier momento a buscarlos, con operativos por las casas. Para convencerse -imagino- Jonny debe haber entendido que realmente podían ganar plata como grupo musical. Además, al entrar ya no se toman las decisiones entre dos, sino entre tres, y ahí la maniobra de Amaro, quien dispone que Jonny entre con las mismas atribuciones que Charles en voz y voto, ganando lo mismo. Él ganaría 40%, Charles 30% y Jonny 30%. Amaro ganaba más, decía, porque la mayoría de las canciones eran de él. A Charles nunca le importó ganar más que sus hermanos, o ganar más que Jonny; tampoco le importó que las canciones no fueran registradas a nombre suyo y de Amaro, de ambos, como dúo que eran, algo así como “Lennon y McCartney”, cuando comprendieron que como creaciones debían ser registradas en el derecho de autor.
La entrada de Jonny produjo un cambio definitivo en lo que era Sol y Lluvia. La raíz de Sol y Lluvia había crecido entre las poblaciones, el tronco era robusto y sólido, Charles estaba decidido a no dejar el camino que habían iniciado, sin embargo, Amaro tenía otros planes. Charles observó.
-Amaro notó la necesidad de incluirlo –dice Charles, refiriéndose a Jonny-, para compensar mis diferencias doctrinales: Amaro es administrador (en su juventud estudió administración de empresas), sabía bien lo que estaba haciendo. Y debieron pasar dieciocho años para que yo entendiera que meter a Jonny, con la seguridad que lo hizo, no fue mera casualidad.
Cuando fueron secuestrados por los servicios de inteligencia militares, todos los afiches, toda la gráfica, todo lo que los vinculara con algo revolucionario o de derechos humanos, fue desaparecido del taller. Lo revolucionario era la palabra de Jesús, de Gandhi, de Luther King, entre otros, que en los afiches cubrían las paredes y los mesones. Mensajes de paz en tiempo de guerra (pero ¿cuál guerra? ¿qué Plan Z? ¡era una guerra contra el miedo!).
-Lo que más me dolió –comenta Charles, con amargura-, fue volver y encontrar que el taller era otro. Que todo lo que éramos había sido borrado. Las paredes estaban pintadas y no quedaba ni un afiche en ellas.
-Y es comprensible –le digo-, Jonny siempre se opuso a que se arriesgaran tanto, a que enfrentaran al régimen de Pinochet, y cuando se supo que ustedes habían sido detenidos, deben haber pensado lo peor, deben haber imaginado que ya no volverían, y que, en cambio, llegarían en cualquier momento a allanarlos, a buscarlos a todos. Por eso pensaron que lo mejor era asegurarse y botar todo vínculo, creo yo.
-Sabes, Hans -lamenta Charles-, más que todo me duele porque no eran sólo afiches... ¡eran nuestros principios! los que estábamos defendiendo al salir a la calle, nuestros valores humanos más preciados, y al llegar, en vez de volver a cargarnos de ellos, vimos que los negaban absolutamente: era más grande el temor.
“Y es cierto, también sentía temor, pero sentía y aún siento que es más fuerte el poder de la Fe en la Verdad y la Libertad que el poder de las armas y la violencia. Sé que todo lo que Cristo dijo es verdad, lo sé porque lo veo a cada momento en la calle y en el centro cuando toco con la guitarra frente a la gente, en dictadura cuando lo hacía con el ultramakahue y el bombo”.
Siente que de alguna manera Amaro fue flaqueando, fue haciéndose a un lado y buscando simplificar los mensajes y las canciones. Charles está seguro que fue una maniobra de Amaro el que Jonny entrara a tocar, porque desde ahí en adelante se comenzó a despegar comercialmente, a editar casetes, a planear giras y esas cosas. Si bien es cierto eso es parte fundamental en la difusión de un grupo musical, en que se propague su trabajo y su imagen, el caso de Sol y Lluvia es distinto, porque estuvieron más de ocho años sin editar su trabajo y ya eran conocidos por miles de personas en varias regiones y fuera de Chile.
Si un grupo musical, o bien artístico, teatral o humano, por sí mismo no logra difundirse entre la gente a modo de comentario popular espontáneo, sí puede hacerlo a modo de comentario obligado a través de los medios de comunicación. Ellos, los medios de comunicación, tienen la manija de quién es estrella y quién pasado, ellos definen la popularidad o el ranking de la semana, pero no tienen poder sobre lo que es del pueblo. Desde la primera vez que se los oyó tocar en el taller, Sol y Lluvia había crecido por sí mismo y por su propia fuerza, como proceso espontáneo entre la gente.
Para el año 83’ el dúo Sol y Lluvia había llegado a consolidarse dentro de un gran círculo de la cultura popular chilena. Con los estudiantes en las universidades, y en los sindicatos con los obreros y las obreras, también en las poblaciones con las dueñas de casa. Se habían convertido en un pilar inteligente y activo del folclor chileno y latinoamericano.
Con el tiempo comenzaron a ser solicitados por más gente para realizar eventos, pues congregarlos a cantar “adiós general, adiós carnaval” dejaba de ser un suicidio civil. Porque muchas de las personas que organizaban encuentros con Sol y Lluvia eran marcados por algún tipo de signo invisible, y eran despedidos de sus pegas y no conseguían trabajo en ningún otro lugar. Por eso se hablaba de suicidio civil, porque Sol y Lluvia era un secreto a voces. Hubo muchos momentos en que Charles se oponía a decisiones que sus hermanos tomaban ligeramente, que podían ir en contra de lo que era el mensaje sustancial de Sol y Lluvia. Ellos hacían como que escuchaban y no pescaban mucho lo que Charles decía, pero, ciertamente, igual le hacían caso. De una u otra manera, Charles conseguía intervenir en momentos decisivos y volvía el río a su cauce.
Muchos partidos políticos se interesaron en la masiva, innegable y multitudinaria convocatoria que tenía Sol y Lluvia, y trataron de invitarlos a participar de actos y eventos públicos y privados, pero pocos lograron llamar su atención. No faltó la ocasión en que los políticos se aprovechaban de aquella convocatoria y anunciaban que en tal acto iba a estar presente Sol y Lluvia, pero era mentira y la gente llegaba y llenaba el lugar y después, cuando se suponía que tenían que tocar, decían que lo sentían mucho pero que Sol y Lluvia no había podido llegar porque blablablá... e inventaban una excusa que, generalmente, dejaba mal parados a los hermanos Labra. Pero los organizadores sabían que era mentira, Sol y Lluvia les había dicho desde un principio que no iba a asistir y ellos utilizaron el nombre para convocar a la gente.
Su búsqueda era la unión del pueblo, no la división política o de ninguna clase: el arcoiris formado por el sol y la lluvia, con todos sus colores presentes y alegres, no un solo y único color o personaje dominando a los otros. Dicha unión, siente Charles, fue lográndose a mediados de los ’80 cuando nació el arcoiris de la Concertación. En ese entonces, la política era ejercida con sinceridad por hombres y mujeres que querían lograr objetivos colectivos reales; no había luchas de poder ni corrupción como las hay ahora. Pero cuando se comprendió políticamente qué significaban los amarres constitucionales del régimen militar, todo cambió. El plebiscito que definió el fin de la dictadura el ’88 trajo una revuelta en los partidos y el despelote de los políticos por figurar en primer plano, todos querían ser generales después de la guerra.
Actualmente, Charles lee el diario o ve las noticias en televisión, y me cuenta acerca de los políticos que él conoce y que aparecen mostrándose o tratando de hacer algo para aparecer en primer plano. Me habla de años atrás en que los veía llegar tan dispuestos a ayudar movidos por ideales que decían tener, y los ve ahí, ahora tan decadentes en sí mismos, tan llenos de fuerza en un instante pero tan opacos y avejentados en sus realidades. Recuerda a muchos que llegaban o aparecían en tocatas de Sol y Lluvia, haciendo lo posible por subir al escenario y hablarle a la gente por los micrófonos, a otros que trataban de acercarse para sacarse fotos junto al grupo o sólo para que se los viera cerca de ellos. 
Pasados esos dos años después del plebiscito, y para celebrar la salida del régimen militar, Sol y Lluvia realizó uno de los eventos más masivos que se recuerda de la era Pinochet, justo el día antes de que el dictador hiciera entrega del gobierno a manos civiles, recital que se llamó “Adiós General”, y  que fue realizado en el Estadio Santa Laura, el 10 de marzo del ’90.
Las autoridades estaban preocupadas porque el evento pudiera generar disturbios, era la noche justo antes del cambio de mando y nadie quería más represión. Esa noche llegaron miles de uniformados y se apostaron con sus vehículos represores afuera del recinto deportivo donde Sol y Lluvia despediría al dictador, estuvieron parados ahí las más de siete horas desde la apertura de puertas hasta el cierre del estadio, esperando, como siempre, alguna excusa para actuar. Pero el público, en una catarsis colectiva que yo no he vuelto a ver en vida, bailó y cantó como nunca antes había hecho y como nunca más haría al reunirse en tal cantidad, con una euforia impresionante y una alegría que, silenciosamente, creo yo, desde el ámbito de lo netamente espiritual, unió como en una oración a la gran familia que por más de 17 años había aguantado sobre sí la estupidez de un dictador. El inconsciente colectivo de millones de personas se focalizó y se unió esa noche en un rito popular de más de 35 mil personas que, reunidas en torno a Sol y Lluvia, hicieron realidad el anhelo del pueblo.
Esa noche el grupo tardó más de una hora en salir a escena, el público se impacientó. Miles de personas silbando y coreando sus canciones, llamándolos a que tocaran, pero nunca imaginaron lo que ocurría tras el escenario. La supuesta amenaza de una bomba, dada y recibida la noticia por el mismo GOPE de Carabineros, hizo entrar decenas de efectivos a los subterráneos, entrepisos y camarines del Santa Laura, buscando lo que no había pero que decían haber, intentando de alguna manera fastidiar a este pueblo que sólo quería cantarle adiós al general. No tardó en reconocerse el “creo falso” y los efectivos se retiraron así mismo como llegaron, y Sol y Lluvia apareció ante su público, con una ambigua sensación de euforia y temor. No sabían con qué canción comenzar el recital, y Charles se adelantó y empezó a tocar el Espíritu Santo, la catarsis se desató. ¿Qué habrán pensado mientras tanto los uniformados que esperaban afuera la salida de la gente? ¿el rugir del pueblo los habrá asustado?

Cuando entra Jonny el ’83, culmina la primera etapa de Sol y Lluvia. Hasta ahí, lo que habían hecho durante esos siete años de música y canto era un sacrificio, un verdadero sacrificio, porque habían entregado todo lo que eran por lo que sentían. En cierta medida, ese trabajo de fuerza y amor está condensado en el casete “Canto más Vida”. Desde entonces, con la inclusión del bajo eléctrico y la nueva manera de tomar las decisiones, comenzaban a ser ya definitivamente un grupo musical que viviría para la música, ya no desde ella como seres humanos que se expresan libremente. Ahora –quizás pensó Amaro- tenían que sacar provecho de lo que había costado tanto construir, y con otro voto a su favor, empezaron a cosechar lo que habían sembrado.
Charles asegura que si durante los años siguientes lograron mantenerse cerca de la gente fue sólo gracias a él, ya que era el único que frenaba las ambiciones de sus hermanos. Cierto, Sol y Lluvia estaba parado en el umbral de hacerse millonario si daba su brazo a torcer, y en más de una ocasión llegaron tentadoras ofertas de grandes transnacionales que les ofrecían multimillonarios contratos. La mayoría de las veces, Jonny decía que sí, que había que aceptar, y trataba de convencer a Amaro, quien, a su vez, decía que no sabía pero que había que pensarlo. Charles siempre contestaba con un no rotundo a venderse, y eso lograba, de alguna manera, devolver a Amaro la fuerza o el valor moral para que también se negara ante Jonny.
-Charles es el que defiende nuestros derechos frente a sus hermanos, él es la voz del pueblo en Sol y Lluvia -me comentó, hace ya muchos años, un amigo de Valparaíso.

Amaro había conocido a comienzos de los ‘90 a la dueña de un sello discográfico, y comprometió a ella su corazón y su trabajo. Esta atractiva y sonriente empresaria comunista de origen judío, conquistó a Amaro desde la primera vez que se vieron, y él se enamoró de ella por completo y comenzó a pensar de forma judeo-comunista, a sentir de forma judeo-comunista y a vivir de forma judeo-comunista. Y la imagen de Sol y Lluvia era arrastrada por él en sus discursos, no en su esencia.
Desde que nació Sol y Lluvia la música y los discos que grabaron eran propiedad de ellos mismos, nunca quisieron vender sus derechos a ningún sello, sólo licenciaban la distribución, pero los “master”, los originales, siempre fueron suyos. Bastó que Amaro se enamorara para que comenzara a venderle al sello discográfico de su nueva pareja los master y los originales de Sol y Lluvia a precio de huevo. Según Cristóbal, hijo de Amaro, lo hizo para pagar deudas del grupo; según Charles, para tener buena llegada con la mamá de su nueva pareja, dueña principal del sello, y para quedar como rey ante ellas.
Charles asegura que fue él quien conoció primero a aquella empresaria, pues ella lo buscó para pegar los afiches de un recital de uno de sus grupos en Valparaíso. Luego de juntarse a conversar con ella varias veces, en una de las cuales su relación fue más que comercial, Charles prefirió alejarse y dejó de verla –según dice- porque le pareció “un poco extraña”. No pasó más de un mes, y apareció del brazo de Amaro, algo que no deja indiferente a Charles. Al principio no se preocupo ni le tomó mucha importancia, pero con el tiempo reflexionó y comprendió que ese detalle “le costó el Sol y Lluvia”. Él piensa que como ella es miembra oficial y activa del Partido Comunista, todo puede haber sido un intento de atraparlos, de conquistar al Sol y Lluvia tras años de infructuosos intentos, un plan de “inteligencia política” que utilizó una carnada efectiva y la única capaz de atraparlos: una mujer atractiva, soltera y millonaria.
-Yo me libré porque sentí algo extraño en ella, no sé, tal vez su motivación de acercarse a mí no era tan clara –comenta Charles-. Pero Amaro no tenía mi capacidad de percibir sutilezas, y cayó en la trampa fácilmente.
Trabajando en el sello como administrativo detrás de un escritorio y recibiendo un no despreciable sueldo mensual, Amaro había cumplido el sueño de su vida y había asegurado su futuro, porque sabía que ya no le faltaría la plata; además, las pegas gráficas que el sello necesitaba se las mandaba a Jonny. Ambos estaban asegurados. Sol y Lluvia ya no era necesario para ellos, podían prescindir de él.
Fue entonces que Amaro y Jonny pensaron en retirarse, pues dijeron que era “un excelente momento para hacerlo, que tenían que aprovechar que la relación con la gente era buena y que irse ahora, estando en buen momento, dejaría de ellos una buena imagen”. Pensaban, creo yo, en lo que significaba estar involucrados comercialmente con el sello, porque dijeron que se podría sacar más adelante un disco compacto, que recopilara “Los Grandes Éxitos de Sol y Lluvia”.
Convencidos a tal punto, realizaron la producción de lo que sería el último recital, el “Adiós Sol y Lluvia”; argumentando que ya el grupo no necesitaba existir, pues no tenían contra quién cantar ahora que no estaba Pinochet. Charles se oponía rotundamente a que Sol y Lluvia se acabara,  había que seguir denunciando al ex dictador, sabía que aún hoy queda mucho por cantar, pero la decisión de Amaro y Jonny, dos contra uno, era irrevocable. El recital iba.
A comienzos de los ‘90, recién derrocado el régimen e instalada la supuesta democracia, y muchos años antes de que la primera querella contra Pinochet fuera presentada, Charles comenzó una campaña para pedir que el dictador fuera juzgado públicamente. No con la intención de vengarse o encarcelarlo, sino de evitar que su nombre pasara a la historia como si ningún dañó hubiera causado, había que identificarlo públicamente como asesino y evitar que su régimen se legitimara en la historia.
En su afán visitó algunas radios y a varios de sus antiguos amigos políticos, intentó por todos los medios generar alguna reacción y todos parecían asustarse cuando él hablaba del tema. Amaro y Jonny, por su parte, le decían que estaba loco y que se dejara de hueviar, “que se parecía al soldado que fue encontrado en la selva luchando una guerra que había terminado hace ya varios años”, en las exactas palabras de Amaro. Pero la indignación de Charles al ver al dictador libre y en el Senado era grande, sobre todo porque sus hermanos se estaban haciendo a un lado y lo permitían. El sentido común le decía que era necesario esclarecer, públicamente, qué simboliza y qué representa Pinochet.
-No hacerlo y, peor aún, olvidarlo –asegura Charles-, legitima ante las futuras generaciones todo el horror vivido y sufrido por miles de chilenos y chilenas durante el régimen militar, y permite que se establezca casi constitucionalmente la idea de que un golpe de estado y una dictadura fueron, y serán, un modo razonable y necesario de mantener el orden de un gobierno. No se trataba de que quisiera venganza o revancha, se trataba únicamente de establecer la verdad por sobre todas las cosas.
En esa época, y hasta casi la mitad de la década del ‘90, Amaro dejó de incluir la canción Adiós General en las listas que se preparaban para los recitales. No la tocaba, convencido de que ya esa etapa de la política chilena había sido superada, que ya todo se había olvidado. Charles, por su parte, hablaba en los recitales y expresaba su opinión al público, y mientras hablaba, Amaro metía bulla con la guitarra.
Años después, en una entrevista para el Diario La Nación, del 11 de abril del ’99, Amaro mostró su incongruencia: “Mucha gente pensó que desde ese año pa’delante ya no teníamos nada que decir ...es raro, es paradójico, pero así fue la cosa. No sé cuál fue el motivo, a lo mejor hubo gente que pensó que ya habíamos cumplido la etapa, que éramos un artefacto antipinochetista pasado de moda”.
De verdad, me impresiona el doble estándar de Amaro, sobre todo que cuando hoy en día la gente le pregunta sobre su hermano Charles, sobre los motivos de su separación, él contesta con silencio, diciendo que de eso él no habla, que hay un acuerdo de no hablar y blablablá...“Todos esos intentos de generar una sociedad donde el ocultar sea una fórmula para salir de los problemas, me parece poco sano y mientras eso exista nosotros no vamos a dejar de denunciarlo, como tampoco vamos a dejar de proponer el mundo en el que queremos vivir”. (Amaro Labra, La Nación, 21 de julio del ’99).
Bastó que el Partido Comunista presentara la primera querella contra el dictador y se desatara polémica en la prensa, para que Amaro volviera a incluir la canción Adiós General en las tocatas, y para que comenzara a incitar al público en los recitales a no bailar al ritmo de ningún general.

Cuando afinaban frente al computador de Jonny el diseño de los afiches para el concierto de despedida, el “Adiós Sol y Lluvia”, Charles observó el instante preciso en el que tenía que actuar y en un soplo mágico, movido por su espíritu de siempre, lo logró. Estuvo todo el rato tratando de idear una manera para que sus hermanos no cometieran semejante locura de despedir a Sol y Lluvia, y de pronto, ahí frente a sus ojos, estaba la solución: precisamente en la palabra adiós. Charles se abalanzó sobre Jonny y apretó en el teclado la barra espaciadora, y separó el adiós con un pequeño espacio entre la a y dios. Su pelo se erizó y casi clamó su emoción, porque sabía que lo había logrado, nuevamente había dado con la voluntad de su Padre y su Madre.
Ese pequeño espacio entre el texto fue algo que sus hermanos aceptaron como una choreza del diseño, pero no intuían el verdadero significado de aquel imperceptible gesto que cambió sutilmente, y en forma definitiva, el significado de despedida y alejamiento de un “adiós”, por el rito sagrado y sublime, inesperado, profundo de un A Dios Sol y Lluvia. Ya no se despedirían, irían directamente a al Padre, a lo más alto, a lo divino, a lo eterno. Ya no se retiraban de la música: la asumirían nuevamente como propuesta verdadera, y esa era su primera ofrenda. Al menos, eso sentía Charles.
Para Amaro y Jonny la retirada era un hecho, pero el recital que se suponía iba a despedir a Sol y Lluvia fue un éxito. Ellos pensaban que el pueblo ya no se interesaba porque ya no había un Pinochet contra el que cantar, y el pueblo les demostró que estaba con ellos, que los seguía, capaces de llenar cualquier estadio, los quería y los buscaba. Amaro y Jonny asumieron que sería una torpeza comercial retirarse en esos momentos, más aún, pensaron lanzar un nuevo disco.
-Amaro siempre tuvo -me comentó Charles, hace algunos años-, una capacidad mágica de, cuando su espíritu esta calmo, captar las vibras de lo divino y objetivarlo. Desde que nos unimos como dúo fue captando la presencia del espíritu que nos protegía y lo transformaba en palabra, en canción, en poesía. Siempre tuvo esa capacidad de sentir aún sin comprender ni asimilar.
-Por eso después del recital del ‘A Dios’, de dirigirnos a lo alto, al Padre –dice Charles, mientras con la mano hace un gesto que apunta al cielo-, Amaro logró percibir la necesidad de volver, de regresar a la tierra, de ir nuevamente a la Madre -con un nuevo movimiento de su mano, enérgico, indica el suelo-, y así nace, y sin que Amaro se diera cuenta: Hacia la Tierra.
Y era cierto, Amaro había propuesto Hacia la Tierra, pero no comprendió su vital significado. Para Charles, por el contrario, cuando su hermano lo propuso, fue un momento mágico.
Durante la grabación del disco Hacia la Tierra, Jonny promovió el uso de sintetizadores y pads en la musicalización de los temas, lo que motivó en cierta medida que Charles se distanciara un poco de la grabación del disco. Él defendía la música libre, la que nace del alma, la que remece el suelo, decía. Según Jonny, lo que estaba llegando más a la gente en ese momento eran los ritmos hechos con bases constantes, parejas, que se repetían de principio a fin, sobre todo en la percusión. Ésta debía repetir un cierto “pads”, que era el pulso parejo y repetido, a través de todo el tema, variando sólo en ocasiones precisas, totalmente ajeno al pulso que acostumbraba dar Charles a su percusión y totalmente contrario a lo que se acostumbraba hacer en Sol y Lluvia.
La música de Sol y Lluvia siempre fue reconocida por la libertad de su composición, por la perfecta simbiosis entre el vibrar pulsante de las cuerdas de la guitarra, y el percutir penetrante e indómito de los cueros autóctonos, por la ausencia explícita de una estructura musical pareja, por esas explosiones de la percusión que hacen temblar el suelo y que levantan los ánimos cansados.
Porque el canto, la música, están con la humanidad desde hace milenios, acompañando la ofrenda y el sentimiento, expresando el ritmo cósmico, el pulso universal. Pero son pocos los músicos que logran vibrar en ese pulso que trasciende sus limitaciones racionales, son pocos los que armonizan lo que sienten y lo que dicen, lo que expresan y lo que hacen, con aquel pulso cósmico y universal que todo lo envuelve y todo lo alcanza, son pocos los que logran sintonizar con la memoria del canto. De alguna manera siento, talvez por ser mi padre, tal vez por los instrumentos que percutía, que Charles alcanzaba esa expresión de música que, por un lado, lo conectaba al pulso profundo, y por otro, caracterizaba a Sol y Lluvia. Por eso, al salirse Charles, ya no es lo mismo.
Por eso me atrevo a hablar de la Memoria del Canto, por la necesidad de recordar que el canto es parte de lo más íntimo de la mujer y el hombre, de su relación con su Madre y su Padre, el canto como parte fundamental del encuentro entre lo humano y lo divino. “El que canta ora dos veces, porque el que canta ora con el corazón”, dice Charles en la calle, cuando le habla a las personas.
En un viejo libro se asegura que en los tiempos antiguos, los sacerdotes valiéndose de la vibración de sonidos provocaban tempestades y levantaban en el aire, para construir sus templos, piedras que mil hombres no hubieran podido trasladar. En otro libro se asegura que las vibraciones sonoras son fuerzas, que la creación cósmica está sostenida por vibraciones que igualmente podrían suspenderla. Charles, con su percusión, me demostró el alcance real de aquellas fuerzas.
Volvamos. En la grabación del disco Hacia la Tierra, y como autodefinido director del grupo, Jonny logró convencer a Amaro en el uso de pads, y, ante la negativa de Charles de dejar de tocar lo que le naciera, lo que sintiera, decidieron grabar varios temas sin él, sin su percusión; sólo hizo en ellos las voces. La batería de algunos temas de ese disco fue hecha por Harlito con una percusión electrónica, más metálica, fría, indiferente, y cualquier oído astuto, aguzado, con un poco de atención lo puede notar. En los temas donde sí permanece la percusión de cueros se siente. Se siente más al Sol y Lluvia que nos gusta y no tanto ese sol y lluvia industrial, con ruidos como de máquinas y sonidos rutinarios, estresantes; música de máquinas en la que destaca la ausencia de Charles como consecuencia inquietante de la pérdida del principio espiritual, del sentir cristalino, inamovible y presente que dio vida e impulso a Sol y Lluvia.
En un comienzo la idea de despertar y renacer, de ir Hacia la Tierra, pareció reforzarse con la propuesta visual que la carátula del disco mostraría en su gráfica, donde el grupo sería visto desnudo de cuerpo entero y desprovisto de todo materialismo, un renacer que los devolvería con las manos vacías a la tierra repoblada por la naturaleza, vendrían saliendo del agua porque sería un parto celeste, y traerían con ellos la esperanza de la fuerza femenina, inocente, materna y receptiva.
La idea creció y tomó fuerza, para aquella fotografía viajamos a San Rosendo, un pueblo al sur de Chile, y su gente nos recibió con la alegría y la hospitalidad digna de la gente del sur. Fue en el río Laja que Sol y Lluvia se desnudó para la carátula del disco, y un fotógrafo registró en cientos de fotos aquel día. Viajé junto a ellos con la idea de participar del desnudo, pero a última hora mis temores dominaron mi decisión y dudé. Estaba en plena pubertad cursando segundo medio, recién despertando a mi sexualidad, e imaginé a mis compañeros de curso recortando la foto de los afiches y pegándolas en el colegio, por todos lados para molestarme ante las muchachas y ante la niña que me gustaba. Realmente me daba vergüenza la idea y no supe cómo afrontarlo, también me había desnudado pero el susto me vino ya en el agua y arrugué, además hacía bastante frío y no demoré en salirme del agua y abrigarme. El clima estaba bochornoso y las nubes tapaban el sol, el agua estaba helada y Paloma, la hija de Amaro, la Chomin como le decíamos, también quería salirse y abrigarse. Se puso a llorar de frío y la abrigué en la orilla, su problema no era como el mío, así que la convencí que resistiera un poquito más la baja temperatura y le mostré que el cielo se estaba abriendo y aparecería el sol. Nuevamente intentó, y Charles le comenzó a cantar una canción que hablaba del agua y las nubes, y todos cantaron y Paloma sonrió, y ese instante, capturado hábilmente por el fotógrafo, fue seleccionado de entre cientos para el disco.
La carátula, en que aparecían desnudos a todo color, causó un leve revuelo en la opinión pública, pero luego sobrevino el silencio acostumbrado de los medios. Pasaron algunas semanas y, de pronto, la carátula apareció con una franja que decía censurada, más como una estrategia de marketing –según se dijo- que frente a la acción de algún organismo que la hubiese censurado, pues nadie los censuró; salvo, quizá, por la negativa de las disqueras de poner en los estantes el desnudo, pero mayor censura no hubo. La censura más fuerte la puso el mismo Jonny, fue él quién ideó esa supuesta estrategia de marketing y puso la franja CENSURADO. Ni siquiera estuvo de acuerdo con la idea de desnudarse. Charles dice que desde la infancia su hermano tuvo un cierto pudor respecto al tema, por eso no aparece en la foto y por eso también hizo lo imposible por desaparecer el desnudo de la carátula.
Así, cada vez que se realizaba una nueva edición del disco para distribuir en las disqueras, Jonny cambiaba la carátula –como él era el diseñador, y “director”-, se las ingeniaba como pudiera para tapar el desnudo, hasta que definitivamente lo sacó de la carátula del disco. El diseño que hoy lleva el disco Hacia la Tierra no rescata por ningún lado una pequeña luz de la intención inicial que los motivó a realizar esa producción discográfica, por el contrario, aumenta la idea de industrialización, impersonalidad, y ausencia.
Y aun cuando hoy alguien quisiera revivir aquel primer diseño, no podría, porque aunque parezca difícil de creer, no quedó registro alguno de esa primera carátula. Todo desapareció, las planchas de impresión, los originales, hasta las pruebas de color y los negativos de las fotos desnudos. La mayoría de las cosas las guardaba Jonny, pero dijo no saber nada, que las tenía en una carpeta por ahí... y que no sabe dónde había quedado. El resto de las cosas parece haberse perdido en el sello, pero también dijeron no saber nada al respecto.
Una de las cosas que me alejó de ellos, además del tema de “la plata”, fue que cuando salí del colegio decidí estudiar Diseño Gráfico, porque quería participar de los diseños de afiches y carátulas de discos en Sol y Lluvia, quería darles un nuevo aire, no sé... sentía que los diseños que estaban haciendo eran muy duros, muy rígidos, sentía que habían perdido la fuerza de años anteriores, quizá limitados por el uso permanente de computadores, y yo quería participar y aportar con nuevas ideas.
-El diseñador de Sol y Lluvia siempre fue Jonny -me explica Charles-, aunque en un principio, al hacer los diseños a mano, con cartulinas, tinta china, plumones y letras “set” (letras pegables del tipo “mecanorma”) y al trabajar en el taller junto a todos, todos aportábamos con ideas y conceptos de diseño, entonces los diseños eran fluidos y directos, con una marcada línea gráfica, característica de Sol y Lluvia. Con el tiempo Jonny comenzó a trabajar solo, con un computador en su casa, y sus diseños se aplanaron y perdieron esa línea gráfica.
Lo que Charles me dice logra hacerme comprender por qué habían cambiado tanto los diseños con el tiempo. En una ocasión a Amaro le comenté que estaba estudiando diseño, y yo creo que debe haber sido un tema que ya había discutido con su hermano, porque apenas le dije eso, sentenció:
-Jonny es el diseñador vitalicio de Sol y Lluvia.
-...pero tío...
-Olvídalo, eso nunca va a cambiar -dijo Amaro secamente, y dio por finalizada la conversación.
Debo reconocer que jamás imaginé esa respuesta de Amaro, al contrario, imaginaba que se pondría feliz de que yo estuviera estudiando diseño, pero al parecer habían hablado el tema y Jonny le había exigido que no tuviera ningún espacio en la creación gráfica de Sol y Lluvia. Guardé silencio y me tragué mi pena, que ya comenzaba a presionar en mi garganta.

Amaro y Jonny estaban desvirtuando demasiado la identidad de Sol y Lluvia, durante los conciertos se gastaban miles y miles de pesos en contratar grandes escenarios, lo último en iluminación, con artefactos robotizados y rayos especiales de colores fuertes y electroscópicos, pues estaban convencidos de que era necesario usar la última tecnología para seguir gustando a la gente, para no ser menos que los grandes espectáculos extranjeros que llenaban los estadios. Grandes escenarios para impactar, luces poderosas para conmover. Utilizaban importantes recursos económicos en contratar costosos equipos y, comúnmente, el resultado final no lograba recuperar los recursos que se gastaban. Una y otra vez volvían a realizar los mismos presupuestos convencidos en que era lo que la gente esperaba ver, que no esperaban ver “un escenario piñufla con dos focos alumbrando para cualquier lado”, decían.
Charles tuvo fuertes discusiones con sus hermanos por esta causa, él defendía la música y el contenido, asegurando que era lo que más interesaba a la gente por sobre cualquier adorno de todo tipo, y teniendo en cuenta en su alma la necesidad permanente de la gente, se oponía al gasto desmedido en presupuestos mal concebidos. Pero cada nuevo recital la historia se repetía, y seguían gastando recursos como si nada, sobretodo que ni siquiera lo que se lograba ganar alcanzaba para cubrir las necesidades de cada cual, y, como el sistema funcionaba dos contra uno, la postura de Charles apenas era escuchada.
A mí también me parecía ilógico que se continuara recital tras recital, con gastos que se llevaban casi el total de la plata de un evento en iluminación, sonido y producción; me parecía ilógico que después de tocar ante un Teatro Caupolicán lleno, o un Estadio Víctor Jara lleno, repletos de gentes que pagaban una entrada por ver y escuchar y participar de Sol y Lluvia, Charles quedara sin ni un peso porque sus hermanos habían gastado demasiado en la producción. El dinero se iba más fácil de lo que llegaba, y Charles se veía obligado a trabajar en otras cosas para cubrir sus gastos mensuales. Lo que ganaba con Sol y Lluvia junto a Amaro y Jonny, era una insignificancia comparado con lo que realmente se producía en cada recital.
Amaro estaba tranquilo, no le afectaba mucho que los gastos de producción se llevaran casi todas las recaudaciones. Él recibía la plata del derecho de autor (que corresponde al 5% de la recaudación total de un evento por concepto de venta de entradas, con el 95% restante se cubren los gastos de producción, pagos de técnicos, etc.), además, tenía su sueldo en el sello, y recibía un porcentaje por la producción de esos mismos eventos. A su vez, Jonny recibía plata por estar en la producción, por hacer los diseños de los afiches y las entradas, sin olvidar los recortes que hacía en los presupuestos de sonido, luces, seguridad, escenario, etc.; también recibía trabajos de diseño gráfico del sello. Por eso a ninguno de los dos les importaba realmente que la plata fuera tan mal gastada en producciones costosas, ganaban igual.
-Gastaban en pagarse -dice Charles, con tono irónico y resignado.
Si él reclamaba, le decían que mejor se metiera a trabajar en las producciones con ellos y así también ganaría. Pero como ellos eran dos no podía intervenir en ninguna decisión, así que al final mejor sólo iba a tocar.
-No era por ausencia de público que las producciones resultaban económicamente mal, era por el “arribismo tecnológico” -dijo de pronto Charles, comentando mientras me veía escribir estas ideas.
-Sí, arribismo tecnológico -insistió.
En sus palabras había referencia, más que a la mala administración, a la actitud de ídolos que asumían sus hermanos frente a la convocatoria del grupo; a la manera en que trataban de tener lo mejor en tecnología sobre el escenario, como si eso les diera mayor presencia, mayor llegada con el pueblo. Como si llenar el escenario con luces robotizadas fuera a producir mayor cercanía con la gente que el propio canto.
Con la intención de demostrarles que lo medular de los recitales de Sol y Lluvia era el canto y la música, Charles realizó por sí mismo y por primera vez un recital a su pinta, como productor, y le puso por título “Voy a hacer el amor”, en el teatro Caupolicán, por ese entonces Monumental. El gasto de producción que presupuestó era mínimo, sólo contemplaba lo justo y necesario, y la entrada que cobraba también era justa. Cuando les mostró el proyecto a sus hermanos, ellos dijeron que era imposible realizar un concierto con tan poca infraestructura, sin embargo, quedaron locos cuando calcularon lo que significaba si el recinto se llenaba, porque vieron que la ganancia que quedaría para la producción, para Charles en el fondo, era más de lo que ellos estaban acostumbrados a generar.
Hasta ese entonces, noviembre del ’96, lo que Sol y Lluvia cobraba por un recital a una productora cualquiera era aproximadamente cuatrocientos mil pesos. Si era una producción hecha por Amaro y Jonny, pagaban a Sol y Lluvia sólo si la recaudación lograba cubrir los gastos de producción, pagados aquellos gastos se preocupaban en pagar a Sol y Lluvia. Pero como siempre los gastos de producción eran excesivos, nunca le pagaban a Sol y Lluvia lo que correspondía. Suena chistoso, lo sé, pero así funcionaban ellos con sus producciones, como tenían sus ganancias extras, les daba lo mismo que el grupo no ganara lo que correspondía por cada tocata. Pero cuando calcularon la ganancia de Charles si el recital era hecho como proponía, decidieron cobrarle como Sol y Lluvia un millón y medio de pesos, algo inédito hasta ese entonces, y te aseguro que fueron implacables como nunca lo habían sido cuando tuvieron que cobrarle a su hermano. Si Charles no pagaba ese millón y medio antes de subir al escenario, no tocaban. Y así fue, Charles pagó y el recital fue un éxito.
Lo que proponía era muy atinado: alejarse de la parafernalia que los estaba degenerando, y volver a las raíces y a la música como rito, no como empresa. Así, lo que quedara de ganancia podría ser utilizado en difundir de otros modos lo que hacían, humanizando mucho mejor los recursos. Finalmente el recital fue un éxito, no sólo económicamente, sino porque dejó claro que el público disfrutó y gozó como siempre y quizás más, pues su atención no se distrajo con la parafernalia tecnológica que acostumbraban utilizar sus hermanos.
Charles asegura que es la Pazciencia la que le permite ser parte de la sociedad libremente, dejando, a su vez, que las demás personas actúen con propia libertad. Eso le permite ir observando y creciendo, al paso que va constatando con verdades que se muestran en los actos de las personas, las intenciones que las mueven.
La Pazciencia, dice, propone el observar en calma, alerta y responder cuando sea el momento, sólo haciendo lo que el corazón dicta. Es una paz activa que busca soluciones concretas y humanas, que “brota de vivir la vida y convivir la muerte, como reflejo de la permanente búsqueda de armonía que es necesaria para el equilibrio vital...”, escribió Charles hace años, sobre un papel amarillento que he guardado desde entonces.
Me encontraba un poco desconcertado ante la idea de que tal postura implicara algún grado de abandono, porque él, por ejemplo, había dejado que sus hermanos llevaran las cosas hasta el punto de tener que separarse de ellos, los dejó actuar y nunca hizo nada tan significativo que los devolviera al curso inicial. Se supone que todo el tiempo él sabía lo que pasaba, sabía lo que ellos hacían y cómo lo hacían, e insinué que parecía haberse cruzado de brazos.
-No se trata de que yo no me diera cuenta o que simplemente les permitiera hacer y deshacer, sin hacer nada, se trata de que los miraba todo el tiempo mientras consolidaba mi fuerza para que, llegado el momento, pasara lo que tenía que pasar –dijo Charles, con tono tranquilo y seguro.
Tampoco sabía qué era lo que tenía que pasar, así que siempre estuvo atento y dispuesto al más leve y pasajero presentimiento, a todo augurio precursor de la tormenta.
Hay que tener en cuenta que si la historia de Sol y Lluvia ha permanecido por décadas en las sombras, escondida y desconocida para la opinión pública, es justamente porque está inundada desde su comienzo por hechos realmente significativos y mágicos.
Recordemos que la propuesta de volver Hacia la Tierra la hizo Amaro aún sin comprender su real y sublime significado. Hacia la Tierra no era sólo volver a la tierra, al barro de lo rural; no era sólo alejarse de las ciudades y abrazar la naturaleza. Era más que eso. Era volver a las raíces, retomar el canto como herramienta de transformación social, volver a vibrar con el espíritu que los protegía desde un comienzo, algo que Amaro parece haber olvidado en la vorágine del tiempo.
El nuevo proceso implicaba equilibrar las energías genéricas, luego de la ofrenda al Padre (a Dios Sol y Lluvia) había que volver a la tierra a difundir sus buenas nuevas, y asumir la condición materna de la Tierra, metáfora sagrada del sentir olvidada a través de las eras. La música se encargaría de los cuerpos y el sentimiento de las almas.
Ya no enfrentaban al régimen dictador que con terror amenazaba y destruía, enfrentaban ahora al nuevo emperador, que con materialismo y hedonismo corrompía, que a la familia misma amenazaba al proponer -imponer; más bien- valores de una moderna economía. Por eso, la labor de Sol y Lluvia era grande, como en otros tiempos. Para enfrentar la nueva encrucijada, recibían la bendición de la mismísima Madre Tierra, de su calor y su protección, objetivada fielmente por Amaro al proponer ir hacia ella.
Años antes ya los acompañaba el Espíritu Santo, los protegía, les daba fuerzas, los impulsaba silenciosamente; ahora se mostraba en plenitud, por fin dejaba su disfraz de invisible presencia, y tomaba su lugar de sabiduría y conciencia. De Madre Eterna.
-Si Cristo no hubiese disfrazado a su Madre tras el velo del Espíritu Santo, habría arrojado las perlas a los chanchos, pues la gente no estaba preparada en esa época para que se hablara de una Diosa –comenta Charles.
“Muchos años llevamos en que la mujer se ha tratado de parecer al hombre, y por eso ha terminado copiando lo malo de él: el fumar cigarros, el ser violenta, etc. Pero hombre y mujer somos muy distintos, nunca seremos iguales. Eso no quiere decir que uno u otra sea mejor o peor, más fuerte o más débil, sólo que cada cual tiene sus propias cualidades y capacidades. Como la mujer no sabe que es imagen y semejanza de la Madre, no sabe a quién realmente puede parecerse, por eso cada día es menos comprensiva y tierna. Pero ahora parece ser el momento... la mujer ha madurado bastante, ya está preparada para oírlo”.
Charles tiene muy claro el sentimiento en su pecho:

Espíritu Santo = Madre = Mujer
Dios = Padre = Hombre

No es solo Dios, es Dios y Diosa, es Padre y Madre, no es mujer igual a hombre, es mujer y hombre, niña y niño, abuela y abuelo.
-Las intervenciones del Espíritu Santo en el mensaje cristiano son todas maternas -agrega Charles-, todas tienen el sello y el cariño de una madre. Y ahora la mujer está más preparada, tiene mejor asumida su importancia en la rueda de la vida.
“Por eso nace ‘Sol y Lluvia’ –dice con voz segura-, porque hacemos una ofrenda a nuestro Padre y a nuestra Madre, y las posibilidades que se abrieron para difundir dicho sentimiento son increíbles. Muchas veces me sorprendo por cómo se fueron dando las cosas, pero tengo claro que mucho queda aún por caminar”.
Si Amaro no sólo hubiese intuido dicha cercanía materna, si además la hubiese asumido y la hubiese canalizado, no sólo habría presentado el título del disco Hacia la Tierra, nos habría asombrado. Con su capacidad innata de generar poesía de su sentir, habría expresado fielmente la relación genérica de la que somos semejanza. Pero no fue así. El disco se llenó de temáticas románticas y de ruidos como de máquinas. Amaro se hizo judeo-comunista y Charles mismo se alejó, por que ya ni siquiera era algo musical; sus hermanos la transformaron en una vacía producción para mantener y explotar la vigencia.
-Amaro y Jonny deben haber sentido en algún momento que volvían a la tierra –dice Charles, con tono de lamento-, pero yo creo que volvían a ganarla, a explotar las posibilidades que como grupo famoso teníamos. Iban hacia la tierra... volvían, pero a conquistarla. Ganaban la tierra, pero perdían el alma.
Charles tiene pena. Sus hermanos habían tratado de despedir a Sol y Lluvia de los escenarios, y al hacerlo, habían notado que el público estaba con ellos, que los seguía apoyando, que como nunca llenaba estadios, y vieron lo que eso significaba comercialmente. Durante los siguientes años hubo un período de creación musical y giras internacionales, tiempo que dedicaron a generar canciones y temáticas, pero el ambiente era confuso, sin claridad. A esa altura Amaro sabía lo que significaba, en términos de derecho de autor, que el nuevo disco fuese hecho únicamente con sus canciones, y evitó a toda costa –creo yo, por esa causa- que Charles incluyera alguna de sus composiciones, incluso Amaro llegó a sacar más tarde una de las dos canciones de Charles que sí aparecieron en ese disco.
Lamenta que sus hermanos no comprendieran lo que significaba “regresar a la tierra”. Además, aparecer saliendo como del agua propone un nuevo bautismo, una nueva comunión de las almas, un dejar atrás todo para comenzar nuevamente, volver a creer, volver a sentir, donde agua y cielo se juntan, para volver a nacer, como hombres ya maduros trayendo de la mano la fémina inocencia: el conocimiento de la Presencia Femenina, de la Madre, la Diosa... la Mujer.
Lamentablemente no todos lo sintieron así. Para algunos, entre ellos Jonny, el desnudo era una estupidez; para otros, sólo astuta publicidad. Lo cierto es que, llegado el momento, el disco ya estaba listo. He escuchado distintos comentarios respecto al disco, sobre la música, sobre el desnudo, sobre su canción promocional y su paupérrimo video “Un día más”. Comentarios de todo tipo, unos que alaban, otros que tiran a partir, otros que acogen y disfrutan, otros que reclaman. Pero nadie me preguntó por qué el concepto de ir Hacia la Tierra; con eso pude comprobarlo, a nadie le quedó clara la propuesta.
Reflexionando junto a Charles hemos llegado a concluir que la capacidad del Espíritu Santo, de la Madre, es universal e inconmensurable. Que fue gracias a su intervención directa que Sol y Lluvia permaneció cantando a pesar de la represión en duros años de dictadura; que gracias a su materna acogida no fueron desaparecidos, y que fue ella, disfrazada de mujer de pueblo, la que protegió a Harlito durante aquel episodio de las molotov en el techo. El Espíritu Santo estuvo presente cada vez que fue invocado por ellos, cada vez que fue cantado. Siempre que lo necesitaban, ahí estaba. Sé que es increíble que diga esto, pero verdaderamente hubo magia en muchos instantes.
Luego de la ofrenda al Padre, Sol y Lluvia vuelve con la Madre. Regresa con ella, porque, en realidad, ir al Padre en lo alto supone un ir también a la Madre, que está junto al Padre en el cielo y en la tierra y en todo espacio y tiempo.
-Padre y Madre están siempre presentes. No es que la Madre sea la tierra, la tierra es expresión y emanación de esa energía materna. Por eso cuando vamos “hacia la Tierra”, no nos estamos alejando del Padre para ir a la Madre, estamos siempre en ellos, lo que sí, es que venimos a dar su mensaje fuerte y a todo pulmón -comenta Charles-. Pero tanto la ida al Padre, como el regreso con la Madre, es mal comprendida por Amaro.
-¿Qué pasa, entonces, así tan fácil se puede dejar de percibir el espíritu, así tan fácil se lo puede dejar de lado? ¿Tan fácilmente Amaro pudo olvidar todo lo que cantó?- le pregunté a Charles.
-No. No es tan fácil. El Espíritu buscará medios de seguir junto a ti, de mostrarte la verdad, pero si no estás atento, difícilmente entenderás.
“Tus tíos creyeron que podrían fácilmente dejar de lado el sentir espiritual de Sol y Lluvia, para hacerlo sólo comercial, pero la misma naturaleza, la Madre, se encargó de demostrar que no era así, que no era tan fácil como creían”.
Y es cierto, el comienzo de esa nueva etapa en la historia de Sol y Lluvia está marcado por una derrota económica de grandes proporciones, producto de una intervención directa de la naturaleza, una derrota comercial que destrozó las intenciones económicas de Amaro y Jonny.
El concierto de lanzamiento del disco Hacia la Tierra en el teatro Caupolicán fue un fracaso. Musicalmente el grupo dio lo que se esperaba, pero la asistencia del público fue casi nula: al recinto, capaz de albergar a más de siete mil personas, llegaron poco más de quinientas. La producción y la publicidad habían sido buenas, las calles del gran Santiago estaban empapeladas con los afiches del lanzamiento; había sido promocionado en las radios, en los periódicos y en la tele. Muchos sabían que los Sol y Lluvia aparecían desnudos en la carátula del nuevo disco, y que se haría un concierto de lanzamiento, había gran expectación semanas antes del evento. Todos querían conocer el nuevo trabajo de los hermanos Labra. Pero esa noche la gente no llegó. No había partido de fútbol, ni protestas, pero aún así la gente no llegó. Sólo las calles mojadas recordaban la pena.
Sol y Lluvia tenía más de cuatro músicos invitados, y el escenario vestía de fiesta. Para que se viera algo de vegetación se compraron plantas en grandes maceteros, para poner a los costados del escenario; Jonny tenía preparadas algunas proyecciones de imágenes en diapositivas, había torres de luces multicolores y efectos especiales, rayos láser y sonido espectacular como nunca, gran parafernalia, como diría Charles. Pero el público no llegó.
En agradecimiento a las casi quinientas personas que sí asistieron, y luego de más de una hora y media de retraso ante la espera (por si acaso aparecía alguien más), Sol y Lluvia subió al escenario. Se invitó a los que estaban en galería y en platea a que se vinieran a la cancha, más cerca. El gran escenario con toda su parafernalia y el recinto casi vacío, oscuras ya las galerías más altas, se veía enorme junto al escaso público, angustiosamente enorme. La noche dolió con el dolor de la Tierra, dolida por la vacua propuesta. Profunda pérdida.
En ese momento Sol y Lluvia era uno de los grupos con mayor cantidad de seguidores, y al pensar en eso te preguntarás: ¿Cómo puede ser, entonces, por qué no llegó más gente? La respuesta es simple: el Espíritu Santo. ¿Pero cómo? Impactando en el corazón mismo de Sol y Lluvia: en su pueblo.
Y es aquí donde doy un ejemplo de la presencia de fuerzas sobre naturales en la historia de Sol y Lluvia, donde hablo del mismo Sol y la misma Lluvia presentes en su camino musical entre el pueblo. Días antes del gran concierto de lanzamiento la Madre Tierra mostró su mensaje, insinuando que lo que hacían esos hermanos no era juego. Con la furia de su trueno y la potencia de sus aguas, y contra todo pronóstico del tiempo, sucumbió como llanto en miles de toneladas de agua y barro sobre Santiago, en un aluvión inesperado y destructivo que se vino desde el oriente con gran estruendo. Todos los meteorólogos quedaron sorprendidos y espantados; todo Chile se volcó durante esa semana a solidarizar con los damnificados de la quebrada de Macul, en el golpeado Santiago.
La atención de la gente se olvidó en ese momento de Sol y Lluvia, y se centró en fraternizar con los afectados por el intempestivo aluvión. El mensaje era claro, la Tierra, la Madre, el Espíritu Santo no son juegos. Fracasó el concierto. La fuerza de la Naturaleza se encargó de que el público no llegara, pues la propuesta inicial de ir Hacia la Tierra, de volver hacia y con la Madre, había sido tristemente mal entendida. Ese recital de lanzamiento representaba el umbral de una nueva era en la historia de Sol y Lluvia, un nuevo período que podría haber sido fecundo de conciencia. Como el disco en sí no tenía aquel mensaje, el recital era la última instancia para que los hermanos volvieran al cauce del espíritu. Lamentablemente los resultados del trabajo de Amaro y Jonny generaron tanto dolor y tantas pérdidas como aquel terrible aluvión, pero en otra dimensión de la existencia.
A veces me pongo a pensar en lo que habría pasado si ese sentimiento y ese impulso hubiesen sido bien comprendidos por Amaro, cómo nos habría afectado a todos, a la sociedad misma en su seno... “tal vez habrían cambiado hasta las leyes del tránsito”, comenta Charles, con una cierta ironía en su sonrisa. Porque la popularidad lograda en ese entonces por Sol y Lluvia les permitía introducir entre la población chilena, masivamente, incluso internacionalmente, el mensaje profundo y vital de la presencia de la Madre. Lo que hicieran iba ha llegar de todos modos a una gran cantidad de personas, miles de personas, de muchos estratos sociales. Como quedó demostrado más tarde, cualquier cosa que hicieran lograría ser vendida.
Y de verdad lamento las pérdidas humanas ocurridas durante aquel aluvión, quisiera que nunca hubiese ocurrido, y lamento pensar que para fracasar el concierto de lanzamiento tuviera que haber ocurrido algo así, pero los designios de la naturaleza son así de enigmáticos, dolorosos e intempestivos. Por otro lado, sé que relacionar la vida de los seres humanos a los eventos climáticos es casi un sueño y una leyenda, parte de la mitología ancestral, pero justamente en ensueños es palpable nuestro espíritu.
Así el mensaje que buscaba corregirlos debía ser consistente, poderoso, con el poder mismo de la Tierra, era la última instancia, y si hubiese resultado bien el negocio que era aquella producción, ya nada los habría detenido. La necesidad del Espíritu Santo de mostrar el error que cometían a sus populares difusores era grande. Desde que comenzaron a cantarlo, sus decisiones habían afectado al pueblo chileno, a la gente y las familias de sus seguidores. Por eso tal vez la Madre Tierra sintió la necesidad urgente de enviarle a Sol y Lluvia un mensaje, por la necesidad de que al menos ellos se mantuvieran consecuentes frente al Pueblo, como faro inapagable de sentir espiritual, para transmitir principios reales y posibles, nítidos, visibles, entre tanto esmog “cultural”.
Porque el Espíritu materno que nuestros antepasados veneraron sobre toda la Tierra, que asumían tenía Conciencia, aún es, aún se pasea libre entre nosotros –y no sólo entre nosotros, sino a través nuestro- y lo hará por los siglos de los siglos. Y si la Iglesia se ha empeñado tanto en hacernos creer que todo ese mundo de magia es maléfico e irreal, es sólo para mantener la supuesta idea de la distancia de Dios, siendo ellos por supuesto, los sacerdotes y el papa, los únicos intermediarios.
Desde que asumieron el mensaje espiritual en la década del setenta sus vidas cambiaron, su canto penetró poco a poco en el inconsciente de la gente, quizá no de todos, pero si de aquellos en quienes fue necesario, por sus dolores, por sus angustias, por sus espantos. Su música rescataba una esencia rítmica desconocida pero cercana, que alegraba encuentros y acercaba almas. Sus percusiones eran el latido real de un corazón repartido entre la gente. Por eso las decisiones de Amaro y Charles, por pequeñas que pareciesen, eran y siguen siendo importantes. Porque eran respetados seriamente por el juicio justo de sus conciencias, por esa capacidad que tenían, que parecía innata, de poder decir la verdad sin dejar de cantar, sin dejarse desaparecer, manipular, explotar, ni menos comercializar. Porque habían sido ellos dos los capaces de poner el cascabel al gato en plena dictadura, para alertar los oídos de tanto corazón destrozado.
Hoy Charles está demostrando con sus actos que su canto permanece pleno y consecuente, le está mostrando a la gente que su propio camino, el que trazó años atrás junto a Amaro, está cimentado en roca y no en arena. Está ejerciendo en la práctica la Palabra de Cristo. En él está latente la dualidad masculino-femenina, el complemento genérico que es imborrable de nuestra mirada y nuestros actos. La Pazciencia, según Charles, que en su propia comprensión ha sido la herramienta indispensable de su supervivencia, es la puesta en práctica de dicho mensaje de Paz.
Por eso es que cuando Jonny, y en especial Amaro, deciden que no deben retirarse de la música, más bien continuar después del A Dios Sol y Lluvia, la decisión que toman es trascendental. Amaro parece ser iluminado mágicamente y propone Hacia la Tierra, pero ni aún eso logró frenar -según parece- la tentación que silenciosa lo claudicaba.
Nunca antes, como aquel día del recital de lanzamiento, se había notado tanto cuando la cantidad de público que asistió fue menos de lo esperado, en muchas ocasiones llegaron tan pocas personas que terminaban endeudados y sin ni uno, pero esa ocasión era especial. Era lanzamiento de disco y también el cierre de un ciclo y comienzo de uno nuevo.

Como algo inexplicable para los grandes críticos de espectáculos, lo que ocurre con Sol y Lluvia antes y después del lanzamiento del disco Hacia la Tierra en el ´93, es algo incomprensible y único. Jamás otro grupo en la historia mundial de la música ha logrado crecer en seguidores y popularidad como ellos lo hicieron, sin editar al menos un disco por año y contando con la ayuda incondicional –pagada, por supuesto- de la prensa y los medios de comunicación. Sobre todo, aquel crecimiento en popularidad resulta inexplicable porque Sol y Lluvia siempre era dejado de lado por los medios, ni siquiera lo mencionaban cuando participaba en actos junto a otros grupos de renombre. Sin embargo, sus propios recitales cada vez atraían más público, y cada vez era mayor la ovación con que eran recibidos al compartir escenario con otros grupos como Illapu, Inti-illimani, Los Jaivas o el argentino Piero, entre otros artistas. Lo cierto es que cualquiera que se parara junto a ellos en el escenario, quedaba sorprendido por la euforia del público cuando anunciaban a Sol y Lluvia.
Tal apoyo era envidiado por los demás artistas, y en varias ocasiones grupos como Illapu se retiraron disgustados y rabiosos porque la producción de los eventos prefería cerrar el espectáculo con Sol y Lluvia y no con ellos, así que agarraban sus cosas y se iban sin tocar. Los productores de dichos eventos sabían que mucha gente iba sólo por ver a Sol y Lluvia, y que una vez que los habían visto se iban y no importaba quién viniera después de ellos en la programación del evento, porque igual se iban. Por eso tenían que dejar a Sol y Lluvia para el final, para no terminar con el recinto casi vacío. Por eso también algunos se aprovechaban y corrían la voz de que Sol y Lluvia iba a estar en tal o cual evento, pero era mentira y sólo lo decían para atraer gente, pues sabían que aún teniendo a buenos grupos la respuesta del pueblo no era la misma. 
Recuerdo una ocasión en el Teatro Caupolicán, tal vez durante la celebración de los 20 años de Alerce, en que estaba programado Sol y Lluvia para presentarse en la mitad del evento, luego de ellos venían más artistas, y el que cerraba la noche era Illapu. Cuando llegó el turno de Sol y Lluvia, los Labra subieron al escenario y tocaron las canciones que habían preparado para tal ocasión, la reacción del público fue explosiva y se bajaron entre gritos y aplausos. Pero la gente quedó gritando y pidiendo otra canción, y el animador del evento llamó nuevamente al grupo, como se acostumbra si el público pide “otra”. Tocaron otras dos canciones y se bajaron, y la gente volvió a pedir más, pero esta vez el animador dijo que el evento tenía un programa que se debía respetar y que había otros artistas esperando. Pero la gente comenzó a gritar ¡Sooool... Sol y Lluvia! ¡Sooool... Sol y LLuvia!, yo mismo grite con ganas.
Los hermanos Labra volvieron a subir al escenario y el público enardeció, el teatro se remecía de tantos gritos y aplausos. Amaro habló entre los aplausos y pidió respeto por los otros artistas, y anunció que esa sería la última canción que cantarían esa noche, e invitó a todas y todos ha hacer el amor, la gente casi explotaba de alegría. Esa canción termina con un coro que repite la frase “voy a hacer el amor, y será... será mejor” que la gente generalmente canta a toda voz, donde el grupo deja de tocar los instrumentos y canta junto al público. Hay que decir, en honor a la verdad, que el público, por su parte, improvisa e intercala entre risas la frase “sin condón... y a raja pelá”. Ese día el público no lo hizo y permaneció cantando el final de esa canción hasta después que Sol y Lluvia bajó del escenario, todos y todas cantando sin cesar, yo estaba feliz. El público cantó así varios minutos, tanto que el siguiente grupo ya estaba listo para actuar, tomando en cuenta el tiempo que se tarda en sacar los instrumentos de un grupo y subir los del grupo que sigue. El animador pidió silencio varias veces porque el grupo siguiente ya estaba listo y los presentó, pero la gente seguía cantando ¡voy a hacer el amor, y será... será mejor! sin que nadie pudiera hacerlos callar.
Los productores del evento le dijeron al grupo sobre el escenario que comenzara a tocar, que tocando la gente se callaría, pero luego de unos minutos los músicos debieron parar porque el público seguía cantando y cantando... más de media hora duró aquella catarsis colectiva. Y ningún otro grupo durante esa noche logró tal conexión con el público, y, si mal no recuerdo, los hermanos Márquez, de Illapu, se retiraron sin tocar, indignados.
La prensa nunca decía nada de aquellas fiestas populares que se desataban cuando Sol y Lluvia subía a los escenarios, ni tampoco mencionaba nada de las brutales represiones que recibía el público cuando, terminado el recital, salía a la calle cargado de música y canto, y se encontraban de frente con piquetes de uniformados. Muchas veces aquella actitud represiva de los uniformados generó grandes protestas en el centro o en la Alameda por parte del público que había ido a ver a Sol y Lluvia, y nunca la prensa dijo algo.
En abril del ’99, Sol y Lluvia celebró sus 21 años en el Estadio Nacional. Jamás antes un grupo nacional se había atrevido a tal hazaña, tocar solos en el Nacional era algo que únicamente hacían los grupos extranjeros más famosos, y la apuesta de Sol y Lluvia por convocar a su público al recinto más grande de Chile era realmente arriesgada. La prensa publicó pequeños artículos en que dudaba de la capacidad del grupo de convocar a tanta gente, pero ellos insistieron y el estadio se llenó. Ese mismo día el cardenal Raúl Silva Henríquez falleció, y Sol y Lluvia le hizo un homenaje sobre el escenario y le dedicó el concierto. Era impresionante ver el estadio lleno de buenos corazones y buenas esperanzas, y el logro de los hermanos Labra consolidaba una carrera iniciada hace muchos años, que esa noche era coronada con broche de oro.
Ese año fue decisivo en la historia de Sol y Lluvia, y aunque realmente la cantidad de seguidores del grupo fue mayor que durante toda su carrera musical, lo que marcó con mayor fuerza la diferencia con respecto a otros años fue que, esta vez, la prensa se vio obligada a hablar de ellos, porque la hazaña de tocar en el Nacional y llenarlo, insisto, era algo que hacía imposible no hablar de ellos. Y ahí cambió todo.
Con la prensa encima los egos se dispararon, especialmente el de Amaro, que bastaba que apareciera una cámara de televisión para que comenzara a hacer gestos con las manos y a hablar con un tono de voz autoritario, como tratando de aparecer dominante y líder del grupo (“de grupo”, dice Charles y se ríe en silencio). Incluso cuando ellos estaban solos ensayando y yo me ponía a filmarlos, Amaro actuaba distinto, bastaba que lo enfocara y su modo de actuar cambiaba, sus gestos se engrosaban y se hacía hasta patético, ya que se notaba demasiado que exageraba sus movimientos y su tono de voz.  Incluso, aunque suene increíble, a veces para comprobar si mi sensación de que Amaro cambiaba frente a una cámara era cierta, lo enfocaba con la cámara apagada, es decir, simplemente apuntaba hacia él la cámara “haciendo como que grababa” y él comenzaba a sobreactuar. A veces pienso que el que Sol y Lluvia comenzara a aparecer en la prensa fue una estrategia para dividirlos, porque definitivamente todo cambió después de ese recital en el Estadio Nacional.
Sólo una vez he encontrado en la prensa nacional un comentario digno de lo que realmente construyeron los hermanos Labra, y fue nada más ni nada menos que en El Mercurio de Santiago, periódico manipulante y manipulado, respecto a un recital que dieron en el Teatro Monumental en julio del ’99.  Imagino que permitieron que este reportaje apareciera para que el mundo de derecha, los empresarios, la gente ajena al pueblo, supiera qué significaba realmente Sol y Lluvia, como un modo de tratar de entender por qué tanta convocatoria y tanta euforia de la gente. El reportaje dice así:
“Largas filas de público flanqueaban el Teatro Monumental a pocos minutos del inicio del concierto de Sol y Lluvia (...) la entusiasta audiencia, familiar y mayoritariamente juvenil, matizaba la espera entre vítores, cantos y chiflidos. Con la sencillez de su puesta en escena, la energía de los ritmos e instrumentos andinos y sus letras aún cargadas de esperanza revolucionaria, Sol y Lluvia provocó con su salida al escenario una instantánea descarga de emoción y alegría en su público. Es ahí, en esa reacción visceral de su audiencia donde se comprende más adecuadamente el consistente y permanente arrastre de público del grupo, que alberga ya al menos dos generaciones de la familia Labra. La noche del sábado en el Monumental quedó claro: esta es la banda que se atreve a tocar en el Estadio Nacional, entre otras cosas, porque toca directa y enteramente la fibra emotiva de un grupo grande y específico de chilenos, un sector vinculado a una tradición folclórica y de crítica social que encuentra en esta banda los referentes que no reconoce en la programación radial ni en las agendas de conciertos internacionales.
“El ataque musical de Sol y Lluvia es muy sencillo, sostenido en el rasgueo de guitarras y charangos acentuados por panderos y percusiones, y marcado por la coloratura aguda de flautas, flautines y zampoñas. En su ropa, su actitud y, muy probablemente en el grueso de sus creencias, casi no hay diferencia entre los músicos y el público que atesta las galerías. Y esa relación directa entre la banda y sus seguidores es su mayor capital a la hora del recital, que se convierte en una verdadera fiesta a pocos minutos del inicio. Mientras esa relación se mantenga, Sol y Lluvia seguirá siendo el fenómeno de popularidad constante que ha sido ya por décadas; una pieza única y especifica de nuestra cultura popular, que dice mucho sobre y para un sector de esta sociedad y así, de toda ella”. (Paula Molina; El Mercurio de Santiago, julio 26, 1999).
Ciertamente, por un lado, este comentario merece mi aprobación y reconocimiento, pues es la única ocasión -hasta ahora- en que los medios de comunicación han reconocido parte de lo que es y lo que significa Sol y Lluvia en la formación de nuestra cultura popular. Discrepo, eso sí, de esa búsqueda permanente de los medios por tildar el mensaje de Sol y Lluvia como de una tendencia política determinada, a fin de hacer sentir que es sólo una “esperanza revolucionaria” cantada a “un grupo grande y específico de chilenos”. Lo que hace hoy en día Amaro sí, es un canto con clara tendencia política, se ve en sus nuevas canciones y en sus discursos, y está demostrado que ahora le canta aun pequeño porcentaje de la población. El mensaje del Sol y Lluvia que fundó Charles, de tan consistente y directo, siempre será una alternativa actual y humana de proponer conciencia, no un “grito antiguo cargado de esperanza revolucionaria”; tampoco está dirigido a un grupo grande y específico, está dirigido a todas las personas, mujeres y hombres, y no sólo chilenas y chilenos, también del resto de países y continentes.
Como bien dijera la periodista: “En su ropa, su actitud y, muy probablemente en el grueso de sus creencias, casi no hay diferencia entre los músicos y el público que atesta las galerías. Y esa relación directa entre la banda y sus seguidores es su mayor capital a la hora del recital, que se convierte en una verdadera fiesta a pocos minutos del inicio. Mientras esa relación se mantenga, Sol y Lluvia seguirá siendo el fenómeno de popularidad constante que ha sido ya por décadas”. Y esa relación se perdió, justamente, en el discurso y en la actitud de Amaro, que se separó innegablemente de su público tanto en las creencias, como en la misma ropa, ya que antes de subir a un escenario se ponía ropa especial.
Que Amaro haya teñido el discurso de distintos colores durante muchos años es algo que alteró la imagen de Sol y Lluvia, mas su género y su esencia misma siguen presentes en el corazón de las personas, y este libro intenta rescatar y despertar esa esencia.
El camino de la música los llevó a estar en muchos escenarios en todo el mundo. De todos aquellos lugares y públicos de tan variadas culturas e idiomas, considero a los distintos recitales que hubo en el Estadio Nacional como los más significativos, por su carga emotiva e histórica. Dicho recinto congrega en sí a muchas miles de almas de una vez, en sus paredes y sus sombras están contenidas las penas y las alegrías de miles de chilenas y chilenos. Grandes momentos y enormes injusticias se albergan en ese recinto, ya cultural, no sólo deportivo. Si sus muros hablaran, si sus galerías nos dijeran, y sus camarines y túneles nos contaran lo que se ha vivido ahí durante estas últimas décadas.

Una vez acabada la dictadura de Pinochet, a principios de los ´90, el país se liberó de la presión cultural de los rígidos y empaquetados militares y se volvió a respirar la ansiada libertad. Con tal euforia se realizó en esos años, en el Estadio Nacional, el primer gran recital de música popular chilena, y por primera vez el recinto abría sus puertas para que el pueblo llegara a compartir y a expresarse. ¡Chile Ama la fraternidad, la alegría, la paz...! era el lema que invitaba a las chilenas y chilenos a reunirse y festejar la vuelta a la libertad social y cultural. El 14 de septiembre de 1990 se reunieron miles de personas en torno a Sol y Lluvia, Illapu, Schwenke y Nilo, Tito Fernández y DeKirusa, entre otros, en una fiesta carnavalesca y fraterna de cantos y abrazos.
Debo reconocer que mis recuerdos no logran acercarme a lo que realmente significó tal momento, era un jovencito despertando a sus propios sucesos internos y, como tal, daba poca atención al contexto en que crecía. Tengo que ir más allá de mis recuerdos para saber que eran grandes logros los de aquellos años, para reconocer a un pueblo que lograba sacudirse de encima ese peso asfixiante del temor.
Así mismo y en años posteriores, se realizaron otros eventos en el Estadio Nacional, entre ellos un homenaje a Salvador Allende, al Che Guevara, y otro en memoria de Sola Sierra, que llevó por nombre Todas las Voces. En cada ocasión la acogida del público al recibir a Sol y Lluvia fue enorme, cada vez mayor.
Charles lamenta de corazón que, paralelo a esto, su hermano Amaro se vinculara cada vez más al Partido Comunista, gritando consignas y hablando maravillas de sus nuevos compañeros Patricio Manns y Gladys Marín, mientras invitaba a la gente a “juntar rabia”. Esto último, sobre todo, perturbó profundamente a Charles (más adelante profundizo sobre esto).
Por otro lado, es cierto que si Amaro decía algo con esa tendencia sobre el escenario o en entrevistas, parte del público lo apoyaba, un 10% tal vez, o menos; pero las veces en que Charles intervino deteniendo los recitales con explosiones de su percusión, y remarcando, aún por sobre la opinión de Amaro, la presencia de espíritu en lo que hacían y la ausencia de partidismo en sus temáticas más profundas, el apoyo que recibía de parte del público era inocultablemente mayor, y eso le molestaba mucho a Amaro. Sentía que lo desautorizaba ante el público.
Charles no dudaba en decir lo que sentía aún si para ello tuviera que enfrentar a sus hermanos.
-Cristo aseguró que su mensaje no traía la paz, sino la guerra –enfatiza Charles-, que se levantarían hermanos contra hermanos, padres contra hijos, mas serían bienaventurados los perseguidos por su causa.
Insiste en que todo se desató con el recital en que Sol y Lluvia celebró sus 21 años de música, que desde ese momento en adelante todo cambio definitivamente, asegura que desde entonces se hizo imparable el arribismo de sus hermanos. Y es lo que yo también pienso, que desde ese momento, desde que la prensa se ve obligada a hablar de Sol y Lluvia, y comienzan a llegar periodista a los recitales a buscar entrevistas, ellos le toman el gustito a la fama y tratan de aprovechar lo que eso significa.
Por ejemplo, el precio que Amaro y Jonny fijaron para contratar al grupo después de ese recital subió de cuatrocientos mil pesos a tres millones. Ya no pedían sándwich y bebidas en sus requerimientos de contrato, ahora eran espejos para el camarín, sillones, tragos, hoteles cinco estrellas y pasajes de avión en primera clase.
El sello en que trabajaba Amaro también aprovechó y comenzó a editar recopilaciones y otros discos de Sol y Lluvia, sacando partido de lo que significa comercialmente la fama y la irrupción en la prensa. Además, dicho sello comenzó a utilizar los recitales de Sol y Lluvia para dar a conocer los nuevos “talentos” que estaban lanzando a la fama,  metiéndolos como teloneros; Amaro accedía –y quizás hasta lo proponía- porque eso le daba mayor llegada y ayudaba al sello a ahorrar todo el costo de promocionar a alguien que nadie conoce.

Hubo un momento, por otro lado, y casi paralelo a lo anterior, en que Amaro claramente apoyaba a la candidatura comunista en las elecciones presidenciales del 2000; y cómo no, si su nueva esposa era la generalísima de la campaña comunista en La Florida. Amaro participaba de los actos públicos del Partido Comunista durante la campaña política, y aprovechaba su llegada como Sol y Lluvia ante la gente; en los recitales decía cosas alusivas al partido y vestía camisa roja sobre el escenario. Pero lo peor de todo, era que las canciones cristianas las seguía cantando, pero no sin antes sacarles, astutamente, las partes más relevantes de la letra.
Por ejemplo, cuando en Invocación debía cantar “renunciaré a la riqueza, y mil veces la aguja pasaré”, él tarareaba, se echaba para atrás o hacía un gesto en dirección a la mesa del sonido, como pidiendo retorno o algo, como sacándose los pillos, creo yo. Cantaba para la gente más música que canto. Le interesaba la política, aprovechar la convocatoria del grupo para apoyar a su nuevo partido político y así secundar las decisiones de su mujer.
En el Largo Tour y en vez de decir “quisiera sacarte a caminar” cantaba “quisiera sacarte a vacilar”, porque en sus temáticas Amaro ya no propone salir a caminar para poder ver la realidad y el dolor de los pobres, propone salir a vacilar y a disfrutar, a pasarlo bien y a gozar, porque para él “la pobreza ya no existe”.
Charles cada vez se oponía más rotundamente a lo que su hermano estaba haciendo, en lo que estaba transformando al Sol y Lluvia. Lo más loco fue que Amaro era el único que se estaba yendo hacia el comunismo, pues el resto del grupo no estaba ni ahí con el comunismo. Amaro estaba condicionado por su relación de pareja, por mantener su estabilidad económica y su nuevo status de intelectual millonario, típico de la alta esfera.


El año decisivo

En diciembre del ´99, Sol y Lluvia fue invitado por el gobierno chileno a la XIII Feria del Libro de Guadalajara, en México, como reconocimiento a su calidad de hacedores de cultura. Sería un viaje de quince días, porque si bien la Feria duraba sólo tres, habían logrado amarrar por teléfono algunas tocatas en otras ciudades mexicanas. Esa gira por México coincidía justo con el cierre acá en Chile de las campañas presidenciales de ese año.
Días antes de partir, Charles estaba acongojado. No quería ir, quería estar con su pueblo. Muchas personas le habían comentado -algunos amigos y otros desconocidos que lo topaban en la calle-, que era muy raro ver a Sol y Lluvia metido con los comunistas, que si nunca lo habían sido ¿por qué ahora?... ¿dónde estaba lo de cristianos? Tenían razón, era raro verlos con los comunistas. Si Sol y Lluvia estaba –aparentemente, gracias a Amaro- con los comunistas, pensó la gente, “era por algo”. No dudo que los hubo algunos que en las elecciones o votaron nulo, o votaron por la alternativa roja, pues ciegamente creían en el juicio de los hermanos Labra.
Las elecciones habían llegado a segunda vuelta, el pueblo estaba inseguro y la derecha se asomaba en La Moneda como posibles dictadores... (perdón, gobernantes, quise decir). Amaro, convencido de estar en “el tren de la victoria” como le llamaban a la candidatura de Gladys Marín, había ayudado a causar confusión entre el pueblo, desuniendo lo que él mismo ayudó a unir. Lo malo para él, fue que sus expectativas al formar parte de ese tren no se cumplieron, nunca se le oyó, ni se le prestó mayor importancia a su palabra. Después de la primera vuelta en las elecciones, Amaro reconoció que había sido utilizado políticamente, que “lo habían hecho pisar el palito” como él mismo le dijera a Charles, cuando éste lo acusó de traicionar al pueblo.
Amaro le había asegurado que “al estar con los comunistas de a poco lograría ir evangelizándolos desde dentro, y que con eso les transmitiría los valores y principios de Sol y Lluvia”. Amaro llegó a estar en el interior mismo del Comando Central de dicho partido, creyendo ser uno más. Pero cuando intentó opinar y expresar su punto de vista, notó que no era tomado en cuenta, pues justamente lo que se buscaba utilizar era su convocatoria, no su inteligencia. Ellos vieron que era poderosa la convocatoria que lograba Sol y Lluvia, y que el respeto que el pueblo les tenía era inmenso, así como su arrastre y su innegable potencia. Por eso la cúpula roja creyó ciegamente que teniendo con ellos a Amaro tenían a Sol y Lluvia, y con eso al Pueblo. Deben haber pensado que realmente estaban subidos “en el tren de la victoria”. No contaban con que Sol y Lluvia fuera mucho más que Amaro. Y como los comunistas no sienten el espíritu, nunca imaginaron la trascendencia de ese pequeño detalle en la vida de una nación. Por años intentaron manipular a Sol y Lluvia y conspiraron para lograrlo, sólo que no contaban con que les fuera imposible hacerlo. Ya en otras ocasiones se les vio hacer lo mismo con grandes hitos de la cultura popular de todo el mundo, pero, esta vez, no pudieron.
Y sé muy bien que este tema –como otros- es casi intocable y que me puedo jugar la vida al hablar de ello, sin embargo, siento que me juego la vida y que la pierdo con mayor hondura al guardar silencio, al bajar la mirada, porque sé que desde el pueblo surgen personas que creen y que sueñan de corazón con la libertad y la igualdad social, con la posibilidad profunda de los principios humanos del comunismo y el socialismo y su realización sincera. Sé también que esas personas humildes y entregadas a su sueño de libertad caen en manos de políticos chupasangre que hablan de comunismo y viven en mansiones, de ladrones que hablan de libertad y cultura y son capaces de manipular los intereses populares con tal de agarrar una buena tajada. Me canso de ver cómo lucran y juegan con el respeto y el cariño que los pueblos le tomamos a los que logran brillar en la oscuridad, a los que destacan por su opinión y su manera de expresarla. Me canso de ver cómo amigos míos se llenan de ideales comunistas, para luego darse cuenta que todo depende de los dirigentes, que aun cuando ellos tengan la fuerza y el valor para producir avances, los cambios dependan de las decisiones de un grupo de dirigentes que al final se gastan todos los recursos en ellos mismos.
-¡Tengo que hacer algo! –dijo Charles, afligido. Al día siguiente partían a México, a la Feria del Libro.
Quise saber qué tenía en mente y no me supo responder, guardó silencio. En pocos días se realizaría en la Alameda, en el centro de Santiago, un acto público como cierre de la campaña presidencial de Ricardo Lagos; y, si bien Sol y Lluvia había sido invitado a participar, Amaro había dejado claro que él se oponía a toda posibilidad de hacerlo. Más aún, durante su franja política los comunistas habían usado sin permiso la imagen de Charles y de Sol y Lluvia, por lo que Charles sabía que la última oportunidad que tenía de esclarecer las cosas era durante ese último acto público. Lamentaba mucho el abuso comunista de usar su imagen, ya que ni siquiera fueron capaces de utilizar la imagen de Amaro, que por último sí los apoyaba y era comunista.
Por otra parte, Charles insistía en que debía estar presente en el cierre de la campaña de Lagos, insistía en que era necesario que Sol y Lluvia estuviera presente esa tarde sobre ese escenario, pues la gente tenía que unirse, el pueblo tenía que unirse para evitar que se perdiera el gobierno en manos de la derecha. Por eso estaba acongojado, por eso no quería irse a México. No era sólo que Charles apoyara un nuevo gobierno de la Concertación, pues él conoce las trabas constitucionales que dejó la dictadura, era que quería evitar a toda costa que la derecha ganara las elecciones. Su foco principal era que la derecha no ganara.
Charles en aquel tiempo estaba más aprensivo, sobre todo, porque en ese tiempo sintió un mensaje de su madre. Él solía cuidar y regar una pequeña plaza frente a la casa de la familia, en Carmen, cerca del Zanjón de la Aguada, y un día, remecido por un viento suave, escuchó la voz de su madre y vio la imagen de su rostro frente a él, en la sombra y el follaje de unos árboles. Su madre había fallecido hace más de veinte años, y él volvía a verla esa tarde. Siempre siente consigo la presencia de mamá Julia, y es en aquella pequeña plaza donde la siente y la vive con mayor intensidad, por eso trataba mucho de cuidarla y regarla. Su contacto con el verde natural de esa plaza y su recuerdo de sentirse sembrador de la semilla que le dio vida, que ella incentivó a soñar y a cuidar, le devolvían la emoción profunda de un abrazo materno.
Fue durante el polémico año ´99, que Charles escuchó la voz de su madre comunicándole el pronto fallecimiento de su hermano Harley, fue mientras una brisa mecía los árboles que la oyó,  así desde los árboles la oyó, ella le daba aliento y le encomendaba, eterna, su presencia. El mensaje de que su hermano mayor pronto fallecería lo dejó atormentado. Pasaron los meses y nada ocurrió. A pesar de que su mente borró todo recuerdo de aquella premonición, quedó en él una extraña sensación de que algo ocurriría.

A fines del milenio y próximas las elecciones, el mundo estaba pasando por una etapa de reflexión, y en Chile eran pocos los estímulos que teníamos para juntarnos y unirnos como pueblo. Sol y Lluvia era uno de ellos.
Pero sin duda alguna, la irrupción de la selección chilena de fútbol fue algo que no dejó indiferente a nadie. Con su excelente fútbol llegó a producir gran euforia y a despertar más de una alegría en gran parte de nosotros, como si de alguna manera nos recordara sin palabras que éramos todos hermanos y que todos compartíamos anhelos y esperanzas. En ese momento la selección chilena de fútbol era la mejor del mundo, de eso no tengo ni la menor duda, fue fabuloso verlos jugar, y estoy convencido de que en ese momento habrían ganado fácilmente cualquier campeonato mundial en que hubieran participado.
Para este sistema que “gana” con el individualismo, eso de que el pueblo se uniera es y será una amenaza. Por eso la selección de fútbol terminó perdiendo súbitamente los partidos que jugaba, porque la influencia de los oscuros intereses oligárquicos que dominan la sociedad cubre más de lo que creemos. Para las pocas familias de apellidos inmaculados que hace muchos años se apoderan de la mayoría de los recursos chilenos, era inconveniente esa conexión colectiva y explosiva que el fútbol estaba logrando; ya les bastaba con Sol y Lluvia. Se culpó a muchos factores por el brusco fin de ese proceso de triunfos internacionales, se dijo que el director técnico, que la fama, que esto y lo otro; para mí, ese período constituye un claro ejemplo de cómo funcionan los hilos de la corrupción.
No les costó nada eliminar de raíz el sentimiento que se despertaba en el pueblo. De no haber sido así, el grado de hermandad y unión social en Chile habrían sido incontenibles, y se habrían sentado precedentes mundiales de interacción y libertad, imposibles de destruir.
Pero lamentablemente era año de elecciones. Si bien de los dos candidatos con mayores posibilidades de llegar a La Moneda, ninguno planteaba soluciones concretas a la realidad nacional y ninguno proponía humanizar de manera inteligente y consciente los recursos estatales, por lo menos el candidato concertacionista permitía -si ganaba- contar con seis años más para seguir trabajando por devolver la diversidad y dignidad que alguna vez se perdió.
Como si el país durante esos próximos seis años quedara estancado políticamente y se pudiera aprovechar ese momento para construir, desde las mismas poblaciones y provincias, el entorno social que verdaderamente se necesita, con un trabajo que bien pudiera estar fuera de lo proyectado por el gobierno y los partidos políticos. Un tiempo que los pobladores y las pobladoras deberíamos aprovechar para crear redes y unirnos y organizarnos. Claramente la administración Lagos cometió errores y faltas que nunca esperamos cometería, como tampoco cumplió mucho de lo que con tanto ahínco prometió, pero daba esa opción de aprovechar de organizarnos y crecer popularmente. En manos de la derecha nadie sabe lo que podía pasar. Corrían rumores de que si ganaba la derecha entraríamos a una posible dictadura en democracia, como sucedió en el vecino Perú con un Presidente más japonés que peruano; o que las calles se llenarían de uniformados perseguidores en carritos de seguridad ciudadana, con short y cascos aerodinámicos, o que las empresas abusarían de los precios, que el gobierno mismo se privatizaría, o que las oscuras páginas de nuestra historia reciente, el golpe militar y la dictadura misma, seguirían en la oscura impunidad en que se encontraban. Un supuesto gobierno de derecha, elegido en forma popular, se transformó, rápidamente, en una parodia entre lo imaginable y lo amenazante.

Muchas veces Charles cantó para la Concertación, pero no porque él fuera uno de ellos (un amarillo, como sé que piensa más de alguno que no lo conoce), lo hizo porque sabía que al hacerlo contribuía a que el gobierno quedara en manos más cercanas a la gente, entregado a la suerte del juego político, pero al menos cerca de la gente. La Pazciencia le ayuda a comprender que mientras no se cambie o no se desconozca la Constitución de 1980 (que impuso la dictadura), será necesario hacer hasta lo imposible para que el gobierno no caiga en manos de la derecha.
 “No hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión”, sentencia un antiguo dicho popular. Los comunistas usaron sin autorización la imagen de Sol y Lluvia en su franja política durante la campaña presidencial del 99’, y el que aparecía primero, el que generaba la primera impresión era Charles, que aparecía cantando y tocando su percusión, más tarde aparecía Amaro y el resto del grupo. Claramente no fue un error ponerlo a él en primer lugar, cualquier comunista con experiencia y años de militancia sabe que Charles no es comunista, y sabe que siempre se opuso a que Amaro hiciera aparecer a Sol y Lluvia como comunista.
Expresamente, Charles le había pedido a Amaro poco tiempo antes, que dejara bien en claro en el partido y en donde estuviera apoyando a la candidatura roja, que no era Sol y Lluvia el que la apoyaba, que era sólo él: Amaro Labra, y no Sol y Lluvia. Él mismo, en persona y voluntad, le había pedido a su hermano Amaro que dejaran al grupo fuera de la franja de televisión, que no lo metiera en esas cosas, porque Sol y Lluvia, insistía, no estaba con los comunistas. Amaro le dijo que no se preocupara y que estuviera tranquilo, que él mismo se encargaría de respetar eso.
Aquella noche estábamos en la casa junto a mi familia, y cuando apareció la imagen de Charles en la tele durante la franja comunista, su cara se transformó instantánea y totalmente. Junto con golpear fuertemente su puño derecho sobre la palma de su mano izquierda, exclamó:
-¡Mira, los desgraciados, no respetan a nadie! Son capaces de usar a cualquiera, eso está claro ¡pero ahora se fueron al chancho! Están jugando con los valores cristianos del pueblo, porque usar mi imagen no es usar cualquier imagen, y eso lo saben muy bien. Sol y Lluvia no es cualquier grupo que toca música y listo... no, señor... ¡esta vez se fueron al chancho!.
Era cierto, Charles cada vez que podía, incluso sobre los mismos escenarios, dejaba claro que Sol y Lluvia había nacido y surgido como dos cantores cristianos y de ningún otro lado. Sol y Lluvia no apoyaba ni representaba a los comunistas, sólo fue Amaro el que se les acercó. ¿Por qué, entonces, usaron la imagen de Charles en la franja política?
Cuando llegó donde Amaro para pedirle explicaciones de por qué había aparecido el grupo en la franja, y sobre todo, por qué había aparecido él primero y en primer plano más que nadie, Amaro no supo qué responder. Aseguró que de eso él nada sabía, que lo habían pasado a llevar y que también lo había pillado por sorpresa. Charles insistió en que entonces Amaro hiciera una declaración pública, que explicara que la imagen del grupo había sido manoseada por los comunistas, que la habían usado sin permiso, pues de otra manera la declaración la haría él mismo. Amaro aceptó, ya que por ningún motivo le convenía que la declaración la hiciera Charles, quien no sólo hablaría de la franja, hablaría de ellos, de lo que les estaba pasando. Amaro dijo haber intentado acceder a los medios pero que se habían negado a darle espacio, y así fueron pasando los días. A la semana apareció una declaración chiquitita en un solo diario y listo, dijo que era todo lo que había podido hacer.

La Concertación estaba preocupada porque por primera vez la derecha había ganado terreno, en parte, como ya dije, gracias al trabajo de la izquierda y en especial de Amaro. Por esto sabían bien que lo importante para ganar las elecciones era establecer quién representaba al pueblo, y lo mejor para ello era invitar al mismo pueblo a que saliera a la calle a participar de un acto multitudinario en la Alameda, en el cierre de la campaña presidencial. Pocos días antes la derecha había organizado su propio acto masivo y fracasó, no juntó más que a su propia gente, unos cuantos cuicos y viejas momias. La Concertación sabía que una cosa importante era hacer la invitación para que la gente llegara, y otra aún más importante, era generar en los pechos de las personas que asistieran la sensación verdadera de unión y país, sobre todo ahora que la selección de fútbol había fracasado. Sabían que para eso la presencia de Sol y Lluvia era realmente necesaria, para que la gente supiera con certeza dónde verdaderamente estaba el pueblo. Para ese acto de cierre de campaña tenían una programación nutrida y diversa, pero no masiva.
A última hora, y en una acción casi desesperada, los organizadores insistieron y le propusieron a Sol y Lluvia -aún sabiendo que Amaro estaba con los comunistas-, que dijeran una cifra, que fijaran un valor por estar en el acto de la Alameda, que no importaba cuán alto fuera dicho precio porque ellos verían si podían cubrirlo, pero que de todas maneras los necesitaban.
Amaro y Jonny hablaron entre sí, y fijaron como precio por participar en el multitudinario y decisivo acto nada más ni nada menos que ocho millones de pesos. ¡Ocho millones! Supuestamente porque para estar presentes tenían que volver desde México. Lógicamente el precio propuesto no fue aceptado por los organizadores del evento. Para qué decir qué opinaba Charles, dos contra uno y lo que dijera no importaba, Amaro y Jonny se escudaban en eso. Él quería participar y estar en ese acto, le urgía hacerlo y lo que menos le importaba era ganar plata por ello, pero sus hermanos no lo acompañaban.
El acto de la Alameda era pocos días después de partir Sol y Lluvia hacía México, y Charles no quería irse, pero antes de partir me aseguró que en tres días volvería para estar sobre el escenario de la Alameda. Dudé de su palabra. La gira que habían programado por las ciudades mexicanas podía incluso extenderse a más de dos semanas, pero difícilmente se suspendería a tres días de iniciada. Cuando lo fuimos a despedir al aeropuerto llovía intensamente sobre Santiago. El avión despegó desde la losa de Pudahuel, llevándose consigo a Charles, y el cielo lloraba. Así era de grande su pena, mas se fue confiado en que iba a llegar y en que iba a poder estar en la Alameda como creía. La lluvia de esa tarde le confirmaba la necesidad de hacerlo.
Y como si fuera algo que sobrepasa a la razón, a los tres días estaban de vuelta. La gira por las ciudades mexicanas se suspendió y Sol y Lluvia había participado únicamente en la Feria del Libro de Guadalajara y había vuelto. Algo ocurrió que debieron ser suspendidas o canceladas las actuaciones en otras partes de México, no se sabe bien, pero estaban de vuelta. Charles me comentó su enorme alegría. Me dijo que no se le pasaba aún la sorpresa de haber vuelto como sentía que era necesario; y como el “tour” por México estaba hasta último minuto totalmente confirmado, le parecía sorprendente estar aquí, nuevamente en Chile. Dicho “tour” estaba tan confirmado que Jonny había viajado junto a su señora, y ante la inminente vuelta a Chile, se quedó unos días con ella en México, vacacionando.
Charles dice que trató de hablar con Amaro para participar en el acto de la Alameda, pero que éste ni lo pescó. Igual trataría de hacer algo. Ese día Charles salió temprano de la casa, y en la tarde yo me fui a meter al acto en la Alameda con dos amigas, a participar de esa fiesta multitudinaria. Al llegar me llevé una gran sorpresa, toda la gente decía que había tocado Sol y Lluvia. ¡Imposible! pensé, Amaro no quería (¿o no lo dejaban?), Jonny estaba fuera del país... acaso Charles... ¿pero cómo?
La euforia que aún quedaba esparcida entre los miles de seres reunidos era innegable, se notaba en sus expresiones que era verdad, que habían bailado y saltado, cantado a Sol y Lluvia. No podía ser de otra manera. Insistí en preguntar a distintas personas si estaban seguros y sí, todos estaban seguros de haber visto y oído a Sol y Lluvia, y todos, más aún, estaban alegres y felices de que al final Sol y Lluvia estaba donde siempre debió estar: “con el pueblo unido y no tonteando con los comunistas”, como me dijo un señor al que le pregunté.
Yo no entendía cómo era posible que Sol y Lluvia hubiera estado ahí, ni cómo había cambiado tan rápido de opinión Amaro, o quién reemplazaba a Jonny. No entendía nada. Les preguntaba a las personas pero nadie sabía responderme, nadie había visto el escenario mientras tocaban, había demasiadas banderas, sólo se oyó la música y la voz de Sol y Lluvia, decían.
Recordaba a Charles, y en silencio me estremecía, recordaba su sentencia: “tres días para estar de vuelta, porque tengo que estar en ese escenario”.
Ahí, entre miles de gentes, entre miles de personas que habían bailado y cantado canciones llenas de mi padre, yo lo abrazaba en mi corazón fuertemente y me regocijaba en su presencia. No sabía dónde estaba él ni qué había pasado, pero sabía que de una u otra manera él estaba presente esa tarde, esparcido en el pecho de toda esa gente. Me alegraba saber que había hecho lo que siempre supo que tenía que hacer, y al hacerlo, me devolvía la esperanza en su canto, en su capacidad de unir al pueblo.
Según el público esa tarde estuvo Sol y Lluvia, eso es algo innegable, como también, especial. Porque, como me enteré después, sólo llegó Charles con su bombo de siempre, acompañado de dos músicos del grupo: Marcelo, en vientos, y Pato, en guitarra. Su participación no estaba programada, de hecho se dio por entendido que Sol y Lluvia no estaría en el acto, pero cuando vieron aparecer a Charles con su bombo todos abrieron espacios para que llegara al escenario.
Todos los que estaban en ese momento sobre el escenario, varios políticos de cara conocida y muchos del mundo de los espectáculos, asombrados callaron al ver al pueblo nuevamente palpitando, casi rugiendo, saltando y cantando como en ningún otro momento de esa tarde se les volvió a ver. La voz de Charles se oyó resonar y el bombo legüero tronó a lo largo y ancho de la Alameda. Sol y Lluvia estaba presente.
Al otro día, y sin perder tiempo, Amaro aparecía en uno de los canales de televisión que controla la derecha (¡¿y cuál no?!), haciendo una supuesta aclaración pública que desmentía al Sol y Lluvia que había estado el día anterior en el acto de la Alameda, diciendo que ese no era Sol y Lluvia, y tratando de establecer que él sí era Sol y Lluvia. Se le veía desesperado, tembloroso ¿presionado? La locomotora de su “tren de la victoria” ya no tenía energía, Charles había dejado claro dónde estaba esa energía. Por eso mismo los comunistas usaron su imagen en la franja televisiva, porque aun teniendo a Amaro sabían que el que la “llevaba” en Sol y Lluvia era Charles.
No había sido casualidad que se vinieran a tres días de partir hacia México, era algo necesario y mágico. Y la respuesta desesperada que tuvo Amaro de ir a la televisión a tratar de desmentir públicamente la participación de Charles en el acto, es clara como el agua.
Que Charles hubiera estado presente sobre ese escenario era decisivo no sólo entre los hermanos Labra, sino para toda la política chilena, porque Charles es bien respetado por el Pueblo. Por eso cuando Amaro salió en la tele al otro día del acto en la Alameda, desautorizándolo, Charles entendió que algo realmente malo estaba pasando con su hermano. Días antes, Amaro había dicho que no logró espacio para desmentir la manipulación comunista en la franja, y ahora aparecía en primer plano, inmediatamente al otro día del acto, tratando de convencer a miles de personas que lo que habían vivido el día anterior era falso.

En los días siguientes, Charles intentó infructuosamente acercarse, y por todos sus medios trató de llegar a su hermano, y Amaro siempre lo esquivaba. Desesperado, trató de conversar con él en su oficina del sello, un día que tuvimos que ir a buscar unos afiches para pegar en las calles. Amaro nos acompañó a la salida, y Charles aprovechó de pedirle reconsiderar el precio que le pagaba por el pegado de afiches, que era demasiado bajo, pues apenas lograba cubrir los gastos del pegado quedando un mínimo margen de ganancia. No era que Charles buscara ganar mucha plata, era que realmente lo que Amaro le pagaba era una miseria. Por supuesto Amaro se negó, bromeando con que ojalá Charles cobrara menos por pegarlos. Yo me había adelantado y los miraba y los escuchaba desde la camioneta, a corta distancia, me mantenía en silencio y trataba de no entrometerme, pero me inquietaba cuando Amaro evadía a Charles. De pronto, la conversación derivó en una discusión, porque Amaro aseguró que “la pobreza ya no existía”.
-¿Pero cómo no va a existir, Amaro? –le cuestionó Charles-, mira, vamos a recorrer las poblaciones, vamos a La Legua, a Pudahuel, pa´que veas que sí existe y que hoy más que nunca la gente nos necesita.
-No, no pasa na´... tú viví en otro mundo –le dijo Amaro-. En la sociedad hay gente pa´ ser rica y gente pa´ ser pobre, y eso es así, como con los gatos y los ratones, unos son los que cazan y comen y otros los que sufren y son comidos, así es la sociedad te guste o no.
Ese último comentario de Amaro me pareció demasiado delicado, me bajé de la camioneta y me acerqué a ellos para no perder detalle de aquel debate. Sentí que tal vez era la última vez que discutirían esos dos hermanos, y necesitaba grabar bien sus palabras en mi mente, porque en esa fecha ya había comenzado a escribir este libro y sabía que serían parte importante de mis argumentos.
-¡No, no Amaro! en la sociedad hay personas, hombres y mujeres, no gatos ni ratones –le dijo Charles-. Lo que te falta es salir a las poblaciones, ver a las personas y hablar con ellas...
-Tu papá se parece al Súper Ratón –dijo Amaro, volteando hacia mí con aire de grandeza en su mirada- porque además de pelear por defender a los ratones tiene el cuerpo igual que Súper Ratón, musculoso y ancho en el pecho, y piernas cortas y chiquititas.
Amaro echó a reír. Le parecía graciosa la comparación y su risa era extraña, forzada y aparatosa, como que buscaba impresionar a la gente del sello que los miraba desde las ventanas de las oficinas. Lo desconocía... pero ¿lo conocía realmente?
-Y tú te parecí al cura Gatica, que predica y no practica! –le dijo Charles, mientras Amaro aún gozaba por su ocurrencia de llamarlo Súper Ratón.
–Vamos, Hans, no tenemos nada que hacer aquí. 
Nos subimos a la camioneta y nos fuimos, Charles permaneció callado un buen rato mientras manejaba. Lo miré y vi que lloraba en silencio, no supe qué decirle, pocas veces en mi vida lo había visto llorar.

Pasaron algunas semanas y cada vez la relación entre Charles y su hermano se distanciaba más. Una noche, Charles llegó a la casa y un gesto de impotencia resignada lo invadía. Amaro le había comunicado que, junto a Harlito, habían estado estudiando unos videos de Jim Morrison, que habían estudiado los movimientos que hacía sobre el escenario y que eso era lo que había que hacer: estudiar a las grandes estrellas y descubrir por qué lograban vender tanto. Sin decirlo, se entendía que Amaro quería que Charles también viera esos videos, porque tenían que “aprender” de las estrellas de verdad. ¿Cómo no iba a sentir Charles que Sol y Lluvia tenía que continuar ya sin ellos? Hoy en día Amaro mueve las manos cuando canta, supongo yo que debe ser su modo de imitar a las estrellas.
En un momento, Charles sintió que no podían continuar como estaban y comenzó a presionar para que de una vez y para siempre se terminara con las malas administraciones, con las pérdidas de plata por la mala producción de los eventos, con transmitir en los conciertos frases alusivas al Partido Comunista y todo lo que eso involucraba. En una de aquellas reuniones, Charles se comprometió con sus hermanos a llegar a los ensayos y a no perderse entre el público antes de los recitales. Amaro, a no mezclar más su relación sentimental ni política con Sol y Lluvia, a no eliminar más las frases decisivas de las canciones, y a no comercializar al grupo. Jonny, a aceptar que se contratara a alguien para que él no manoseara más las cuentas y no jugara con los presupuestos, además, a entregar la casa de la familia para ayudar a Harley, que ya por ese entonces estaba muy afligido económicamente. En las conversaciones, Amaro y Jonny parecían estar de acuerdo, y le prometían a Charles que cambiarían, que estuviera tranquilo.
Así, se contrató a un administrador para que controlara las cuentas, y se le quitó poder a Jonny en eso. En cuanto a Amaro, bastaba que estuvieran sobre el escenario para que todos los acuerdos fueran olvidados, porque bastaba que tomara la palabra frente a la gente para que nuevamente volvieran a lo mismo. Era como si en las reuniones Amaro aceptara lo que Charles le pedía, pero sólo para que Charles no lo siguiera “hinchando”, sólo para que se callara y los dejara tranquilos.
El 18 de marzo del 2000, durante el recital de Todas las Voces, en honor a Sola Sierra, y con un Estadio Nacional lleno, Amaro habló y nuevamente dijo cosas alusivas al comunismo. Pero, esta vez, hizo algo que nunca había hecho Sol y Lluvia, llamó a la gente a “juntar rabia para vengar las heridas que dejó la dictadura”. La tensión social de esos momentos era abismante, el pueblo clamaba por juicio para Pinochet y todos los que fueran responsables del genocidio durante el régimen militar. Y más que en cualquier otra ocasión, las personas necesitaban una guía consistente y poderosa para comprender sus emociones. Amaro habló y los más de cincuenta mil asistentes lo escuchaban atentos, lo que dijera penetraría profundamente en sus conciencias, pues en esos años -a pesar de la distancia entre los hermanos- la llegada de Sol y Lluvia sobre el pueblo era impresionante. Charles recuerda muy bien aquel momento.
-En el instante mismo en que Amaro dice “junten rabia” el bombo legüero comenzó a dar saltos entre mis piernas, como potro chúcaro, así tanto –con su mano indica una altura aproximada de 45 cm del suelo.
“Tuve que pegarle un palmazo fuerte al bombo contra el suelo, y sujetarlo fuertemente con mis piernas para que no saltara. El estruendo que se produjo con el bombo hizo que Amaro volteara y nos miramos. Nunca olvidaré ese momento. Me daba impotencia verlo así, gritando tonteras a la gente y vestido con su camisa roja de seda europea, avejentado y con la cara transformada por su propia inconsecuencia”.
Charles guardó silencio y miró al suelo, se percibe su dolor por la pérdida de su hermano. Siempre estuvo atento y dispuesto al más leve y pasajero presentimiento, a todo augurio precursor de la tormenta, y fue así, y en ese instante, sobre el escenario del Estadio Nacional, que supo gracias al bombo que Amaro ya no podía seguir en Sol y Lluvia.

Por esos meses hubo un momento en que el hermano mayor, Harley, estuvo muy mal, mal de verdad, y tuvo que recurrir a sus hermanos, cosa que no hacía hace mucho tiempo. La solución, todos lo sabíamos, era vender la casa de la familia y repartir la plata. Jonny dijo que él se encargaría de los trámites.
Harley no hubiera recurrido a sus hermanos de no ser porque realmente estaba afligido, en una crisis económica que estrangulaba a su familia. Se sentía responsable de que su hijo menor, Jonatan, estuviera atrapado por la drogadicción y la delincuencia, y de no poder darle tratamiento y rehabilitación. Sintiendo eso, y como si un rayo cayera dos veces en el mismo sitio, Francisco, su hijo mayor, uno de los dos pequeños que acogió hace años cuando se unió a su mujer, se suicidó. Harley se sintió responsable, creía que era el culpable de todo lo que pasaba al no lograr ser un buen padre, y que por eso Pancho estuvo expuesto a lo que ocurrió.
El tiempo avanzaba inexorable, pasaron algunos meses y la crisis económica que los acongojaba recrudeció. Los trámites para vender la casa familiar en la calle Carmen se encontraban “empantanados”, gracias a los hábiles ardides de Jonny, que ya a esa altura era experto en hacer truculencias a sus hermanos. Más aún, cada cierto tiempo la casa aparecía con nuevos arreglos en muros y ventanas, que dejaban claro que no quería ni pensaba irse.
Entrando a mayo del año 2000, Harley sufrió un severo ataque al corazón, el segundo por aquellos días. Sólo cuando a Charles le avisaron que su hermano estaba en el hospital, se hizo presente en él el recuerdo de la voz de mamá Julia aquella tarde en que regaba la plaza, Harley estaba muriendo. Hasta entonces aquel recuerdo había permanecido dormido en su corazón, y despertó cuando le dieron la noticia. Al llegar al hospital esa noche, Charles había asumido el luto en su pecho, y fue a despedirse de su hermano mayor, su hermano-padre, el que lo levantó cuando se caía y que lo alentó cuando lloraba. Llegó al hospital y dio el pésame a la familia reunida en la entrada, todos lo miraron desorientados, Harley era fuerte y un ataque al corazón no era suficiente para derrotarlo. Pero Charles insistía en decir que su hermano estaba muriendo.
En eso, llega al hospital una patrulla y un paco baja a patadas a un detenido, gritándole y tironeándolo, Charles con voz decidida y fuerte le exigió tener respeto porque había una familia de luto, y el paco pidió disculpas. Nadie de la familia entendía la insistencia de Charles en suponer que Harley había muerto.
Al llegar a la habitación donde estaba su hermano, Charles habló con los médicos, le dijeron que estaba en coma pero estable, le explicaron levemente lo que tenía y dijeron que no oía ni respondía a ningún estímulo. Lo vio lleno de tubos y cables conectado a unas máquinas que rodeaban la cama, pálido y con los ojos cerrados. Charles se acercó y tomó su mano, y con voz suave y segura le habló.
-Harley, vengo a despedirme...
-No lo escucha –le dijo un médico, interrumpiéndolo. Pero Charles continuó hablándole a su hermano.
- ...tranquilo, ya has hecho todo lo que has podido... ahora es tiempo de que descanses, ándate. Dile a mi mamita que la amo, y ven a verme -se acercó aún más y besó su frente.
Lo miró algunos segundos. El reloj marcaba medianoche. De pronto, y aún estando en coma, Harley lloró, y Charles lloró con él, luego se retiró en silencio. El resto de la familia seguía en la sala de espera del hospital, con la esperanza de ver a Harley aparecer por el pasillo, pero falleció esa noche a las tres de la madrugada, a tres horas de que Charles se despidiera de él. Su corazón se detuvo cuando en su cerebro se producía una trombosis, una explosión de sangre que inunda todo cuanto puede y que desconecta el cerebro de toda función vital. Partió sin dolor, despegó en su sueño.
Charles pasó mala noche, estuvo inquieto por largas horas hasta que se levantó y fue al baño. Afuera ya amanecía, y la luz azulina entraba aún escasa por las ventanas empapando poco a poco los muebles, las paredes y el rostro de Charles. Sin prender la luz del baño abrió la llave del agua, se mojó la cara y al mirarse en el espejo sintió que el tiempo se detenía, que por unos instantes no había nada más a su alrededor que él y la imagen en el espejo. La observó fugazmente, sin darse cabal cuenta de qué era realmente lo que veía. De pronto, y como si un golpe interno de electricidad lo conmoviera, notó que frente a él (es decir, como reflejo en el espejo) estaba mirándolo fijamente a los ojos su hermano Harley. Lo vio alegre, despierto y resplandeciente. Eran las facciones y la mirada de su hermano, no cabía duda. Sabía lo que significaba tal aparición, como así mismo que su presencia era para mostrarle algo. Suspiró y sus pulmones se llenaron con una sola gran bocanada de aire, y su mente, ante la impresión y la sorpresa, se inundó del súbito mensaje que su hermano Harley le dejaba al despedirse.
Charles reaccionó tras unos segundos agitando fuertemente la cabeza, como sacudiéndose, y volvió a mirar, la imagen del rostro de Harley se desdibujaba y borrosa comenzaba a aparecer la suya propia, la cara de todos sus días. Su corazón latía a pulso de estampida y la sangre lo recorría atenta y consciente por todos los rincones de su cuerpo, inundándolo y despertando sus posibilidades de percibir. En su cuerpo entero tenía la sensación de abrazar a su hermano, como si cada partícula de su ser lo abrazara y lo amara. Fluía en torrentes de Harley, de su sonrisa, de sus manos creadoras, de sus ojos con sus miradas.
Recuerdo que me relató antes del funeral lo que le había ocurrido esa madrugada, contándome que tuvo en ese momento la certeza de que él era Harley, que por un leve instante su sensación completa era de Harley, y sintió ser su hermano. No era sólo que lo había visto en el espejo, Harley estuvo en él por un momento y luego aquella sensación se disipó.
Cuando comenzaba a hacerse nítida frente a sus ojos su propia cara, después de sacudir la cabeza, surgió la cara de Renato, su padre, como si toda la humanidad quisiera hacerse presente en ese instante. Aun cuando la imagen del rostro de su padre no llegó a ser tan nítida como la suya propia o la de Harley, ni llegó a verla completamente, sí lo captó en su interior con la misma intensidad con que había captado recién a su hermano. Charles los recibía y los perpetuaba con amor, y frente a él en el espejo volvía a estar calmo su propio rostro.
El mensaje que su hermano le dejó al pasar por él durante ese amanecer era el siguiente:
-Que no dejara que hicieran conmigo lo que antes hicieron con él –dijo Charles, cuando me contó lo sucedido-. Que no me rindiera, que tenía que ser fuerte.
Se refería a la expulsión de Harley del taller, a que sus hermanos lo habían alejado cuando ya el taller estaba bien asentado, desoyendo sus argumentos y apartándolo. Harley sabía que ahora Charles se enfrentaba a lo mismo. Sus hermanos tratarían de apartarlo de Sol y Lluvia y Charles tenía que hacer algo. Lo más significativo de aquel relato, creo yo, es que el mensaje que impregnó a Charles no fue oído por él, no fue que Harley le hablara como en el caso del mensaje que recibiera de mamá Julia, el mensaje de Harley quedó en él después de aquella epifanía como si fuese lo que Harley sentía cuando se produjo aquel encuentro. Como si el sentimiento de su hermano permaneciera en él como recuerdo suyo mezclado en sus propias emociones.
Aquel momento fue decisivo y trascendente en la determinación de Charles de alejarse de Amaro y Jonny, pues el mensaje de Harley era la última gota en un vaso a punto de rebalsarse, y como tal, tuvo su efecto. Amaro y Jonny estaban cada día más apartados del sentimiento real de Sol y Lluvia, y el único lazo que los mantenía unidos era justamente el grupo, donde Charles era el único en contra ante las ideas de política y comercialización que ellos tenían para Sol y Lluvia. Charles se había transformado en el ancla que no permitía zarpar al buque de sus sueños materiales.
Amaro, y en especial Jonny, asumieron un grado de responsabilidad en la muerte de Harley, creo yo, porque ofrecieron algunas ayudas -como parche- a la familia que lo sobrevivió. Ofrecieron trabajo por algunos meses a Dana, hija mayor de Harley, y pusieron recursos en tratar de rehabilitar al Tute, que es como le decimos a Jonatan, mandándolo a clínicas y reformatorios, y alojándolo en el taller cuando su desesperación y su angustia tras la pérdida de su hermano y su padre, lo llevaban a cometer ciertas inconciencias que atentaban contra su familia y su propia integridad.
La muerte de Harley fue decisiva en Sol y Lluvia, porque infundió en Charles una fuerza que sería definitiva. Para él Sol y Lluvia es un regalo divino, un don que les fue encomendado y que tienen que cuidar. Por eso tal encrucijada la asumió como un renacer y se nutrió de su hermano Harley, se llenó de su vitalidad y su alegría. Su mano abierta lo despidió al tiempo que su corazón alegre lo recibía. Charles explica que la Pazciencia le ayudó a mantenerse firme junto a Amaro y Jonny, que aun cuando los vio transgredir principios fundamentales de Sol y Lluvia, la Pazciencia lo mantuvo decidido en su corazón hasta que el momento de actuar llegara... y llegó, y justo cuando tenía que llegar.
Sabe que el corazón no permite los titubeos, por eso esperó el momento oportuno para proceder, cuando las coordenadas de la vida se juntan para que ese instante que uno ha estado esperando se dé en plenitud y con su propia fuerza, evitándose así los desgastes de energía en actuar antes de tiempo o después de lo maduramente necesario. Sol y Lluvia debía volver a nacer. Fue durante la misa de responso de Harley, que Charles terminó de cargar sus fuerzas.
-Entré a la parroquia y en lugar de ir a sentarme adelante con la familia en las primeras filas, preferí quedarme atrás, entre los amigos. Sentí una vibra algo extraña ahí adelante y por eso me quedé atrás. Luego entró la tía Dina (hermana de mamá Julia) que volteó la cabeza hacía el rincón donde yo estaba y me miró, y se acercó a mí, la sentí tan limpiecita y con una fuerza increíble, llena de bondad y luz... supe entonces, por corazonada, que ella era una machi.
Lo que Charles me cuenta consigue de una u otra manera detener mis pensamientos, y lo oigo con suprema atención. Me previene -y en justa pedagogía- de que todo lo que me va a decir es difícil de entender, y que para más de alguna persona puede parecer una locura o una ridiculez, sobre todo para quienes carecen de lucidez espiritual. Le cometo, antes de que siga contándome lo que le ocurrió durante aquella misa, que ese tipo de experiencias (en que se perciben energías invisibles e inexplicables) sólo son reales para quienes las presenciaron en carne y hueso, y que sólo los que estuvieron ahí creen ciegamente, el resto debe creer en ellos, pero al final siempre hay quien bromea al respecto y todo se arruina y así se va perdiendo la fe. Le menciono que lo mejor es no contar las experiencias personales de sustancia espiritual, que lo mejor es guardarlas para uno para que no se desgasten en boca de todos; así, al guardarlas para uno se puede extraer de ellas energía, y por siempre son una fuente de fe. Pero Charles insiste en contarme, sabe que daré a su relato la dimensión justa.
“Lo que sentía en realidad lo estaba viendo. La parroquia estaba llena de luces tensas y oscuras, sombras, y una de las pocas luces limpias que vi fue la de tía Dina, de ella emanaba una luz pura, casi maternal y con cierto calor.  En eso entró una prima y también se me acercó –continuó Charles-, llegó llorando y lamentándose por Harley, decía que lo había visto en la feria del barrio hace unos días y que se veía tan bien, que por qué él... la vi como apagada, y traté de explicarle que Harley no había muerto así como así nada más, que él mismo decidió descansar y partir, que habiendo hecho todo lo que había podido decidió morir para descansar. Me miró con cara de confusión y asombro, porque mis palabras buscaban de alguna manera, decírselo también a ella”.
Después de aquella misa Charles desapareció, no fue al cementerio, sabía que su hermano no estaba en el ataúd. Cuando le pregunté que por qué no había ido, me miro fijamente, sus ojos estaban algo hinchados, y me dijo: “Deja que los muertos entierren a los muertos”.
Mas tarde intentó contarle a sus hermanos lo que sintió esa mañana, durante la misa, pero lo tomaron en broma y se rieron. A la semana siguiente una tía llamó para informar que esa prima con la que Charles había hablado había fallecido. Murió de lo mismo que Harley, le dio un derrame cerebral fulminante.
Quedó helado cuando se enteró. Para colmo, sus hermanos y en especial Harlito, empezaron a molestarlo y a decir que se creía con poder sobre la vida y la muerte, que estaba totalmente trastornado y fuera de control. Charles no dejó pasar más tiempo, ese era el momento preciso de actuar, y lo sabía. Increpó acaloradamente a Amaro y a Jonny. Se fue sobre ellos con la euforia enérgica de sentirse cansado de tanto abuso: de tanto desfalco económico y comercial por parte de Jonny, y tanto manoseo moral y político por parte de Amaro. Además, Charles sentía una impotencia inmensa de saber que mucho del sufrimiento de su hermano Harley se habría evitado, de no ser por la negligencia de esos dos “manicones” como les decía Ingrid, su hermana menor.
Fue un momento que por años se había estado guardando en sus destinos, que desde la infancia esperaba verlos encontrarse y decirse todo lo que sentían.
-eMe... A... eNe... I... Ce... O... eNe... ¡MANICÓN! eso gueón! -le gritó Charles a Jonny y a Amaro, deletreando pausadamente la palabra y apuntándolos a la cara con el dedo índice de su mano derecha, recordándoles la forma en que Ingrid, la regalona de mamá Julia, les gritaba cada vez que hacían algo que la dañaba.
Más tarde, algunos de los testigos, dijeron que Charles parecía haber perdido la razón, porque nunca se lo había visto tan furioso, nunca así gritando. Que alegaba y golpeaba el escritorio con sus manos, y que se movía por la oficina gritándoles cosas a Amaro y Jonny.
Charles estaba alterado, en su cuerpo sintió la misma indignación e impotencia que debe haber sentido Ingrid tantas veces frente a Jonny y Amaro, y en esa reunión les gritó verdades que por serlo les dolieron, que aún hoy niegan y que en silencio, creo, recuerdan. Charles sentenció que ya no tocaría más con ellos y que seguiría solo, que se llevaba a Sol y Lluvia para reivindicarlo en sentimiento y obra, para limpiar el mensaje, la mística, la relación con el pueblo.
Pero sus hermanos no le creyeron. Él mismo no sabía bien cómo lo iba a hacer, pero era algo que hace mucho tiempo venía sintiendo, que ya muchas veces lo habíamos conversado juntos, que ya muchas soluciones le habíamos pensado. Aquella tarde decisiva, Charles tomó entre sus brazos su ultramakahue, sus kultrunes y su bombo y le dijo a sus hermanos: ¡me llevo a Sol y Lluvia!  Su cosmovisión se lo permitía.
Mientras tomaba sus instrumentos de la sala donde ensayaban, miró los copihues rojos que él mismo había puesto días antes en las paredes del taller, en honor a Harley, y recordó la madrugada en que lo vio en el espejo. Una pena enorme invadió su pecho y su garganta, y comenzó a llorar. Dejó la percusión a un lado, tomó la guitarra de Amaro y cantó con toda su fuerza una melodía que había estado desarrollando en su mente durante esa semana. No era una canción propiamente, era una frase que se repetía y que alentaba su alma, envuelta en una música agradable y bondadosa.

“Ay... amor, no te canses de tanto dolor...
ay... amor, no te canses de tanto dolor...”

Charles ya había tomado la decisión de llevarse a Sol y Lluvia, y cantaba impulsado por su propio corazón. No se cansaba, al contrario, sabía que mucho le quedaba aún por caminar. Amaro y Jonny estaban en la oficina, y escuchaban a Charles cantar esa frase, que quedó marcada para siempre en sus mentes. Tanto, que apareció luego en el disco “La vida siempre”, como parte de aquella canción que Amaro le cantaba a Charles durante la dictadura, cuando tenía miedo.
Amaro y Jonny, que por su parte creyeron locura y arrogancia el gesto de Charles, dijeron que además de “andar jugando con la vida y la muerte” ahora se las daba de querer llevarse a Sol y Lluvia. Lo acusaron de “jalero”, de estar arriba de la pelota, de haberse metido a jalar cocaína y tomar decisiones estúpidas y fuera de todo orden, a causa de que su conciencia no estaba clara, según decían. Hicieron correr aquel rumor y trataron con eso de dañar la imagen de Charles. Pero Charles nunca construyó una imagen que pudiera ser dañada. Siempre es el que es... ni más ni menos.
Para nadie preocupado de lo material y de acumular recursos era lógico que Charles se fuera justo cuando el grupo comenzaba a ganar millones de pesos, justo cuando se habían comercializado al punto donde quieren llegar casi todos los grupos musicales que hacen música por entretener y ganar plata. Pero Charles sabe que es ese justamente el punto donde la música pierde trascendencia y se convierte en otra actividad remunerada más del mundo materialista. “Renunciaré a la riqueza y mil veces la aguja pasaré” cantó Amaro en otra época, y Charles con su actitud reivindicaba el canto de su hermano, que siempre fue su propio sentimiento.
Estaba fuera de toda lógica para Amaro y Jonny, suponer que si Charles se iba se pudiera llevar con él a Sol y Lluvia. Cómo iba a hacerlo si ellos, que también eran Sol y Lluvia, no pensaban dejar de cantar. Cuando Charles les dijo que lo haría, se rieron de él. Pero de alguna manera se lo llevó, lo apartó de la manipulación de sus hermanos, del mundo de fantasía en que lo habían sumido, del hoyo negro que parece tragarse a todas y todos los que logran cierta fama y renombre.
Muchas personas me han comentado que Sol y Lluvia sin Charles es sólo sol y lluvia, así con minúsculas. La presencia, la fuerza, la rítmica y la pasión de Charles no son fáciles de reemplazar ni de igualar, y eran muy importantes en la identidad de Sol y Lluvia. Sin embargo, ya antes de la separación muchas personas me habían dicho que no se podía creer en Sol y Lluvia, que al final se habían vendido como los otros grupos de música popular, sin importar nada de lo que cantaban y sin importar el respeto o el compromiso con la gente.
Para mí era doloroso ver en lo que se habían transformado las cosas antes de que Charles tomara la decisión de separarse de sus hermanos, aceptar lo que ocurría y el porqué ocurría sin poder intervenir, sin nunca poder conversar con mis tíos acerca de lo que estaba pasando, todo eso me tenía desconcertado. No era posible para nadie -no sé si hoy lo es- criticar el desempeño de Amaro y de Jonny en la conducción comercial y pública de Sol y Lluvia, tampoco lo había sido con el taller de serigrafía; decir una palabra negativa sobre lo que hacían era inconcebible para quienes crecimos junto a ellos, porque hacerlo les provocaba intempestivo enojo y rencor.
El único que aún así se atrevía y lo hacía, era Charles; pero no podía llegar y decírselos directamente, debía esperar para aprovechar otros temas de conversación y, con astucia, introducir poco a poco lo que necesitaba aclarar. A pocas personas en mi vida he visto enfrentando a Amaro o a Jonny, pero por cuanto conozco a mis tíos sé que aún deben estar resentidos con esos “valientes” que fueron capaces de decirles la dura.
Cada vez que Charles lograba llevar una conversación con sus hermanos hacia temas de verdad relevantes, tanto en la cosmogonía de Sol y Lluvia, en la percepción de su sustancia energética, como en el carácter que tenían que tener la existencia y presencia de Sol y Lluvia entre las personas, sus hermanos explotaban histéricamente y se enojaban insultándolo, tratando de humillarlo. Para qué hablar de las peleas que tenían cuando trataba de llevar, pacientemente, una conversación hacia definir el destino final de los recursos que producía el grupo en su devenir comercial.
Y así, la discusión que llevó a Charles a irse definitivamente del lado de sus hermanos fue la más dura y fuerte de todas, la de mayores repercusiones y la que más les dolió. Fue el paso definitivo hacia lo que él consideró una liberación de Sol y Lluvia, abrazar nuevamente al Espíritu Santo y volver a ser la voz del pueblo...

A fines de mayo del 2000, se realizaría en el Estadio Víctor Jara un gran recital de Sol y Lluvia junto a Gondwana, en el marco de lo que podría considerarse una “negociación con intercambio de público”. El manager de los Gondwana compartió con nosotros y nos contó, más o menos, cuál había sido el interés que ellos tuvieron de tocar junto a los hermanos Labra. Dijo que sabían lo importante que era Sol y Lluvia para la música popular chilena, y que por sobre todo admiraban la cantidad de público que movían. Eso era lo que más les interesaba, llegar al numeroso público de Sol y Lluvia y así ampliar su propio mercado, pues estaban cansados, dijo “de tocar sólo para la clase alta en resort’s y balnearios de lujo”. En otras palabras, querían “colgarse” de la fama de Sol y Lluvia, y sí que lo lograron.
Los contratos con sonido, iluminación, incluso con el recinto ya estaban firmados para esa fecha, y Charles tuvo que aceptar, por última vez, tocar junto a sus hermanos. “Un volón fraterno” era el concepto que convocaba al público. En el afiche que se diseñó para ese recital aparecía una fotografía a todo color de las dos bandas musicales, se veía a todos parados sobre un muro de piedras mirando a la cámara y sonriendo, Charles y Neira al centro, ambos de mano cruzada. Charles era el único que miraba en otra dirección.
Amaro lucía orgulloso su camisa de seda roja, algo que se había hecho costumbre en el último tiempo. Para Charles, eso de andar intercambiando público era una farsa y no compartía la opinión de sus hermanos, que estaban convencidos de lo bueno de compartir escenario con grupos que atraían a otro público. Le parece inapropiado exponer a las personas a valores extranjerizados y de boom comercial, prefiere seguir con su mismo público de siempre, pero enseñarles cosas reales y verdaderas y no sólo cantar por vender y ganar. Además, el recital sería grabado por VíaX, un canal de tv-cable que televisaría días más tarde el evento, lo que aumentaba el grado de responsabilidad social sobre lo que se hiciera y dijera aquel día.
Por su parte, Amaro y Jonny asumieron y pensaron que todo seguiría como siempre, así que amarraron más tocatas y producciones para los próximos meses. De todos lados llamaban para pedir fechas al grupo. Creo yo que en realidad sabían que Charles podía irse, y hasta lo esperaban, Harlito había demostrado que podía jugársela en percusiones y eso los tenía tranquilos.
Como si fuera chiste, durante ese último recital, y desoyendo todo argumento de Charles, Amaro volvió a hablar de su militancia política y mencionó, específicamente de su pasado, su participación en el MIR. Esas cosas nunca las mencionaba, y si yo sabía algo de eso era sólo porque Charles me había contado. Y ahora, Amaro aparecía hablándole a la gente como si nada, era capaz de cualquier cosa con tal que la gente oyera sus comentarios de tinte comunista. Charles sintió que su hermano nuevamente lo pasaba a llevar. Era la última vez que tocaban juntos y ni por respeto a eso Amaro era capaz de ceder; además, como Amaro sabía de ante mano que Charles diría algo para rectificarlo, se puso a tocar la guitarra en el instante mismo en que terminó su arenga política.
Sin embargo, Charles no se quedó de brazos cruzados y le siguió el juego, y en plena canción explotó con su percusión. Fue un estruendo enorme que sacudió todo y permaneció en el aire, yo mismo en ese instante no supe qué cresta pasaba y me imaginé lo peor: una tribuna destrozada, un muro en el suelo, o una catástrofe de proporciones. Pero la voz de Charles se oyó entonces, y supe lo que pasaba. Hasta ese momento me había parecido extraño que luego del comentario de Amaro, Charles no hubiese dicho nada, pero me alegré ante su persistencia.
Tras aquel estruendo de percusión que frenó en seco el baile de la gente y al propio grupo que lo miró sorprendido, Charles exigió a su hermano que no manipulara el pasado con tal de alabar a los comunistas, y le recordó que Sol y Lluvia nació sólo cuando ellos dos lograron acercarse a Cristo y apartarse de la violencia. Que sólo el camino de Cristo fue capaz de darles el valor y la fuerza para enfrentar a la muerte durante la dictadura y vencerla, y que no olvidara lo cambiado que estaba desde que compartía con una mujer comunista. El público comprendió lo que Charles decía y estuvo con él, generándose una gran ovación.
Lo que días más tarde fue transmitido por el canal de tv-cable estaba absolutamente editado, todo lo que Charles dijo fue sacado, y sólo se mostró lo que habló Amaro. Pensé que tal vez desde el mismo canal habían editado las imágenes –cosa que siempre ocurre y que siempre hay que tener en cuenta-, pero fue sólo gracias a una confesión voluntaria de Harlito que pude enterarme de lo que realmente ocurrió. En aquella ocasión, él me comentó que Amaro lo mandó explícitamente al canal a sacar todas las veces que Charles habló. Contacté entonces a algunos amigos, con ciertas “influencias” en dicho canal, para ver si podían conseguirme el material sin editar, y tras infructuosos intentos dijeron que no habían podido hacer nada.
Amaro y Jonny estaban tranquilos, pues no creían en que Charles realmente pudiera llevarse o quitarles Sol y Lluvia, y como habían continuado con la producción de eventos, dijeron que seguirían adelante sin Charles, y así reemplazaron tanto a la percusión como al percusionista. Así fue como compraron unos tambores africanos medio artesanales, y Harlito ocupó el lugar que por más de veinte años ocupara tío Charles. Para ellos fue eso, llenar el lugar vacío y seguir tocando. Pero del sentimiento y la cosmovisión ya ni se acordaban. Quizá nunca entendieron.
Tampoco pareció importarles perder los kultrunes y el ultramakahue, quizá nunca los sintieron. ¡Qué podría importarles el bombo legüero! Nunca se imaginaron siquiera de qué eran capaces esos instrumentos de madera y cuero.
El pulso de la percusión, el sonido característico y la presencia indiscutida de los kultrunes, el bombo y el ultramakahue sobre el escenario, sumado a la fuerza que Charles les imprimía cada vez que entraba en contacto directo con ellos, y su propio carisma, fueron para Amaro imposibles de reemplazar, y tuvo que enfrentar el aplastante peso de su propia imagen de “líder del grupo”, que por años había construido ante la mirada tranquila de Charles.
Por mi parte, a Amaro lo veo como a un “McCartney”, que por décadas intenta establecerse como líder de la banda de Liverpool, aplastado por la presencia de un “Lennon” que jamás se preocupó de eso, pero que ante la gente y en la historia, figura como cerebro y corazón de los Beatles.
-Amaro jamás volvería a tocar conmigo, porque no acepta compartir el protagonismo, siempre quiso ser líder de Sol y Lluvia, pero jamás lo fue. Hoy en día, ya sin mí, si lo es. Por eso, siento yo -dice Charles-, no volvería a tocar conmigo para no perder ese liderazgo que logró en mi ausencia.
Charles tiene razón.
Una vez separados, llegaron al acuerdo (de palabra) de que cada uno tendría su propio Sol y Lluvia, que no se molestarían entre ellos y que la gente sería la que, en definitiva, sabría dónde verdaderamente estaba Sol y Lluvia. Ellos no inscribirían la marca y nosotros tampoco, cada uno buscaría suerte por su lado. No era algo para siempre, tarde o temprano el público tendría que dar su aprobación o desaprobación. Durante casi cinco meses existieron pacíficamente dos Sol y Lluvia, uno de Charles, el otro de Amaro.
Y sí... Amaro y Jonny aceptaron fácilmente que hubiera dos Sol y Lluvia, porque aseguraban que nadie notaría la ausencia de Charles, y que él podría encargarse de los pequeños recitales, de tocar en las poblaciones y de hacer cosas chicas, casi para salvarse. No creo que en ese entonces se les hubiera ocurrido que su hermano llegaría a tocar en las calles y en las micros en su afán de cada día, y que más encima lo seguiría haciendo por años.
Ellos no tenían problema porque cantarían en los grandes escenarios, tendrían gran parafernalia tecnológica y la gente vería las caras de siempre y sabría que eran Sol y Lluvia. ¡Qué podría importarle al público que no estuviera Charles! total... él mismo se había ido.
“El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen”, dice Amaro comúnmente en entrevistas, o cuando le preguntan por su hermano. Charles asegura que como son ellos en realidad los que “se fueron” del espíritu de Sol y Lluvia, ellos mismos tendrán que volver, si se dan cuenta. Él por sí solo demostró tener la fuerza que siempre tuvo Sol y Lluvia, y aún sin Amaro y Jonny, siguió adelante con su música y su canto.
Era el momento de mayor fama y de mayor éxito del grupo, si Charles no se hubiera retirado y, más aún, si hubiera aceptado comercializarse, realmente no sé dónde estaríamos ahora. Cierto es que Charles no tenía un plan sobre cómo serían las cosas al dejar a sus hermanos, ni se propuso tenerlo, nunca tuvo claro qué ocurriría. Lo único que él sabía con certeza -lo mismo que me motiva a mí a escribir este libro-, era que debía hacer la Voluntad de su Madre y de su Padre.
En esa nueva etapa se unieron a Charles otros músicos que querían participar junto a él, yo mismo toqué la percusión y él la guitarra, y dimos vida a un nuevo proceso. Cuando Charles me dijo que estaba a punto de dejar a sus hermanos, le comenté que feliz aprendería a tocar la percusión con tal de ayudarlo a rescatar a Sol y Lluvia, y así fue, de la noche a la mañana me brotó el pulso necesario para tocar su percusión, nunca antes lo había hecho, pero ahora era vital que lo hiciera y simplemente me brotó. Me nació espontáneamente.
A Marcelo Concha, por años músico del Sol y Lluvia, Amaro lo había amenazado de que si seguía a Charles no pensara volver con ellos; pero Marcelo tenía ganas de ayudar a Charles en lo que pudiera. Le ofreció, entonces, a los músicos de su propio grupo, Nacimiento, amigos suyos y casi vecinos, quienes tenían ganas de tocar con Charles. Marcelo conocía muy bien las notas del bajo, los arreglos de vientos y de charango, y secretamente comenzó a enseñarles a ellos las canciones de Sol y Lluvia. Así, en bajo eléctrico se nos unió Cristian Ramírez, el Coy, quien siendo baterista de Nacimiento y sin saber tocar bajo, aceptó aprender y así recibió instrucción de Marcelo; en quenas se unió Alfredo Ulloa y en charango Pedro Carrasco. Luego se nos uniría por algún tiempo Tomy, y más adelante Leonel Sánchez, el Leo, que aún hoy nos acompaña. Éramos el Sol y Lluvia de la mano abierta. Todo marchaba sobre ruedas y las tocatas y presentaciones del nuevo grupo aumentaban, Charles estaba cumpliendo su objetivo de rescatar a Sol y Lluvia, y la gente, el público lo apoyaba.
Él no era sólo el percusionista que daba el pulso a la música, era el corazón moral y espiritual de Sol y Lluvia, la voz que defendía los intereses populares frente a sus hermanos aburguesados y capitalistas. Por eso cuando Charles los dejó solos, el resultado que se vio en ellos fue algo netamente comercial; al fin podían transar con el mercado sin que él les impidiera hacerlo ni les estuviera remando para atrás.
Era el año 2000, y se celebraban las Fiestas Patrias, ya iban cuatro meses de existir dos Sol y Lluvia. Nosotros nos presentábamos en La Florida, en la fonda oficial, ellos en la Estación Mapocho, en una gran fonda junto a Gondwana. Ocurrió que nuestra presentación desató una suerte de alegría colectiva entre los que asistían a la fonda de La Florida, que hizo crecer el público día tras día, mágicamente para nosotros, y que pasó de ser una fonda de unos pocos cientos los primeros días a varios miles de personas los últimos días. Por su lado, tal vez a causa del lugar, o de los precios... quién sabe –cada uno saca sus conclusiones- el fenómeno fue inverso. Lamento decirlo, pero así fue. La fonda que tenían en la Estación Mapocho junto a Gondwana partió bien pero terminó mal, los primeros días estuvo llena, pero los últimos días no fue casi nadie. Nosotros estábamos invitados en La Florida, ellos eran productores en Estación Mapocho, lo que les implicó perder el negocio.
Mientras la fonda en que estábamos crecía en público, recibíamos noticias de que la suya iba en bajada. Para sorpresa nuestra apareció gente en La Florida –el mismo Cristóbal, si mal no recuerdo- volanteando sobre “la gran fonda de Sol y Lluvia y Gondwana en la Estación Mapocho”. Pero aún así... miles de personas llegaban a ver a Sol y Lluvia a la fonda de La Florida.
Fue el resultado de esas fondas lo que gatilló el quiebre en el acuerdo sobre el uso de la marca, ya que en octubre aparece inscrita a nombre de Harlito y Jonny, momento en que Amaro comienza a presionar para que Charles deje de presentarse como Sol y Lluvia. Bueno, la cosa es que -hasta antes de octubre- Harlito hacía las veces de mediador entre Charles y Amaro, esforzándose por hacer sentir a Charles que todo estaba bien y que no tenía de qué preocuparse. Harlito en ese tiempo, incluso, habló de que iban a crear una fundación que llamarían “Charles Labra” en la que guardarían... nótese... guardarían toda la plata que le correspondería a Charles como parte de Sol y Lluvia.
Sucede que el mismo Harlito inicia los trámites para inscribir la marca en julio de ese año -lo hace en secreto y tal vez con temor de ser descubierto por Charles-, y como tarda tres meses en ser aprobada la marca, es ya en octubre que Amaro hace uso del documento. Tres meses entre ser publicada la solicitud en el Diario Oficial, el que alguien presente reclamos, o que simplemente aparezca otro postulante. Es sutil la cosa, justo en el período en que Charles podía presentar reclamo, Harlito es insistente en hacerle sentir que todo está bien y nunca menciona nada respecto a sus trámites con la marca.
Finalmente, la versión de Harlito es que él –ojo, él nunca menciona a Jonny-, él inscribe la marca para “preservar el patrimonio familiar”, porque decía que como él era el primo mayor, él tenía la obligación de velar por el interés de la familia. ¿Pero no somos nosotros también familia? Aquellas fondas fueron decisivas, y sin duda nunca se pudo comprobar cuál era el verdadero Sol y Lluvia, ya que con sucias artimañas nos sacaron a un lado y nos quitaron toda posibilidad de intentarlo.
Poco tiempo pasó hasta que Amaro redobló sus presiones y comenzó a perseguir legalmente a todas las personas que firmaban contrato con el Sol y Lluvia de Charles. Incluso nos quitaron tocatas que teníamos listas, exigiendo a los productores que tenían que llevarlos a ellos porque eran los verdaderos Sol y Lluvia, y como principal argumento mostraban el comprobante de la inscripción del nombre, y amenazaban con querellas y juicios si no los llevaban a ellos. Hasta ahí llegaba la existencia de los dos Sol y Lluvia. Charles tuvo que cambiar el nombre al grupo, y decide llamarle Antu kai Mawen, que en lengua mapuche significa Sol y Lluvia, ya que su intención final es rescatar al Sol y a la Lluvia como energías, como presencias. Además, lo que buscaba al separarse de sus hermanos era justamente recuperar las raíces, y la raíz de Sol y Lluvia es justamente mapuche.
Promocionar al grupo con este nuevo nombre se hizo difícil, Charles no contaba con los recursos ni los medios para difundir masivamente dicho cambio de nombre, y el camino que emprendía se complicó.
-De otra manera -dice Charles-, habría sido todo muy fácil.
Disminuyeron el número de tocatas y Charles comenzó a cantar en el centro de Santiago junto otros músicos que conoce en las calles. En el centro, en la Plaza de Armas y en el Paseo Ahumada, se desataba una suerte de mini-recitales cuando Charles aparecía con su guitarra, lo que en ocasiones complicaba a la fuerza pública y a los inspectores municipales. Paralelo a ello se desarrollaba el Antu kai Mawen que se presentaba sobre los escenarios. Aquella conformación fue variando a medida que pasaba el tiempo, pues si bien las expectativas económicas eran grandes, una vez que tuvimos que cambiar de nombre se asentó una marcada escasez. El único de aquellos músicos que aceptó permanecer aun cuando no recibiera retribución económica, fue el Leo, el resto, unos antes, otros después, cada uno por razones distintas y comprensibles, se marchó. No aceptaban trabajar sin recibir remuneración, algo lógico y sumamente entendible, razonable, pero distante en años luz del camino que planteaba Charles. Dicho camino justamente intentaba alejarlo del hacer música sólo para ganar plata, ellos no lo entendían así, se definían como músicos y como tales había que pagarles. Alcanzaron a participar de la grabación del disco Se alza la Tierra, primer disco de estudio de Antu kai Mawen.
Charles sabía que necesitaba personas dispuestas a estar presentes de corazón, sin que predominara lo económico, y si bien los anteriores músicos que nos acompañaron se la jugaron en un principio de puro corazón, ya luego cuando crecieron las expectativas todo cambió, y sólo el Leo permaneció junto a nosotros. Más adelante se nos unió Manuel Urzúa, que ofreció participar voluntariamente cuando le mencioné que necesitábamos encontrar músicos de corazón, así que a los pocos días partió a comprarse un bajo y comenzó a tomar clases con un amigo suyo. Era el sueño de toda su vida tocar en Sol y Lluvia, y junto a Charles lo veía hacerse realidad.
Amaro continuó por un tiempo persiguiendo a Charles cada vez que tocaba, y lo difamaba, y amenazaba a todas las personas que trabajaban con él. Bastantes personas que trabajaron con Charles debieron soportar una tonta discusión con Amaro, por su objetivo de impedir que tocara como Sol y Lluvia; entre los afectados por la represiva actitud de Amaro estaban intendentes de regiones, diputados, administradores de estadios y teatros, y dueños de disqueras (por permitirnos pegar unos afiches en sus locales).
-El Sol y Lluvia consistente, expresivo, nuestro... vuelve a su origen Mapuche como Antu kai Mawen y abraza nuevamente a Jesús el Labrador, como Camino, Verdad y Vida –dijo Charles, en una presentación.
Quiere mostrarnos que el espíritu no está sobre grandes escenarios sino es para transmitir mensajes consistentes, que no sólo por llamarse “Sol y Lluvia” un grupo de personas puede pararse sobre un escenario y decir somos esto, somos aquello. Porque el espíritu no está donde se quiere que esté. Como decía Cristo: “el espíritu es como el viento, nadie sabe de dónde viene ni adónde va, pero todos sienten su presencia”.
Charles asegura que de haber alcanzado a inscribir él la marca Sol y Lluvia, sus hermanos podrían haberla utilizado sin problemas, ya que él nunca se habría comportado como lo han hecho ellos con él.
Hoy en día “Sol y Lluvia” es una marca registrada, aun cuando por muchos años se mantuvo como sólo nombre, como reconocimiento de algo que en ellos había. Charles nunca pensó que fuera necesario inscribir Sol y Lluvia bajo su nombre, como marca de un producto. Siempre confió en el tronco que sale de su pecho y que tiene en él sus raíces, en que nadie podría derribar el árbol que es Sol y Lluvia. Nunca pensó que aparecería alguien y se quedaría con la marca; su ingenuidad y su alma de niño no concebían tal desgarro, por eso nunca se preocupó de ello.
Amaro sabe que el nombre lo originó Charles, y si alguna vez lo inscribió fue por mutuo acuerdo, por eso ahora no se atrevió él mismo a inscribirlo y mandó a Harlito a hacerlo. Harlito, mientras tanto, era el mediador entre los dos hermanos, porque cada vez que Amaro y Charles se juntaban a tratar de conversar, Amaro terminaba enojándose, gritando y haciendo escándalo.

Después de la separación, toda la rama familiar del Sol y Lluvia comercial, es decir, del lado de Amaro, se convenció de que Charles estaba jalando cocaína, y que las decisiones que tomaba por ser hechas con su conciencia “perturbada” –argüían- eran inválidas. Trataron de descalificarlo, de acusarlo de cocainómano y dijeron que lo suyo era un problema de protagonismo. Pensaban que el problema de Charles era que no figuraba como su hermano Amaro, que se sentía desplazado en la fama y en la fortuna y que su ego le pedía más, le pedía ser él el cantante y “líder” de Sol y Lluvia, y no quedarse atrás, en la percusión, oculto tras los kultrunes y el ultramakahue, decían.
Creían –y no es chiste- que Charles volvería junto a ellos “con la cola entre las piernas”, a pedirles casi por favor que lo recibieran cuando no le resultara cantar solo. Con ese convencimiento llegaron a ofrecerle a pocos meses de producida la separación que si volvía pronto, pondrían la percusión más adelante, junto a Amaro, que ya no estaría tan atrás como comúnmente se suele situar a los bateristas sobre el escenario.
Si bien es cierto, en aquel período Charles sí consumía cocaína, jamás llegó a perder su conciencia, al contrario, conversando con él descubrimos que en parte su debilidad de llegar a consumir cocaína estaba impulsada por los problemas con sus hermanos, pero una vez que hubo resuelto eso, y que hubo recuperado la confianza y la fuerza de saber que hacía la Voluntad de su Padre y su Madre, logró zafarse de tan amargo vicio.
Por destino, Charles se mantuvo firme con su sentimiento y renunció voluntariamente a la riqueza que junto a sus hermanos era casi inminente, y prefirió seguir cantándole a la gente, seguir siendo humilde, seguir con sus zapatos rotos y sus calcetines con hoyos, pero consecuente. Alejado de lo material, del tener cosas para ser. Sólo siendo.
-Lo que me alejó de ellos fue que teníamos una gran diferencia religiosa, casi existencial –confirma Charles-, yo le creo mucho a Cristo todo lo que dijo, y eso me sigue dando fuerzas para cantar en las calles... junto a ellos (sus hermanos) todo se hacía monótono, todo perdía trascendencia.
Hoy en día Amaro asegura que Sol y Lluvia deberá dejar de existir pronto, porque poca gente va a los conciertos que realizan, explica que como la música se está entregando gratuitamente en la calle, refiriéndose -sin decirlo- a Charles, ahora ya nadie quiere pagar una entrada para ir a uno de sus conciertos. Amaro está culpando a su hermano de que el público ya no llega a los recitales, de que la gente ya no los sigue; entonces, propone que el causante de su mal rendimiento comercial es el propio Charles, que en su locura ha perjudicado a toda la familia y que -dicen- quién sabe hasta dónde es capaz de llegar!.
Amaro no asume que si las personas dejaron de mirarlo como alguien en quien confiar y en quien creer fue por su propia causa, por su propio caminar. No quiere entender que si la cantidad de público que llega a verlo no es más de un 5% de lo que era antes, es porque él mismo prefirió cantarle a ese 5% que ahora lo acompaña. No quiere entender que eso de estar “conspirando” es una pérdida enorme de energía.
Meses antes de separarse de sus hermanos, quizá a finales del ´98, Charles me comentó su idea de llegar algún día a ser un obrero de la música para conseguir el sustento familiar.
-De alguna manera, no sé cómo, el Estado debería dar trabajo a los que hacemos cultura, a los que tenemos mucho que entregar. Imagínate –me dijo-, siento en mi interior una necesidad imperiosa de cantar, de tocar, de llevarle a la gente lo que tengo en el corazón... pero sólo puedo hacerlo cuando hay tocatas, cuando hay recitales.
“Me siento capaz de tocar todos los días, de cumplir un turno diario para hacer cultura, pero las oportunidades son escasas, son pocos los momentos en que me siento satisfecho de haber dado cuanto puedo dar. El Estado le debería pagar a las personas por desarrollar sus mejores cualidades, por sacarlas a la luz y entregarlas al pueblo; pero uno tiene que andar en otras cosas, trabajar en cosas que incluso puede que ni le gusten, para llevar comida a la casa”.
¡¿Será casualidad?! Ahora, a años de eso, Charles es verdaderamente un obrero de la música, un músicobrero que trabaja y se esfuerza bastante todos los días por mantener y sustentar a la familia. Separarse de sus hermanos le significó volver a las calles, ser un músico más en la calle.

Charles vuelve a nacer. Es nuevamente el niño que siempre fue, pero que en los últimos años sus hermanos ensombrecían. Ahora realmente dedica a cada día su propio afán, como los pájaros que recogen las semillas porque tienen hambre, o los mapuche que trabajan la tierra porque tienen vida. Aún así, muchas personas creen que Charles está mal, que si se salió de Sol y Lluvia fue por culpa de las drogas, porque estaba enfermo y por cualquier otra razón que no sea un impulso espiritual. Muchos creen que de verdad hay que ser estúpido para salirse de una empresa (sol y lluvia) que es como una mina de oro, que nadie en su sano juicio dejaría todo eso para irse a cantar a las calles.
Amaro terminó sintiendo que la pobreza ya no existe, que era cosa del pasado como él mismo le dijo un día a Charles, “sólo un pequeño detalle” como dice una de sus canciones. Pero sigue cantando el Largo Tour, sigue cantando el Espíritu Santo.
Puede parecer que el intento de Charles de rescatar a Sol y Lluvia es una búsqueda absurda de revivir el pasado, de mantener vivo a la fuerza algo que ya no es, que dejó de ser, y sin embargo, puedo asegurar que padre e hijo sentimos que Sol y Lluvia sigue vivo, que lo estuvo desde mucho antes de este tiempo y lo seguirá estando. Dos energías universales que se complementan y que se entrelazan para existir a través del pueblo.
Por eso Charles se separa de sus hermanos un día de mayo del año 2000, y exactamente cuando en el sistema solar se producía, sin que él lo supiera “un relativo alineamiento, no muy riguroso, de los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, todos ellos a un lado del sol y casi en oposición con la Tierra, naturalmente con la Luna y con Neptuno, Urano y Plutón”. (Rodolfo Benavides, “Cuando las piedras hablan, los hombres tiemblan”).
Aquel suceso astronómico desconocido por Charles sitúa a la Tierra en el centro de la alineación magnética, lo que hace suponer a muchos entendidos y a varios autores, que nuestro planeta sufriría en aquellas fechas tremendas atracciones energéticas, pudiendo producirse tanto un gigantesco cataclismo mundial como sucesos sociales de gran magnitud.
Charles no sabía nada de aquella predicción astronómica, pero estaba lleno de energía, con su Pazciencia de siempre, aguardando el momento de actuar. Y así lo hizo.
Con su entrecejo al cielo Charles se llevó a Sol y Lluvia del lado de sus hermanos, en un momento cósmico de grandes interacciones, sintiendo que al hacerlo cumplía con realizar la Voluntad de su Madre y su Padre. Y si bien sus hermanos siguen cantando y manteniendo vivo un “sol y lluvia”, Charles siente que en verdad ellos no hacen más que usufructuar del pasado. Peor aún, como sus hermanos dejaron de sentir y vibrar en el espíritu, sus nuevas composiciones vienen a transgredir esos principios superiores que cantó Sol y Lluvia en un comienzo, sembrando confusión e incertidumbre en el corazón del pueblo.
Por eso, Charles buscaría otros medios, otros compañeros en su camino para difundir un mensaje que cada día se hace más importante para él transmitir. Esta vez tomó la guitarra y me entregó su percusión, sería yo quien lo acompañaría en los escenarios. Como yo en aquella fecha ya estaba escribiendo este libro, mientras escribía Charles salía a las calles, a las micros, a encontrarse cara a cara con su pueblo, un pueblo que en silencio le pide a gritos que no deje de cantar.

En la difusión de dicho mensaje somos simples herramientas, eslabones de una cadena que desde milenios viene recordándoles a los hombres y a las mujeres su origen y su destino. Es importante, entonces, comprender la relación dialéctica permanente entre lo espiritual y lo material, entre lo interior y lo exterior, entre lo masculino y la femenina, aquel diálogo constante que da fuerza y alcance al ser de luz que somos.


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SEGUNDA PARTE


La Reconciliación de los Géneros

En este momento tengo en mis manos varias hojas de papel escritas a máquina, que han estado guardadas a lo menos desde 1983, año en que Charles las escribió. El paso del tiempo las tienen gastadas, manchadas de aceite y con marcas de zapatos como si hubiesen sido pisadas por suelas de goma. Sin embargo, el deterioro del papel no corroe la hermosa introducción que hace Charles al tema central de su escrito, donde presenta su inquietud vital y su objetivo existencial. Ignoraba que dichas hojas estuvieran guardadas justamente entre mis cosas, es más... ignoraba que existieran, y me sorprendió descubrirlas por casualidad y por primera vez leerlas. Sobre todo, porque aparecen justo cuando el relato del libro me lleva a hablar sobre la cosmovisión y el sentimiento de Charles.
Las transcribo aquí fielmente y en forma íntegra, porque considero meritorio que sea él mismo quien explique la necesidad imperiosa de hablar de “la Reconciliación de los Géneros”, tema que -insisto- debería haber sido tratado y profundizado por Sol y Lluvia, y que hoy Charles intenta difundir ya sin sus hermanos. Charles escribe:
 “Mi país es una fértil tierra, prometedora mensajera de la vida, de extensa geografía donde comulgan desiertos, valles, montañas y planicies heladas del más austral de los continentes, patria abrazada de Mar y Cordillera. Donde el Mar es surtidor incansable, vigoroso baúl de tesoros, fauna y flora, crisol ineludible de ríos que se funden en su seno después de regar valles de esperanzas y primaveras. Ríos que bajan presurosos y muchas veces incontenibles de inviernos, de alturas nevadas, cuna de Cóndores libres, lavando con su paso los desperdicios de las ciudades y alimentando los surcos donde verdes vegetales crecen para las mesas, trigo sol, pan de pueblo. Donde la Cordillera es, como hembra preñada de Cobre y riquezas, imponente y majestuosa, fuente inagotable vertedora de líquida savia transparente de vida, paisaje obligado, frontera natural, columna vertebral de América Morena. Todo pareciera dispuesto para la armonía y, sin embargo, la codicia Transnacional y el poder del dinero, coludido con quienes pretenden asegurar sus vidas, perdiéndolas en ese intento, lo han convertido en un país contrastado y contradictorio, quebrado país, fracturado en su convivencia ciudadana, dolido y enfermo de odios, irreconciliable en sí mismo, azotado por tormentas humanas que a costa de muertes y violaciones han deseado extirpar los ideales libertarios de hombres y mujeres de incógnitos destinos. Y así como puñal clavado en pleno pecho del amor, se fueron cubriendo las calles de temor y rencores, los antaños grupos conversadores de las esquinas se fueron dispersando en sospechas y desconfianzas. Y mi país fértil tierra, prometedora de la vida se fue convirtiendo en sometida rebelde, potencial soñadora, amarga vía crucis que espera esperanzada, los frutos de la pazciencia inconclusa del despertar de sus hijos e hijas que a pesar del sufrimiento se levantan perseverantes en sus derechos, ideales y anhelos.
“La contradicción entre el Amor y el Odio, entre la verdad y la mentira, entre la solidaridad y el egoísmo se hacían manifiesta aquella tarde en la Plaza de Armas de Santiago de Chile, era el día y la hora de las contradicciones vitales, se hacían presente en el lugar, por un lado, gran cantidad de hombres pertenecientes a las fuerzas represivas de la Dictadura; que por su origen y función las llamaré violencias represivas, y por otro lado gran cantidad de hombres y mujeres, adultos y adultas, niños y niñas, ancianos y ancianas de buena voluntad que constituían las reservas morales, las fuerzas pacifistas del país vivo.
“Los uniformados, provocadores e insolentes, gritaban insultos a los hombres y mujeres que humildes pero indignados debían cruzar la Plaza de Armas para llegar hasta la Catedral Católica. La intención de estos, aparte de tratar de intimidar y ofender era evidentemente provocar reacciones que justificaran la represión, y para esto estaban provistos de bombas lacrimógenas, balines de goma, escudos y cascos protectores. Sus miradas y gestos agresivos cargaban la atmósfera de adrenalina, parapetados entre jardines asustados y árboles saturados de smog capitalino, se aprestaban a cumplir con creces con la orden emanada de las altas esferas del poder; mientras, los carros lanza agua circulaban o se detenían en las inmediaciones, los ágiles vehículos zorrillos lanza gases se distribuían en puntos estratégicos. El motivo de tanto despliegue era que la Iglesia Católica de Santiago conmemoraba en la Catedral, un año más de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Derechos que sistemáticamente en ese entonces eran violados por la Dictadura del general Pinochet.
“Pese a esta agresión manifiesta, al interior de la Catedral confluían los mejores deseos de Paz y respeto, algunos cánticos religiosos aleteaban en el aire oxigenando de fe, el asfixiado sentimiento de temor del cual los asistentes y las asistentes se despojaban traspasando el umbral del templo. En esa oportunidad me hice acompañar por Astrid; mi pequeña hija mayor de ocho años. Me costó bastante tomar la decisión de llevarla por todos los riesgos que implicaba, pero sentía un impulso irresistible de hacerlo, algo me anunciaba la trascendencia que este hecho tendría para el resto de mi vida. En horas previas cavilé bastante, pensaba en la necesidad de ponerla en contacto con vibraciones positivas acercándola a la conciencia alentadora del amor. Dudé también en momentos en que mis racionalizaciones me tentaban a sentir que tal vez sólo deseaba utilizarla como salvoconducto o que mi pretensión inconsciente fuese demostrarle a ella y a mí mismo mi capacidad de protección cuando la represión fuese inminente. Mas, sin embargo, lo que sentía trascendía todo aquello. Era un impulso aun más poderoso, un presentimiento de revelación, algo que se había estado incubando por mucho tiempo y que estaba a punto de florecer.
“Mientras cruzábamos la Plaza, su manita comenzó a transpirar lo que me hizo apurar el tranco y cuando sentí sus apretoncitos la alcé en brazos he intenté distraerla con mansos pensamientos, la tarde estaba hermosa y propicia para un relajado paseo, las lindas flores invitaban a la reflexión, mas la contradicción se percibía elementalmente y aunque le había anunciado el motivo de nuestra presencia allí, el rencor y el odio la confundían. El trayecto lo realicé en pocos minutos durante los cuales logré no alterarme, cuando traspasamos las grandes y trabajadas puertas de la Catedral, un suspiro de alivio se me colgó de mis largos cabellos y un beso tierno vino a posarse en mi mejilla.
“La amplia bóveda de la Casa de Dios se estremecía ligeramente mientras un numeroso coro interpretaba la Cantata de los Derechos Humanos y muchas miradas bellas y fraternales nos abrazaron amablemente, estábamos en territorio de bondad. El altar especialmente adornado para la ocasión lucía engalanado de maravillosas flores, lamentablemente cortadas, he inmediatamente detrás del mismo habían dispuesto un gran lienzo blanco que descolgaba desde la altura en el cual se podía apreciar el mensaje con que la Iglesia Católica presidía la ceremonia, además de una enorme reproducción de una escultura de ...................   (espacio en blanco donde Charles más tarde pondría el nombre del escultor) que mostraba a un hombre como de roca que no sin esfuerzo se incorporaba en un ademán de fortaleza. En grandes caracteres coronaba el lienzo la idea fuerza de la convocatoria que decía textualmente TODO HOMBRE TIENE DERECHO A SER PERSONA. Caminaba con mi hija por el pasillo central, tomados de la mano, cuando ella se detuvo de improviso y dándome un leve tirón con su manita me instó a que me agachara porque sintió la necesidad de decirme algo. Retrocedí un poco y me incliné ofreciéndole discretamente el oído y he aquí que lo que ella me dijo me impactó grandemente. Ella había visto y leído, su inocencia y descontaminada ingenuidad interpelaron, la identificación estaba rota, sutil pero obvia: Papá -me dijo- ¿Nosotras las mujeres, también tenemos Derecho a ser Personas? La verdad hija es que ese lienzo debiera decir TODO HOMBRE Y TODA MUJER TIENEN DERECHO A SER PERSONA fue mi respuesta. Y he aquí que la revelación copó mi espíritu, porque estando en contacto con las vanguardias de la sociedad humana en relación al respeto, descubría gracias a esta pequeña niña, una discriminación más profunda que las meras formas; al pan, pan, al vino, vino.
“LA RECONCILIACIÓN DE LOS GÉNEROS tarea necesaria y urgente, que mi sociedad herida debía asumir como paso fundamental y previo para el verdadero respeto de sus componentes. ¿Sería su corta edad, la que la hacía sentir excluida? ¿Tendría que aceptar ella que la síntesis de dos personas, era la mención, solo de una? ¿Comprenderían de la misma forma los hombres de esta sociedad si la síntesis fuese TODA MUJER TIENE DERECHO A SER PERSONA? ¿Se sentirían identificados? ¿Que implicancias tendría la formulación de estas ideas?
“La reconciliación de los géneros debe partir desde una premisa fundamental, y esta es que no son iguales, que son diferentes y que, además, esta diferencia no implica superioridad ni inferioridad de ninguno con respecto del otro. Las diferencias son notables como lo es el día de la noche, el sístole de la diástole, el cóncavo y la convexa. Expresadas estas diferencias en lo anatómico referido a la funcionalidad se aprecia que lo masculino es expansión, es penetración, conquista, eyacula, da su semen y dando recibe el placer a cambio. La mujer es contracción, recepción, es penetrada y también conquista, llega al clímax recibiendo, entregándose y de esta forma dándose, recibe. Para que nazca un hijo o una hija han de concurrir un hombre y una mujer, es en esta concurrencia de dos elementos diferentes como lo son el espermio y la óvula donde el milagro de la vida cobra toda su dimensión”.
(Charles Labra, 1983)

La ingenuidad de Astrid dio luz a Charles, su pregunta certera y definitiva fue suficiente para que él comprendiera lo necesario y urgente de dar a las mujeres el lugar que les corresponde: ni más abajo, ni detrás, ni obviadas en el hombre, sino junto a él. Desde entonces, y para siempre, Charles hizo un esfuerzo monumental en tratar de incluir a la mujer en todo evento en que participó, en cada conversación que sostuvo y que sostendrá, y así, día a día, fue consolidando en quienes lo conocen la idea de que hombre y mujer tienen el mismo derecho de estar presentes. Ese es, siento yo, su mayor regalo, tanto o más grande que el Sol y Lluvia, o que la misma Pazciencia, y si hoy en día la gente al hablar incluye a las mujeres, creo de corazón que, en parte, se debe al trabajo incansable que hizo Charles durante años por darles a ellas el lugar que merecen.
Aquel día en que Charles caminaba con Astrid por el pasillo de la Catedral, ya crecía en él la conciencia de sus géneros. Fue años antes que sembró, sin sospechar, dicha semilla en su pecho. En el año 1978 y frente al ataúd blanco que contenía a mamá Julia, Charles se encomendó a que desde ese momento la música sería la herramienta con que transmitiría la esperanza a su Pueblo.
Mamá Julia sufría en sus últimos años de tuberculosis, además de una artritis que le calaba los huesos. Sus últimos días los pasó en la casa, conectada a una máquina que respiraba y palpitaba por ella. Sus hijos le preguntaron al médico si acaso había algo que se pudiera hacer para salvarla, pero él respondió que no, que ya todo estaba perdido y que sólo faltaba que ella falleciera. Harley, el mayor de los hermanos, preguntó que para qué entonces estaba conectada a esa máquina, y el médico respondió que sólo para mantenerla viva hasta el momento de su muerte, que en el fondo esa máquina la mantenía viva a la fuerza, pues lo natural era que falleciera. Harley preguntó entonces si acaso era posible desconectarla para que descansara, pero el médico dijo que era decisión de la familia.
Charles dice que cuando el médico se retiró, Harley se volvió hacia ellos y les preguntó si acaso la desconectaban.
-Jonny bajó la mirada, Amaro me miró a mí y yo miré a Harley, y le dije con un movimiento de cabeza que sí, que la desconectara... –Charles guarda silencio unos segundos, su voz se torna temblorosa-, Harley se acercó y desconectó la máquina. Mi mamá comenzó a respirar fatigosamente, cada una de sus bocanadas se transformó en un suplicio enorme, y aguardamos junto a ella el momento de su muerte.
Charles cuenta que se quedaron ahí, esperando ese terrible momento de ver a su madre fallecer. Poco a poco el cansancio les fue ganando y se fueron durmiendo junto a ella.
-De pronto algo me hizo despertar, y alcancé a ver el último estertor de mi mamá. Vi cómo su pecho se inflaba levemente y luego todo su cuerpo se soltaba, como si hubiera estado agarrotado. Me paré de un salto y abrí la ventana y comencé a tocar la trutruca lo más fuerte que pude hacia la calle, eso despertó al resto, toqué para despedirla... porque mi mamita al fin descansaba.
“Ya en su funeral, intenté poner unos copihues rojos en su pecho, pero los encargados de cerrar el ataúd me lo impedían. Les dije que quería poner los copihues en el pecho de mi mamá y que iba a hacerlo, pero cerraron la tapa y la trataron de sellar. Los tuve que empujar enérgico, hubo un forcejeo, pero los saqué de encima. Puse los copihues en el pecho de mi madre y les dije ¡ya compadre, ahora sí!.
“Puse otros copihues rojos sobre el ataúd blanco, se veía muy hermoso; junto a ellos puse la trutruca, a un lado el bombo y al otro el ultramakahue, y sobre ellos más copihues, y juré a mi madre que la revolución que antes quise hacer por la vía violenta ahora la haría con estos instrumentos, que ya no sería más violento. ¡Nunca más!”.
Charles sentía en su interior una urgencia indescriptible de generar libertad. Años antes de fallecer su madre, había participado del MIR y el FER, creyendo que con la violencia podría conseguir lo que sentía. Con eso le causo a ella muchos dolores de cabeza. Ahora había descubierto junto a Amaro que la música y el canto también eran herramientas, y a ellas se encomendaba.
Con su ofrenda, y en forma inconsciente, los dos instrumentos más antiguos e idiosincrásicos de Sol y Lluvia se llenaron y se cargaron de poderosa energía. Su gesto simbólico y ceremonial fortaleció su relación directa con su madre, restableciendo en él un equilibrio interno en su cosmovisión. Paralelamente, y sin proponérselo Charles, sus instrumentos son ofrendados al espíritu universal de la Madre, presente en Julia y a través de ella acompañándolos. Por eso me atrevo a decir que en mayo del 2000 Charles realmente se lleva consigo a Sol y Lluvia, porque tanto el sentimiento y el compromiso inicial, como la percusión ofrendada son suyos. De una u otra forma, Charles ofreció a los Cielos sus instrumentos para que a través de ellos creciera la paz y triunfara la conciencia entre su pueblo.
-Al morir mi madre –me explica Charles-, todos los rencores que alguna vez le tuve desaparecieron, ya no los siento. Su espíritu y su energía se liberaron y todo lo que hizo durante su vida como sera humana se desvaneció –sonríe, porque sabe que me resulta gracioso cuando me habla de la “sera humana”, y se queda esperando a ver si lo escribo aquí tal cual lo dijo-, ella misma se hizo pura energía, al igual que antes lo hiciera mi papá, al igual como nos sucederá a todos y todas en su momento.
Charles me habla de la humanidad, de que todos y todas nacemos de una madre y un padre que, muchas veces, no logran armonizar a tiempo sus vidas y equilibrar sus propias dualidades para enseñar a vivir y compartir a sus hijas e hijos. Así, cuando la cultura de una familia o una nación es inconsistente y vacía, poco a poco y generación tras generación, las personas van perdiendo la honradez y el contacto con su propio ser y su propia totalidad, llegando a lo que estamos hoy, a una maximización de lo material y de las técnicas, y una pronta muerte a escala mundial de lo espiritual y lo sensitivo.
Charles dice –reconociendo sus propios errores y vicios- que cada uno y una de nosotros puede descubrir su propia luz, y que eso es sólo a través de vivir en la verdad, de no mentir ni aceptar mentiras, que sólo de hacer el bien uno podrá ir acumulando suficiente poder y energía para pasar y sobrevivir cualquier obstáculo. Con ello, cada nueva generación recibirá sólida formación y experiencia. Es insistente en decir que la Pazciencia ayuda a no desesperarse, y a saber aguardar el momento justo de actuar, cuando los hechos por sí mismos se desencadenan.
Imagino, como si fuera una suerte de arte marcial, que en la Pazciencia se utiliza bastante la energía del atacante –el entorno- para actuar sobre él, haciéndose a un lado si arremete o saltando encima si titubea. Por eso dice que siempre hay que estar tranquilo y atento, procediendo ante las cosas que uno siente con mayor fuerza y hondura, además de estar lo suficientemente listo y dispuesto para actuar cuando la naturaleza o los signos lo señalen.

Ahora sabe con certeza que con la muerte de su madre comenzó una nueva etapa. Eso es algo que en ese entonces Charles no sabía, pero era tal su disposición y tal su voluntad que fue su propio andar el que lo llevó a tomar el camino correcto. Su merito es justamente ese, haber oído los mensajes de su corazón y haber actuado en consecuencia. Hasta donde entiendo, eso lo hace ser un hombre justo.
Cuando le pregunté si tenía resentimientos hacia su madre o su padre, me dijo que, al morir, ellos lograron trascender de su humana condición a su divina condición, y que todo lo que fueron capaces de hacerle ya no importaba. Pude notar, por el tono de su voz, que al hacerle pensar en eso más que tristeza rebosaba de alegría. Una alegría sincera que no lamenta la pérdida, sino que, más bien, goza la presencia.
“Fue entonces cuando logré por fin reconciliarme con mi mamá y mi papá. Asumirlos, sentirlos conmigo... siempre, en cada momento y en cada lugar. También en ti que eres mi hijo, y en tus hermanas. En ustedes los siento, los veo en sus ojos, en sus miradas. Los siento cerca. Y no lamento que hayan partido sin darme la oportunidad de pedirles cara a cara que perdonaran mis locuras cuando les causé daño, porque ahora sé que estando en mí... entienden mis razones”.
Sabe con certeza que tanto en él como en todo otro ser humano o humana, mujer u hombre, están presentes nuestros antepasados y nuestros descendientes, presentes en energía y espíritu, nuestra Madre y nuestro Padre en todo momento y espacio, así como nuestras hijas y nuestros hijos. Presentes con una cualidad que es casi incomprensible para muchos, pero vital para todas y todos al fin y al cabo. Por eso le urge tanto la Reconciliación de los Géneros.
Y aunque él nunca olvidará los momentos amargos junto a su madre y su padre, las golpizas de Julia y la ausencia desmemoriada de Renato, ahora los ve como nunca antes, porque comprendió que todo cuanto hicieron estuvo y fue condicionado por lo que les tocó vivir, que los enfrascó en un ritmo de vida que condicionó todos los ámbitos de sus relaciones, y que, sin embargo, no alteró en grado alguno la esencia de lo que eran.
-Por eso Cristo habla del arrepentimiento, porque siempre está latente la posibilidad de levantarse... ¡desde la oscura tiniebla de la inconciencia! –me dice, mientras que con sus manos hace un torpe gesto a modo de tinieblas, y me mira con cara irónica como tratando de hacerme sentir en broma que esa sentencia no es tan grave ni definitiva, que esa urgencia de un cambio radical en el modo actual de vivir la vida no es tan urgente como parece.
Sabe que el modo actual de vivir es como estar viviendo en las oscuras tinieblas de la inconsciencia, y que sólo levantándose de ahí la humanidad podrá crecer y avanzar. Charles plantea seriamente que lo que se debe “trascender” –en caso de tener que trascenderse algo para lograr la plena conciencia de ser- son nuestros propios conflictos y rencores, limpiarse uno para comprender y así asumir plenamente la esencia de nuestra madre y nuestro padre, por ende, de nuestras hijas y nuestros hijos. Eso es lo más importante y vital, el primer paso, más aún si esa comprensión y aceptación se da antes de la muerte de alguna o alguno de ellos.
-Comprender, por ejemplo, la verdadera esencia de tu madre, antes de que deje de estar a tu lado, es un gran paso “hacia la humanidad” -asegura.
Afirma que si reconciliamos nuestras propias dualidades, a la vez que comprendemos que por milenios la humanidad ha estado “guacha de Madre” como dice, refiriéndose a la ausencia perceptiva de una Diosa -como complemento ante Dios-, se lograría ver el inicio de una nueva etapa en la manera de coexistir para la humana y el humano sobre la Tierra.
-La humanidad –asegura Charles- en su incomprensión existencial es como una especie de huérfana divina en lo femenino, llena de rencores hacia su madre, que al verse sin ella se siente abandonada. Por eso la humanidad ha reaccionado conteniendo y reprimiendo a las mujeres durante toda la historia... -y agrega-, ...la virgen María no es la madre de Cristo, aunque sí lo es de Jesús de Nazaret. De Cristo, como de la humanidad, es sólo como una segunda madre, encargada de la crianza del niño, como una “nana”.
Charles es persistente en que se entienda que al hablar no es bueno sintetizar y generalizar, y hablar sólo de hombres, padres o hijos, cuando en realidad se intenta hablar de la pareja humana, sino que también se debe mencionar a las mujeres, madres e hijas, para que se comprenda la relación real de las cuatro energías, las dos parejas que como en el diagrama del kultrún mapuche, bailan de dos en dos desde el principio de los tiempos: padre y madre, hijo e hija.
Lamenta, eso sí, que hasta las mismas palabras que se utilizan para nombrar a la mujer, a lo femenino, lo materno, lo receptivo, sean fonética y estructuralmente masculinas, y aún reconociendo que en su propia manera de expresarse traspasa dicha barrera cultural estético-machista, insiste en que se debe hablar de lo masculino y la femenina, lo creativo y la receptiva, el ser humano y la sera humana. Y sí, habla de la sera humana, aunque al hacerlo suene extraño, o lo que sea, pues siente muy urgente reestablecer la presencia Materna. Es terco en eso y lo seguirá siendo.
Concluye, seguro de sí mismo, que la Reconciliación de los Géneros será la nueva revolución y que nacerá desde el interior de las personas cuando asuman y tomen conciencia de sus propias dualidades, y cuando se comprenda de manera global la realidad de aquella semejanza divina.
 Asegura que comprender eso libera al ser y a la sera del peso asfixiante de cargar con rencores y trancas hacia madre y padre, tanto terrenales como divinos, trancas que carcomen la propia vida, y, que sólo a través de esa liberación emocional y espiritual, se muestra ante uno o una la posibilidad latente de amar y soñar.

Reflexiono respecto a lo que me dice, sobre aquella posibilidad latente de explorar nuestra humanidad mucho mas allá de lo establecido por las ciencias oficiales, e imagino que somos como un fruto que se pierde y que malgasta su esencia, que si bien se ha transformado en huerto a través de sus semillas, no logra aún dimensionar su real alcance y su real capacidad, la posibilidad real de hacerse poderoso bosque. Somos, por lo tanto, una semilla que si bien germina, no cumple su Destino.
Propongo, para entender esta idea, un caso: imagina una fruta sabrosa y muy exquisita, que no fue concebida por el árbol para ser comida nuestra, sino para que al caer logre rebotar y rodar lo más lejos posible, y al descomponerse, sea el mejor abono que recubra las semillas que hay en su interior, la mejor cápsula de nutrientes, nutrientes especializados, ideados y diseñados por el árbol para recibir al nuevo brote cuando eclosione la semilla y salga al mundo, para que así sus retoños se nutran y crezcan con lo mejor. Ese es el regalo que el árbol le da a sus semillas: la posibilidad de que los nuevos árboles, hijos suyos, reciban en sus primeros días de vida el mejor alimento, el más específico del mundo, para su sano y vigoroso crecimiento.
En tal sentido, no sería lo mismo sembrar una semilla sola, pelada, manipulada por el contacto con nuestras manos, que sembrar el fruto más sabroso que mantiene intacta la semilla. Claramente una de aquellas semillas se desarrollará mejor en su formación y su existencia. Una de ellas, al desarrollarse como árbol y dar sus frutos, generará una fuerza y una energía distinta y más poderosa, constituyéndose en un tipo de alimento superior.
No me cabe duda que ahí está la clave del por qué la humanidad poco a poco comenzó a corromperse y a perder sus cualidades superiores, aquellas que la hacían semejante a las divinidades, aquellas que le conferían cualidades mágicas de percepción y acción sobre el mundo que la rodeaba.
A mi entender -y ya explicaré más adelante por qué, según yo, ocurre esto-, al nacer la agricultura, al sembrar la humanidad sus alimentos luego de recolectar las semillas, el tipo de alimento que comenzó a ingerir había perdido un factor decisivo, había perdido una fuerza energética invisible pero vital, necesaria, trascendente, que le permitía acceder al total de sus posibilidades y sus capacidades humanas.
Al dejar de recibir aquella energía superior de la naturaleza sus capacidades se restringieron, su vínculo con el Universo se hizo casi imperceptible, su desarrollo evolutivo se estancó, perdió su capacidad de percepción superior, de observación plena, su vida poco a poco perdió nitidez, comenzó a desarrollar sus vicios, nacieron las civilizaciones y todo degeneró en la historia que conocemos.
Al perder sus cualidades superiores comenzó a disfrutar los placeres y sufrir los dolores de la carne, comenzó a sentir frío y calor extremos, dolor en sus pies y huesos, y al comenzar a utilizar sandalias -que lo aislaban de los flujos de energía electromagnética- se separó de la Tierra y perdió otro vínculo decisivo. La humanidad, que en el curso de su evolución había dispuesto en sus pies las mayores redes y terminales nerviosas, al comenzar a utilizar calzado dejó de captar la energía de las fuentes de poder que la madre Tierra tenía dispuestas en su superficie. Este detalle le significó que sus flujos energéticos se desordenaran, pues si bien desde un principio estaban entrelazados a los propios flujos terrestres, ya una vez desconectada de estos la energía de la humanidad se comprime, se distorsiona y se hace más densa.
Lo que imagino que sucede es que, al disminuir notablemente el manejo de energía y al perderse el vínculo activo con la naturaleza y el espíritu, al dormirse en la humanidad la conciencia cósmica y la percepción superior que la acompaña, la conciencia y la percepción resultantes se centran en lo más cercano, es decir, en el propio cuerpo y en lo que pasa a nivel de superficie terrestre, generando en aquellos primeros hombres y mujeres un redescubrimiento de su ser carnal, de lo sexual y placentero, y junto a ello, el comienzo de una loca carrera que tiene por meta satisfacer las necesidades de la carne, sean estas de alimentación, vestuario, o simples búsquedas de placer. Aquí el surgimiento de la razón y el pensamiento crítico-reflexivo, junto con el todopoderoso ego, cumplen con facilitar de algún modo que la nueva humanidad, preparada para labrar universos, viva estancada en un planeta que debería ser su trampolín.
Es importante destacar que siempre se mantendrá latente una pequeña hebra de ese antiguo lazo que nos une al origen, y que es esa pequeña hebra de luz la que, en definitiva, nos permite intuir la relación con ese todo que siempre se muestra atento y dispuesto a reestablecer el antiguo vínculo.
“Quítate las sandalias, estás en suelo sagrado” le dice una voz a Moisés desde una zarza en llamas. ¿Sabremos reconocer cuándo el espíritu intenta llamarnos la atención? ¿Será hora de caminar descalzos nuevamente? ¿Surgirá el estrés al no poder descargar las tensiones hacia la Tierra por culpa de la goma de nuestros zapatos?
“El exceso de neuroelectricidad en el organismo es como una descarga que tiene que salir en forma de grito, golpe, llanto, orgasmo, o de carcajada, por eso no es conveniente contener la alegría, el coraje, el amor o la tristeza”, comenta un psicoterapeuta mexicano.
Se me ocurre un invento que puede reconectarnos a la madre Tierra. Dicho invento nos permitiría conectar de forma segura el sistema nervioso central con los impulsos y campos electromagnéticos de la Tierra, permitiendo las “recargas de energía” al absorber las emanaciones terrestres (flujo de entrada), y las “descargas de energía” al impedir el acumulamiento excesivo y negativo de energía en el organismo (flujo de salida). Permitiría, también, mejorar la salud general del organismo a través del equilibrio bio-electromagnético de los órganos vitales y el sistema nervioso central, permitiendo reestablecer nuestra conexión con los flujos energéticos de la madre Tierra, sin perder comodidad ni confort. Todo esto contribuiría a la mejora de la calidad de vida de las personas, y nos permitiría tener las condiciones suficientes para comenzar a descubrir quiénes somos realmente.
Sé que la comodidad es uno de los apegos más difíciles de dejar, por eso surgió este invento: el zapato conector bioenergético, sistema conductor integrado a la suela del calzado que conecta la planta del pie con el suelo, que bien puede ser generado por un sistema de cables, una rejilla o pequeñas placas metálicas, de preferencia cobre, que contenga un fusible recambiable, para que en caso de tocar un electrodoméstico defectuoso no muramos por descarga eléctrica. No encontré mejor nombre para este invento, pero una vez bien desarrollado el diseño, este sistema podría integrarse a zapatillas, botas, bototos y cuanto tipo de calzado existe.
Aquí aparecen los cuestionamientos clásicos de un occidental con búsquedas espirituales, quien habiendo descubierto una luz no sabe si esconderla para sí mismo o mostrarla para que todos se beneficien. Me pregunto, entonces, ¿tendré que patentar mi invento para garantizar que recibiré las divisas que puede generar si la industria lo aprovecha? ¿O lo planteo aquí libremente esperando que alguien lo desarrolle en beneficio de la humanidad? ¿Qué harías tú?
Sin lugar a dudas, lo mejor sería que de una vez y para siempre nos quitáramos las sandalias y nos conectáramos directamente con la madre Tierra. Después de todo, andar descalzo es bastante agradable.

Volvamos a la semilla. Podemos hacer una analogía con el ser humano y la sera humana, donde interpreto por semilla el cuerpo físico de la persona, por cuerpo frutoso o carne de la fruta entiendo su espíritu, y por tierra en la que se siembra veo nuestra propia tierra, ya que es en ella que nos desenvolvemos y donde se desenvolverán nuestras próximas generaciones, es en ella donde echamos nuestras raíces y donde vemos crecer nuestros frutos.
Hoy en día -y semejante a lo que ocurre con la agricultura y la recolección de las semillas-, al nacer la humanidad sumergida en civilizaciones ya corrompidas hace siglos, al crecer el ser humano y la sera humana se ven tan condicionados por las costumbres y lo material reinante que pierden aquel nutriente que los recubre, el espíritu o su percepción de él, y sin el regalo sagrado de sus progenitores, queda su cuerpo físico expuesto a ser “manipulado”.
Esto, en el caso de la mujer, se da con mayor fuerza, sobre todo cuando su desarrollo es en medio de una cultura patriarcal, donde es más propensa a sufrir todo tipo de manipulaciones emocionales, psicológicas y físicas, lo que la deja prácticamente a la deriva ante el hombre. Por lo tanto, si la mujer quiere liberarse (y de verdad que puede hacerlo) debe comenzar a recuperar sus vínculos con la naturaleza, debe desenterrar su propio espíritu y sacarlo a la luz, presentarlo ante el Sol.
Es cierto que se puede trabajar por recuperar el vínculo con el espíritu, pero la tendencia común es que las personas, cada día, se alejen más de su fuente. Así el ser humano y la sera humana actuales crecen y se desarrollan sin sospechar siquiera que les falta algo muy importante, algo junto a lo que fueron concebidos y soñados desde el inicio de los tiempos. Finalmente -y al igual que en el caso de las semillas “peladas”-, los hombres y las mujeres crecen y se desarrollan, pero sin llegar a descubrir su máximo poder. Sin llegar a desarrollar su verdadero Destino.

Y el que Cristo resucitara luego de morir, y su cuerpo desapareciera, se hiciera sólo de luz, es también un factor muy importante a tener en cuenta para tratar de entender a esa humanidad de los comienzos. Según mi sensación -y a diferencia de quienes creen haber encontrado la tumba de Jesús-, siento que en vez de comenzar a descomponerse y pudrirse sus células, lo que ocurrió fue que -como en el caso del agua que de sólida pasa a gaseosa al aumentar la temperatura-, al preservar su conciencia aún después de muerto y al ser tan poderoso su espíritu, sus átomos aumentaron su vibración y perdieron su cohesión, al aumentar más su nivel vibracional se hicieron fotones y todo su cuerpo se desvaneció en un estallido de energía. Estallido que, según cuentan las escrituras, llegó a causar un gran terremoto.
 Su cuerpo, rodeado e impregnado de su espíritu, vivo y palpitando en su vínculo supremo, eclosionó como semilla que logra desarrollar su Destino, y Cristo resucitó.

Siento que es muy importante hacer notar la diferencia entre la semilla pelada y el fruto con semillas, ya que su relación al caso del hombre y la mujer con y sin percepción de espíritu, parece ser crucial. Pareciera que hay una agricultura humana, que alguien o algo se dedicó a separar al fruto de sus semillas, y separó al espíritu de la carne. Ciertamente se están consiguiendo buenas cosechas en el sentido de que igual las semillas -en parte- cumplen su objetivo, igual las sociedades parecen avanzar, pero insisto en que el tipo de cosecha que se conseguiría de sembrarse el fruto completo, cuerpo y espíritu, sería increíble. ¡Cosecharíamos estrellas!.

Sin desconocer el paso por el agua que tuvo la humanidad en su evolución, donde, al parecer, se produce -entre otras cosas- la pérdida del vello corporal y la adquisición de una capa de grasa subcutánea, propongo que no hay “eslabón perdido”, no porque dicho eslabón esté perdido en el fondo de los océanos -como plantean algunos científicos-, sino porque la humanidad iluminada no moría, sino que saltaba a una nueva forma de vida: la sublimación en el espíritu.
Por esta misma causa, según mi sensación -que, al fin y al cabo, es mi instinto, mi voz interna que me lo propone-, no sería posible encontrar los restos óseos de ningún ser humano o sera humana que logre despertar su totalidad.
La línea filogenética (que estudia la evolución de las especies observando las pequeñas diferencias en sus huesos fósiles) es posible seguirla, en el caso de la humanidad, sólo desde los primeros homínidos bípedos (simios evolucionados) de hace millones de años, los Australopithecus, que ya entonces venían desarrollando su cerebro gracias a la progresiva inclinación de su esfenoides, pasando a los aun más evolucionados Homoergaster, luego a los Homoerectus, y, posteriormente, hace por lo menos 200 a 700 mil años, los Homosapiens. Éstos últimos, que si bien son anatómicamente idénticos a nosotros, aún no logran un desarrollo que permita definirlos como seres humanos modernos.
Si bien no se sabe con exactitud en qué momento los seres humanos modernos hacen su aparición, al no encontrarse restos óseos fósiles, en el suroeste africano existirían huellas de pisadas de hace aproximadamente 120 mil años, dejadas por el o la que se supone sería el primer ser humano moderno; pero ahí se pierde el rastro, encontrándose solamente restos arqueológicos de herramientas y utensilios rituales, dejados como testigos de su paso por cavernas o asentamientos. Pero no se han encontrado huesos. Los siguientes restos fósiles encontrados datan de hace sólo 15 a 20 mil años, fecha que coincide con la aparición de la agricultura, existiendo un largo período en que arqueólogos y antropólogos no saben explicar qué ocurrió.
Los Neanderthales, aquellos humanos fornidos y preparados para las glaciaciones, descendientes también de los primeros homínidos bípedos, coexistieron con los humanos modernos, pero algo ocurrió que dejaron de existir como hace 30 mil años.
Mi hipótesis -como antropólogo autodidacta- es que hubo un momento en que el Homo más evolucionado comprendió y percibió la totalidad de sí mismo y de lo que le rodeaba, tanto en la tierra como en el cielo, incluso más allá. Por lo tanto, desarrolló completamente su conciencia, llegando a una conciencia cósmica, fundiéndose su cuerpo a su espíritu y adquiriendo, a su vez, una energía mayor, pues comenzó a sintonizar su propio ser con las energías electromagnéticas de las galaxias. Al caminar erguido sobre la Tierra se transformó en el punto de contacto entre la tierra y el cielo, él y ella eran el lugar de encuentro, y por eso les transmitían, y a través suyo pasaban, las energías.
Una vez que sus conciencias lo cubren todo, la evolución queda a su cargo. El hombre y la mujer diseñan la naturaleza desde la cúspide de la creación. Eso los hace constituirse en “la sal del mundo”, ya que desde ese momento comienzan a transformar su morfología para adecuarse a todos los ambientes que comienzan a poblar.
Como son totalmente consientes de sus cuerpos, de cada átomo que los forma, logran reestructurarlo y rediseñarlo según su necesidad y su propósito. Para cazar en la noche cambian la pigmentación de su piel y la oscurecen, para desaparecer en la nieve se hacen blancos; ya con los años estos rasgos se fijarían en la información genética, conformándose las razas. Surgen también seres que sólo quedaron registrados en la mitología, y que hoy son parte de leyendas. Hombres pájaro, hombres lobo, sirenas, seres que mezclan capacidades y amplían horizontes.
Las demás especies de animales, al ver al hombre y a la mujer cambiar sus cuerpos a voluntad, comienzan a copiar dicho comportamiento creativo, y surgen caballos alados, reptiles alados, pegasos, dragones, todo tipo de seres maravillosos. Por eso digo que la humanidad es “la sal del mundo”, pues es ella la que propone a las demás especies nuevas formas de ser.
El salto evolutivo que dio el Homo más adelantado no fue aislado geográficamente, ya que al adquirir mayor capacidad de conciencia y mayor energía, logra imprimir en el ADN, en los genes, en el agua, en el inconsciente colectivo, incluso en el sistema nervioso central de toda la especie la sensación, la idea, la visualización y la memoria del nuevo conocimiento y sus nuevas posibilidades. Por lo tanto, todas y todos los miembros de la especie recibieron y aplicaron ese nuevo conocimiento, ya en sueños, ya en pleno pensamiento. Y mientras dormían el cuerpo mismo los preparó y se reorganizó para el nuevo despertar.
Estoy seguro que no fue necesaria una masa crítica de individuos sintonizados, sino simplemente un solo individuo poderoso con claridad de conciencia, para que el salto final del Homo al hombre moderno se hiciera realidad.
Me imagino que así funciona la evolución, cuando una especie se enfrenta por largo tiempo a un obstáculo buscando distintas posibilidades de superarlo, y aunque por momentos logre hacerlo parcialmente, es sólo “la mejor idea” propuesta por uno de sus individuos sobre cómo enfrentarse a dicho obstáculo la que logra ingresar cambios sustanciales al plan genético de dicha especie, primero generando cambios específicos en las secuencias de su ADN, que a su vez, como está conectado al ADN de toda la especie, renueva y actualiza en ella instantáneamente el contenido genético y la transmisión de éste a las nuevas generaciones.
Además existe la plasticidad neuronal, pues la neurofisiología señala que las estructuras sinápticas de las redes neuronales no son fijas, sino que durante las horas de sueño en que el cuerpo descansa se reestablecen y se redistribuyen los cableados neuronales, lo que permitiría y favorecería el proceso de adaptación de dicha especie a la nueva información genética.
La plasticidad neuronal estaría relacionada a los procesos cognitivos que envuelven la relación del ser con su entorno, y buscaría capacitarlo para que logre triunfar en la lucha por sobrevivir, ante depredadores que bien pueden evolucionar antes que él y cazarlo de un momento a otro.
El aprendizaje es el que moldea nuestro cerebro y define de qué somos capaces, y a la vez, lo que somos capaces de aprender está condicionado al grado de maduración de nuestro cerebro. Es un proceso irrenunciable, que puede ser lento o rápido de acuerdo a nuestra disposición y voluntad. Se sabe que dicho proceso de aprendizaje se desarrolla mediante incrementos progresivos a lo largo de una sucesión de estadios de creciente sofisticación, como si nuevas capas de conocimiento fueran cubriendo a las antiguas, integrándolas y preservándolas, generándose nuevos enlaces sinápticos que nos permiten observar, fortalecer y resignificar nuestra nueva interpretación de la realidad. Todo esto para adecuarnos y salir adelante en nuestro entorno, proceso que comúnmente se llama “evolución”.
¿Sabías que hay contenidos y conceptos que no seremos capaces de comprender hasta que logremos cierta madurez cerebral y cierto grado de organización neurofisiológica? Es decir, no tendremos oídos para oír algo que no estemos preparados para oír.
La reorganización o plasticidad neuronal se produciría al dormir, en el marco de una regeneración total del organismo. Es entonces cuando los enlaces sinápticos se relajan y tienden a ser más débiles, en ese momento volverían a establecerse los más utilizados, desconectándose los menos usados y reforzándose con nuevas conexiones los que presentaron mayor actividad. Esto permitiría que si alguien se dedicara a algo con extrema atención, iría incrementando progresivamente su capacidad de realizar dicha tarea. Sumemos a esto la idea de acumular nuestra energía, de acercarnos cada vez más al espíritu, o de ser capaces de percibir con mayor alcance el suceso de la vida.
Con esto intento establecer que Cristo al decir: “el que tenga oídos, que oiga”, no se refería a que algunos no pudieran llegar a entender su mensaje, sino a que tuvieran pazciencia para que, llegado el momento, y tras incrementar su propio saber producto de observar un recto pensar y un recto hacer, pudieran comprenderlo.

Todo salto evolutivo se logra gracias al poder generativo del vientre materno, porque -según parece- las células embrionarias son capaces de adquirir cualquier función dentro del cuerpo al momento de definirse la construcción del edificio del ser, entonces, con la nueva información genética se completa y consolida el salto evolutivo y la especie es ya nueva y más capacitada para la sobrevivencia. ¿Has notado que los embriones de casi todos los mamíferos, incluidos los nuestros, son prácticamente iguales durante las primeras semanas de gestación? ¿Sabías que durante las primeras semanas tenemos branquias como los peces, y que luego las perdemos?
Estoy seguro que un embrión puede llegar a ser como un trozo de roca para un escultor, que se le puede transferir las cualidades que uno desee, incluso, si una mujer desea a su hijo o hija con alas, y si tiene la energía suficiente, tendría un hijo o una hija alada.
Por supuesto estos planteamientos surrealistas del evolucionar de la materia en busca del espíritu me surgen espontáneos, única explicación que encuentro dentro de mí para entender el misterio de la vida. Y sin querer aparecer como el feliz afortunado que encuentra tamaña respuesta, presento aquí mi propia explicación, simplemente, porque quiero hacerlo.

La biología moderna señala que no hay manera de afectar la transmisión y traducción de los códigos genéticos, asegurando que la evolución final de las especies sería arte y efecto del azar, ya que -aseguran- las mutaciones se generan sólo cuando hay errores microscópicos en la transmisión de dicha información, tras miles de años de invariancia genética. “El sistema entero, por consecuencia, es totalmente, intensamente conservador, cerrado sobre sí mismo, y absolutamente incapaz de recibir cualquier instrucción del mundo exterior”, dice un biólogo desde su laboratorio.
Mi sensación es que los biólogos están equivocados. Sí es posible manejar a voluntad la evolución, sólo que hoy en día no contamos con la suficiente energía vital para hacerlo. Pero hubo un momento en que la humanidad sí lo hacía. Y hacia eso apuntan las enseñanzas de Cristo, hacia la capacidad del hombre y la mujer de hacerse perfectos en el uso tanto de sus cuerpos, como de sus mentes y su propia energía, para ampliar su conciencia y desarrollarse plenamente como fruto y semilla.
Estoy seguro que eso fue lo que pasó con los Mayas, y que por eso jamás se encontraron sus cuerpos al “abandonar” sus ciudades, porque lograron desarrollar sus conciencias incluso a nivel colectivo, y al ser guiados por sus sacerdotes y chamanes saltaron hacia el espíritu. Parte de aquel legado está reflejado en lo que enseña un sabio brujo mexicano a su joven aprendiz: “Las enseñanzas de don Juan tenían como fin guiarme a través de la segunda fase del desarrollo de un guerrero: la verificación y aceptación irrestricta de que en nosotros hay otro tipo de conciencia”. (Carlos Castaneda).
Es como si el ser conciente lograra fundirse con su inconsciente. El inconsciente es el conjunto reprimido de conocimientos, representaciones, impulsos y sentimientos que han sido alejados de la conciencia por una resistencia o censura, constituyendo un foco independiente y dinámico de actividad psíquica, que sucede a las espaldas de la conciencia; Carl Jung plantea que si el inconsciente pudiera ser personificado, tomaría los rasgos de un ser humano colectivo que viviera al margen de la especificación de los sexos, de la juventud y de la vejez, del nacimiento y de la muerte, dueño de la experiencia humana, casi inmortal de uno o dos millones de años, y gracias a su experiencia desmesurada sería un oráculo de pronósticos incomparables, pues habría vivido un número incalculable de veces la vida del individuo, la de la familia, la de las tribus, y la de los pueblos y conocería, como una sensación viva, el ritmo del devenir, del desarrollo y de la decadencia; tal es el inconsciente colectivo.
Siento que sólo si lográramos percibir, conocer y abrazar nuestro espíritu, seríamos la mejor cápsula de vida, un ser contenido en una esfera de luz que es abono y semilla a punto de florecer. Lo importante es comenzar a acumular nuestra energía vital, comprender en qué la malgastamos y cómo podemos multiplicarla, y si nos caemos, volver a levantarnos.

Para finalizar este punto, y tratando de explicar el origen de la agricultura, imagino que cuando comienzan a proliferar las poblaciones humanas y neanderthales, que si bien por un tiempo convivieron sin mayores problemas, en algún momento y en algún lugar -que según parece fue en Europa-, se inician disputas por alimentos y territorios, lo que llevó a enfrentamientos y a la adquisición de nuevas formas y técnicas de alimentación. Distraído ya por comenzar a recolectar las semillas, el humano no comprendió que perdía más que ganaba.
Como desde entonces difícilmente se logra dar tal relación cuerpo-espíritu-universo, vamos envejeciendo y muriendo, absolutamente ajenos a nuestras verdaderas capacidades y posibilidades como seres de luz.
Por eso Cristo dice que hay que dejar que los muertos entierren a los muertos, porque el ser que desarrolla su conciencia cósmica ya no muere. Hoy en día logramos gran desarrollo científico y tecnológico, gran expansión intelectual, pero ¿qué diferencia real hay entre el fruto de un árbol que fue plantado de semilla pelada a otro que fue plantado de fruto sabroso? ¿Habrá alguna diferencia visible en ellos, o la diferencia estará en la inmensurable energía que contienen? ¿De qué seríamos capaces realmente si tuviéramos aquel abono espiritual?
Al hablar de la Reconciliación de los Géneros, se hace también una invitación a reconciliar el cuerpo y el espíritu, a que la relación entre ambos hemisferios de lo que somos sea armónica y equilibrada. Ya es hora de comenzar a resembrar nuestros huertos, es tiempo de replantar nuestras vidas. Tenemos un Destino aguardando por nosotros, y está en nuestras manos alcanzarlo.


La Dualidad presente en las culturas ancestrales

En un momento la humanidad debió resignificar su existencia al perder alcance su conciencia, pero la visión estaba, el recuerdo estaba, y esos primeros hombres y mujeres supieron que poco a poco se perdería aquella sabiduría, y debieron preservarla en formas abstractas, arquetipos y cuentos populares, juegos y oráculos, esculturas e imágenes, que surgieron para preservar un conocimiento que aguardaría el momento en que, nuevamente el hombre y la mujer, tomen posesión del lugar que les corresponde en la rueda de la vida.
Si nos remontamos a muchos años antes de lo que abarca la historia de la humanidad, milenios en el pasado y en los recuerdos, descubriremos que los antiguos Pueblos de la Tierra eran conscientes de la presencia de Espíritu en el Universo. Más aún, eran conscientes de que todas las cosas de la naturaleza terrestre o submarina, fueran vivas o inanimadas, orgánicas o inorgánicas, contenían espíritu como pequeñas porciones de una Dualidad mayor.  Por eso realizaban ceremonias y ofrendas cada vez que sus actos fueran a afectar o molestar de alguna manera a esos espíritus. Si debían cortar un árbol, conversaban con el árbol, le decían que respetaban su vida y que agradecían que se sacrificara para ayudarlos; si se sumergían en el agua, la saludaban y le pedían que los limpiara; si necesitaban matar un animal, hacían un rito que los conectara con el espíritu del animal, para que antes de matarlo los perdonara, pues si lo buscaban para matarlo era porque necesitaban de él; le pedían, entonces, que se sacrificara por ellos. Así iban agradeciendo y pidiendo a los espíritus, tomando de la naturaleza exclusivamente lo que necesitaban.
Las culturas y civilizaciones más antiguas y prehistóricas de todo el mundo coinciden en representar dichas fuerzas cósmicas como una Dualidad constante, que logra comprender sus razones y, por tanto, posee Conciencia. No había nada sobre ni fuera de la Tierra para ellos que no tuviera relación o presencia de esa Dualidad consciente. Aquellos primeros seres humanos no poseían estructuras jerárquicas ni desarrollaban todavía las sociedades matriarcales o patriarcales. Sus capacidades humanas (mente, cuerpo, espíritu) estaban en su máximo esplendor, porque enfocaban voluntad y atención en sus actividades y se regocijaban en lo que sentían y lo que veían.
“Prístina era la luz del sol que caía sobre los ojos de los antiguos”, nos dice una antigua voz Mapuche que intenta levantar conciencias desde el sur. Hace referencia a la luz original que ya hoy en día la humanidad no percibe, que ignora y reniega.
Los antepasados no pensaban en el porqué de las catástrofes naturales, las asumían y respetaban. Su pensamiento no era otra cosa que una cualidad más de su cuerpo, no era su vida toda como lo es hoy para nosotros. Eso les permitía mantener una relación directa y plena con la naturaleza, llena de un sentir hermoso y profundo, amor fecundo.
Su razonar aún no se imponía al sentimiento, no era necesario. Sus mentes permanecían casi todo el día en un silencio activo, percepción alerta casi todo el tiempo, ellas eran reflejo y sustancia del Universo y de las energías que lo habitan.
En Centro América, a su vez, nos dice una antigua voz Quiché, con relación a esos primeros habitantes: “Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su vista, alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el mundo. Cuando miraban, al instante veían a su alrededor y contemplaban en torno a ellos la bóveda del cielo y la faz redonda de la Tierra. Las cosas ocultas por la distancia las veían todas, sin tener primero que moverse; enseguida veían el mundo y asimismo desde el lugar donde estaban lo veían. Grande era su sabiduría; su vista llegaba hasta los bosques, las rocas, los lagos, los mares, las montañas y los valles”. (Popol Vuh; parte III, capítulo 2).
Relatos que desde lugares remotos resuenan como el viento, hablando de una cualidad humana que no muchos conocen y que no muchos comprenden. Por destino ellas no son las únicas voces que se han oído al respecto, y estoy más que seguro que si las personas supieran reconocerlas y comprenderlas, el mundo que conocemos estaría en otro cauce.
Hubo un momento en que todos los seres humanos y seras humanas sentían en su interior la intensa presencia de su Madre y su Padre. Vivían en torno a la familia y sus existencias eran apacibles y ajenas de toda ostentación y lujo, por eso nunca abusaban de la vida ni de los recursos de la naturaleza; como dijimos, no ocupaban de ella más de lo que necesitaban, y, al hacerlo, agradecían.

Basta pensar que en un momento la mujer y el hombre sí funcionaban al máximo de sus capacidades emocionales, cerebrales y físicas, a diferencia de hoy en que el repertorio emocional está muy disminuido y carente, sumado a que funcionamos casi a un 10% de nuestra capacidad cerebral ¿será que este porcentaje disminuye con el paso del tiempo?, todo esto sin olvidar lo viciosos que tenemos a nuestros cuerpos.
En algún momento la máquina humana con sus complejos sistemas y redes neuronales, funcionaba con una precisión y una capacidad que ni imaginamos, donde el nivel de conciencia y percepción eran totales. Hoy se cree que contamos con millones de neuronas de “reserva”, dispuestas a activarse en caso de ser necesario, mas mi sensación es que aquellas neuronas dejaron de estar activas porque no manejamos la suficiente energía para “encenderlas”.
Cristo enseñó que uno tiene que morir para resucitar o renacer, y yo creo que se refería justamente a que cuando uno logra entrar a esa conciencia cósmica en que vivían nuestros antepasados, el Reino de los Cielos, la tercera atención como dice Carlos Castaneda en sus notas, muere el ser condicionado y opacado tras la personalidad cognitiva y el ego, es decir, muere lo que han construido y lo que hemos construido de nosotros mismos durante nuestra presente interacción social y cultural. Luego de ese brusco y radical instante fecundo en que trascendemos dentro de nosotros, en que morimos a lo que éramos, re-suscita, vuelve a suscitarse el equilibrio de la dualidad interna y con ella su fuerza y su poder, y entramos a una conciencia cósmica con fuerza de Universo.
(Y sé bien que estos dos conceptos, fuerza y poder, han sido ya inscritos y manipulados en cientos de episodios y campañas a lo largo de la historia, y, que así como ellos, muchas otras palabras han corrido semejante suerte; sin embargo, considero que aún es tiempo para devolverle a las palabras la sustancia que les dio su origen y sentido.
Las palabras que uno escribe cristalizan el sentimiento de un modo distinto al que lo hacen las palabras dichas al hablar. Cuando uno conversa con otra persona cada palabra cristaliza ideas y conceptos en su pensamiento y su corazón al instante, al ser escritas permiten traspasar las barreras del tiempo y el espacio, así un poema escrito en China en el año 1000 antes de Cristo sigue aún hoy despertando emociones y evocando paisajes. Lo que uno habla si bien tiene la fuerza de la propia voz y la presencia, la mirada y los gestos, se pierde si no es registrado de algún modo. Por eso la escritura milenaria ya, se ofrece como vital herramienta de intercambio y culturización, pues amplía el alcance de nuestros aprendizajes y nuestras enseñanzas).

Cristo no es un ser mitológico sino un estado de conciencia, asequible a cualquiera de nosotros. Cristo asegura que se puede alcanzar el poder de mover montañas o de realizar prodigios infinitos si se pide en oración y creyendo plenamente y sin dudar. Tal posibilidad mágica también aparece con don Juan, así como también en el Popol Vuh, en el Bhagavad-gîtâ, en el Kibalión, levemente en Krishnamurti y en muchos otros autores, incluso en la sabiduría mapuche.
La levitación u otros actos de magia que sólo buscan atraer seguidores, reconocimiento y popularidad, son sólo el reflejo de una voluntad perturbada y las anteriores fuentes que mencioné coinciden en señalar eso, que al tener tal conciencia y conocimiento de la realidad se comprende que actos frívolos y exhibicionistas no tienen ningún sentido trascendente.
Templos tan perfectamente elaborados como Machu Pichu, Stonehenge y muchos otros fueron levantados por la magia de los sacerdotes, chamanes que tenían el poder de transmutar la materia y la energía.
Y fue justamente para evitar que esas capacidades fueran mal utilizadas por personas malvadas, que los Progenitores echaron vaho sobre los ojos de los antiguos, por eso también Cristo habló en parábolas, porque no por suerte o por que sí no más un hombre o una mujer pueden llegar a la totalidad de sí mismos y alcanzar tal poder divino, primero deben equilibrar sus existencias y luego honrar a su Madre y a su Padre. Dicho de otro modo, deben tomar conciencia de la presencia de ambos en todo tiempo y espacio.
 No hacerlo, y como hoy, olvidar para siempre a nuestra madre y nuestro padre, a nuestra abuela y nuestro abuelo, nos condena a seguir en ese estado inerte de pecado original que nos heredó el pasado de la humanidad, que hoy está desatando todo tipo de extravagancias existenciales, desvirtuando cada vez más las conciencias de nuestras hijas y nuestros hijos, y dejando morir solos y abandonados en hogares de retiro a nuestros abuelos y abuelas.

Pues bien, Charles asegura que la mayoría de los grandes pensadores o los más grandes líderes espirituales de todo el mundo fallaron en no reconocer la presencia de la Madre, en hablar sólo de Dios y el Padre, y que por eso él le cree tanto a Cristo, quien además de mencionar a la Madre, la protege y la disfraza en parábola como Espíritu Santo, porque Él sabía que en aquella época en que vino al mundo la mujer aún no lograba su libertad y reconocimiento, y era lapidada y comercializada, impidiendo a la sociedad asimilar la esencia del mensaje. Lo necesario, sabía Cristo, era que se comprendiera que junto al Padre hay otra presencia igual de poderosa, complemento en la ternura, la protección y la sabiduría, y el Espíritu Santo cumple con eso.
Charles dice que en la religión organizada la presencia de la Madre fue olvidada con mayor énfasis, y que se ha tratado hábilmente de rellenar el espacio con la visión divinizada de la madre terrena de Jesús de Nazaret. Pero es el mismo Cristo quien aclara la naturaleza y sustancia de su Madre.
“Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre (María) y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”. (Sn. Mateo 12, 46).
Por otro lado, y salvo casos de extrema delicadeza en que se presentan malos tratos o abandono, para cualquiera de nosotros la persona más intocable del mundo es la propia madre, y en caso de que alguien le falte el respeto o la dañe somos capaces de todo por defenderla. Es probable que en más de una ocasión hayamos dejado pasar ofensas en contra nuestra, pero es distinto cuando la ofensa es a la madre de uno. Y al respecto, Cristo dice: “A cualquiera que dijere alguna palabra en contra del Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”. (Sn. Mateo 12, 32).
Incluso, en el recientemente aparecido Evangelio (apócrifo) de San Tomás, se le señala como “la Espíritu Santa”, confirmando el grado de Madre o de Diosa de aquella energía.
En el México Antiguo, un aspecto formativo-cultural de niños y niñas, fundamental para entender el sentido y trascendencia de los sacrificios, era que crecían sabiendo que algún día tendrían que dar sus vidas para honrar a las divinidades, donde la nueva generación oía decir desde su infancia “...que había venido al mundo para dar su corazón y su sangre intonan intota tlaltecuhtli tonatiuh, a nuestra Madre y a nuestro Padre, la Tierra y el Sol”. (Jacques Soustelle, “El Universo de los Aztecas”).
En otro pasaje del mismo libro, el autor propone dónde sentían los antiguos mexicas que habitaban esas energías, “el Señor de la Dualidad con la Señora de la Dualidad, impasibles e inmovibles en la cúspide del mundo, allá donde el aire es muy frío, sutil y helado, pareja primordial de la que todo proviene”.
La mujer y la energía femenina ocupan un lugar muy importante en la constitución cosmogónica del Universo, teniendo tanta o más relevancia que el hombre y lo masculino en los procesos energéticos y fisiológicos que acontecen en el cosmos. Según el brujo don Juan, “el Universo es principalmente femenino”. Sólo hoy en día el estado evolutivo de la humanidad parece haber preparado a la sociedad para asumir tal condición, y sin duda faltan ciertos cambios en materias trascendentales del desarrollo para que su vital importancia sea finalmente comprendida.
Cada uno en sí mismo, yo, tú, cualquiera... contiene ambos géneros gravitando en torno a su conciencia, en un diálogo continuo y fluido entre ambas energías, un diálogo vital y necesario que da forma y existencia a la conciencia. Pero si por cualquier motivo uno no logra equilibrar sus géneros internos, su propia dualidad, se desata una crisis de identidad y de sexualidad, de confusión interna que obliga a la conciencia a seguir el curso que le dicte su entorno, y por propia inexperiencia, la personalidad se amolda a patrones externos muchas veces erróneos... la mayoría de la veces muy erróneos. Por eso la cultura, la educación y el amor que entrega cada generación y la misma sociedad, son fundamentales en la formación de las nuevas generaciones.

La sociedad, fundada sobre preceptos materialistas y científicos, se ha encargado de confundir las mentes y las conciencias de las personas durante siglos, perturbando nuestra relación con nosotros mismos y con los Espíritus Superiores. Esa es la manera en que se logra dominar a las masas, disminuyendo nuestra percepción y haciéndonos creer que somos incapaces de alcanzar y percibir fuerzas universales. Manejan la información cortando nuestras alas y nos obligan a malgastar nuestra energía vital.
Siento que podemos evitar eso, que podemos comenzar a acumular nuestra energía vital infinitamente y despertar la totalidad de lo que somos, en cuerpo y espíritu, despertar y activar cada una de nuestras neuronas y comenzar a percibir el mundo como sólo en sueños hemos sido capaces de hacerlo. Ahí está, en nuestros sueños, contenido el registro total de cuanto somos capaces de hacer. Y mi sensación es que podemos comenzar a acumular la energía vital necesaria para encendernos y re-suscitar nuestra real capacidad de ser y de sentir. La clave, comenzar a prestar atención en qué malgastamos la energía vital.
En el Antiguo Testamento se señala que la mujer -la más sensitiva y receptiva de la pareja humana- fue “tentada” para que comiera el fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal. “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; si no que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. (Génesis 3, 4).
Desde mi punto de vista, se habla de Eva pero en realidad se hace referencia a la parte femenina de cada persona, a la primera mujer que todos tenemos dentro, hombres y mujeres, que por su capacidad de ser receptiva e inocente, es tremendamente moldeable, y por eso es a ella a quien se tienta. No se habla sólo de una mítica mujer de la prehistoria, sino de cada persona que diariamente se enfrenta a tentaciones de todo tipo. Se habla de que la tienta una serpiente, y justamente a los malos pensamientos se les considera serpientes.
Cuando uno recibe la invitación de comer del fruto de un árbol, es porque se sabe que ese árbol da fruto sabroso y tierno, por eso uno dis-fruta al comerlo; y, en el caso que menciona el Génesis, la invitación era a disfrutar del fruto sabroso y tierno del conocimiento, pero no del conocimiento en sí como árbol, sino de la razón -creo yo- como su fruto.
La tentación, entonces, la recibimos al comenzar a interactuar con quienes ya fueron tentados, es decir, cuando nacemos estamos plenos en nuestras capacidades, y a medida que vamos creciendo e interactuando con la sociedad, vamos aprendiendo sus costumbres y sus hábitos y perdemos tal plenitud, pues asumimos la razón como consenso final. Esa es la tentación, ese es “el pecado original” que perpetuamos junto a nosotros: asumir la razón como sustento final de la realidad.
Don Juan plantea que como somos seres perceptores es de tener en cuenta que todo lo que percibimos es una ilusión, una descripción que nos dijeron desde el momento en que nacimos, y como en nuestra totalidad estamos conformados por dos hemisferios, vale considerar que tenemos dos anillos de poder: uno la razón y el otro la voluntad; así pues, señala, el mundo que la razón quiere sostener es el mundo creado por una descripción y sus reglas dogmáticas e inviolables, que la razón aprende a aceptar y defender con la fuerza del primer anillo de poder; el segundo anillo de poder es la voluntad, por eso el truco del brujo -dice don Juan-, es el mismo truco del hombre común, ambos tienen una descripción, uno la sostiene con su razón, el otro con su voluntad, la ventaja del brujo es que la voluntad abarca más que la razón.
El problema parece estar en que la razón utiliza zonas del cerebro que para funcionar requieren de una baja densidad energética, lo que desconecta las zonas del cerebro de mayor capacidad de procesamiento y adormece capacidades perceptivas de gran evolución biológica. La única vez en que los científicos han podido observar al cerebro funcionando a más del típico 10% actual, ha sido al medir el funcionamiento cerebral de curanderos y chamanes en trance. Las zonas cerebrales que utiliza la razón están dispuestas para procesar informaciones respecto a la materialidad y proporción fisiológica de los objetos, su coloración en frecuencias bajas del espectro lumínico, lo que centra y focaliza la atención sólo en mínimos detalles, perdiéndose los rangos más finos y amplios de emanaciones de energía, y los más altos del espectro lumínico. Así, sin que nos percatemos, dejamos de percibir la esencia más sutil e indisoluble de la Naturaleza. Y justamente la percepción es la clave.

La condición primera del ser humano es aprender y conocer a través de sus progenitores, y como hasta ahora se nos ha enseñado a razonar y a dar mayor importancia a lo material e inmediato, lo sutil e imperecedero queda olvidado y pocos le prestan atención, porque nadie sabe cómo percibirlo y cómo comprenderlo. Esa es, insisto, la real trascendencia de la cultura.
Así -señalan las Escrituras- Dios intentó proteger a sus criaturas al prohibirles comer o disfrutar de aquel árbol del Edén, no para ser mezquino con esa nueva pareja de hombre y mujer, sino para que no sucumbieran en materialismo y olvidaran su espíritu.
Por eso los Progenitores toman sabias medidas para evitar que el conocimiento superior caiga en manos indebidas, pues saben que cuando la mente se centra en lo material y las apariencias, se fija, cambia su órbita y gravita en torno a zonas donde se hace más propensa a enajenarse, a desvirtuarse y sucumbir en envidias, codicias y violencias. Los rangos vibracionales que caben dentro de la esfera de la razón conducen al materialismo, la envidia, la codicia y la maldad, y si con tales sentimientos la mujer o el hombre pudieran acceder a las capacidades del espíritu, sería imposible detener su poder destructivo. Por eso se los expulsa del Paraíso, para que no accedan a tal capacidad.
Así, mientras la humanidad sostenga su mundo desde la razón, estará ajena a la conciencia cósmica, y mientras vibre en la violencia, estará alejada de lo espiritual, y no por mandato divino, no hay que confundirse, sino por ser, ambos polos, opuestos. “He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre”. (Génesis 3,22).
No me sorprende que este sea el único pasaje del Antiguo Testamento que menciona, en algún grado, a la Dualidad, cuando Dios dice: he aquí el hombre es como uno de “nosotros”; porque en toda la Biblia sólo con el Evangelio de Cristo se vuelve a tener tal conocimiento, cuando Jesús habla de Padre y Espíritu Santo.
Además, esta vez, Dios menciona otro árbol, el árbol de la vida, y lo deja fuera del alcance de las manos de la mujer y del hombre que comieron del árbol del conocimiento, es decir, que razonan. De esto, dado que al razonar pierden la cercanía a aquel árbol primordial ubicado en el centro mismo del Jardín, concluyo que el fruto del árbol de la vida es la conciencia cósmica. Con eso vendría a comprobarse lo propuesto por Cristo, por Buda y por tantos otros que, aseguran, para entrar al Reino de los Cielos, al Nirvana o al universo de la conciencia cósmica hay que, primero que todo, no dudar, no pensar, no razonar, vaciar la mente y blanquearla, limpiarla de tanto conocimiento acumulado.
Al respecto, don Juan plantea que al llegar a tal estado de la atención en el despertar perceptivo, al lograr la tercera atención como él le llama, en que concretamente la conciencia cotidiana despierta y logra su esplendor, se logra a su vez la verdadera libertad. En ese punto, el ser luminoso logra vencer a la muerte y dar un salto a lo desconocido, alcanzando “la vida eterna” con pleno uso de su conciencia. Por el contrario, la humanidad que comienza a razonar, que come del fruto del árbol del conocimiento, es expulsada del Jardín del Edén por haber desoído a su Padre y a su Madre. Sus capacidades infinitas y mágicas se restringen a límites terrestres, a sus sentidos perceptivos más primitivos, a la vez que su vista deja de presenciar el suceso de la vida. Al observar que la conciencia que razona fija sus capacidades en áreas muy maleables, el Corazón de la Tierra, la Madre, y el Corazón del Cielo, el Padre, meditaron hondamente, diciendo:
“-¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que su vista sólo alcance lo que está cerca, que sólo vean un poco de la faz de la tierra! Refrenemos un poco sus deseos, pues no está bien lo que vemos. ¿Por ventura se han de igualar ellos a nosotros, sus autores, que podemos abarcar grandes distancias, que lo sabemos y vemos todo? Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, los cuales se empañaron como cuando se sopla sobre la luna de un espejo. Sus ojos se velaron y sólo pudieron ver lo que estaba cerca, sólo esto era claro para ellos”. (Popol Vuh; parte III, capítulo 2).
Así es como el hombre y la mujer han vagado desde entonces entre lo consciente y la inconsciencia, olvidando cada vez más a sus Progenitores. Así estuvo la humanidad viviendo sólo de su razón hasta que un día aparece el Cristo, que dice con toda certeza que es concebido por su Padre y el Espíritu Santo, es más, enseña que creyendo en Su Palabra, se puede lograr ese salto trascendental y definitivo.
“Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo”. (Sn. Mateo 13, 35).
Cristo enseñó que sólo llegando más allá de las propias limitaciones de nuestro conocimiento y nuestro cuerpo, se puede encontrar la paz y la libertad para despertar en la eternidad de cada día, el Reino de los Cielos. Es un proceso interno, donde Cristo habló a hombres y mujeres por igual, y donde cada uno y una tienen que aprender a amar a su propio enemigo interno, ese enemigo que lo empuja a uno a sucumbir en tentaciones y placeres. Y así como enseñó a reconocer al enemigo como a un hermano, un igual ni mejor ni peor, a amarlo, uno tiene que reconocer en sí sus dos mitades, su masculino y su femenina, la dualidad presente en todo tiempo y espacio.
Hay maldad en el mundo, y es cierto, pero es producto de un desequilibrio existencial tremendo, que a su vez es producto de mal entender la trascendencia de la cultura en las sociedades, o en definitiva, de permitir que los pequeños grupos económicos que se enriquecen a costa del pueblo, manipulen los programas educativos y perpetúen una mala educación, al tiempo que a través de los medios de comunicación embrutecen a las nuevas generaciones. El mundo no es malo, hay maldad, pero no es natural ni normal que la haya. Como bien diría un psicomago: “No hay que confundir lo que es, con lo que hay”.
-La confusión actual surge sólo cuando está presente la palabra -me dijo Charles-, la palabra nace para intentar expresar un sentimiento cuando ese sentimiento por sí solo no logra expresarse. Y aun cuando uno tenga que expresar un sentimiento en palabra es difícil hacerlo, ya que los conceptos y las palabras han sido tergiversados. Hay que despersonalizar los conceptos... ¡eso hay que hacer! No puede cualquier persona usar una palabra como le plazca, hay que usarlas sólo para expresar los sentimientos con que fueron concebidas.
En el estado actual de nuestras conciencias, extremadamente racionales y desconfiadas, estamos sobrando, estamos alterando todos los equilibrios naturales a partir de nuestro desequilibrio interno (pienso en EE.UU.) perjudicando con nuestra presencia a la armonía del planeta y con ello al Universo. Sin nosotros el mundo florece, las ciudades pierden la costra de cemento y se hacen selva, los ríos retoman el control de sus cauces y los animales pueblan los montes y los valles. La visión de un mundo limpio y virgen es hermosa, pero vuelvo a la realidad y estamos aquí, enfrentados a un precipicio que da vértigo por su infinita caída, un destino tan misterioso y temido que de tanto rehuirlo lo desatamos.
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. (Sn. Lucas 9, 23).
-Lo que me parece mejor de la enseñanza de Cristo, en el caso del hombre malo –dice Charles-, es que propone que esa maldad puede ser enmendada si hay arrepentimiento y si hay abundancia de bien, ¡porque sólo la abundancia de bien vence al mal!
Cierto, Cristo deja abierta la posibilidad de que cualquiera descubra el Reino de los Cielos, y si habla del buen o mal tesoro del corazón, es porque ciertamente las obras que uno realiza en su vida diaria son la siembra que uno hace para cosechar cotidianamente. Si son obras realizadas en ausencia de intereses personales o materialistas, son buenos tesoros en el corazón y en los cielos, porque la energía que uno entrega en lo que hace y lo que siente y piensa impregna lo de uno y los lugares que habita, así como a la gente que lo rodea. Como cuando el espermio y la óvula se juntan y se impregnan e impregnan el espacio de su encuentro, así mismo, las obras diarias de uno son sus tesoros y su porvenir, y con ellas uno va impregnando sus espacios.
Más que demostrado está lo mucho que afecta el comportamiento de un individuo a todo su entorno familiar y social, cuando obra bien o cuando obra mal, de la misma manera, pero sin que lo notemos, su motivación, su voluntad, su energía invisible afecta todo lo que toca y por donde anda. Y si Cristo habla de tesoros en el cielo, es porque lo que uno hace o dice va infiltrando el espacio que transita y lo llena de sí mismo, tanto en la tierra como en el cielo mientras el planeta avanza, esparciendo la huella de uno en una estela cósmica del porte de la órbita terrestre. Así de grande es nuestra huella... así de grande nuestra responsabilidad.
Ese es el tesoro que, cada año al volver a pasar por aquel lugar de la órbita terrestre, si es buen tesoro o mal tesoro, te va encaminando o atrapando, liberando o condenando. Y Cristo advierte sobre el real alcance de aquellos tesoros y sobre el peso que significan, “de cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante”. (Sn Mateo 5, 26).
En este momento la órbita terrestre está saturada de bastante más contaminación de la que imaginamos, pues mucha de aquella contaminación ni siquiera la podemos ver. Durante muchas generaciones hemos esparcido alrededor del sol una amalgama de intenciones y frustraciones espesa y oscura, de la que cuesta desprenderse y limpiarse, que, además, según mi particular visión, puede ser la causante de que el sol esté aumentando la intensidad y periodicidad de sus explosiones, aumentando con ello el flujo del bombardeo electromagnético sobre la Tierra; sin embargo, siempre está latente la posibilidad de volver a nacer (arrepentirse de los pecados o maldades), de despertar y observar por primera vez la realidad, para sembrar nuevos y buenos tesoros, que vengan a darnos fuerza y claridad en momentos en que enfrentemos los malos y oscuros.
Por eso Cristo habla del arrepentimiento y de dejar de pecar, por que cualquiera con voluntad inquebrantable puede renacer, por eso habla de los buenos tesoros, porque cualquiera puede sembrar su camino de buenas energías, cualquiera puede comenzar a acumular su energía vital y desarrollar su verdadero Destino. Y ahí está el “no vuelvas a pecar” con que Cristo despedía a quienes sanaba, pues da un impulso mágico para que la persona viva de ahí en adelante siendo consecuente. Ese es el momento en que se debe comenzar a sembrar buenos tesoros.
Sobre la abundancia de tesoros buenos o tesoros malos se expresa la boca y las obras de las personas, por lo tanto, se puede saber mucho acerca de una persona sólo escuchándola hablar y viéndola proceder.
Además, la comprobación científica y el estudio parapsicológico, la metafísica o incluso la nueva “patafísica”, intentan demostrar que hay muchas más relaciones entre la mujer, el hombre, el Universo y la materia, de las que logran captar nuestros sentidos habituales. Señalan que cualquier persona con suficiente energía es capaz de imprimir sus pensamientos y sentimientos en el sistema nervioso de otra persona, de percibir objetos a distancia o a través de los muros, mover objetos sin tocarlos y hasta conocer el futuro. Lo importante es cuánto conoce uno de sí mismo y cuánta energía vital tiene acumulada.
-Cuando uno descubre que ha estado viviendo de forma equivocada e intenta reprimirse a sí mismo muere, se autodestruye –comenta Charles, con tono seguro-, uno muere si se reprime, lo que tiene que hacer es obrar bien, vivir desde la verdad y lo sustancial, y tener Pazciencia.
Charles habla de sembrar buenos tesoros para cosecharlos en el futuro. En eso, asegura, la Pazciencia es esencial. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. (Sn. Mateo 6, 21).
Hoy desconocemos de lo que es capaz nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro espíritu, no imaginamos las maravillosas posibilidades que tenemos como los seres de luz que somos. Para muchos y muchas, ese mundo es pura fantasía. Actualmente, nuestra manera de afrontar el mundo que conocemos nos aleja tanto del espíritu que nuestra razón, temerosa y cobarde ante la inmensidad del tema, nos provoca negar absolutamente su existencia.
Por el fruto prohibido que comieron nuestros antepasados fueron expulsados del Edén y deambularon por el mundo, y con los años, y ante la creciente pérdida del vínculo entre lo humano y lo divino, muchos llegaron a ser sólo de carne, ya no de espíritu, perdiéndose entre la muchedumbre el recuerdo de la conciencia cósmica. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. (Sn. Juan 3,6).
Desde entonces, los que desarrollaban un mayor sentir espiritual y lograban conectarse en cuerpo y alma con las Energías que todo lo contenían, eran considerados machi, chamán o brujos, intermediarios de la mente y la existencia de la mujer y el hombre con la Suprema Conciencia.
Nuestra conciencia tiene la capacidad de desarrollar su semejanza con la divinidad que algunos intuyen, y expandirse por los cielos, pero olvidó cómo hacerlo. Al silenciar el pensamiento, la mente y el cuerpo despiertan a su capacidad de percibir la realidad, el diálogo entre la dualidad interna se hace fluido y uno se llena del mundo que lo rodea en el pleno uso de su sentido perceptual más complejo. Es el pensamiento el que mete bulla en nuestras mentes y nos impide percibir la totalidad. El brujo Juan Matus plantea que la puerta al mundo de la magia y los prodigios está en parar el diálogo interno, silenciar el pensamiento. Desde ese punto sólo bastaría el conocimiento de las posibilidades lumínicas del ser y haber vivido impecablemente -esto es, sin desperdiciar la energía vital-, para alcanzar lo imposible y lo infinito.
Pero ese estado de conciencia plena que se logra en la ausencia del pensamiento y su razón, acto de percibir plenamente y ver, atestiguar la realidad, no es alcanzable a través de sistemas o métodos.  Creo que si bien se logra engañar al pensamiento con la repetición de mantras, en el caso de algunos tipos de yoga o de técnicas de meditación, lo que se logra no es un flujo continuo y traslúcido de la conciencia, sino que es un estado contenido y mecanizado, que termina por embotar la mente, como advierte sabiamente Krishnamurti.
Por su parte, Charles asegura que justamente lo que NO hay que hacer es parar el “diálogo interno”, a diferencia de lo que dice don Juan; es fundamental y se debe limpiar y nutrir dicho diálogo entre las energías internas, porque el diálogo siempre es necesario y es parte de la relación de ambos géneros, por eso no hay que confundirse, explica. Confirma, eso sí, y con la misma certeza, que lo que hay que parar o detener es el pensamiento, para permitir que el diálogo interno sea más transparente y armónico.
-Parar el diálogo interno sería -dice Charles-, una labor imposible, pues lo masculino y femenina de cada cual siempre van a estar en diálogo, y luchar contra eso es sólo una pérdida de tiempo y energía.
En mi caso particular, y gracias a mis vivencias junto a Charles, puedo atestiguar con certeza que en la ausencia de dudas y cuestionamientos tales prodigios sobre humanos son reales, que cuando la duda no está presente y se siente con el cuerpo y la mente, en un acto de voluntad plena, todo es posible. Desde ese momento pareciera no haber límite que detenga nuestras alas, donde el temor y la duda son los únicos que podrían hacernos volver al reino de la razón y el pensamiento. Cristo no mintió cuando le habló a su pueblo y los llamó hermanos, tampoco mintió al hablar del Reino de los Cielos, todo cuanto dijo es cierto y Charles con su vida me lo está demostrando.
Por mi parte, interpreto el orar como la metáfora de una conversación fluida y sincera con la dualidad, donde uno se entrega decidida y profundamente a sentir con todo el cuerpo su objetivo, dirigiendo de forma inconsciente la propia energía hacia el propósito que uno se plantea, ya sea la sanación de uno mismo o de un tercero, o la intervención directa de las energías superiores en algún suceso de la vida. El verdadero traspaso de energía, el milagro, se produce sólo cuando la identificación con el objeto es total (entendiendo por objeto a la persona que queremos sanar, o el evento que queremos intervenir, etc.), cuando uno logra sentir “ser” el objeto o la persona en cuestión, de esa manera, uno empatiza y siente en carne propia las emociones y aflicciones del otro, actuando sobre él como si fuera en uno mismo, pero con la ampliación de energía que supone el poder del espíritu. Así como la sensación que tuvo Charles de su hermano Harley aquella madrugada de su fallecimiento.
¿Cuánta gente ha realizado milagros por su propia cuenta, y en cambio lo han atribuido a santos o intermediarios divinos? Lograr la identificación es necesario para generar cualquier grado de traspaso energético. Dicha identificación con el objeto se alcanza a través de percibirlo plenamente, de una visualización, o de la utilización de una reproducción que asemeje al objeto. Por eso siempre se utilizó muñecos o imágenes en brujería, dibujos en las épocas cavernarias, o atuendos de animales y aves en épocas precolombinas, pues logrando aquella identificación al recargar y focalizar la energía se obtiene lo imposible. Nuestro cuerpo y nuestra mente son mucho más capaces de lo que imaginamos. Me parece imprescindible comenzar a cuestionarnos qué tan ajenas son a nosotros aquellas capacidades sobrehumanas, qué tan inalcanzables son las fuerzas cósmicas y su actuar sobre nosotros. Es fundamental que reconciliemos pronto nuestros géneros, que nos esforcemos por intercambiar conocimientos y experiencias, sobre todo con las próximas generaciones, ávidas de sabiduría y amor. Para lograrlo, hay que comenzar a tomar control sobre nuestra voluntad.
Y si algo me llevó a atreverme a escribir este libro, que definitivamente me aleja de mis tíos y de mi familia, es que no es sólo la historia de Sol y Lluvia, es un acercamiento al mundo del espíritu, porque eso es lo que Charles me transmitió con su trabajo y su mirada, ese es el mensaje que transmitía Sol y Lluvia en su origen, eso lo que los mantuvo vivos durante la dictadura, y eso lo que me impulsa silenciosamente a escribir y transmitir mis ideas. Este libro se lo escribo en especial a mis sobrinos y sobrinas, y a las niñas y niños que durante mi vida he conocido, incluso a las hijas e hijos que aún no tengo, ya que sé que las palabras de aliento que les di en los breves instantes en que cruzamos nuestras miradas no fueron suficientes. Escribo porque no soy cantor, si lo fuera, haría canciones mi sentimiento, y como no canto, escribo lo que siento.
Es más... acabo de tomar una decisión sobre algo que por bastante tiempo no me quise ni siquiera cuestionar, sobre todo considerando que este tema para muchos es absurdo, muy poco comprobable científicamente, por tanto sé que se cuestionará esta experiencia y, como ya he visto personalmente, se prestará para todo tipo de burlas y se hablará de meras coincidencias. De hecho, había sacado este relato del libro, pero al realizar una lectura de revisión decidí volver a incluirlo.
Lo que contaré a continuación marcó para siempre mí vida, y me ocurrió a mediados del año 2000, mismo año en que Charles decide dejar a sus hermanos. Desde entonces creí que nunca lo contaría a nadie, ni menos que lo escribiría aquí, de hecho, como dije, lo escribí y luego lo autocensuré, pero el relato del presente texto me lleva a una encrucijada en que se hace propicio comentarlo. Mi corazón me pide hacerlo.

Estaba yo en esa fecha viviendo un proceso nuevo y especial junto a Charles, porque desde que comencé a tocar su percusión de kultrunes, ultramakahue y bombo, todo mi ser experimentaba nuevas sensaciones y descubría nuevas posibilidades. El hecho mismo de tocar percusión, algo que hasta ese entonces nunca imaginé, me enfrentaba a ordenar mi propio pulso para participar junto a mi padre en su música y su ofrenda. No se me hizo difícil desde un comienzo tocar, pues mi impulso de seguirlo rebasaba mi ser y los años de acompañarlo grabaron en mi mente sus movimientos y esfuerzos, sólo tuve que acostumbrar mi cuerpo, y en especial mis brazos, al nuevo curso de mi vida.
En mis intentos por practicar percusión para soltarme de brazos, llegué hasta la sala que nos facilitó gentilmente la administración del Estadio Víctor Jara (ex Chile), en el interior del histórico recinto. Dicha sala era el lugar donde ensayábamos con Sol y Lluvia, antes de tener que llamarnos Antu kai Mawen, por las presiones de Amaro. Ese día no había ensayo planificado, sabía que si iba a tocar estaría sólo y esa era mi intención. Llegué a media tarde acompañado de Charles, subimos al tercer piso donde queda la sala y salimos un momento a un balcón ubicado en el ala oriente del edificio, pasando por unas oscuras catacumbas que hay en esa parte del estadio. Conversamos sobre las próximas tocatas, sobre sus hermanos y de nosotros, de lo que ocurría con ambos Sol y Lluvia, y yo hice hincapié en mi necesidad de relacionarme plenamente con la percusión. Pasados unos minutos Charles se retiró, y yo quedé armando los atriles y ordenando los instrumentos.
La sala estaba desierta y poco a poco, mientras la armaba, comenzó a aparecer en ella la percusión. Para apreciarla en toda su magnitud, la instalé en medio de la sala, y caminé en torno a ella mirándola. Se veía hermosa con sus tonos de madera y cuero y los brillos plateados de los atriles, sentí que irradiaba algún tipo de fuerza envolvente por la tibieza de su presencia. Me gustaba mirarla, desde niño siempre la contemplé en cada recital, sobre todo por lo majestuosa que se veía sobre cualquier escenario. Era un día de tibio sol y cielo despejado, y desde la posición en que quedé al sentarme frente a la percusión, veía la Cordillera de los Andes en toda su hermosura.
Comencé a tocar tímidamente y con golpes débiles, subiendo cada vez más la intensidad de los golpes a medida que entraba en calor. Como no tenía mucha experiencia en tocar ni sólo ni con otros músicos, intenté recordar cualquier canción y traté de seguirla, pero no lo logré. Realicé ritmos torpes por un rato hasta que fui soltando mi propio pulso. Hubo un momento en que toqué como nunca antes lo hice durante esos pocos meses que llevaba tocando junto a Charles, y fue tal mi entusiasmo en ese instante por lo que estaba logrando, que golpeé con mayor fuerza y velocidad, en un solo de percusión que me remeció por entero. Estaba feliz.
De pronto y con gran asombro, comencé a escuchar gritos entre los sonidos de la percusión. Paré para comprobar si los gritos provenían de la puerta de la sala, pues imaginé que alguien estaba llamando. No oí nada. Volví a tocar y como parte de los propios golpes que daba, intercalados oía los gritos y las voces, eran gritos humanos, alaridos y voces guturales que me hablaban. Paré nuevamente y dejé de oírlos. Imaginé que alguien me hacía una broma y fui a la puerta a ver quién era, pero no había nadie afuera. Me asusté, recordé las historias sobre fantasmas que desde el golpe militar habitan el ex Estadio Chile. Tuve miedo, y al sentarme nuevamente frente a la percusión, sentí que había algún tipo de presencia a mi espalda. El miedo aumentó.
Como instalé la percusión al centro de la sala sentía mi espalda muy desprotegida, la distancia a la pared era bastante más de lo que realmente podía soportar en tal estado de miedo, y para evitar cualquier tipo de consecuencia inconsciente -como salir corriendo o sufrir un repentino pánico-, decidí acercarla un poco más a la pared. El miedo que sentía no evitaría que tocara, pero me obligaba a acercarme demasiado al límite de mi propia resistencia.
Me di el trabajo de mover poco a poco y uno a uno los instrumentos para reacomodarlos cerca de la pared, y me senté a tocar. Volví a escuchar gritos y hasta ladridos de perro, deje de tocar y sentí la misma presencia que segundos antes me causó miedo. Me puse de pie y estiré mi espalda, levanté mis brazos lo más que pude y me sacudí, tratando de zafarme, de relajar mi espalda. Acerqué aún más la percusión a la pared, lo más que pude, como si la pared me protegiera y decidí que el miedo no me iba a ganar. Estaba yo y la percusión y nadie evitaría que la tocara.
Charles sabía que esa tarde yo viviría algo nuevo con la percusión, él mismo conocía sus maderos y su energía, y esperaba que ocurriera cualquier cosa. Se fue del estadio a casa de una amiga, y al llegar le comentó lo que presentía, le dijo que me quedé tocando y que me encontraría con la percusión, y que de aquel encuentro cualquier cosa podía suceder.
Mientras tanto, yo me había estado enfrentando a una clase de miedo que no era frecuente en mí, un miedo a lo desconocido, a la muerte que pudiera estar rondándome en ese momento. Nunca había creído en fantasmas ni en esas cosas, por el contrario, siempre resultaba que entre mis amigos yo era el más osado y valiente en internarme en bosques oscuros o lugares tenebrosos. Esta vez el miedo era distinto, de alguna manera sabía que algo o alguien estaba ahí, acechándome, no era sólo un pensamiento persistente. Busqué dominar mis sensaciones con la idea de prestar atención a qué decían las voces, quizás eran un mensaje que debía escuchar. Toqué con más fuerza para que fueran más nítidas las voces, y escuché que gritaban que me callara y que parara de tocar. De alguna manera esas voces estaban en mi contra.
Seguí tocando y a medida que aumentaba la intensidad de mis golpes crecía la violencia de los gritos, ¡cállate! me exigían, eran todo tipo de voces, de hombres de mujeres, pero eran voces rasposas, como cansadas, como roncas. Empecé a sentir, además, la presión de una fuerza envolvente que también quería callarme, que quería evitar a toda costa que yo y la percusión nos encontráramos. Era como una fuerza externa que generaba escalofríos en mi espalda y que presionaba sobre mi voluntad para causarme miedo, y a través de él, intentaba detenerme, como si ejerciera una presión sobre mis brazos, como cuando en una pesadilla uno trata de correr y no puede porque sus piernas no responden.
Hasta ese entonces, todos mis anteriores intentos de tocar a solas la percusión habían fallado, por distintas razones, pero siempre fallaban. Ahora sentía con todo mi cuerpo que alrededor de mí había una fuerza presionándome, como si el suelo, el techo y las paredes de la sala no detuvieran tal presencia, y me envolviera en el espacio cual esfera que se contrae queriendo aplastarme. Yo estaba decidido a continuar, nada me detendría. Sin dejar de tocar en ningún momento, empecé a contorsionar y a mover mi cuerpo como si fuera galopando en la percusión y a gritar como si fuera un indio acorralado. Me movía de esa manera para sacarme de encima la presión aplastante que sentía, para ahuyentar mi propio temor, y por lo mismo mis gritos eran fuertes.
Pronto mis gritos se transformaron en una plegaria que invocaba a los truenos, a las lluvias y a los antepasados, para que acudieran esa tarde a llenar la percusión y mis manos. Ya no eran gritos sin sentido, a cada bocanada de mi aliento le imprimía dirección y esperanza. Eran llamados de auxilio y una invitación a darme fuerza y claridad para enfrentar esa oscura presión que me aplastaba. Llamé a todas las energía positivas que pude y las invité a estar presentes. No tuve tiempo de cuestionar lo que hacía, sólo me dediqué a tocar la percusión con golpes rítmicos y pulsantes, y con todo mi corazón me entregué a hacerlo, y mientras tocaba invitaba a todas esas fuerzas a acompañarme.
Poco a poco la presión que me envolvía fue cediendo y los gritos que oía desapareciendo, al tiempo que mis golpes ya más certeros, eran claros y profundos. No sé cuánto tiempo duró esa lucha, pero al final toqué tranquilo, y en aquella calma, de pronto supe que tenía la posibilidad de pedir también para limpiar al Estadio Víctor Jara de todas sus malas vibras, y pedí por ello. Toqué la percusión por un instante más, sintiendo que de una u otra manera las fuerzas que invoqué habían acudido, y que toda mi plegaria había sido escuchada, pues la presencia que me aplastaba ya no la sentía. Imaginé entonces que se había librado aquella tarde una batalla colosal entre mi temor, representado por esa fuerza aplastante que me exigía callar, y mi espíritu, presente en las fuerzas que invitaba a socorrerme.
Cuando paré de tocar estaba cansado, exhausto, mis brazos me dolían y a causa de las baquetas se me habían hecho en las manos llagas que sangraban levemente, tenía el pecho acelerado. Acaricié los cueros de los instrumentos y les agradecí dejarme percutirlos. Guardé silencio por unos segundos intentando oír o sentir si aquella presencia aún estaba ahí, y una calma formidable reinaba el lugar. Desarmé la percusión y la dejé apoyada en un rincón, continué mirándola ahí apoyada por un instante más, luego me retiré. Salí del estadio y afuera estaba oscureciendo, en la misma esquina tomé una micro hacia mi casa en Puente Alto. Estaba agotado y me dormí casi al sentarme en uno de los asientos de la micro, todo el trayecto lo hice durmiendo, salvo breves instantes en que agitado por bruscos movimientos de la máquina y suaves gritos de los pasajeros me despertaba, donde recuerdo haber pestañado y haber visto que afuera se vivía una verdadera tempestad.
Cerca de una hora tardó la micro en llegar a mi barrio. Al bajarme noté que en el suelo había trozos de hielo, como bolitas blancas, supe que eran granizos y había mucha agua acumulada, todo estaba mojado, miré hacia el cielo y las nubes que vi eran signo de que realmente hubo una tormenta, pero pensé que era imposible si durante toda la tarde el cielo estuvo despejado y hubo sol.
A medida que caminaba y me acercaba a mi casa, noté que las personas que transitaban por la calle comentaban sobre una espectacular tormenta eléctrica que al parecer recién había acabado, todos hablaban y miraban en dirección al centro, donde al parecer aún quedaban algunos vestigios de ella. Miré hacia el centro de Santiago por encima de las casas y las nubes que vi eran realmente inusuales e impresionantes, algo había sucedido. Yo no entendía nada, pero pensé en la suerte que tenía de haber estado todo ese tiempo en la micro.
Llegué a la casa y al ver la televisión me enteré de lo que había ocurrido, daban un despacho informativo, un extra, que hablaba de una fuerte e imprevista tormenta de truenos y relámpagos que, hace pocos minutos y de un momento a otro, cubrió el centro de la ciudad con relámpagos y vientos huracanados y granizos como nunca antes se había visto, sorprendiendo incluso a los meteorólogos. Miraba la televisión parado junto a Maribel, acababa de entrar y aún no me sacaba la mochila cuando relacioné la tormenta a lo que había ocurrido mientras tocaba percusión, el corazón me saltó en el pecho. Me impacienté, me asusté, me estremecí. Pensé que si acaso había alguna relación entre ambos sucesos era sólo coincidencia, o sólo imaginación mía.
-¡La mansa cagaíta que dejaste! –me dijo Charles, cuando llegó a la casa esa noche-, ¡sabía que podía pasar cualquier cosa si te encontrabas con la percusión, pero nunca imaginé algo así! 
Guardé silencio y busqué estar solo. Necesitaba saber bien qué ocurría, pues si bien Charles me había comentado con anterioridad la relación que él veía de sus propias experiencias con sucesos climatológicos, nunca imaginé que tal relación fuera alcanzable para mí, mucho menos al ver la magnitud que la tormenta eléctrica de aquella tarde había tenido.
Recordé la ofrenda que Charles le hizo a su madre hace muchos años, y sólo pensar en ello me devolvió la calma y la tranquilidad, sólo entonces pude ver con mayor profundidad lo que había ocurrido y lo que significaba. Los instrumentos en los que volqué mi ruego tenían presencia ancestral, materna, y por más que quisiera, o más bien, por más que mi razón quisiera, aquel suceso sólo podría ser explicado desde mi corazón; mi lógica, avasallada por lo ocurrido, estaba –y sigue estando- fuera de sí.
Hoy puedo decir con certeza que la fe de cualquier persona, si es fe verdadera y profunda, tiene el poder de alcanzar lo impensado. No se trata de que yo sea o me sienta especial, nunca lo he sentido así, ni de que tenga poderes sobrehumanos o algo por el estilo, sólo se trata de que Charles me ha enseñado a prestar atención a mi vida y a tener fe en la palabra de Cristo. “De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. (Sn. Mateo 21, 21).
Aquella tarde yo pedí en oración, mi cuerpo entero estaba orando al percutir los kultrunes, el ultramakahue y el bombo, instrumentos de cueros rituales, y mi oración llamaba a los truenos, a la lluvia y al relámpago a socorrerme, a darme valor y fuerza.  El miedo que enfrentaba desató mi adrenalina, y ésta, en vez de paralizarme y quemarme por dentro, me impulsó a seguir percutiendo esos cueros. No dudé en lo que hacía, pues realmente no imaginé el poder que se tejía con mi acto, hasta entonces, nunca imaginé la trascendencia de la fe humana, sólo estaba decidido a no parar de tocar, pues suponía que si me entregaba a mi miedo, ya nunca podría encontrarme con la percusión. Pedía y gritaba a toda fuerza y a pleno corazón, y, como no sabía realmente la trascendencia de aquel acto que llevaba a cabo, no dudaba de él. Inconscientemente dirigía una orquesta de fuerzas impensadas y desconocidas para mí, pero asequibles para cualquiera que se entregue de lleno a sus sentimientos.
Por eso y sólo por eso me atrevo a decir que gran cantidad de los efectos y trucos especiales que se ven en las pantallas de los cines son realizables, que las magias que presenta la ciencia ficción son realizables, que mucho de lo que aparece como mitología fantástica es real. Sólo depende de uno mismo, de cuán atento se está a estas realidades, de cuán dispuesto se está a recibirlas y experimentarlas, y cuál es el uso que cada cual da a su propia energía vital.


El Destino en nuestras manos

El hombre y la mujer siempre han buscado encontrar un significado a sus existencias, una explicación que dé sentido a su presencia en la Tierra. En esta búsqueda de respuestas se han utilizado grandes cantidades de recursos, millones de personas han muerto por falsos ideales y ni aún así se ha logrado dar con una respuesta que satisfaga la necesidad de la humanidad de saber cuál es su Destino. Las religiones y las ciencias han fallado, poco a poco sus certezas se transforman en paradojas, contribuyendo a causar mayor confusión. La civilización, que ya ha alcanzado niveles insospechados de evolución tecnológica, está amenazando destruir el planeta entero.
Lo hermoso de esto, es que en los momentos de mayor oscuridad es cuando mejor se aprecian las estrellas.
Es sabido que el carbono, como elemento químico, está presente en el 80% de la materia orgánica del planeta, su función en la cadena de la vida sería absolutamente fundamental, primordial, importantísima, de él depende la aparición y evolución de la vida. Todo ese carbono llegó a la Tierra por bombardeos interestelares, es decir, vino de las estrellas, y, al estar compuestos casi en nuestra totalidad por carbono, mezclado con otros pocos elementos, prácticamente seríamos “polvo de estrellas”. Este dato no es menor, ya que si juntamos polvo de estrellas más agua, hacemos magia, creamos vida. Sumemos a esto conciencia, y el resultado es aún más hermoso.
Como el Destino de la materia es -según veo- volver a ser espíritu, cristalizarse y sublimarse, por sí solo el carbono si bien se cristaliza en la forma más perfecta y hermosa de todo el Universo, el diamante, no logra aún el propósito final que es justamente hacerse espíritu. Para esto necesita del agua. Pero aún cuando agua y carbono logran crear vida, necesitan información, necesitan conciencia de lo que pueden lograr para que su forma de organizarse y sumar elementos tienda al cumplimiento de su propósito.
La materia, los átomos, están esparcidos por todo el Universo intentado organizarse en miles de formas con tal de lograr su propósito de hacerse nuevamente espíritu. Toda la materia, todo el Universo está conformado por los mismos ciento y tanto átomos presentes en la Tierra (que en realidad son 111 átomos, pero aún falta descubrir algunos), entonces, la forma de organizarse que adoptaron acá dichos átomos permitió el surgimiento progresivo de la vida. El proceso de la evolución fue coronado con el surgimiento del hombre y la mujer, que permiten a la materia hacerse nuevamente espíritu. Al menos, así en el caso puntual de nuestro Sistema Solar.

Es realmente difícil descifrar el enigma de la vida. Buscando verdades y respuestas me enfrento ahora a explicar mis ideas.
Si el espíritu y la materia son las dos caras de la misma moneda, si ambos son el Yin y el Yan, elementos que conforman la clásica imagen china de la dualidad, significaría que cuando el espíritu está en su clímax ya está expresándose en él la materia, y que cuando la materia está en su clímax ya está expresándose en ella el espíritu. Así, cuando el espíritu logra acumular su máximo poder, ya está surgiendo de algún modo como materia. Por su parte, cuando la materia está acumulando su máximo poder, es cuando tiene mayor presencia de espíritu. En el punto intermedio entre uno y otro está la voluntad, porque cuando la materia, consolidada como materia, tiene la oportunidad de sublimarse hacia el espíritu debe decidir voluntariamente si lo hace o no.
Lo que distingue al hombre y la mujer del resto de la creación es el nivel de energía que manejan. Su posición erecta los convierte en verdaderos pararrayos, su cabeza redondeada aumenta aún más su capacidad de atraer y proyectar energía electromagnética, su cosmovisión o su conciencia cósmica genera grandes y permanentes flujos de energía, todo esto hace que el hombre y la mujer tengan una relación distinta y más integrada con la materia y el espíritu.
Al ser él y ella la cúspide de la evolución de la materia hacia el espíritu, tienen la oportunidad -y, por qué no, la responsabilidad- de decidir voluntariamente si aceptan o no ese destino. “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”. (Romanos 8, 19). Así es el ciclo de la materia, así está el Universo entero aguardando el momento en que nuevamente eclosionen sus semillas.

Pero todo parte aún más atrás. Veo a la materia -recién formada desde el espíritu-, vibrando y mezclándose en millones de rondas, como pequeñas rondas infantiles, átomos que de felices vibran y saltan, se entrelazan y comparten en un espacio sin límites. El Universo es para ellos un gran parque de diversiones, donde el máximo juego es crear vida que se haga nuevamente espíritu. Las reglas las tienen claras, y saben que el objetivo final del juego es justamente que se comprenda que todo es un juego. Así comienzan esos felices átomos a mezclarse, a fusionarse en grupos, a probar solos, a rondar buscando la forma de hacer vida. Todo avance será registrado por cada una de esas 111 configuraciones de la materia, 111 grupos de átomos, así, y sin importar el lugar del infinito en que se encuentre, cada átomo de cada uno de esos grupos sabrá exactamente cuál fue el avance logrado por uno de los suyos y cuáles nuevos enlaces debe generar.
Así van creándose rondas de átomos cada vez más grandes, y las que se han ido conformando van girando cada vez a mayor velocidad. En algunos momentos la velocidad de giro será tan alta que ciertos grupos comenzarán a emitir grandes impulsos energéticos, nacen estrellas (esta forma de organizarse si bien no logra generar el salto hacia el espíritu, sí permite a la materia explorar nuevas formas de lograrlo); otros grupos, incluso, al girar tan rápido y al verse sobrepasados en su centro de giro y no poder frenar la dispersión por efecto de la fuerza centrífuga, colapsarán, donde el centro, al transformarse en pura energía, reacciona como bomba atómica y en una colosal explosión manda al espacio la materia que envolvía al centro (esta otra forma de organizarse si bien logra transformar la materia en energía, tampoco logra el salto hacia el espíritu).
La materia comprende que para lograr su propósito debe trabajar organizada. Ya en su interior cada átomo está conformado por un centro neutro que contiene una carga positiva, y una externa negativa que gira al rededor. Este detalle de unión y armonía internas les permite a los átomos la disciplina y el coraje de organizarse a mayor escala.
Poco a poco, y como el conocimiento es acumulativo, las nuevas formas de organizarse van cubriendo a las antiguas como nuevas capas, como si el evolucionar fuera justamente un ir readaptando lo antiguo a la nueva información. Así, lo que parece inerte se cubre de posibilidades, y lo que parece un planeta vacío de pronto se cubre de vida. En este sentido nuestro planeta estaría a su vez en la cúspide de la evolución de la materia inanimada.
Imagino que primero la materia creo pequeñas rondas de átomos que poblaron el espacio infinito, luego dichas rondas fueron creando mayores estructuras que llegaron a ser estrellas, luego probó destruir las estrellas, luego volvió a crearlas pero esta vez las hizo a ellas crear planetas, luego destruyó todo y volvió a crear estrellas con planetas, pero ahora los planetas tenían lunas, y así... la materia probó y probó hasta que una estrella, en un recóndito lugar del infinito, habiendo creado varios planetas con lunas y todo, logró en uno de ellos generar vida. En ese momento todo el Universo miró hacia esa estrella.
Imagino que en ese momento se produce una fusión entre todo el Universo y la vida que comienza a surgir. La materia ya había probado en muchos lugares del infinito la posibilidad de crear vida mezclando elementos, y ahora comprobaba que el agua y el carbono son fundamentales para hacerlo. Pero aún habiéndose creado vida esta no lograba todavía sublimarse hacia el espíritu.
Entonces, lo que faltaría a la mezcla mágica del agua y el carbono, sería la conexión espíritu-conciencia-materia. Aquí descubro una pequeña y sutil semejanza con el átomo, donde imagino que la conciencia es neutra, el espíritu que habita en el interior es positivo, y el exterior, el cuerpo mismo, sería negativo (dicha negatividad estaría dada por lo propenso de nuestros cuerpos a ser tentados).
Es esa trinidad, la conexión espíritu-conciencia-materia, la que, en definitiva, permite ir dibujando el avance evolutivo, ir trazando un camino de macro-organización molecular que permita, a la materia, a la conciencia y al espíritu, lograr sus propósitos.

En el avance hacia su realización la materia se enfrenta a caminos que muchas veces se tornan laberintos, que la contienen y la perturban, haciéndola errar su dirección y retrasándola. Para que la materia logre permanecer fiel a su propósito y descubra el camino correcto, debe desarrollar equilibradamente y comprender los otros dos aspectos fundamentales tanto de la existencia manifestada como de la no manifestada: la conciencia y el espíritu. Juntas, estas tres fuerzas preservan y sostienen absolutamente todo lo que fue, lo que existe y lo por existir.
Para dialogar con aquellas fuerzas universales, la materia da vida al ego y al alma: al ego para que dialogue con la conciencia, y al alma para que dialogue con el espíritu. Sólo entonces la materia equilibra su vínculo con ellos y consigue liberarse de las amarras que en su devenir fue adquiriendo.
El ego, entonces, surge ante la necesidad del ser de comprender el cúmulo de impresiones sensoriales que brotan desde el cuerpo humano, dicho de otro modo, surge para que la conciencia logre relacionarse plenamente con lo que el cuerpo percibe. El cuerpo va sintiendo por la vida, generando electricidad, magnetismo y química que son transformadas en pensamientos y emociones gracias a la profunda infinitud de nuestra mente. Como el Universo es conciente, es espíritu y es materia, nosotros como manifestaciones de él tenemos conciencia, espíritu y materia. A diferencia de otras formas de vida, nosotros manejamos mayores cantidades de energía, lo que nos permite crear nuevas formas de relacionarnos con estos tres aspectos de nuestra existencia.
El ego, entonces, según veo, es el encargado de dar orden y estructura al océano de sentimientos, emociones, sensaciones, recuerdos y todo con cuanto nuestro corazón y nuestro cuerpo nos inundan. El ego es el que propone los caminos a seguir a cada uno de dichos temblores del cuerpo y del corazón, y les da una temperatura y un color a cada uno, propios de sí mismo y del momento que vive.
El alma, por su parte, surge ante la necesidad de comprender el cúmulo de impresiones y estímulos que brotan desde el espíritu. Ella es la mediadora del ser ante el Universo, su trabajo es integrar y redistribuir las energías inmanentes, darles dirección y alcance en el interior del ser.
Él y ella, constituyen las herramientas con que el ser humano construye su existencia. Del equilibrio de ambos depende cuán sólido será el edificio de su ser. Cuando uno de ambos aspectos enferma, todo el organismo se ve afectado y sufre. Hace siglos que el ego enfermó y ensombreció al alma.
Cuando el ego comienza a ganar tamaño y le tapa la luz del Sol al alma, el alma se esconde y el espíritu se marcha y se aleja del ser. Entonces, la materia se extravía y se hace sólo de carne. Sólo cuando se logre equilibrar nuevamente el ego y el alma, retornará el espíritu a la vida del ser. Sólo entonces la materia estará en armonía con su naturaleza y comprenderá su semejanza.

El alma, que ante el crecimiento del ego debió refugiarse para no ser aplastada, se asoma y trata de persuadirlo de que la deje salir a tomar Sol. El alma sabe que mientras el ego no acepte voluntariamente su presencia, ella no podrá hacer que el espíritu retorne a la materia (una conciencia preocupada principalmente de lo material no acepta fácilmente la presencia de espíritu). El espíritu no se muestra hasta que el alma le dice que lo haga. El alma tiene la posibilidad de apaciguar al ego y recuperar el espíritu.
Para que la luz brille la oscuridad tiene que ceder. Para que la oscuridad ceda la luz tiene que ser tierna, cariñosa y sobre todo... tiene que ser su amiga. El alma tiene que ser tierna y amable, sobre todo comprensiva y totalmente cariñosa con el ego, para que éste le dé su atención y su tiempo.
La misión del ego, en tanto, es llegar a percibir, comprender e identificarse con el total de energías y diferentes estímulos que inundan al ser, incluso aquellos estímulos que le llegan desde los mas remotos confines del Universo. El ego, entonces, es el encargado de establecer un nexo entre la conciencia y el Universo. Según la visión hindú, la misión del ego es identificarse a sí mismo con el Universo.
El ego cumple con generar la identificación justa, pero por sí mismo sólo logra identificarse con lo inmediato que lo rodea, su contexto más cercano y palpable. Recordemos que el ego es quien dialoga con la conciencia, y la conciencia es la fuerza que reina en el universo de lo manifestado. Por eso, la misión del alma es proponerle al ego con qué identificarse. Ambos despiertan al ser que somos, al ser total que somos. El alma proponiendo infinito... el ego intentando serlo.
Quienes están totalmente sumidos en su ego, en su identificación con ellos mismos y con la realidad material y sentimental que han creado en torno a sí mismos, difícilmente tienen algún grado de contacto con su alma. Menos con su espíritu. Quizá observando un poco más su vida interior, reestableciendo los vínculos con la naturaleza y la vida toda, el hombre y la mujer lograrán que su ego ceda espacio y el alma salga y se consolide, para equilibrarse al lado del ego, para comenzar a llamar al espíritu a que retorne y nos regrese a la luz.

Una de las mayores dificultades de la humanidad es determinar de dónde viene la conciencia y cuál es la conexión real que tenemos con el Universo. Creo tener una respuesta.
La milenaria cultura china señala que el espíritu es alimentado día a día desde los confines mismos del Universo; la cultura hindú señala que nuestro fin último debe ser identificarnos con el Universo, que el Universo se haga consciente de sí mismo en nosotros. Las culturas precolombinas señalan que podemos fundirnos con el Universo y trascender hacia el infinito, otros pueblos ancestrales albergan la esperanza de que “alguna vez los dioses volverían desde alguna estrella para traer la felicidad prometida”. Los mapuche, por su parte, aseguran que si bien hace un tiempo la humanidad comenzó a alejarse de las estrellas, a ellas debe regresar, dicen “que la vida es una realidad cósmica que en un tiempo asciende y en otro tiempo desciende”. (Magdiel Gutiérrez, “Gente de la Tierra”). Por su lado, según apareció en el recientemente encontrado evangelio de Judas, Cristo asegura que cada persona tiene su propia estrella.
Mucho se ha especulado en astrofísica respecto a si la Información del Universo se pierde o se destruye al ser absorbida por un “hoyo negro”. Los hoyos negros son tema de estudio desde hace décadas, grandes debates se han entablado intentando explicar con fórmulas matemáticas y físicas lo que ocurre en su interior, en su centro, ya que si bien el espacio, la materia y hasta la luz son absorbidas y destruidas por el hoyo negro, no ocurriría lo mismo con la información que éstas contienen. De ahí nace la “Paradoja de la Información”, que asegura que la información no se pierde ni se destruye, sino sólo se transforma, hipótesis que al no ser comprobable por las ciencias modernas queda sin explicación final y se transforma en paradoja.
La Paradoja de la Información asegura que la información es indestructible, y que si toda la información requerida para levantar y recrear una estructura atómica es reorganizada y colocada en su sitio exacto, debería dicha estructura atómica volver a materializarse, incluso desde la aparente nada en que no existen los componentes para reconstruirla, pues sólo bastaría la información de su estructura atómica y molecular para que dichos átomos y moléculas surgieran. En el espacio aparentemente vacío está contenida la materia en forma de energía, y es justamente la información la que da sentido y alcance a la energía y la materia. Algo parecido señala Hegel en su dialéctica de la libertad, al hablar del “espíritu pensante” que moriría al morir el hombre.
Se especula que sólo en la Vía Láctea existirían más de cien mil millones de hoyos negros, de distintos tamaños y dimensiones. Cada galaxia gira en torno a uno, y el mismo Universo, a su vez, gira en torno a uno tan grande como él. Desde acá, las galaxias se ven como estrellas, pero son grandes aglomeraciones de gases interestelares, soles, planetas, y materia espacial, que gira en torno a un centro que lo absorbe todo.
La zona comprendida entre el centro interno del hoyo negro y su borde externo es llamada “horizonte de sucesos”, y en ese horizonte el tiempo, el espacio, la materia, la luz y las leyes de la física como las conocemos se descomponen y se desintegran, fusionándose y reintegrándose en un todo extremadamente poderoso, que los astrofísicos denominan “singularidad”.
En dicha singularidad no habría espacios interatómicos, por lo que fotones, protones, neutrones y electrones se condensarían, a tal punto, que acá en la Tierra una cucharada de esa materia altamente fusionada pesaría toneladas. En el horizonte de sucesos la información se separa y se mezcla, pero siempre podrá volver a reorganizarse.
Propongo, entonces, que al otro lado de un hoyo negro está el Espíritu. Que además de ser semejantes al Universo por estar constituidos bio-molecularmente de él, lo somos al contener su información en nuestro espíritu, ya que lo que es absorbido por este gran vórtice cósmico es justamente la luz, la materia, las estrellas... todo; y ya sólo en la luz está contenida toda la información del Universo. “Tal como una gota de agua tomada del océano, contiene todos los elementos del océano que fue su fuente; así también la conciencia humana es una microcósmica manifestación de la Conciencia Universal. Todo lo que un hombre puede llegar a saber, existe desde un principio potencialmente en él mismo”. (Harish Johari, “Lilah, el juego del conocimiento de uno mismo”).
Si bien un hoyo negro es muy semejante en su aspecto a un tornado o a un remolino, que absorbe todo lo que toca, su extremada fuerza centrípeta de atracción lo transforma en una de las más poderosas fuerzas del Universo. Y es de ahí justamente de donde proviene nuestra energía vital. El momento de unión entre el espermio y la óvula sería el instante electroquímico en que se activa la conexión espíritu-hoyo negro (debo, en este punto, reconocer que me quedan dudas respecto a sí esto sucedería sólo en el caso de la humanidad, o si sucedería con todos los seres vivos).
Cada una y uno de nosotros tendría su propia constelación de la cual proviene, y a la cual debería regresar al desarrollar su Destino. Ya lo señalaron las culturas ancestrales, ahora nos toca comprobarlo. Cada persona al nacer tiene la oportunidad vital de desarrollar su Destino y regresar a su constelación, pero es en el desarrollo como ser social donde al ir malgastando dicha energía vital se pierde la posibilidad de cumplir el Destino, y al morir la persona, la conexión del espíritu y el hoyo negro se pierde. En ese momento la conexión con el hoyo negro se contrae y espera, hasta que las coordenadas de la vida le señalan el lugar exacto en que puede volver a “tocar tierra”, y se conecta nuevamente con el mismo espíritu para intentar, nuevamente, desarrollar su Destino.
Como un hoyo negro se asemeja a un tornado, podemos deducir que “toca tierra” en intervalos irregulares, con distintas intensidades y distintos tiempos de duración en cada “contacto”. Esto haría que un mismo hoyo negro alimentara a un espíritu en sus varias reencarnaciones, en cada una de las cuales viviría con distintas intensidades y en tiempos distintos. La oscilación o el baile que describe el eje central del hoyo negro al hacer contacto con tierra varía también en el espacio geográfico, pudiendo saltar de un continente a otro con gran facilidad, llevando a un espíritu a vivir vidas muy distintas y en culturas diversas. Entonces, esto va complementando la misma información acumulada tanto a través del horizonte de sucesos que es absorbido por el hoyo negro, como por las distintas experiencias de vida que el espíritu va adquiriendo en su devenir humano, y en su crecimiento como ser social en un contexto determinado. No existen dos personas iguales, pues cada una y uno de nosotros somos seres singulares, únicos, y ocurre lo mismo con cada hoyo negro, donde justamente su centro se denomina “singularidad”.
Como la absorción de un hoyo negro es en forma de remolino, con un movimiento concéntrico, su interior gira en forma de espiral y la información que nos transmite viene también con cierta tendencia a hacerse espiral. Dicha conexión entre el espíritu y el hoyo negro sería la causa de que -por ejemplo- el cordón umbilical que nos une al vientre materno tenga forma de espiral surtidora de vida, también sería la causa de que se forme un “remolino” en la distribución del pelo en la cabeza, punto en el que se mantiene el contacto, o que el mismo ADN sea una espiral de información genética.
La Paradoja de la Información surge cuando los científicos agotan sus recursos al tratar de explicar un suceso que no es sólo material o visible, sino que además es pura energía y espíritu. La ciencia debería aplicarse en desarrollar nuestro espíritu, en incrementar nuestra capacidad de explorar nuestras posibilidades y nuestras capacidades humanas.
Khalil Gibran, escribió: “La sociedad humana se ha plegado durante setenta siglos a leyes corrompidas, hasta el punto de no poder entender el significado de las leyes superiores y eternas”. Aquel mismo sabio libanés comentó: “Sólo regresarán a la eternidad aquellos que en la Tierra la buscaron”.

El ser humano y la sera humana tienen la oportunidad y la responsabilidad de lograr realizar su Destino, esto es, según mi particular visión: sublimarse en el espíritu y despertar como Universo. Para lograr su Destino el ser humano y la sera humana tienen que reconocerse como seres en constante evolución, a la vez que como micropartículas de un todo mayor e inmensurable. Además, deben aprender a utilizar y acumular su energía vital de modo de ir actualizando el conocimiento sobre las leyes del Universo, para su propio crecimiento y el crecimiento de sus pares. Su espíritu, conectado al poderoso hoyo negro que lo sustenta, alimenta desde su interior una energía que es capaz de cristalizar su existencia, pero que al desconocer su alcance, y, muchas veces, al desconocer incluso su presencia, dicha energía se malgasta y se disipa. El ser humano y la sera humana deben comenzar a acumular su energía vital, y con ella redirigir su atención hacia el centro de sí mismos, hacia el propio universo que son, sólo entonces realizarán su Destino. Cual Fausto en todo su drama deben comprender la “historia, símbolo y realidad de la humana existencia, que nace en los cielos, atraviesa todos los ámbitos de la Tierra y se reintegra a su origen”.
Y es importante definir si el “destino” que queremos desarrollar lo propusimos nosotros mismos, desde nuestras sesgadas visiones y expectativas como seres condicionados cultural y socialmente, o si queremos desarrollar el “Destino” superior que fue propuesto por la Voluntad de Padre y Madre desde el inicio de los tiempos. El primero sería un “destino” con minúscula, y el segundo un “Destino” con mayúscula.
La milenaria cultura china señala que el Destino de una persona es como la llama que flamea e ilumina sobre su vida, siendo su diario vivir la madera, el combustible que lo sustenta. Si la madera es buena, es decir, si la vida de una persona es buen combustible, la llama que arderá sobre él será también buena e iluminará su propia vida y la de los demás. Pero si en el diario vivir uno es negligente y malgasta su energía vital, por lo tanto, es mal combustible, entonces la llama de su destino también será débil y podría incluso llegar a apagarse. Una persona con un gran Destino lo puede perder si no actúa de manera de preservarlo y alimentarlo. El mismo Destino debiera darle fuerza e iluminar sus pasos para que, en su presente, actúe de modo de no malgastar sus energías y su propia vida.
El “presente” sería el campo de batalla en el cual el ser humano y la sera humana deben reencontrarse con el universo que hay en él y ella, porque el presente es el único momento con el que contamos, nunca nos movemos del presente, así que “el aquí y el ahora” es nuestro campo de batalla. No se puede hacer nada por cambiar el pasado, proyectarse al futuro es una ilusión, y el presente está estructurado y definido en base a decisiones que tomamos en el pasado, por lo mismo, es en el presente donde uno moldea y da vida a su futuro. Es en el presente donde se puede comenzar a sembrar “buenos tesoros”.
El presente debe ser asumido con el poder que realmente tiene, porque de otra manera la energía vital seguirá siendo mal utilizada, seguirá yéndose la vida en satisfacer necesidades y deseos que no nacen del espíritu y su relación vertical tierra-universo, sino que surgen de la interacción horizontal social-terrestre. Dicha horizontalización de la percepción y los propósitos, obliga a la humanidad a desarrollarse en planos que no lograrán despertarla como universo latente. Para desarrollarse como tal, debe redireccionar la utilización de su energía vital, debe incrementar su capacidad de llevar a cabo su voluntad y debe explorarse y reconocerse como ser en crecimiento.
Para llevar a cabo su voluntad, el ser humano y la sera humana deben no sólo tomar una decisión acertada, sino también deben contar con la suficiente energía vital que les permita cumplir su propósito. Visto es que muchas personas deciden tal o cual cosa, pero que pasado el tiempo no son capaces de llevar a cabo su decisión, esto se debe a que han mal utilizado su energía vital y no tienen suficiente “fuerza interna” para cumplir su voluntad. Para cumplir con la propia voluntad, uno debe acumular suficiente energía vital, es decir, tiene que tener “fuerza de voluntad”, de otro modo no será capaz de llevar a cabo ninguna decisión ni elección que tome.
Como el campo de batalla debe ser y es el presente, es en el presente donde debe aplicarse la fuerza de voluntad para ir desarrollando el Destino del ser. Y como el Destino del ser es realizarse como Universo, es en el presente donde la fuerza de voluntad define el alcance del ser y el cumplimiento o no de su Destino.
En este punto, y a través de la Pazciencia como ciencia, planteo una fórmula para comprender y aplicar lo que he denominado Fórmula del Destino, que conjuga el factor “presente” con la “fuerza de voluntad”.

D=pv2
Destino es igual a presente por fuerza de voluntad.

El Destino está en nuestras manos en la medida en que somos nosotros los que moldeamos nuestro futuro, ya que son las decisiones tomadas en nuestro presente las que definen nuestro porvenir. El acumular nuestra energía vital nos permite multiplicar nuestra voluntad, transformándola en fuerza de voluntad, y esto, aplicado en el presente, nos permite desarrollar nuestro Destino.
Si alguien ha intentado por todos lo medios de dejar de fumar, o ha tratado de tomar alguna decisión trascendental para su vida y no puede realizarla, pruebe el comenzar a acumular su energía vital, y llegará el momento en que el tomar aquella decisión será tan fácil, que se sorprenderá.
Esta fórmula, además, es “inversamente proporcional”, ya que el vivir nuestro presente con miras a desarrollar nuestro Destino, nos impulsa a acumular nuestra energía vital y a tener fuerza de voluntad; y a su vez, el tener fuerza de voluntad para desarrollar nuestro Destino nos hace tomar control sobre nuestro presente.
Un amigo antropólogo, y también músico, me hizo notar una aplicación aún mayor de la Fórmula del Destino, me dijo “el ser humano es un ser social, lo que implica un desarrollo colectivo e interrelacionado, donde si suma voluntades y trabaja en su presente, puede desarrollar un destino colectivo”. Cierto, la Fórmula del Destino no es aplicable sólo al caso individual del ser humano como ente en desarrollo, sino también a la sociedad toda como ente mayor en desarrollo.
Dicha fórmula es un complemento y un nuevo horizonte que la Pazciencia propone al mundo científico y a la humanidad en general, para comprender su real alcance, sus posibilidades y para comenzar a tomar control sobre nuestras vidas. Está basada en la fórmula que presentara Albert Einstein para explicar el mundo de la energía y la materia (E=mc2), sólo que la Fórmula de Destino intenta explicar el mundo del Espíritu y el Universo.

Los astrofísicos señalan que un hoyo negro puede permanecer por toda la eternidad absorbiendo materia, energía y luz. También señalan que algo le ocurre a veces a los hoyos negros, algo que aún ellos no logran definir en el cómo ni el porqué, pero sucede que de un momento a otro un “chorro de gas” sale disparado desde el centro del hoyo negro a una velocidad inimaginable e incalculable, ya que si bien el hoyo negro absorbe la luz, lo que supone que su velocidad de absorción es mayor que la velocidad de la luz, no existe nada que ellos conozcan que sea más rápido. No saben cómo, pero así sucede, algo sale disparado desde el centro del hoyo negro a una velocidad vertiginosamente más rápida que la de la luz, y en ese instante, el hoyo negro se transforma en “hoyo blanco”, y comienza a generar -o quizá devolver-, energía, materia y luz.
Entonces, propongo que cuando un hombre o una mujer logran desarrollar su Destino, logran hacerse Universo y eclosionan su estrella, suben por el vórtice que es el hoyo negro y lo atraviesan y se funden con el infinito. Y como el espíritu tiene velocidad instantánea, es decir, puede moverse de un lugar a otro sin que importe la distancia ni el tiempo, al salir disparado por el centro del hoyo negro lo único que queda es la estela de gas que deja tras de sí. (Sé que todo esto, además de descabellado, suena chistoso. No falta el gracioso que ha bromeado al respecto diciendo “pero claro... todos tenemos el hoyo negro”, o quien se ha reído al saber que desde el hoyo negro surge una estela de gas... eso es inevitable, la risa está presente en los momentos más importantes de nuestra vida).

Y ese sería el punto cúlmine en toda esta aventura de la existencia, según mi parecer, cuando la materia se sublima y el espíritu se cristaliza. Por eso hay que permitir que los niños y las niñas se acerquen al mensaje que transmite Cristo, porque mientras antes comiencen a encaminar sus pasos hacia el decir y vivir en la verdad, mientras más sólida sea su formación, más capacitados y preparados estarán para desarrollar sus potencialidades. El mensaje total de Cristo, de Buda, y de todas las grandes luces espirituales, incluso del mismo brujo don Juan Matus, es la utilización correcta de la energía vital, el recto pensar y el recto hacer, para evitar que nuestra vida sea consumida por lo material y lo mundano.
Y que no quepa duda de que muchas personas no lograrán comprender nuestras acciones cuando éstas estén motivadas por nuestro espíritu, y aun cuando nuestras acciones sean vistas por otros como transgresoras de la moral, debemos actuar confiados de que nuestro espíritu está despierto y atento al cumplimiento de la Voluntad de Padre y Madre, ya que dicha Voluntad es superior a cualquier destino terrestre, pues lo terrestre es transitorio.
Muchas veces me ha pasado que por ayudar a un espíritu amigo a liberarse he sido mal comprendido, mas mi conciencia se mantiene tranquila, pues sé que el sacrificio terrestre es parte del crecimiento colectivo; lo aumenta, nunca lo disminuye. Y si alguien no logró comprender en su momento la intervención de un espíritu en ayuda de otro espíritu, ya tendrá tiempo de hacerlo. Como dijo Cristo: “el que tenga oídos para oír, que oiga”.


El Poder de las Mujeres

La naturaleza de la mujer es poderosa, su energía es infinita y sutil, además de tener una posibilidad única y mágica, que le confiere un poder aún mayor: en su vientre se condensan los elementos para dar nueva vida.
La sabiduría mapuche sostiene que la mujer posee la condición única de conferir a su hijo o hija las cualidades que desee, pudiendo transferirle infinitas capacidades mágicas, físicas o psicológicas, según sea su intención y el alcance de su propia energía.
Aseguran que el pensamiento de una mujer encinta es capaz de dar forma y moldear el cuerpo y el carácter de la criatura que está por nacer. El vientre femenino sería un verdadero crisol en que los elementos del mundo se funden con la intención materna. Por eso ellos llaman a la mujer mapuche encinta a consumir únicamente alimentos saludables, a la vez que mantenga en su mente sólo pensamientos positivos. En esto influiría también su compañero y padre del bebé, reforzando aquellas intenciones y hablándole a la criatura mientras se desarrolla en el vientre de su amada. Ambos, y la atmósfera de su relación, determinarán las características reales de sus hijos e hijas. Cuenta la tradición mapuche que sus mujeres, al estar encinta, deseaban con todas sus fuerzas que sus hijos fueran los mejores guerreros, los que corrieran más rápido, los más ágiles, los que resistieran más tiempo sin comer, sin agua, sin descansar, y que en definitiva eso habría determinado el carácter invencible del guerrero mapuche.
Para ello, dicen, para lograr que su hijo o hija logre desarrollar las cualidades que ellas deseen, la mujer al amanecer debe mostrar su vientre descubierto ante el sol, para presentarle su hijo o hija al astro rey, y mientras permanezca en su interior debe pensar, sentir y desear con todas sus fuerzas que adquiera las cualidades que ella desea que desarrolle al crecer. Este simple acto de proyectar cualidades a través del pensamiento y la intención, y el ser persistente en hacerlo, además de la fe en que surtirá efecto (no dudar), unido todo esto a la energía vital de la madre, serían suficientes para que la nueva generación avance y mejore sus cualidades y capacidades, con respecto a la generación anterior (generación-generar-genes: tres palabras que vibran con la misma fuerza).
Esto vendría a dar a la mujer una posibilidad impensada por biólogos y científicos: que las mujeres sean capaces de manejar conscientemente el mecanismo de la evolución. Según la biología -como mencioné anteriormente-, la evolución se produce únicamente por causa del azar, y sólo éste logra generar cambios sustanciales en las especies a través de microscópicas mutaciones accidentales, causadas por pequeñas variaciones o errores mínimos en la transmisión de los códigos genéticos. Aseguran que en una especie y en su relación con el mundo, estas mutaciones accidentales generan en ocasiones nuevas formas de resolver antiguos problemas, lo que sería considerado evolución, pero que siempre son causa y efecto del “azar”.
Por el contrario, ya está demostrado que la mala alimentación, el alcoholismo o los problemas emocionales y las dificultades de todo tipo que enfrenta una mujer durante el embarazo repercuten definitivamente en su bebé, y que muchos de los problemas que hereda el bebé no se darán a conocer hasta que cumpla 20 o hasta 30 años de vida. En este sentido, las ciencias aceptan que una madre puede influir en “echar a perder” a la especie, pero se niegan a aceptar que una madre pueda intervenir positivamente en la evolución. Lo que señalan los mapuche sería, entonces, revolucionario.
Para que una mujer realmente logre dar forma y poder al carácter y a las posibilidades de su hijo o hija, debe poseer una gran cantidad de energía vital, es decir, debe ser una mujer impecable respecto al uso cotidiano de su energía. La energía vital que posea una mujer es fundamental a la hora de transferir a su bebé las cualidades que ella desee. Dicha energía vital surge en su interior, al igual que en el caso del hombre, diaria y espontáneamente, alimentando su espíritu y su alma. Sucede que la sociedad actual, la civilización occidental misma, está fundamentada -como ya hemos visto- en el materialismo, o en otras palabras, en la pérdida o alejamiento de lo espiritual.
Para funcionar en el mundo actual no es necesario tener energía vital, basta estar dispuesto a adquirir bienes materiales, tener ambición y disposición para trabajar y competir. Pero por mucho que uno se llene de objetos sino a profundizado en su interior -y para esto es fundamental la energía vital-, se sentirá siempre solo y vacío, siempre buscará alcanzar la felicidad... como el típico letrero de boliche que dice: “hoy no se fía mañana sí”, pues lo material no permite generar una buena relación con uno mismo, ya que disipa nuestra energía vital, y el que no tengamos suficiente energía vital hace que nuestra voluntad sea débil.
Se dice que el cerebro del ser humano actual funciona sólo al 10% de su capacidad total, y que Einstein, una de las mentes más brillantes de todos los tiempos llegó a utilizar hasta un 14%, pero que se desconoce de casos en que el cerebro funcionara por completo.
Mi sensación es que Cristo funcionaba al 100% de la capacidad humana, y que cualquiera de nosotros, hombres y mujeres, seríamos capaces de funcionar a dicha capacidad total si supiéramos cómo acumular nuestra energía vital. Dicha energía al ser acumulada permite acceder a posibilidades que sólo se recuerdan en leyendas y relatos mágicos de culturas ancestrales. La forma de acumular dicha energía ya fue enseñada hace milenios por el mismo Cristo, su evangelio es justamente una clase magistral sobre cómo alcanzar aquellas capacidades, incluso dio ejemplos de lo que se podía lograr.
A mi entender, algunas de las formas más comunes de desperdiciar y malgastar la energía vital sería: mintiendo; transgrediendo los principios y valores personales; siendo inconsecuentes entre el actuar y el sentir; manteniendo pensamientos negativos como el odio, la envidia, la avaricia, la ira irracional y los deseos sexuales enfermizos; consumiendo pornografía y manteniendo relaciones sexuales sin amor, abusando de la autosatisfacción (masturbación); desconociendo los vínculos con la naturaleza y perdiendo la relación interna con los ciclos naturales; entre otras. Para almacenar y aumentar la energía vital: vivir en y desde la verdad; ser consecuente en el hacer y el decir; hacer sólo el amor; no odiar ni desear mal a nadie; evitar los pensamientos que nos distraen del presente; aceptarnos tal cual somos; entre otras. Es importante destacar que no es negativo el goce cuando uno realmente ama a su pareja, el hacer el amor multiplica la energía vital, y es justamente haciendo el amor que se puede imprimir mayor fuerza a la fecundación si es nuestra intención moldear el carácter futuro de nuestros hijos e hijas.
El mapuche asegura que una mujer pierde su virginidad, su pureza, sólo cuando se entrega a un hombre sin amarlo, impulsada únicamente por sus deseos carnales, ya que dichos deseos la llevan a entregarse a hombres oscuros sin observar realmente si son o no dignos de ella. Para el mapuche la virginidad es la pureza de la energía, y la mujer se contamina al mezclarse con un hombre oscuro de aspecto hermoso. Y ese es el problema de “enamorarse”, que los sentidos se confunden y nuestro corazón se entrega como si hubiese sido hipnotizado, y puede suceder que de quien uno se enamora sea una persona obsesiva y dañina, llena de defectos, pero como estamos hipnotizados no lo vemos, y la idealizamos y la vemos hermosa, pero cuando pasa el enamoramiento (generalmente al cabo de dos años) descubrimos que todo lo que nos habían dicho era cierto, que era realmente una mala persona y que lo mejor era alejarnos de ella o de él. Y ojalá que al descubrir la verdad de un maltratador, tanto físico como psicológico, las personas sean capaces de alejarse lo antes posible.
Pasados esos años se sabe si era un enamoramiento o un verdadero amor. Si se pasa la euforia del comienzo y luego buscamos alejarnos lo antes posible, estábamos enamorados. Pero si pasada esa euforia persiste la alegría y el ansia de estar junto a esa otra persona, estamos ante un amor de verdad. Que tampoco tiene que ser para toda la vida, pero que definitivamente no era un enamoramiento que nos tuviera nublada la intuición. El enamorarse es peligroso cuando arriesgamos lo que somos sin oír nuestra voz interna que siempre... siempre nos avisa del peligro.
El “amar”, por su parte, es un querer lúcido, agudo, perceptivo, es un querer aún reconociendo los defectos, es un percibir la energía vital del otro y amarlo por su sólo existir.
El amor es una gran fuente de poder. Es un poder que surge del corazón que ama, que se vincula y palpita por otro ser, ya sea humano, animal o la naturaleza en su conjunto. El amor es una energía limpia, plena, llena de un júbilo real, un verdadero poder que permite incrementar las capacidades de ser y hacer en favor de ese otro amado. El amor es poder, pero no es un poder que permita llevar a cabo lo que queramos, sino que es un poder que sólo puede ser usado para actuar en favor del ser amado. Eso lo hace ser una energía activa, energía en movimiento con dirección e intensidad.
El antiguo dicho popular “querer es poder” se refiere justamente a eso, a que querer es poder, querer es amar, querer es desear el bien, es procurar lo mejor, querer es invocar sólo bendiciones y desear salud, bienestar, cariño, dulzura y felicidad a quien uno ama.
Amar al prójimo, a la naturaleza, a la vida, a lo orgánico y lo mineral, al Universo entero es tener un poder sin límites... porque amar la creación en su totalidad -que al fin y al cabo, es la totalidad de uno mismo-, es amarse uno mismo sin límites, y ese poder es el poder más grande que uno puede llegar a tener.

Entonces, bien dicen los mapuche, una mujer puede hacer el amor sin perder su virginidad, observando atentamente a quién se entrega y amándolo de verdad; incluso, si la pierde, puede recuperar su virginidad y su pureza si la próxima vez se entrega a un hombre digno de ella y al que ama con todo su corazón.
Es importante que si una mujer cree haber encontrado a su príncipe azul, vea si es verdaderamente un príncipe azul. Para saberlo simplemente tiene que ver si es o no hijo de un rey azul o una reina azul.  Es muy decisivo conocer al padre o la madre de una persona para descubrir qué podemos esperar.

Los mapuche sostienen que el hombre gasta mucha energía al convivir con las mujeres. Aseguran que cuando los guerreros mapuche se preparaban para la guerra se separaban por lo menos dos semanas de sus mujeres, y así, lograban rendir mucho más y regresar victoriosos, llevando consigo sólo una pequeña porción de harina tostada para alimentarse. En caso contrario, tendrían que haber llevado demasiados pertrechos de guerra, lo que habría dificultado su avance, además su misma energía se habría visto disminuida.
Las culturas orientales señalan que en la acumulación del semen está la clave para el caso del hombre, aseguran que el hombre no debería eyacular más que una vez al año, y sólo para procrear, y que por ningún motivo debería hacerlo en otoño y menos en invierno. El celibato sería la manera de permitir que el semen madure en los testículos, y al cabo de dos meses (40 días aprox.) se produce un cambio químico que genera un tipo de energía superior, que permite, a su vez, despertar cualidades superiores. Por su parte, un espermio necesita de por lo menos 70 días para lograr su madurez, y recién ahí estaría preparado para fertilizar a una óvula. Esto significa que, como casi ningún hombre está permitiendo a sus espermios madurar, ya sea por abuso de autosatisfacción o por activa vida sexual, las nuevas generaciones están naciendo mucho menos preparadas de lo que imaginábamos.
Y es un mito que el orgasmo masculino vaya de la mano de la eyaculación, porque se puede sentir orgasmos sin necesidad de eyacular. El aprender a controlar la eyaculación permite, además, que la mujer logre llegar varias veces a su propio clímax, ya que muchas veces la anorgasmia femenina se debe a la eyaculación precoz de los hombres, o a que éstos, de ansiosos, no logran estimularla lo suficiente. Y de verdad que todas las mujeres son multiorgásmicas.

Desde el momento en que una mujer comienza a acumular su energía vital y recupera su pureza, su virginidad, sólo necesita tener conocimiento de sus capacidades reales de fecundar para dar a luz un ser mágico, un ser poderoso. Aquí me detengo y reflexiono, sopeso la idea que tengo en mente antes de lanzarla. ¿Qué ocurre en el caso de la Virgen María? y, especialmente, respecto a la noticia que le da el Arcángel Gabriel sobre su futuro hijo, al decirle que “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. (Sn. Lucas 1, 32). ¿Qué habrá pensado ella durante esos nueve meses en que aquel niño se formaba en su vientre? ¿Habrá influido su pensamiento?
Ahora bien, es importante el acto sexual en sí, el momento mismo en que la pareja humana se entrelaza en un abrazo íntimo y se entrega su amor, ya que en ese momento no sólo hay intercambio de fluidos, sino también de energía. En ese momento, cuando hay verdadero amor, la unión del hombre y la mujer se transforma en un verdadero dínamo, generando nueva energía, fortaleciendo sus propias almas y elevando aún más sus espíritus. Ese es el encuentro natural de los dos polos, opuestos y complementarios, que al unirse en un abrazo verdadero, generan un chispazo eléctrico que los sacude y los multiplica. Si en aquel momento él y ella se focalizan en traer un nuevo ser al mundo, y ya entonces lo imaginan de ciertas características, le transfieren mucha mayor fuerza y mucha mayor posibilidad de realizarse y alcanzar su Destino.
Por el contrario, cuando el sexo es mecánico, vacío, sin sentimientos superiores de por medio, consume y drena la energía vital de ambos. Sobre todo, tal acto vacío se hace aún más negativo al producir embarazos no deseados, donde nuevas criaturas son traídas al mundo en medio de la total ausencia de sentimientos, o peor, en medio de sentimientos muchas veces oscuros, degenerados, obsesivos.
Por eso es importante comenzar a “hacer el amor, denunciando el dolor, cantando al amor, proponiendo la paz, ayudando a la esperanza a desatar”.
Es importante que en su despertar gradual y perseverante, las mujeres descifren sus ciclos y su relación privilegiada con el Corazón de la Tierra, con la Luna y con el Cosmos, que redescubran su interior luminoso y su sabiduría olvidada. El tiempo se cumple y la mujer ya casi a roto sus cadenas, pero en la lucha eterna entre la oscuridad y la luz, la mujer se enfrenta ahora al enemigo más peligroso, el mismo que ya derrotó hace milenios al hombre en su propio despertar... un enemigo silencioso y casi invencible, capaz de aniquilar al más fuerte: el egocentrismo, la pérdida del vínculo con la Naturaleza.
Se abren las puertas de las ciudades para recibir a las nuevas ejecutivas, destacadas intelectuales, pensadoras, políticas, grandes mujeres que conquistan mercados y gobiernan países. Las gentes las reciben felices y las vitorean, ellas están desplazando al hombre en ambientes hasta entonces masculinos y herméticos. Consolidan su presencia en las estructuras más importantes e influyentes de la civilización occidental.
Pero atentas mujeres... no es conquistando espacios ya ganados por el hombre que conseguirán su plenitud, ciertamente las condiciones de sus vidas mejorarán al ampliar sus derechos y al exigir el debido respeto, pero pueden pasar miles de años más antes de que realmente despierte su interior poderoso. Justamente esos espacios que se abren para ustedes en el mercado y la política están ahí para engañarlas, anzuelos de poder que atrapan sus ilusiones y sus sueños de libertad, ilusiones que las distraen del despertar verdadero. En ustedes está el despertar de la Naturaleza, ustedes son poseedoras del poder de sanar al hombre, el poder de salvar al planeta entero. En sus vientres se guarda la clave de la evolución.
Entonces, en un principio el llamado de Sol y Lluvia, hoy Antu kai Mawen, es a no descuidar sus corazones, a no perder sus vínculos sagrados con la Madre Tierra, a no sucumbir en las mismas arenas movedizas en que ya sucumbió el hombre: la mentira, la ambición, la irreligiosidad, las malas compañías, la violencia, el egocentrismo, el desenfreno sexual.
La Reconciliación de los Géneros que propone Charles es a nivel social, entre hombres y mujeres, pero también a nivel individual, entre lo masculino y la femenina de cada persona. En el diálogo limpio y poderoso de ambos polos del ser está contenida la fuerza para desarrollar nuestro Destino.


Las emociones y el pensamiento

Sabido es que nuestro cerebro funciona gracias al tejido neuronal, en base a impulsos e intercambios electroquímicos producidos por estímulos que percibe desde el interior y el exterior. Del flujo permanente de dichos intercambios surgen el mundo de nuestras percepciones, emociones y pensamientos, con ellos nuestra conciencia y nuestra capacidad de sabernos vivos.
La electricidad está muy vinculada al magnetismo, y ya hace décadas se comprendió que ambas fuerzas van siempre juntas, así donde existe una corriente eléctrica surge un campo magnético, y a su vez, donde existe un campo magnético en movimiento surge una corriente eléctrica, de esta sutil relación surgen el motor eléctrico y el dínamo, con ellos la capacidad de generar electricidad gracias a las fuerzas de la naturaleza como el agua y el viento. Todo el Universo está conformado por vibraciones electromagnéticas, la misma luz es una de sus vibraciones, así también lo son los rayos x, las ondas de radio, el sonido y la misma materia. El Universo entero es un gran campo electromagnético, al que podemos acceder de acuerdo al nivel vibracional de nuestra propia conciencia.
Propongo entonces -y de verdad no sé si alguien ya lo propuso antes-, que los pensamientos son eléctricos y las emociones magnéticas, ya que los primeros nos impulsan a actuar o detenernos, y los segundos nos impulsan a acercarnos o alejarnos. Rondando un pensamiento por mucho tiempo en nuestra mente nos generará emociones, y a su vez, manteniendo una emoción en nuestra mente nos generará pensamientos. Lo importante es comenzar a comprender cuáles emociones y pensamientos son negativos y cuáles positivos, porque, como sea, pensamientos y emociones consumen tanto la energía que producimos gracias a nuestro metabolismo, como nuestra energía vital. Y no es que separe a los pensamientos de las emociones, ya que las emociones se hacen palpables justamente en los pensamientos, lo que digo es que ambos van entrelazados pero como distintas manifestaciones de la misma fuerza.

En la lucha permanente entre la luz y la oscuridad, entre los ángeles y los demonios, las tácticas y las estrategias que ambos bandos utilizan han ido variando junto con la sofisticación de la misma lucha. El campo de batalla es nuestra mente, es en ella donde se producen a diario los enfrentamientos entre los bandos de la luz y la oscuridad, y es a modo de pensamientos y emociones que se atacan y se defienden. Muchas de nuestras emociones y pensamientos son demonios que al lograr controlar nuestra razón, nos imponen formas de vida que terminan destruyéndonos no sólo a nivel interno, causándonos serías enfermedades, sino también en nuestro modo de relacionarnos con el mundo. Los vicios que consumen la vida de las personas son en realidad demonios que disfrazados de pensamientos los obligan a sucumbir y a autodestruirse.
Los monasterios, en la antigüedad, se construían a más de tres mil metros de altura, porque según se sabe, a esa altura no llegan los demonios, entonces, eso les permitía a los monjes estar libres de malos pensamientos y tentaciones. (Te invito a que le preguntes a un fumador de cigarro si acaso ha fumado al estar a varios miles de metros de altura, y te aseguro que te dirá que no, que no fumó no por no querer debido a la altura, sino simplemente porque no se le ocurrió hacerlo).
Al acumular nuestra energía vital, las estrategias de la oscuridad por evitar que logremos desarrollar nuestra propia luz se irán haciendo cada vez más sutiles, cada vez las tentaciones se irán haciendo más imperceptibles, intentando hacernos tropezar para que malgastemos la energía vital que logremos ir acumulando. Y este detalle es importante tenerlo en cuenta, ya que las sutilezas de las tentaciones serán tan inconcebibles, que casi no será posible reconocerlas como tales, y el esfuerzo de la oscuridad por evitar que logremos desarrollar nuestro Destino será tan intenso, que la lucha que deberemos enfrentar será la lucha más sangrienta y feroz que habremos enfrentado en toda nuestra vida. De verdad que a medida que más nos acerquemos a acumular y despertar nuestra totalidad, mayor será la sutileza y precisión de las tentaciones. Basta recordar la película “La última tentación de Cristo”, donde es una pequeña niña la que logra distraer a Jesús en el momento más importante de su ministerio, justo cuando está a punto de lograr realizar la Voluntad de su Padre. Es tan sutil dicha tentación, está tan bien disfrazado el demonio que Jesús cae en su trampa y comienza a malgastar su energía vital en una vida común y monótona.
Es importante también comprender que siempre se puede volver a comenzar, uno siempre se puede caer y volver a pararse, como en el caso de la película que acabo de mencionar, donde Jesús al final de la película y al darse cuenta de la trampa en que ha caído, logra recuperarse y realiza su Destino.
“La luz del sol es clara por naturaleza al levantarse sobre la tierra. En tanto el sol se levanta más alto, es más lo que emerge de la oscura neblina, difundiendo la prístina pureza de sus rayos sobre un área siempre más amplia. La verdadera naturaleza del hombre es, de la misma manera, originalmente pura, pero se nubla con el contacto de las cosas terrestres y, en consecuencia, necesita purificación antes de que pueda brillar con su claridad original”. (I’ Ching, El libro de las mutaciones).
Sobre todo, es muy importante saber que a medida que acumulemos verdaderamente nuestra energía vital, iremos acrecentando cada vez más nuestra conciencia, nuestra percepción, nuestra capacidad de comprender las intenciones de los demás, incluso la capacidad de afectar el mundo de la materia y las formas. Lograremos trascender las enfermedades e incluso ayudar a sanar al resto de las personas. Por eso es trascendental el ir sembrando buenos tesoros, ya que nuestra capacidad de afectar la realidad nos hará responsables de cuanto hagamos, y si lo que hacemos es negativo, así será también nuestra deuda con la vida misma.
Entonces, llegará un momento en que nos enfrentemos al miedo, ya que es éste el que sale a recibirnos cuando nos iniciamos en el camino del espíritu y comenzamos a manejar conscientemente nuestra energía, es el miedo el que puede destruirnos y evitar que cumplamos nuestro Destino. Don Juan plantea que son cuatro los enemigos del “hombre de conocimiento” (también aplicables a la mujer): el Miedo, el Poder, la Claridad y la Vejez. El miedo se presenta al iniciar el camino hacia uno mismo, al comenzar a acumular la energía, porque al aumentar las percepciones y la posibilidad de liberarnos de las tentaciones, nuestra razón se defiende y lo hace a través del miedo. Al enfrentarlo, y ya que es un enemigo poderoso, es probable que tome forma, que encarne, y que nos ataque, si en ese momento nos derrota ya siempre estaremos arrancando de él, pero si lo vencemos ya no nos molestará más. Para vencer al miedo necesitamos la fuerza de nuestro Destino, el poder de controlar nuestra energía y nuestra voluntad, la fuerza de convicción de estar haciendo lo correcto, el poder de nuestro espíritu sumado al saber que si vencemos al miedo ya nunca nos molestará. Para vencerlo, entonces, necesitamos poder.
Por eso el poder es el segundo enemigo, ya que al manejar poder muchas veces la mente de las personas se turba y se pierde en arenas movedizas. El poder mal asumido da fuerza y encumbra mucho más alto a nuestro ego, haciendo que este se pierda aun más en sus propios laberintos. Para vencer al poder, para evitar ser dominados por él, necesitamos la claridad de saber que somos herramientas de una Voluntad Superior, reconocer y sostener en nuestra conciencia la claridad de que el poder que estamos comenzando a manejar no es nuestro, sino que nos ha sido encomendado para desarrollar nuestro Destino.
Eso hace que la claridad sea el tercer enemigo, ya que nuestra claridad puede hacernos creer que ya sabemos todo, que no podemos aprender nada nuevo o que la visión de otras personas esté errada ya que nuestra claridad es absoluta. Para vencer la claridad necesitamos la humildad de saber que ella también puede tornarse en enemiga y que nunca dejaremos de aprender, y al vencerla, habremos llegado a tener pleno control de nuestra totalidad, y desde ese momento únicamente nos enfrentaremos a la vejez, ya que nuestro cuerpo intentará convencernos de su cansancio, intentará hacernos estar cómodos, por eso al final de su camino, dice don Juan, el hombre de conocimiento se enfrenta a la vejez, y si ésta lo vence, de nada habrá servido su búsqueda y su lucha.
Eso es lo importante del mensaje que transmitió Charles junto a Sol y Lluvia, la invitación real a vencer el miedo, eso les permitió acceder a un poder que congregó en torno a ellos a miles de personas, sacudiendo almas y espíritus, liberando la esperanza y desatando la fuerza de las personas. El detalle fundamental está en que Charles tuvo la claridad de saber a qué se enfrentaba y no dejarse arrastrar por el poder de la convocatoria y la fama, a diferencia de su hermano que sucumbió a dichos enemigos. Ahora, ya dejados atrás los años más duros de lucha, Charles se enfrenta a la vejez.

Es fundamental comenzar a comprender cuáles pensamientos y emociones nos llevan a malgastar nuestra energía vital, ya que hay pensamientos que elevan nuestras vibraciones y otros que la bajan, y si lo vemos a nivel de chacras, cada uno de los siete chacras genera un cierto tipo de pensamientos con un cierto nivel vibracional. Los chacras son centros o planos vibracionales distribuidos a lo largo de la columna vertebral, desde el cóccix hasta la coronilla, que determinan el nivel y ritmo vibracional y el tipo de pensamientos que cada persona tiene, ya que nuestra energía fluye y pasa a través de estos siete centros durante las 24 horas del día. Para comprender y conocer dónde está vibrando nuestra energía en cualquier momento, es necesario conocer cada chacra y sus características especiales, asociándose a cada uno de ellos ciertos pensamientos e intenciones. Además, como en Occidente existe una “tabla periódica de los elementos” que enumera y define las organizaciones fundamentales de la materia en átomos, así también en Oriente existen tablas periódicas pero de la conciencia. En la India se le conoce como “Lilah, el juego del conocimiento de uno mismo”, y en China como “I’ Ching, el libro de las mutaciones”. En el caso del Lilah se presentan 72 estadios de la conciencia, en el caso del I’Ching 64. Ambas organizaciones abstractas del saber milenario buscan ayudar al hombre y la mujer a comprender los flujos de su conciencia en el devenir diario, y a comprender el cómo y el porqué de sus acciones y sus consecuencias.

Es fundamental comenzar a comprender la responsabilidad total que tenemos sobre nuestros actos, y el cómo nuestro actuar afecta a la naturaleza y al mismo Universo. En la antigüedad los pueblos oraban para implorar a las lluvias que regaran los valles, o al Sol para que se levantara por las mañanas. Hoy en día las ciencias han demostrado que no es necesario ese ruego humano para que el Sol brille o para que caiga la lluvia, pero, desde mi punto de vista, quizá el que el ser humano y la sera humana hayan dejado de hacerlo está a punto de causar que se seque el planeta y que el Sol extinga su fuego. ¿Cuál es el real alcance de nuestra conciencia? ¿Será que la conciencia colectiva puede afectar el campo electromagnético de la Tierra, y éste, a su vez, afectar al mismo Sol?
Para la gran mayoría de los actuales habitantes del mundo civilizado, los hechos de la naturaleza no parecen más que repentinos y terribles frentes de mal tiempo, verdaderas “catástrofes” (nótese el alcance: catástrofe=catastros de fe), basta mirar cómo los estadounidenses se vuelven locos con las colosales tormentas que los azotan, corriendo de un lado a otro y agarrándose la cabeza, sin saber por qué Dios los castiga así.
No se ha comprendido abiertamente hoy en día la realidad efectiva y consistente de que la Tierra es nuestra Madre, que a ella le debemos nuestra vida y nuestro cuerpo, que de ella estamos formados y que en la medida que la dañemos nos dañaremos a nosotros también y en directa proporción.

 “Algunas veces siento que los indios
esperamos la llegada de un hombre
que todo lo puede,
que todo lo sabe,
que nos puede ayudar a resolver
todos nuestros problemas.

Sin embargo, ese hombre que todo lo puede
y que todo lo sabe
nunca llegará;
porque vive en nosotros,
se encuentra en nosotros
camina en nosotros;
aún duerme,
pero ya está despertando”

Este poema fue escrito por un poeta náhuatl, Natalio Hernández Xocoyotzin, heredero del México Antiguo. (Miguel León-Portilla, “Visión de los vencidos”).

Con Charles comentamos, mientras conversamos sobre la urgencia de Reconciliar nuestros Géneros, que la mujer y el hombre tenemos que dar un nuevo sentido a nuestras vidas, radicalmente volver a reencontrarnos con la naturaleza y el espíritu. Nuestra condición de humanas y humanos es cristalina y sorprendente, mágica y mucho más sustancial de lo que muchos y muchas llegaron a pensar, pero nuestro problema reside en que aún no se reconoce que lo más importante es, y seguirá siendo, la formación y culturización que reciban nuestras niñas y nuestros niños. En las nuevas generaciones vive nuestra esperanza, en lograr que los hombres y mujeres del futuro reciban la educación que verdaderamente necesitan para relacionarse plena, pacífica y fraternalmente sobre la Tierra.
-Sentía y siento una fe enorme en la palabra de Cristo, en su promesa de que aquel que la transmitiera a los vientos sería salvo y bienaventurado. Me impulsaba una fe enorme en el mañana, en la posibilidad de la vida, ahora siento que los tiempos se nos vienen encima... que llegó el momento.
Charles se incorpora y me busca con sus ojos, y dice, con tono gracioso pero serio, más serio que gracioso
-Tal vez hay que comenzar a repartir entre la gente piedrecitas blancas que digan: Pazciencia.
Sus ojos buscaron el cielo, lo miré un breve instante. Sonreía y su rostro se llenó de un gesto agradable de tranquilidad, de sentirse tranquilo consigo mismo, con lo que ha hecho y lo que ha sido. Pude percibir de sus ojos brillantes la alegría inmensa de su corazón contento, y su alegría me inundó y me llenó por completo. Siente que el momento ya se acerca, que está más próximo de lo imaginable.
Por un momento reflexioné sobre la idea de Charles de comenzar ya pronto a repartir esas piedras, e imaginé que la portada de este libro podía incluir la imagen de una mano que entrega al lector y a la lectora una piedra con la inscripción “Pazciencia”. La Pazciencia es la Ciencia de la Paz, la “Madre de las Ciencias”, comenta Charles. Y eso es lo que he intentado entregar con este libro, una ciencia de paz que nos ayude a comprender y recuperar nuestras capacidades, para, al fin, realizar nuestro Destino.
Ese es justamente el nuevo paradigma que planteo a través de la Pazciencia, que la humanidad existe para que la materia logre su propósito final de hacerse espíritu. La humanidad sería el punto cúlmine de una búsqueda cósmica que lleva miles de millones de años. Él y ella, hombre y mujer, como posibilidad latente del Universo de hacerse consciente de sí mismo.
Si de verdad las personas nos propusiéramos realizar ese Destino con fuerza de Universo, comenzaríamos a tomar control sobre nuestras vidas, salvaríamos al planeta y de paso, recibiríamos el apoyo incondicional del mismo Universo, que feliz se manifestaría de mil formas cuando de ayudarnos a cumplir nuestro Destino se trate.

Acumulando nuestra energía vital, aprendiendo a reconocer cómo la malgastamos, cómo se intenta que la malgastemos, cómo podemos actuar siendo impecables en su uso y descubriendo nuestras posibilidades dormidas como seres de luz, lograremos, hombres y mujeres, encender en poco tiempo la totalidad de lo que somos llenas y llenos de real felicidad, sólo entonces seremos capaces de vencer cualquier enfermedad, cualquier tristeza, cualquier soledad, no existirá más la mentira, porque nada estará oculto a nuestra conciencia, tendremos acceso al conocimiento total del Universo, pues habremos desarrollado al máximo nuestra Humanidad.
Y para esto no se necesita de toda una vida, basta ser rigurosos en el uso de nuestra energía vital por lo menos durante dos meses seguidos, para que comencemos a percibir con mayor nitidez, con mayor alcance, para que sintamos realmente que estamos vivos y que somos parte importante e irrenunciable de la existencia.
Y aunque la ternura del hombre y la sabiduría de la mujer aún siguen dormidas, están a punto de despertar...

Con esto me despido y te agradezco la atención que pusiste en este relato, espero de corazón que las respuestas que he encontrado te sirvan para encontrar nuevas respuestas.
Bendiciones a tu espíritu... fuerza y luz a tu caminar para que no tropieces, y si lo haces, logres levantarte. Libertad a tu corazón para que logres centrar tu atención en el enigma de tu interior. Con amor...


Hans Labra
Santiago de Chile, junio 2007

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