SOMOS AGUA
- Donde cae el agua crecen las plantas
-me dijo mi padre una vez, en relación a su trabajo voluntario de
regar las plazas que hay cerca de su casa, en el árido Santiago-, es
como si fuera el agua la que logra levantar los elementos de la
tierra para darle forma a la vida, a toda la vida... a las plantas, a
los bichos, a los animales y a nosotros. Es como si fuésemos agua,
porque, donde no tiro agua... no crece nada! -sentenció.
Y es cierto, el agua es la fuente de la
vida en toda su diversidad, y es la relación que tengamos con ella
lo que trazará nuestro caminar sobre la tierra. Agua (español), ko
(mapuzungún), water (inglés), wasser (alemán), way (hawaiano), maa
(arabe), vody (checo), ur (euskera), eua (francés), aqua (latín),
neró (griego), wai (maorí), woda (polaco), voda (ruso), auga
(gallego), acqua (italiano), uisce (irlandés), shuei (chino), mizu
(japonés)... tantas formas de nombrar el agua existen como culturas
habemos en el planeta... planeta que casi todas las culturas hemos
coincidido en llamar Madre, Madre Tierra... sin embargo, dicen los
expertos que no ha aumentado ni disminuido la cantidad de agua que,
por bombardeo de asteroides y meteoritos, llegó al planeta durante
su formación hace millones y millones de años, es decir, toda la
vida que existió, que existe y que existirá fue formada por la
misma agua... somos la misma agua!
¿Cómo explicarnos, entonces, que
lleguemos a contaminarla sin sentir que nos contaminamos a nosotros
mismos? ¿Cómo explicarnos el porqué hay culturas que la respetan y
la honran como sagrada, y otras que la ensucian y la ven solamente
como un recurso más?
Tendríamos primero que entender que lo
que nos hace diferentes es justamente esa cultura que cada uno de
esos distintos pueblos transmite de generación en generación. La
cultura de un pueblo es lo que los antiguos le transmiten a las
nuevas generaciones para que puedan integrarse sanamente a su
comunidad, para que puedan conocer y comprender el mundo y el cosmos
en el que viven, para que aprendan a respetar la vida y la naturaleza
de la que son parte y complemento, para que desarrollen durante su
crecimiento todas sus potencialidades y capacidades físicas,
psíquicas y espirituales. Todo esto, orientado a que comprendan
plenamente su exterior y su interior, de modo que estén preparados
para la labor más importante de todas -según aún se observa en
tribus indígenas que sobreviven en selvas y bosques, y como también
se observa en el resto de la vida del planeta- la labor... la
importante labor de traer y preparar a la siguiente generación.
A eso se abocaron las culturas
indígenas de todo el mundo hasta hace pocos miles de años, y las
culturas andinas desde el polo sur hasta el polo norte, hasta que la
cultura judeo-occidental que llegó con la coloniza-sión, trajo un
trato hacia el agua que a la larga nos significa muerte y
contaminación, “donde nace una ciudad muere un río” dice un
antiguo proverbio mapuche. Y así ha sido con la expansión de dicha
cultura por el planeta... peor aún, si consideramos que ahora
planean comenzar una explotación de los minerales de la luna y los
que están esparcidos por el espacio. ¿Cómo fue que sucedió algo
así? ¿cómo un ser humano puede acumular tanta codicia que pierda
de vista su relación sagrada con la vida? ¿cómo fue que dicha
cultura logró imponer en cada rincón del planeta sus políticas y
sus tradiciones?
Pienso. Reflexiono. Respiro hondo. ¿Realmente habrá
algo que podamos hacer para volver al “antiguo orden”?
...mmmmmmmmmhhhhh....
Por lo pronto, como agua que soy,
decanto lo turbio para quedar claro, y busco sentir mi pulso, mi
kultrún interno, mi ritmo... que es el mismo tuyo, el mismo de todo
el universo. Y observo. Mientras siga la gente mandando a sus hijos e
hijas al colegio, donde reciben una formación diseñada,
estructurada y proyectada para crear súbditos, hoy llamados
funcionarios, consumidores, gente dependiente de cosas, de vicios,
etc... como decía, mientras sigan las nuevas generaciones "yendo
al colegio" seguirá expandiéndose esa cultura judeo-occidental
que utiliza y extrae todos los recursos, y que, al parecer, no se
cansará hasta descubrir como extraer la vida de la vida misma.
Debemos, por lo tanto, dedicarnos de lleno a criar y educar nosotros mismos a
nuestras hijas e hijos, educarlos en casa y transmitirles
directamente nosotros mismos los principios y valores que los formen
como personas, debemos hablarles desde que entienden las cosas de las
cosas mismas, de todas las cosas, de todos los temas, enseñarles las
ciencias políticas y mostrarles que lo primero que hacía la cultura
judeo-occidental al instalarse en un lugar, era, además de eliminar
a los nativos indómitos, instalarse en los gobiernos y tomar las
decisiones sobre los territorios. Propongo: hay que disolver o expulsar a los PARTIDOS POLITICOS de los que nada bueno proviene y recuperar la
representatividad directa en el parlamento, llevando dirigentes de
cada territorio al Congreso. Eso, sería como sacar un agua turbia de
un cántaro y reemplazarla por una clara y cristalina. Hay que
enseñarle a las nuevas generaciones a ser gotitas conscientes
formando un océano, pero no uno como los que conocemos hoy,
amenazado y contaminado, sino uno libre y puro.
Con amor, desde Wallmapu, Hans Labra
Bassa, diciembre 2017.
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